Don Celso, llega usted unos 40 años tarde
El arzobispo de Mérida-Badajoz está muy apenado por los planes del gobierno social-comunista de España. Está convencido de que lo que pretende es “sacar a Dios totalmente de la vida social".
El prelado español apela a la encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI, concretamente a su punto 29 en el que se lee:
Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente y alimenta su anhelo constitutivo de «ser más». El ser humano no es un átomo perdido en un universo casual, sino una criatura de Dios, a quien Él ha querido dar un alma inmortal y al que ha amado desde siempre.
Y:
Cuando el Estado promueve, enseña, o incluso impone formas de ateísmo práctico, priva a sus ciudadanos de la fuerza moral y espiritual indispensable para comprometerse en el desarrollo humano integral
La solución, según don Celso, es esta:
Por todo ello, me parece tan fundamental que el Estado, sobre todo, defienda y promueva siempre el derecho a la libertad religiosa. Cierto que hay que estar muy atentos para que el ejercicio de este derecho no sea una cobertura para la obtención moralmente ilícita de poder y riqueza, mediante la violencia, sea física o moral; pero este fanatismo religioso, que impide el verdadero desarrollo humano, no puede ser tampoco cobertura para que el Estado y sus instituciones no respeten y fomenten el derecho fundamental a la libertad religiosa en su plenitud de contenido.
Vamos por partes.
Don Celso tiene razón en que es lamentable que se quiera sacar a Dios totalmente de la vida social. Pero eso no ocurre ahora en el año 2020. Es lo que viene ocurriendo en España desde que se aprobó la Constitución de 1978. Es decir, se está cumpliendo al pie de la letra aquello de lo que advirtió “Don Marcelo", cardenal primado de España, en su Instrucción pastoral previa al referéndum sobre dicha Constitución. Cito:
Estimamos muy grave proponer una Constitución agnóstica –que se sitúa en una posición de neutralidad ante los valores cristianos- a una nación de bautizados, de cuya inmensa mayoría no consta que haya renunciado a su fe. No vemos cómo se concilia esto con el “deber moral de las sociedades para con la verdadera religión”, reafirmado por el Concilio Vaticano II en su declaración sobre libertad religiosa (DH, 1). No se trata de un puro nominalismo. El nombre de Dios, es cierto, puede ser invocado en vano. Pero su exclusión puede ser también un olvido demasiado significativo.
Consecuencia lógica de lo anterior es algo que toca a los cimientos de la misma sociedad civil: la falta de referencia a los principios supremos de ley natural o divina. La orientación moral de las leyes y actos de gobierno queda a merced de los poderes públicos turnantes. Esto, combinado con las ambigüedades introducidas en el texto constitucional, puede convertirlo fácilmente, en manos de los sucesivos poderes públicos, en salvoconducto para agresiones legalizadas contra derechos inalienables del hombre, como lo demuestran los propósitos de algunas fuerzas parlamentarias en relación con la vida de las personas en edad prenatal y en relación con la enseñanza.
Como ve usted, don Celso, don Marcelo dijo que iba a pasar lo que ha venido pasando en estos últimos 41 años, de forma que lo de ahora es solo un paso más en esa dirección.
La cuestión es muy fácil. Si se asume, se defiende, se alienta y se hace apologética favorable a un sistema, el democrático liberal, por el cual se aparta a Dios y su ley al ámbito de la intimidad de cada cual, y todo depende del sentido del voto a la hora de decidir cuáles han de ser la leyes y cuál la orientación de la sociedad, luego no nos podemos rasgar las vestiduras.
No se puede defender la democracia que “retira” la soberanía de Dios para entregarla en manos del pueblo -o sea, de la masa adoctrinada por élites partitocráticas- y luego lamentarse del divorcio, el aborto, todo positivismo jurídico contrario a la ley natural, etc. Como dijo un buen sacerdote extremeño en una conferencia reciente, recogiendo el pensamiento de Mons. Guerra Campos, “la incoherencia consiste en que se aprueba el árbol y después se rechazan los frutos” y “con los votos de los fieles católicos se han implantado los mismos males que luego se critican".
Dice don Celso que la solución pasa porque el Estado defienda el derecho a la liberad religiosa. Ni que decir tiene que se refiere a la libertad religiosa según el Concilio Vaticano II. Leemos en Dignitatis Humanae:
Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil.
Dicha libertad religiosa, según el CVII, no es solo para la relgión católica o la religión mayoritaria en un pueblo o nación, sino para todas:
Si, consideradas las circunstancias peculiares de los pueblos, se da a una comunidad religiosa un especial reconocimiento civil en la ordenación jurídica de la sociedad, es necesario que a la vez se reconozca y respete el derecho a la libertad en materia religiosa a todos los ciudadanos y comunidades religiosas.
De hecho, en la Constitución española hay una mención especial a la Iglesia Católica junto al resto de confesiones religiosas. Artículo 16.3
Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
Dice también el CVII en DH:
Es patente, pues, que los hombres de nuestro tiempo desean poder profesar libremente la religión en privado y en público; y aún más, que la libertad religiosa se declara como derecho civil en muchas Constituciones y se reconoce solemnemente en documentos internacionales.
El propio arzobispo indica en su carta que la libertad religiosa no es absoluta pues no puede cubrir el “fanatismo religioso". Ocurre que hoy, en España, gracias a las leyes aprobadas por el poder legislativo, defender la indisolubilidad del matrimonio, el derecho a nacer -la ley dice que lo hay para abortar-, oponerse al “matrimonio” homosexual, combatir la ideología de género, etc, tiene ya la consideración de “fanatismo religioso” para gran parte de la sociedad y desde luego para gran parte del poder legislativo y para el actual poder ejecutivo. En un régimen aconfesional no le corresponde a una confesión religiosa, sea la que sea, dictaminar los límites de la libertad religiosa. Puede dar su opinión, puede ser una voz más, pero finalmente, decide la mayoría.
España, gracias al cambio de régimen que apoyó gran parte de la jerarquía católica, gracias a los fundamentos establecidos por la Constitución de 1978, pasó de ser una nación con un poder político que la dotaba de “leyes católicas” (S. Juan XXIII sobre Franco) a ser un puntal mundial de la ingeniería social, del Nuevo Orden Mundial, del liberalismo ilustrado, primero en su versión “suave” y ahora más radical. Primero se puso a Dios en un lugar secundario de la vida social, en la práctica reducido al ámbito de lo privado. Ahora se le expulsa del todo. Pero esta expulsión no es esencialmente diferente de lo que ya ocurrió hace 40 años. Simplemente, se nota más.
Lejos parecen aquellos tiempos en que desde la Iglesia se defendía al Reinado Social efectivo, no meramente nominal, de Cristo. Lejos los tiempos en que se consideraba un error decir que “en esta nuestra edad no conviene ya que la Religión católica sea tenida como la única religión del Estado” (Syllabus LXXVII). Lejos los tiempos en que se consideraba que el error, también en materia religiosa, no puede tener derechos. De hecho, quien defiende la verdad, la Tradición, en estas materias es considerado un fanático religioso -además de cismático- no ya por la sociedad, sino por gran parte del pueblo de Dios.
Don Celso, es de agradecer que usted advierta de lo que se nos viene encima, pero no es otra cosa que la cosecha de lo que se ha ido sembrando en las últimas décadas. Si no se apunta a la raíz del drama, de poco valen los lamentos. Si no hay conversión auténtica de toda la Iglesia, de los fieles y de la jerarquía, si no hay vuelta a la Tradición, a ser testigos de la sana doctrina sobre el Reinado Social de Cristo, si no regresamos a “las sendas antiguas” donde hallamos “descanso para el alma” (Jer 6,16), solo nos puede pasar lo que dijo el Señor por boca del profeta:
Pues mi pueblo se ha olvidado de Mí, queman incienso a la vanidad. Flaquearon en su andar por las sendas antiguas, y caminaron por senderos, por caminos no allanados, convirtiendo su tierra en desolación, en escarnio perpetuo. cualquiera que pase por ella se quedará atónito, y moverá la cabeza.
Jer 18,15-16
Si seguimos ofrendando incienso al Baal de la democracia liberal, del consenso con los enemigos de Cristo, solo obtendremos mas oprobio y fruto de apostasía.
Más si movidos por la gracia pedimos perdón por nuestros pecados y confesamos a Cristo como rey de nuestras vidas, de nuestras familias y, por supuesto, de nuestras naciones, quizás enfrentemos el martirio, pero podremos presentarnos ante el Señor diciendo “siervos inútiles somos, lo que debíamos hacer hicimos” (Luc 17,10).
¡¡Viva Cristo Rey!!
Luis Fernando Pérez Bustamante
31 comentarios
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LF:
Rezar y ser testigos. De momento no se me ocurre otra cosa. Más adelante, Dios dirá.
Que alguien dijera hoy a un español: "entendemos su patriotismo, pero no sea usted y tan heroico" haría soltar alguna risita al oyente, pues esto produce el mismo efecto.
Sin embargo este régimen de tanta fuerza satánica tiene los pies de barro.
LUCAS 7: 46-49; MATEO 7:24-27 (RVC)
46 »¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les mando hacer?
47 Les voy a decir como quién es el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica:
48 Es como quien, al construir una casa, cava hondo y pone los cimientos sobre la roca. En caso de una inundación, si el río golpea con ímpetu la casa, no logra sacudirla porque está asentada sobre la roca.
49 Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica, es como quien construye su casa sobre el suelo y no le pone cimientos. Si el río golpea con ímpetu la casa, la derrumba y la deja completamente en ruinas.»
"Van por tus hijos...!
www.youtube.com/watch?v=2tpCz1gfKQM
Sabiendo que el objetivo es la siguiente generación, ¿Que podemos hacer? Pues además de orar, muchas otras cosas pueden hacerse para darle las armas adecuadas a la siguiente generación. Entre miles de acciones, solo algunas ideas.
- Enseñar la verdadera historia particularmente la historia de la madre patria, de la edad moderna, de las guerras justas como las cruzadas, la resistencia de la Vandée, la guerra cristera mexicana, la guerra civil española....
- Enseñar biología donde muestran reales diferencias anatómicas, fisiológicas y psicológicas entre hombres y mujeres para que no crean eso de que somos iguales.
- Fomentar el activismo político hacia los partido que defienden la unidad de España.
- Hacer uso de la resistencia pasiva hacia leyes inmorales.
- Resistir la infiltración de la Iglesia en su cúpula Vaticana .
Van por tu hijos. ¡DEFIENDELOS!.
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LF:
Yo no propongo nada. No me corresponde.
De hecho, dado el sistema político que tenemos, da absolutamente igual lo que proponga la Iglesia, porque al final se hará lo que dispongan los gobiernos, que salvo algún brindis al sol en forma de declaración, no aceptan la soberanía de Dios.
Veníamos de la Cristiandad. Se eligió ese camino y ahora se deben afrontar las consecuencias.
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LF:
En realidad creo que en España todavía se reza bastante. La formación... ya es otra cosa
Sin embargo, seria interesante ver un desarrollo de lo que imaginan como alternativa.
Y no, no pueden decir que todo debería volver a ser como antes de la Revolución Francesa, porque evidentemente en el Antiguo Régimen habían cosas que no marchaban bien.
Me intriga saber como se desarrollarían v/propuestas, mas que las criticas a lo que existe actualmente.
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LF:
No hay ningún régimen perfecto en el que todo vaya maravillosamente. Pero es evidente que cuando un régimen acepta de verdad la soberanía de Dios y sus leyes son conformes a la ley natural, es más fácil que las cosas vayan mejor. Dicho régimen puede tomar la forma de monarquía -es lo tradicional en España- u otra. Pero el Reinado Social de Cristo es irrenunciable.
¿Es posible algo así hoy en día, a corto medio plazo? Sinceramente no lo veo posible. Pero qué menos que ser testigos de cómo deberían ser las cosas.
En los comienzos de la destrucción del Reinado Social de Cristo, en un colegio católico donde estudiaban mis hijos el Presidente de la APA, en la reunión, decía que la Constitución debía defender la libertad religiosa. Ante esto me levanté y dije:
"Pues si defendemos la libertad religiosa, no podemos quejarnos si ante las disposiciones del Gobierno figuran el aborto, la eutanasia, etc, etc, etc, pues puede que esas religiones que aceptamos estén de acuerdo con ello, al no considerar al niño no nacido como persona, considerar como bueno privar de la vida a quien está sufriendo más de la cuenta, etc, etc, etc. No tendremos más remedio que aceptarlo si los votos para imponer tales aberraciones son mayoría. Total, que hemos destruido el Reinado Social de Cristo."
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LF:
Don Rafael Gambra, a quien Dios tenga en su gloria, decía algo parecido en 1987:
https://www.youtube.com/watch?v=y9WCCElOXUc
Una libertad religiosa absoluta -de la que la libertad de culto es solo una parte- da paso a la poligamia (Islam, mormonismo), la eutanasia (sintoísmo) y cualquier cosa que cualquier religión acepte.
Como eso no ocurre de facto, finalmente se deja en manos del estado la regulación de dicha libertad. Y al no haber un estado confesional católico, la libertad religiosa de los católicos puede, y de hecho es, ser limitada en base a lo que decidan las oligarquías políticas "reinantes", sin otro límite que no sea el de la mayoría de los votos.
Eso, y no otra cosa, es lo que ocurre hoy.
El problema es la democracia en sentido material, es decir, cuando la decisión popular puede imponerse, aunque se viole la ley natural o los derechos de la religión.
Una Constitución que blinde los llamados principios innegociables haría imposible una democracia material, pero pemitiria una libre elección de gobernantes mediante elecciones libres y periódicas.
Ese es el único camino posible a seguir: que los españoles decentes consigamos unas mayorías para lograr modificar la Constitución.
Eso es muy difícil, si, pero no imposible. Cualquier otro camino es soñar con imposibles.
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LF:
Aquí no se trata de soñar sino de ser testigos del Reinado Social de Cristo y proclamarlo como la única verdad que hace libres a las naciones. Que luego las naciones quieren seguir siendo esclavas del Príncipe de este mundo en vez de someterse al Rey de reyes... allá ellas. Recogerán el fruto de su apostasía. Pero nosotros, firmes en la fe y sin usar el mal -legitimando la aberración de la soberanía del pueblo- para obtener el bien.
Al menos así lo veo yo.
Defender la libertad religiosa en una sociedad cristiana, con gobiernos cristianos, puede ser lo contrario; sería defender la posibilidad de enseñar religiones falsas frente a la verdad católica apoyada por esos gobiernos cristianos.
En definitiva, esto no es dogmático, sino prudencial. Y la libertad es muy importante, también la religiosa. No es algo que podamos desdeñar y quedarnos tan tranquilos.
No hay una alternativa viable, además, y no por decisión del poder constituyente del 78, sino por ser parte de un mundo donde los ciudadanos ya exigen votar las cuestiones políticas esenciales, aunque no tengan tan claro los límites de esa supuesta libertad en un régimen de medios de comunicación como el que padecemos.
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LF:
Defender el derecho al error es contrario a la fe tradicional de la Iglesia, sea en el contexto que sea. Y esto que digo no es prudencial sino doctrinal.
Hasta que la institución eclesiástica (y los que la apoyan) no se entere de que el tiempo de la imposición de la Doctrina Verdadera pasó hace tiempo (y no se enterará nunca porque de eso vive), la Iglesia (y me refiero a “toda” la Iglesia, no solo a la institución eclesiástica) no podrá salir de esta situación.
Y lamentablemente creo que así será, dada la organización institucionalista irreversible en la que, con la connivencia de todos, todo hay que decirlo, nos hemos querido instalar a lo largo de la historia. Alea iacta est.
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LF:
Obviamente usted no es católico. Y yo escribo para católicos, aunque me lean también los que no lo son. Con los que no lo son, no debato de estos temas porque es perder el tiempo. El mío y el de ellos.
Simplemente un dato: la historia a veces cambia muy deprisa. Que se lo digan a Rusia... Y, por ejemplo, de la última persecución de cristianos por parte del Imperio romano hasta que el Emperador convocó el concilio ecuménico de Nicea y, más tarde, dicho Imperio se convirtió oficialmente en cristiano, ¿sabe cuánto tiempo pasó?
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LF:
Fueron defensores de una interpretación de los textos del concilio que no fuera rupturista con la Tradición. Por eso defendían la confesionalidad del Estado, en contra de la mayoría absolutísima del resto del episcopado, que defendía exactamente lo contrario basándose también en el CVII.
Síguese, pues, que la paz digna de tal nombre, es a saber, la tan deseada paz de Cristo, no puede existir si no se observan fielmente por todos en la vida pública y en la privada las enseñanzas, los preceptos y los ejemplos de Cristo: y una vez así constituida ordenadamente la sociedad, pueda por fin la Iglesia, desempeñando su divino encargo, hacer valer todos los derechos de Dios, lo mismo sobre los individuos que sobre las sociedades. En esto consiste lo que con dos palabras llamamos Reino de Cristo. Que ya reina Jesucristo en la mente de los individuos, por sus doctrinas, reina en los corazones por la caridad, reina en toda la vida humana por la observancia de sus leyes y por la imitación de sus ejemplos.
Ubi arcano Dei consilio, Pío XI
y...:
En la primera encíclica, que al comenzar nuestro Pontificado enviamos a todos los obispos del orbe católico, analizábamos las causas supremas de las calamidades que veíamos abrumar y afligir al género humano.
Y en ella proclamamos Nos claramente no sólo que este cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de nuestro Salvador.
Quas Primas, Pío XI
Antes hay que crear comunidades Unidas de Corazón a Cristo, hay que sanear los cuerpos intermedios.
Así empezaron los cristianos en el Imperio romano.
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LF:
Así que, según usted, la Cristiandad fue un gran error.
Al carajo un milenio largo de civilización cristiana.
La Edad Media fue la Edad Media, con sus luces y sus sombras, pero esa época ya pasó.
Hoy estamos en otro contexto, y los católicos tenemos que poner en juego los talentos que Dios nos ha dado en la situación en la que estamos, en medio de situación cultural relativista y políticamente liberal.
No podemos elegir el punto de partida, pero sí estamos en disposición de poder cambiar a mejor las cosas con la ayuda de Dios.
Las experiencias del pasado sirven como inspiración, pero difícilmente como modelo a copiar.
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LF:
No se trata de copiar modelos, sino de defender la sana doctrina. Concretamente ESTA:
http://w2.vatican.va/content/leo-xiii/es/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_01111885_immortale-dei.html
http://www.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_11121925_quas-primas.html
En definitiva, hace falta la dimensión a posteriori, la praxis católica.
¿Cual es su propuesta? No vale el recurso meramente doctrinal.
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LF:
A usted no le vale. A mí sí.
Estoy dispuesto a considerar su propuesta, yo estoy muy alejado ideológicamente del liberalismo.
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LF:
Es que no lo sé. No lo veo humanamente posible hoy en día. Si el actual sistema colapsa, pues ya se vería. Pero desde dentro es prácticamente imposible.
Sal, Luz, ¿donde lo vemos hoy en esta Iglesia Mortecina y moribunda?
Cristo nos dio un trabajo, llevar el Reino de Dios al mundo. mediante la Fe, la Esperanza y el Amor viviendo en Santidad, que tiene que ver esto con el cambio climático, la igualdad de genero y un largo etc, que curiosamente es la que escuchamos en las Iglesias, si apenas somos fieles los que nos llamamos cristianos ¿como podemos pedir a una sociedad no creyente que se deje llevar por las leyes de Dios?.
Si somos fieles y cumplimos su voluntad El nos responderá.
Paz y Bien
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LF:
Resulta que las dos grandes naciones confesionalmente católicas que había antes del CVII, dejaron de serlo tras el CVII con el apoyo explícito de la jerarquía del CVII, empezando por el mismísimo Pablo VI.
Esto no es opinable. Es.
Dicho lo cual, este párrafo de Apostolicam Actuositatem es magnífico:
Es obligación de toda la Iglesia el trabajar para que los hombres se vuelvan capaces de restablecer rectamente el orden de los bienes temporales y de ordenarlos hacia Dios por Jesucristo. A los pastores atañe el manifestar claramente los principios sobre el fin de la creación y el uso del mundo, y prestar los auxilios morales y espirituales para instaurar en Cristo el orden de las cosas temporales.
Sus respuestas a los comentarios son aún mejores que el artículo.
A pesar de que me molesta la cizaña y el trigo (especialmente porque suelo ser las 2 cosas, con lo que estoy de acuerdo en no arrancarla), nunca me olvido que el Señor llamó a San Pablo y especialmente a S. Juan en su senectud para encauzar la Iglesia para cimentarla.
Un solo santo, ayuda y tenemos cientos recientes y los que vendrán.
Así que, como Ud. recalca, a rezar y a no perder la fe escuchando a los tibios que al final se desgarran las vestiduras, y nos mandan a ser alimento de las fieras en el Circo Máximo del Mundo.
QDLB y VCR!
La democracia bien a la Fe no le ha hecho, las cosas como son.
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LF:
No veo tal cosa posible hoy en día. Pero a saber lo que Dios tiene dispuesto.
Pero Yahveh dijo a Samuel: «Haz caso a todo lo que el pueblo te dice. Porque no te han rechazado a ti, me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos"
....PARA QUE NO REINE SOBRE ELLOS.
Los parlamentos no quieren a Dios. porque los ciudadanos tampoco. No os rompáis la cabeza para restaurar lo fantasioso (como mucho habrá un partido político no representativo). Tendrá que intervenir Dios directamente con una dolorosa purificación para que venga a nosotros su Reino.
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LF:
En breve aparecerá un artículo mío sobre ese pasaje y otros.
Vemos la dificultad de resolver la complejidad de un problema de dimensiones no sólo española sino mundial. Ahora bien, ¿entra en las consideraciones católicas la promesa de la Virgen sobre el triunfo de su Corazón Inmaculado en el mundo?. Porque de su aceptación o de su rechazo se siguen consecuencias lógicas muy diferentes.en lo que respecta al porvenir. Si aceptamos lo anunciado por la Virgen, podemos entender los errores y males del presente como destinados a desaparecer en un plazo no lejano; pero, si no tomamos muy en firme tal anuncio de María, el porvenir aparece incierto y catastrófico. Lo mismo vale para la actuales manifestaciones extraordinarias y mensajes de la Virgen, según los cuales, se ha iniciado “un tiempo nuevo”, tiempo escatológico y apocalíptico que prepara el camino a la Venida de Cristo, durante el cual caerá la Babilonia, será aniquilado el anticristo y será restablecido de modo progresivo el nuevo Paraíso terrenal sobreelvado por Cristo respecto al original. Ciertamente, estas expectativas establecen parámetros diferentes respecto a la valoración del tiempo presente y a cómo actuar en él. No es la noche igual ni semejante a la aurora, no son las tinieblas superiores a la luz, ni la sabiduría y recursos humanos son comparables con los que irradia la Aurora de María, Luz de la Gloria de Cristo que se manifiesta de modo creciente en nosotros: “ Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria” (Col. 3,4).
Efectivamente, el artículo es excelente y las respuestas a los comentarios tan buenas como el artículo.
Es que parece que os parece mejor una guerra, si con ello consiguierais imponer un estado católico por unos años (porque no iba a durar mucho si la gente no es verdaderamente católica), a seguir viviendo en paz en un estado democrático, mal que muchas cosas no nos gusten.
Es que no se me ocurre nada intermedio, o se alterna el poder de modo democrático, o se hace a través de la guerra.
No se, según vamos avanzando tecnológicamente, no me parece a mí que nos podamos permitir el lujo de muchas más guerras sin exterminarnos.
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LF:
No hay más que ver la paz que trajo a España la democracia en 1933. Y lo de vivir en paz se lo dice a los dos millones que han sido democráticamente aniquilados antes de nacer. Pero claro, como no se ven... no cuentan, ¿verdad?
Si ahora se nos impone una legislación contraria a la ley natural, contraria al derecho de los padres sobre la educación de sus hijos, etc, no tendría nada de particular darle la vuelta a la tortilla. El mal no deja de ser mal porque lo vote mucha gente.
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