Reflexiones sobre el cambio de estatus de la asignatura de Religión
Como cabía esperar, el pacto entre el PSOE y Unidas Podemos supondrá una degradación de la asignatura de religión confesional -no solo la católica-, pues no contará para la nota final y no tendrá alternativa.
La medida supone el incumplimiento de los acuerdos entre España y la Santa Sede, que requieren que la materia tenga condiciones equiparables al resto.
Los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades, incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales.
Evidentemente si la asignatura no cuenta para la nota curricular, la equiparación con el resto desaparece. Y la no existencia de una alternativa supondrá un problema para la religión en los colegios públicos
Es seguro que la Conferencia Episcopal Española va a protestar por el cambio, pero dudo que lleven el tema a los tribunales en base a dichos acuerdos, porque Pedro Sánchez y Pablo Iglesias los denunciarían y se tendrían que negociar otros, que desde luego no serían tan “generosos” para la Iglesia como los de 1979.
También conviene recordar que el artículo 27.3 de la Constitución dice:
Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
La existencia de la asignatura, sea en la condición que sea, serviría para cumplir ese precepto constitucional si no fuera porque el Estado lleva muchos años empeñado en adoctrinar a los niños y jóvenes en principios contrarios a la doctrina moral de la Iglesia. De hecho, en el pacto entre el PSOE y Podemos «se potenciará la educación afectivo-sexual… conforme a un enfoque de derechos, de igualdad y de libertad». No hace falta que les explique a ustedes lo que eso supone.
Hasta aquí el análisis que podría hacer cualquier católico liberal o conservador que vive más o menos feliz con el actual sistema político que rige en España. Permítanme añadir algo más.
Sinceramente, creo que tiene su “gracia” que la misma Iglesia que, salvo pocas excepciones, renunció con total alegría y felicidad al Reinado Social de Cristo y a defender la confesionalidad católica del Estado quiera luego que el Estado defienda y financie una asignatura confesional católica. Señores, si apoyan ustedes un régimen liberal aconfesional, sean consecuentes.
De igual manera, si se defiende la libertad religiosa según indica el Concilio Vaticano II en Dignitatis Humanae (*), lo lógico es defender que haya tantas asignaturas de religión confesional como religiones en España.
En defintiva, el actual sistema político en España, que llegó tras un régimen en el que, según San Juan XXIII, había “leyes católicas", está produciendo el único fruto posible que emana de la apostasía. Apostasía consentida y alentada -ayer y hoy- por parte de quienes deberían haber defendido que el Reinado efectivo de Cristo sobre la patria no es simplemente un lema bonito para recordar una vez al año, sino la única garantía de que dicha patria no desaparezca por el sumidero de la historia.
Luis Fernando Pérez Bustamante
(*) Citas de Dignitatis Humanae:
6… Si, consideradas las circunstancias peculiares de los pueblos, se da a una comunidad religiosa un especial reconocimiento civil en la ordenación jurídica de la sociedad, es necesario que a la vez se reconozca y respete el derecho a la libertad en materia religiosa a todos los ciudadanos y comunidades religiosas.
Y
15… Es patente, pues, que los hombres de nuestro tiempo desean poder profesar libremente la religión en privado y en público; y aún más, que la libertad religiosa se declara como derecho civil en muchas Constituciones y se reconoce solemnemente en documentos internacionales…
… para que se establezcan y consoliden las relaciones pacíficas y la concordia en el género humano, se requiere que en todas las partes del mundo la libertad religiosa sea protegida por una eficaz tutela jurídica y que se respeten los supremos deberes y derechos de los hombres para desarrollar libremente la vida religiosa dentro de la sociedad.