Negrito como paradigma
Lean ustedes:
Se llamaba Negrito, tenía cuatro años y se ha convertido en el primer caso confirmado de gato infectado en España de coronavirus y el sexto en el mundo. En su hogar, en Catalunya, varias personas estaban enfermas de Covid-19 y una de ellas, su propietario, murió a causa de la enfermedad. A Negrito las cosas no le fueron mejor. Sufría una cardiopatía grave que, al empeorar, hizo que le tuvieran que practicar una eutanasia. Ahora, la autopsia ha revelado que este felino tenía material genético del SARS-CoV-2.
Eso, en La Vanguardia. Y en El Español:
Investigadores del Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA, en sus siglas en catalán) han detectado el primer gato infectado por coronavirus de España, el sexto en todo el mundo.
El gato, de nombre “Negrito” y que ya ha fallecido, vivía con una familia con diversas personas afectadas por COVID-19 en Cataluña y padecía una enfermedad cardíaca.
En la primera noticia se nos da el nombre del animal y no el del dueño también fallecido. En la segunda, ni siquiera se habla de dueño que murió por Covid-19.
No piensen ustedes que esos medios de comunicación españoles reflejan una realidad ajena a este país. Hace años el PACMA (partido animalista) convocó ni más ni menos que dieciséis manifestaciones en toda España por el sacrificio de Excálibur, el perro propiedad de Teresa Romero, la enfermera que estuvo a punto de morir tras contagiarse de Ébola. Y no es un partido que obtenga un puñado de votos. Los cuentan por centenares de miles.
No niego que la infección y muerte de un gato sea informativamente importante. Si esos animales se convierten en un factor de contagio, el problema puede ser grande. Pero señores, parafraseando a Marcelo en Hamlet. “algo huele a podrido en España” cuando sabemos el nombre del gato y no de su dueño. Y si no saben el nombre del dueño, no den el del gato. Tanto más si se informa de la muerte del felino y no del hombre. Eso no es aceptable.
Luis Fernando Pérez Bustamante