Reflexiones sobre lo que debe hacer la Iglesia ante futuros casos de abusos
Parece evidente que en la Iglesia no se han hecho bien las cosas a la hora de tratar las denuncias por abusos sexuales de miembros del clero. Tampoco las denuncias de aquellos que encubrieron a los depravados que se valieron de su condición sacerdotal, e incluso episcopal, para dar rienda suelta a su asquerosa perversión.
Parece claro también que las peticiones de perdón, por muy insistentes que sean, no cambia lo ocurrido en el pasado. De hecho, a muchos empieza a resultarnos irritantes tantos pronunciamientos de obispos y superiores de órdenes religiosas diciendo que abusar sexualmente es algo terrible y que hay que estar con las víctimas. Señores, eso ya lo sabe todo el mundo. Dejen de decirlo cada dos por tres. Ya vale.
Aunque cabe esperar que en el futuro no se produzcan tantos casos de abusos como en el pasado, esa lacra no va a desaparecer por completo. Por tanto, es de suponer que más pronto que tarde desde Roma se darán a los obispos y superiores de religiosas unas normas de actuación.
Al igual que ha ocurrido recientemente, lo más seguro es que las futuras denuncias no sean sobre hechos que están aconteciendo en esos momentos, sino abusos cometidos años atrás. Analicemos las dos circunstancias.
Abusos presentes
Cuando un chaval denuncia que un clérigo está abusando de él, lo primero que cabe hacer es hablar con el presunto abusador para conocer su versión, y al mismo tiempo, comunicárselo a los padres o tutores.
Una vez hecho eso, aparte de la imprescindible apertura de una expediente que debe acabar en Roma, la denuncia a las autoridades civiles es responsabilidad principal de los padres o de la propia víctima, no del obispo o superior religioso, sin que con esto plantee que ellos no deben proceder a dicha denuncia.
Me pregunto en cuántas ocasiones el encumbrimiento de casos de abusos no ha sido solo cosa de obispos y superiores sino también de la familia del abusado. Y me pregunto si la condena social, e incluso penal, en esos casos, sería la misma.
Abusos pasados
Lo más habitual es que la víctima de abusos sexuales denuncie los hechos cuando ya es mayor de edad e incluso cuando han pasado bastantes años. Pues bien, cuanto más años hayan pasado, más difícil va a resultar establecer la verdad de lo ocurrido.
Además, ya me dirán ustedes qué preparación en investigación criminal tiene un obispo o superior religioso a la hora de discernir si lo que le están contando es cierto o no. Y si eso ocurre en casos de abusos “actuales", ni les cuento en casos de abusos cometidos presuntamente hace 20, 30 ó 40 años.
En esos casos, resulta imprescindible que la víctima sea quien denuncie lo sucedido a las autoridades civiles. Si no lo hace ella, ¿a cuento de qué está un obispo obligado a hacerlo? Debe bastar con que comunique la denuncia a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Presunción de inocencia y reparación del honor de los acusados falsamente
Cuando un sacerdote es acusado de abusar de un menor y reconoce los hechos, no cabe hacer otra cosa que aplicarle la pena correspondiente. Pero si los niega, tiene exactamente el mismo derecho a la presunción de inocencia que el resto de seres humanos. Durante la Revolución francesa se guillotinaba a los “sospechosos” de ser contrarios a la República, sin necesidad de juicio alguno. Hoy puede estar ocurriendo lo mismo en no pocos casos.
Evidentemente no es igual cuando hay una sola denuncia que cuando se producen varias por parte de diferentes víctimas, sobre todo si entre ellas no hay relación alguna. Aun así, la presunción de inocencia no puede desaparecer hasta que todo quede claramente establecido.
Un sacerdote que ha sido acusado falsamente de abuso sexual va a sufrir,sí o sí, un estigma social no solo durante el proceso penal al que se enfrente, sino ara el resto de su vida en no pocos casos. La frase condenatoria “algo habrá hecho” aparecerá en muchas ocasiones. Eso es intolerable y la Iglesia tiene el deber de intentar reparar, en la medida que le sea posible, el buen nombre del sacerdote inocente. Precisamente en casos así puede ser recomendable un traslado del inocente tanto dentro de la diócesis como a otra donde no sea tan fácil que sufra ese estigma.
Fiabilidad de los tribunales ajenos a la Iglesia
Todos sabemos que por muy bien que funcione la justicia en los países donde no está sometida a un poder político despótico, los tribunales no son infalibles. He vivido el caso de una condena en primera instancia a alguien muy cercano a mí, por algo que ocurrió un día en el que dicha persona estaba a 600 kilómetros de donde tuvieron lugar los hechos, y a pesar de que en el juicio,los autores reales de lo denunciado declararon que ese conocido mío no estuvo con ellos ese día. La apelación se ganó pero ¿y si se llega a perder?
Hablando de casos actuales, tenemos la condena en primera instancia al cardenal Pell en Australia, al cardenal Barbarin en Francia y a un profesor de un colegio del Opus en España. En este último caso, el padre de la víctima se ha convertido en una especie de portavoz de las víctimas de abusos sexuales dentro de la Iglesia. Pregunto: ¿no sería mejor esperar a ver cómo acaba el recurso de la defensa del profesor?
Por otra parte, ¿tiene la Iglesia la obligación de asumir una sentencia firme sobre uno de sus sacerdotes u obispos en caso de que, una vez realizada su propia investigación en Roma, llegue a la conclusión de que el condenado es inocente? ¿Acaso no hemos visto que muchas personas han pasado largos años en la cárcel, e incluso en el corredor de la muerte, y finalmente se ha demostrado su inocencia? ¿Acaso no se han ejecutado a inocentes? Por tanto, aunque lo habitual es que alguien condenado por un tribunal civil sea realmente culpable, no debe establecerse automáticamente una condena canónica por esa sola razón.
Concluyo. No puede ser que porque se hayan hecho las cosas mal en el pasado, en el futuro se deban hacer igualmente mal pero en sentido contrario. El mal no se combate con el mal sino con el bien. Tolerancia cero, sí. Conculcación de derechos, no.
Luis Fernando Pérez Bustamante
25 comentarios
Este estudio analiza la penetración homosexual en la Iglesia y el resultado es de dimensiones de plaga bíblica; sólo los datos de 1999 son muy alarmantes.
Deseo compartartirlo con Infocatolica (es un pdf) pero ¿cómo lo hago?
El tema de los abusos es sólo la puntica.
Sólo El Señor purificará a su Iglesia.
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LF:
El email de contacto nuestro es [email protected]
Aunque legalmente adultos los seminaristas, son en extremo vulnerables.
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LF:
Sí, pero yo hablo de menores. Lo otro casi merece un post aparte.
ANALIZANDO POR LAS CAUSAS: Hay universidades "católicas", y hasta diócesis, que organizan aún hoy en día actos prohomosexuales, ante la absoluta pasividad de sus respectivos ordinarios. Y eso pasa AHORA,cuando se conoce perfectamente la plaga que asola a la Iglesia.
ANALIZANDO POR LAS CONSECUENCIAS: ¿Qué les pasó a los dos casos paradigmáticos de perversión que hubo recientemente en la Iglesia, el fundador Maciel y el cardenal McCArrick?
Ambos fueron beneficiados por la tolerancia o la displicencia papal, que cubrió la multitud de denuncias que les llovieron en Roma.
Y cuando el caso ya no pudo taparse más, ninguno de esos dos asquerosos gusanos fue a parar con sus huesos a un lúgubre calabozo vaticano, que es lo mínimo que hubiesen merecido, sino mandados a "meditar" a sendos monasterios con todos los servicios.
Así que... lasciate ogni speranza.
Si no se hace una urgente REFORMA, que incluya en primer lugar a toda la jerarquía vaticana, la APOSTASÍA cundirá imparable.
Esto de tener a chavales de 18-20 años preparandose para el sacerdocio no es un modelo sensato.
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LF:
Claro, claro. Es mejor empezar a formarles a partir de los 60 años como muy pronto.
En el mundo se hacen aspavientos cuando se pilla a alguno, porque así se disimula y se puede seguir corrompiendo a la sociedad entera y especialmente a los menores.
En la Iglesia se hacen aspavientos parecidos (la conferencia de febrero es otro ejemplo) mientras se acelera la corrupcion homosexual, que es la principal causa de estas maldades en la Iglesia.
Hoy lo que se está omitiendo es denunciar con suficiente contundencia la red de obispos, sacerdotes y seminaristas homosexuales en la Iglesia.
Una es el tema de la "autodefensa" contra las falsas acusaciones. Es decir, el establecimiento de unos protocolos cumplidos y verificados a rajatabla que permitan una futura defensa de un falso acusado, a la par que, por otro lado, pueden evitar casos de abuso.
Otro es el tema de la obligatoriedad de la denuncia. En España creo que no es obligatorio, pero en USA me parece que sí. Es decir, que en algunos países si se sabe de un caso de abuso hay obligación de denunciar, con responsabilidades penales. Por otro lado, normalmente las familias de las víctimas no quieren denunciar. Es muy difícil saber qué hacer en esa situación.
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LF:
Si la familia no quiere denunciar y la ley no obliga a ello, no se denuncia. Allá cada cual. Eso sí, el proceso canónico debe seguir adelante.
NO DARÉ PASO A MáS COMENTARIOS SOBRE LAS CAUSAS.
Y sancionar a los sacerdotes que tengan relaciones sexuales, aunque sean consentidas con adultos. Sanción suavecita para la ocasional y expulsión a las habituales.
Y no se pagan indemnizaciones sin condena judicial.
No mencioné el informe Jhon Jay como algo aparte del tema de su post, en lo absoluto sido así, ha sido como objeción a su artículo.
En dicho informe, el de Jhon Jay, se dan resultados muy concluyentes y muy duros que han sido finalmente encajonados por la jerarquía de la Iglesia en USA; la ley del silencio.
Si han actuado, en algo, es por el escándalo mediático, no harán nada y al dejar pudrirse los abusos mediante la inacción solo conseguirán esto: iglesia=pederastas.
Su post es muy bueno, sin embargo lo que pretende es inoperante pues la estructura de poder en buena parte de la jerarquía de la Iglesia es mafiosa y me temo que la "presunción de inocencia" la van a sufrir los buenos sacerdotes por ser una piedra en los zapatos de estos corruptos miembros de la Iglesia.
Que muchos casos han sido de hace 20 o 30 años atrás, ¿Y qué? Por eso le he pasado, por Wetransfer, 30 megas del Informe Pensilvania y
con datos bien sustanciados de hechos ocurridos en tiempos muy atrás.
Todo este horror lo revela, lo destapa El Señor para el bien de su Iglesia, en mi opinión y no con medidas profilácticas o de buenas prácticas que no son más que brindis al sol.
Tolerancia cero, a veces, suele encubrir venganza y negación de un juicio justo con garantías, encubre un linchamiento ejemplar, propio de la mañana justicia: equivale a justicia, amor y verdad cero.
Tolerancia (no instruir ni enjuiciar una denuncia formal o un hecho delictivo notorio) y el disimulo (lo mismo pero teniendo conocimiento personal) son delitos y pecados graves de omisión.
Abusar es un caso de sodomía infantil y juvenil, falta la sodomía adulta. Y falta descubrir las redes sodomíticas eclesiales.
Las herejías son peores que los abusos, porque afecta a la cura y salvación de millones de almas, pero no es escandalosa para el mundo, le es agradable.
La sodomía ha sido condenada gravemente, y más las de los débiles y vulnerables, tanto por la Palabra, Tradición y Magisterio. Un sodomita no cree en ellas, es un hereje práctico.
Hay que recordar el caso Romanones, con un farsante denunciante.
No puede existir un delito sui generis como el abuso, que es palabra contra palabra, sin lesiones físicas (sí psíquicas), con un plazo de prescripción tan largo como 20 años.
Presunción de inocencia, que debe garantizarse fuera de toda duda razonable. Está consagrado en la declaración de los derechos humanos de 1948, artículo 11, numeral 1
"Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en
juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías
necesarias para su defensa."
Por desgracia, lo políticamente correcto los quiere destruir de manera selectiva: cuando se acusa a un sacerdote de abuso, los medios actúan como si quisieran invertir la justicia, el religioso es culpable hasta que se demuestre lo contrario, porque desean que se convierta en un manipulable proceso mas mediático olvidándose que es jurídico.
También lo están queriendo imponer en situaciones de violencia doméstica o en el ámbito histórico, así que podemos afirmar que se nos quiere imponer un mundo donde la ley afirme que los hombres somos violentos por el simple hecho de ser hombre, los sacerdotes son pederastas por el simple hecho de ser sacerdotes y los católicos somos genocidas por el simple hecho de serlo y como ejemplos se pueden nombrar los indios americanos o bien a los moros y judíos de la reconquista).
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