Lo que no se suele señalar de la parábola del hijo pródigo
Recordemos dos cosas que se suelen olvidar al predicar sobre la parábola del hijo pródigo (Luc 15, 1-3.11-32)::
- Que el hijo se arrepintió, volvió, pidió perdón y estuvo dispuesto a ser tratado como un siervo más.
- Que solo se arrepintió cuando se vio comiendo con los cerdos.
Es muy necesario señalar lo primero porque hoy abunda la creencia de que no hace falta arrepentirse de los pecados ya que Dios nos va a perdonar sí o sí. Ni les cuento en dónde está la idea de que cabe estar dispuesto a pagar las consecuencias de haber pecado aun a pesar de ser perdonado. Al contrario, hoy está muy extendida la idea protestante de que no es necesaria penitencia alguna tras confesarse. A elo ayudan las, en mi opinión, absurdas penitencias que proponen la inmensa mayoría de los sacerdotes. Porque ya me dirán ustedes qué tiene de penitencial rezar un padrenuestro y un avemaría.
En cuando el segundo punto, pocos reparan en el hecho de que el hijo no quiso regresar por amor a su padre, sino por sufrir las consecuencias de sus pecados. O sea, algo muy parecido a la atrición, término que hoy no solo se ignora y se ocuita sino que se desprecia.
Y antes de que misericordistas, buenistas, neocones y demás habitantes del universo oficialista me digan nada, digo: “Ya, ya sé que el perdón incondicional (*) y restaurador del padre es una parte esencial de la parábola".
De hecho, prácticamente todos hemos experimentado en mayor o menor medida ese abrazo paterno divino cuando hemos regresado al Padre tras haber dilapidado la gracia que nos concedió para estar siempre en su presencia. Bien sabemos que Dios no nos paga conforme a lo que merecemos, sino conforme a su misericordia. De lo contrario, nos quedaríamos para siempre comiendo las algarrobas de un mundo puerco y mal oliente.
Mas no podemos ser tan necios como para convertir la misericordia de Dios en instrumento de pecado, pensando que “peque lo que peque, Dios me va a perdonar". Eso es pisotear la gracia divina. Como dice San Pablo:
¿Y qué diremos? ¿Tendremos que permanecer en el pecado para que la gracia se multiplique? ¡De ninguna manera! Los que hemos muerto al pecado ¿cómo vamos a vivir todavía en él?
Rom 6,1-2
Demos gracias a Dios por su perdón e imploremos de su Divina Majestad la gracia para vencer en nuestra lucha contra el pecado. Y confiemos en la intercesión de nuestra Madre para obtener el don de la perseverancia final.
Luis Fernando Pérez Bustamante
(*) Incondicional siempre que haya verdadero arrepentimiento y propósito de enmienda, obviamente
45 comentarios
Que poco se reflexiona sobre sus palabras.:" Padre he pecado contra el cielo y contra ti,ya no merezco ser llamado hijo tuyo" No solo lo piensa sino que a pesar de que su padre sale corriendo a su encuentro, el se las dice. Es decir no basta con saber que he pecado y pensar que ya Dios me perdona solo porque El ya sabe que he pecado y ya está, no,hay que acudir al sacramento de la confesión y decir los pecados al confesor, que sigue siendo uno de los requisitos para confesarse, además del examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda y cumplir la penitencia impuesta.
Esta parábola es una imagen perfecta de lo que debe ser una buena confesión este hijo piensa en lo que ha hecho mal, se arrepiente de ello, ciertamente como tu dices porque teme las consecuencias y no con un corazón contrito por haber ofendido a quien tanto lo ama, quiere emmedar su vida, esta dispuesto a asumir la penitencia de ser tratado como jornalero y no como hijo y confiesa verbalmente a su padre su culpa. Sin embargo nuca he escuchado usarla así, claro que como no se habla del pecado, si todo es misericordia haya arrepentimiento o no para que queremos el sacramento de la penitencia? Y si encima ni siquiera ya en muchas iglesias encuentras sacerdotes en el confesionario sino que tienes que ir a buscarlo ( lo que no incentiva a la gente a confesarse ) pues ya tenemos el cuadro completo.
Que el Señor no bendiga y la Santísima Virgen nos cubra con su manto y Ella que es mediadora de todas las gracias nos conceda la perseverancia hasta el final.
---
LF:
Amén
Es más, el perdón hoy en día se considera unilateral y solo interviene una persona: la que perdona, la disposición del otro se pasa por alto. Así se ha querido hacer, por ejemplo, en el caso de los etarras propiciando encuentros que no se habían pedido. No es que las víctimas fueran a perdonar a aquellos que les llamaban a gritos comidos por los remordimientos, sino que se propiciaban "encuentros" que parecían "diálogos para besugos". El perdón no sirve para nada si el ofensor se empeña en no reconocer su falta, es muy meritorio el ejemplo de tantos mártires durante la Guerra Civil Española que murieron perdonando a sus verdugos pero, supongo, que ese perdón ofrecido gratis et amore solo tendría efecto en aquellos que, con el transcurso del tiempo, se arrepintieran, en los demás cayó en tierra yerma. De lo contrario ni el Bautismo, que nos libra del Pecado Original, ni el Sacramento de la Confesión tendrían ningún sentido. En muchas iglesias ya no hay confesionarios como si la idea de que el Perdón de Dios es automático fuera tomando fuerza. Y la Iglesia de hoy en día deja este aspecto tan importante sin aclarar suficientemente.
Ayer, el sacerdote celebrante, nos dijo en la homilía algo que me pareció excelente: el único pecado que no se perdona es aquel que no se reconoce como tal. Y es que se ha perdido la conciencia de pecado.
Tampoco hoy sabemos apreciar, lamentablemente, el efecto liberador del sacramento de la Confesión.
Que el Espíritu Santo te colme de bendiciones y te siga iluminando, para nuestro provecho espiritual.
Dios lo guarde. PJOR
"Y qué diremos? ¿Tendremos que permanecer en el pecado para que la gracia se multiplique? ¡De ninguna manera! Los que hemos muerto al pecado ¿cómo vamos a vivir todavía en él?"
En mi opinión, no creo que el hecho de que la no-visita del Papa se deba al pecado en España. No tenemos menos pecado que otros países que sí ha visitado, y en los que por cierto, hay menos paz
---
LF:
Pues no, este post no tiene nada que ver con ese tema. En InfoCatólica no escribo artículos sobre payasadas.
Y por supuesto, no voy a dejar que se aborde ese asunto en futuros comentarios.
Los católicos tenemos el deber gozoso de ser discernidores de espíritus, y esta tarea no es nada sencilla.
Sólo desde la mala fe puede deducirse de esa parábola que Nuestro Padre del Cielo no nos exige arrepentirnos de corazón de nuestros pecados. Es verdad que el hijo crápula se arrepiente en un primer momento porque las consecuencias del pecado le están destrozando la vida (está literalmente muriéndose de hambre); pero cuando encuentra a su padre no es el hambre el que le hace pronunciar esas palabras, no; es sencillamente el dolor de haber tratado así al mejor de los padres, y que aun así, le llena de besos y le restituye en su condición perdida.
Cualquier pecador sabe perfectamente que el primer impulso de arrepentirse suele provenir de un cierto temor servil a las consecuencias de nuestras acciones . Ahí diríamos que estamos hambrientos ante unos cerdos, y nos conformamos con las viles algarrobas de éstos.
Pero cuando nos ponemos en la misma presencia de Dios -por ejemplo, ante un Sagrario o ante el confesor- ya no es el temor lo que nos mueve sino el amor por quien nos lo dio y nos lo da todo, unido al dolor por haberle fallado. Ahí es cuando verdaderamente sentimos que nos abraza, nos besa, nos llama hijo y nos lo vuelve a restituir lo que con nuestras rebeldías perdimos.
El volver a la casa por el pan, es análogo a la atrición. Al pedir perdón con dolor de amor, es contrición.
La esencia, para mí, es “peque lo que peque, Dios me va a perdonar".
La segunda es "no hace falta arrepentirse de los pecados ya que Dios nos va a perdonar sí o sí. Ni les cuento en dónde está la idea de que cabe estar dispuesto a pagar las consecuencias de haber pecado aun a pesar de ser perdonado.". Esto implica la desaparición pastoral de la Iglesia Purgante, la indulgencia, la penitencia, la ascesis.
Tres ideas mías:
El perdón espiritual no anula la exigencia de responsabilidades jurídicas. Perdonar a un hereje o abusador no implica abandonar la responsabilidad jurídica: excomunión, remoción, prisión, multa, inhabilitación, suspensión.
Y perdonar no significa olvidarse de reclamar la justa y verdadera memoria histórica del genocidio católico por la criminal II República. No es un "perdono y me olvido del crimen histórico". El caso del hijo pródigo fue recordado por siempre.
Lo mismo sucede en conexión con el si te abofetean, pon la otra mejilla. Esto es de tipo espiritual, pero nunca jurídico: la necesidad de la defensa es prioritaria.
Cuidado con tomar al pie de la letra de forma interesada: "perdona, calla, paga, y deja que el mal retuerza el cuello a la verdad, la justicia y el amor las veces que quiera".
Lo que pasa es que hoy, donde no hay pecado, ni puede perdon, ni arrepentimiento, ni misericordia, ni gracia ni nada de nada.
Lo verdaderamente importante es la actitud de Dios que abarca de toda la acción humana. "Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado", muerto y perdido dos cosas terribles que hacemos en nuestro perjuicio que con un sencillo y profundo (verdadero -sin entrar en la diferencia entre atrición y contrición-) arrepentimiento cesan por obra de Dios.
El daño de minimizar el pecado y acudir al ungüento misericordioso como remedio es temible en sus efectos y nada parece detener los mismos, no puedo creer por qué no se corta de raíz tampoco el motivo por el cual se toma tan a la ligera nada menos que la salvación de las almas.
Oremos y asumamos la obligación de tomar a Dios en serio.
También me ha dejado frío siempre el descubrimiento del otro hijo. Nunca ha podido matar para sus amigos ni un cabrito, pero de pronto y como por ensalmo "todo lo mío es tuyo". La parábola se queda en el aire, y es una incógnita si a partir de entonces este hijo le toma la palabra. Y si algún día llegó a perdonar también al hermano.
No se, si actualmente se predica demasiado poco sobre la necesidad de reparar por nuestros pecados (y si es posible también por los ajenos) y las consecuencias de no hacerlo.
---
LF:
Conmovedor
Y ya que estamos hablando del pecado, no quiero dejar de citar las barbaridades que decía Lutero:
Sé un pecador, y peca fuertemente, pero que tu confianza esté aún más fuerte en Cristo... Ningún pecado puede separarnos de Él, incluso si cometemos asesinato o adulterio miles de veces cada día.Tan distinto pero tan distinto de las palabras del Señor cuando le dijo a la adúltera: "Ve y NO PEQUES MÁS".
—Saemmtliche Schriften, Carta no. 99, 1 Agosto de 1521
---
LF:
Lo cierto es que la esencia de ese mensaje de Lutero está en el alma de Amoris Laetitia.
---
LF:
No creo que Cristo deje las parábolas sin finalizar.
---
LF:
Es incondicional una vez que uno va a pedir perdón, lo cual supone obviamente el arrepentimiento.
A eso me refiero.
---
LF:
No solo se olvida. Sé de alguien que arremetió contra los que señalan esa parte. Está en Roma...
Como este pecado nefasto contra mi mismo persistía hasta hace 3 días atrás, y como miembro del Camino, al confesarme con el sacerdote del Camino, al terminar me impone como penitencia un padrenuestro...y hablar con los Catequistas del Camino + el párroco. Los que conocen el Camino saben que ahí si que te van a aplicar la penitencia de verdad para tu bien y sanación y no son 2 padrenuestro precisamente.
Que El Señor Bendiga a todos los lectores de Infocatolica.
---
LF:
A mí me parece patético que los seglares tengan la responsabilidad de poner la penitencia. Y los catequistas son seglares.
Eso no es católico. Así de simple.
Si bien creo que su centro está en resaltar la misericordia de Dios, y enseñar que ella no debe ser motivo de envidia espiritual, las dos cuestiones que mencionas y que se muestran de manera evidente en la parábola son importantísimas y por cierto, muy silenciadas en las homilías:
* La atrición salva, y a muchos, porque es la última red puesta luego de que no ha funcionado la contrición, y poco antes de que te estrelles.
* Es el reconocimiento de las propias miserias lo que dispara la misericordia de Dios.
---
LF:
Pero es que rezar no es una penitencia. No digo que no se rece. Digo que eso no sirve para el fin que se supone que se busca.
Lo cierto es que la esencia de ese mensaje de Lutero está en el alma de Amoris Laetitia.Y eso es lo triste, porque ese mensaje ahora viene de aquel que es el Vicario de Cristo. Con todo, doy gracias a Dios que Amoris Laetitia no es magisterio extraordinario porque entonces sí que en el catolicismo se produciría una sacudida enorme.
----
LF:
Pues por ejemplo, ayuno... y no solo de comida sino de cosas materiales.
Perdóneme usted por favor, pero me expresé muy mal en mi comentario del camino.
Los catequistas del camino escucharon mi problema de salud mental y aportaron una solución médica profesional, pero primero,
antes, el turno del párroco, que me lanzó una filípica monumental y después como penitencia la solución médica.
Pero es cierto lo que afirma: Estamos en tiempos de rebajas católicas, la culpa siempre la tiene el demonio, nosotros somos sus víctimas y del infierno (del cual yo siempre tengo medio billete comprado) ni hablar;
¡Como lo va permitir El Señor!
En fin, si...es verdad lo que usted afirma.
Que El Señor le Bendiga.
Estoy seguro de que todos podemos dar fe de cómo el Señor nos abraza con infinita e inmerecida misericordia cada vez que hemos abiertos Sus Llagas con nuestro pecado, pero nuestro Señor no nos abraza para que sigamos sin intención de cambiar sino para que ese abrazo de amor y misericordia infinitos transforme nuestro corazón y nos ayude a entregarnos a una vida de santidad a la que todos estamos llamados.
Que Dios ayude a quienes tienen el deber de confirmarnos en la fe en esta hora trascendental de la historia humana. Un abrazo y ánimo, aunque a veces sea tan difícil mantenerlo y nos lleguemos a desesperar. Non praevalebunt.
Que Le parece a ud.? Es off topic pero tenía que desahogarme en algún sitio, lo siento.
----
LF:
Yo es que me he reído mucho cuando le ha dado la razón a Fernando Paz al decir que los padres deben llevar a sus hijos al psicólogo cuando empiezan a hacer cosas raras con su orientación sexual, 😎
Nadie que no haya probado las algarrobas saben lo buenas que están.
Hace años era una golosina para los niños a partir de su cosecha a finales de agosto; estaban en sacos en las tiendas y se vendían de una en una y la experiencia valía para saber escoger las dulces (También estaba el pan de higo y unos cigarrillos de algarroba que era sucedáneo del chocolate).
A lo que voy: el hijo pródigo tuvo su conversión instantánea cuando recordó su felicidad en la casa del Padre saboreando una algarroba.
La palabra algarroba impacta al que ha cogido algarrobas maduras del árbol (Los algarrobos se podan para que tengan el porte para llegar con el cayado).
Gracias por su blog.
In Domino
Desgraciadamente esto no se nombró.
Mucho perdón del padre al hijo ,pero ni mención del Sacramento necesario.
Que hartura!
Que pena de Iglesia.
---
LF:
Sobre la actitud del hermano cabe otro artículo.
Saludos cordiales.
No sé si el comentario de José de Paraguay sea la respuesta "oficial" de la Iglesia a la adopción generalizada de esa especie de penitencia.
Penitencia que, LF intenta indicarnos, no es propiamente tal cosa.
Con los niños se suele usar como castigo: si no te portas bien irás a rezar un rosario entero ante el Santísimo.
Personalmente me gustaría que las penitencias consistan en actitudes opuestas a los pecados cometidos, según criterio del confesor, desde luego.
Ejemplos:
1. Por pereza no he ido a misa el domingo... penitencia: el próximo domingo estarás treinta minutos antes.
2. He desobedecido deliberadamente a mis padres... penitencia: les pediré perdón y les haré un servicio sin que me lo pidan
3. He fornicado, he cometido adulterio... penitencia: ayuno (como ya lo sugirió LF)
Sofía: no me parece tan evidente que si el hijo no se arrepiente no vuelve a casa. Y en cuanto a la penitencia ligera, se me ocurre el "vete y no peques más". Aparte de la gracia, se requiere mucho esfuerzo lograr esto ya que el cuerpo no se libera fácilmente de sus malas inclinaciones. Es decir, "no peques más" o "no vuelvas a lo mismo" requerirá muchas renuncias que, a mi entender, pueden considerarse verdaderas penitencias.
---
LF:
Es que considerar el rezo algo penitencial da la idea de que rezar es un suplicio. No se me ocurren cosas mucho más peligrosas que esa para un chaval.
----
LF:
Ya explique en otro comentario el sentido de incondicional. Lo he añadido al post
Al hermano no le molesta que el padre reciba al pródigo y libertino con amor y generosidad... no, sino que haga una fiesta en su honor y le mate el ternero cebado. Es la fiesta y la alegría (sin aparente reprensión) lo que enfada al hermano. Al que está en la casa trabajando, ni un cabrito con los amigos, y al malgastador rufián le hace fiesta y festín con el ternero cebado. ¡¡Cualquiera nos enfadaríamos!!... porque pensamos como hermanos interesados, no como padres. Por eso la clave está en el arrepentimiento verdadero del pecador (por atrición ó contricción), que es perdonado totalmente y recibido con total alegría y sin reproches.
En primer lugar, y después de reflexionarlo, yo creo que tras la fiesta el hermano libertino se pondrá a trabajar duramente (la fiesta es tan sólo la alegría de su regreso, no una situación de permanente privilegio), y además ya no tiene la hacienda porque se la gastó en malas mujeres y en amigotes, por lo que ya tiene su castigo en justicia. El padre dice claramente que la fiesta es por la alegría de recobrarlo con salud, no es ningún premio.
En segundo lugar, nos dá el énfasis en que NADA nos merecemos... TODO es por la gracia de Dios, un regalo suyo, porque Él es el dueño. Me recuerda a la parábola del trabajador que trabaja sólo una hora y gana lo mismo que el que lleva todo el día trabajando. Debemos alegrarnos de todas las maravillas que Dios nos regala a unos y a otros, todo es suyo, todo es regalo y no tenemos la obligación de nada. Quién sabe si el otro hermano tendrá su crisis en el futuro y también el Padre le perdonará y dará otra fiesta en honor a su regreso.
Los católicos creemos en que si nos arrepentimos de verdad un segundo antes de la muerte tendremos vida eterna, no importa las maldades que hayamos cometido. También creemos en que si hay verdadero arrepentimiento y conversión, Dios nos perdona siempre... nos quiere con locura (como Su hijo demostró en la Cruz) y nos espera con los brazos abiertos para hacer una fiesta celebrando nuestro regreso.
Dejar un comentario