Los obispos alemanes y Roma

La mayoría de los obispos católicos alemanes han decidido que van a debatir sobre una serie de temas que afectan no solo a la Iglesia en Alemania sino a toda la Iglesia Católica. Así lo ha asegurado el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal alemana (CEA).

Al parecer quieren debatir sobre el celibato sacerdotal, la moral sexual y el poder (supongo que más bien el ejercicio del mismo).

Para ello van a implementar tres foros de discusión, presididos por tres obispos, que abordarán esas cuestione. Concretamente habrá un foro sobre el celibato, a cargo de Mons. Felix Genn; otro sobre la moral sexual, a cargo de Mons Franz-Josef Bode; y otro sobre poder y participación -de los seglares, se entiende- a cargo de Mons.Wiesemann.

Habrá quien piense que no tiene nada de malo que los obispos de una nación quieran debatir sobre esos asuntos. Grave error. Me explico:

- La Iglesia Católica no funciona, o al menos no debería funcionar, como las iglesias ortodoxas, solo en clave nacional. De hecho, a diferencia igualmente de los ortodoxos, y de los anglicanos, en la Iglesia Católica existe una autoridad sobre todos los obispos, sean de donde sean y se “organicen” como se organicen: el Papa.

- Hay cuestiones doctrinales que por su misma naturaleza no pueden ser objeto de debate. Por ejemplo, ya pueden todos -no será el caso- los obispos alemanes ponerse de acuerdo en que las relaciones sexuales fuera del matrimonio y/o las relaciones homosexuales son aceptables, que eso solo implicará que han dejado de ser católicos.

Lo verdaderamente indignante de este asunto es que todo el mundo sabe lo que quieren y lo que van a plantear. De hecho, el propio cardenal Marx, en su rueda de prensa, se ha mostrado partidario de acabar con el celibato obligatorio para el clero de rito latino y del cambio en la moral sexual católca.

Es más, entre los “expertos” que han participado en la Plenaria de la CEA figura Eberhard Schockenhoff, quien no hay aspecto de la moral sexual católica que no quiera cambiar. Y el cardenal ha dicho de su exposición que el debate sobre dicha moral «lo presentó muy bien». No contento con ello, añadió que «la mayoría de los obispos» pensaban que «hay una necesidad de cambio» en la moral sexual de la Iglesia.

Cabe preguntar que si la mayoría están a favor del cambio, ¿a cuento de qué organizar la pantomima de un supuesto “camino sinodal” del que ya sabemos el resultado?

El problema mayor, en todo caso, no está tanto en lo que quieran hacer sino en el convencimiento que tienen de que pueden hacerlo.  El cardenal Marx ha asegurado que en épocas anteriores los obispos alemanes ya habían visto la necesidad de tal discusión, y enviaron después de su Sínodo de Würzburg nacional en la década de 1970, un conjunto de preguntas a Roma, que no recibieron ninguna respuesta. En ese momento, según el purpurado germano ciertas cosas todavía no podían discutirse abiertamente, agregó, «porque uno podría tener problemas con Roma». «Pero», concluyó, «ese momento ya ha terminado».

O sea, según Marx, hace casi medio siglo Roma no permitía que un grupo de obispos debatiera sobre cambios que afectan a toda la Iglesia, y ahora sí. Pues señores, de ser eso así -y pronto lo veremos- el problema no serían los obispos alemanes sino Roma.

Porque si Roma acepta que los obispos alemanes revisen la moral sexual de la Iglesia en cuanto a la anticoncepción, la fornicación, el adulterio y las relaciones homosexuales, ¿por qué no aceptar un foro de debate organizado por obispos africanos sobre la revisión de la condena de la poligamia? ¿por qué no aceptar un foro de obispos sobre las bondades de las religiones paganas propias de determinadas regiones del planeta?… oh, vaya, parece que en eso andan algunos. Y ya puestos, ¿por qué no aceptar un foro organizado por obispos de acá y de allá sobre la propia autoridad del Pontífice Romano? ¿de verdad alguien cree que si se abre la caja de Pandora de la revisión de la fe de la Iglesia, lo único que va a quedar a salvo es precisamente el ministerio del Obispo de Roma?

Lo cierto es que a día de hoy, ante el panorama dantesco, con indicios de apostasía generalizada, que se da en la Iglesia, lo único que los católicos que aman la Escritura y la Tradición tenemos para mantener la esperanza de que no se vaya todo al abismo es la promesa de Cristo de que las Puertas del Hades no prevalecerán contra su Iglesia. Y cuando digo lo único, no implica que eso sea poca cosa a la que agarrarse. De hecho, lo es todo. Nuestro Señor no permitirá que destruyan su Iglesia.

Según mi opinión -solo hablo por mí, no represento a nadie- la situaciòn actual tiene dos únicas salidas:

- Reforma a fondo de la Iglesia siguiendo el mandato del Señor por boca del profeta Jeremías:

Esto dice el Señor. «Haced un alto en los caminos y mirad, preguntad por las antiguas rutas cuál es el camino del bien, y seguidlo, y hallaréis descanso para vuestras almas». (Jer 6,16)

En otras palabras, vuelta a la Tradición.

- Apostasía generalizada, aparición del falso profeta y el anticristo, gran tribulación y segunda venida de Cristo.

Si ocurre lo primero, posiblemente nos veamos abocados a un cisma de dimensiones considerables. Lamentable, ciertamente, pero quizás necesario para que quede claro que no tiene sentido alimentar la farsa de una unidad eclesial sin una verdadera unidad en la fe, que es en lo que estamos ahora.

Si ocurre lo segundo, renovemos nuestra petición al Señor para que nos dé la gracia de la perseverancia final, que nos conceda formar parte del remanente fiel que Dios siempre se reserva en su pueblo.

Y en todo caso, encomendémonos a la intercesión de Aquella a quien nuestro Salvador nos dio por Madre a los pies de la cruz. 

Laus Deo Virginique Matri

Luis Fernando Pérez Bustamante