Van a conseguir que Vox luche por ganar las elecciones

Un par de días antes de las últimas elecciones en Andalucía hablé con un buen amigo cercano a la dirección de Vox en Madrid, sobre las perspectivas electorales del partido de Abascal en esta región. Me dijo que les parecería fantástico sacar entre 6 y 8 diputados y le dije: “vais a sacar al menos 10″. Finalmente obtuvieron 12.

No soy profeta ni hijo de profeta, pero era evidente que se “olía” en el ambiente que iban a pegar un pelotazo. Su nicho de votos era gente desencantada con el PP -mucha había dejado de votar- y con un Cs que había apoyado a Susana Díaz durante la anterior legislatura. Pero también entre un sector no pequeño de votantes antisistema de izquierda y derecha a los que complacía determinados aspectos del discurso político de Vox.

Ese triunfo inesperado para muchos de Vox ha puesto nerviosísima no solo a toda la clase política española de izquierda radical (PSOE de Sánchez y Podemos), centro-izquierda (Cs) y centro-derecha (PP) sino, sobre todo, a la práctica totalidad de los medios de comunicación. Salvo contadas excepciones (p.e, Libertad Digital y OkDiario), periódicos de papel y digitales, televisiones y radios, llevan meses en campaña intentanto convencer a la ciudadanía que Abascal es poco menos que un Le Pen, un Salvini, un Bolsonaro a la española. Lo cierto es que no pasa de ser un típico liberal conservador -criado a los pechos de Aznar-, que ha sabido captar el hartazgo de muchos españoles ante determinadas cuestiones.

Cuando Podemos irrumpió como un elefante en una cacharrería en el panorama político español, lo hizo surfeando sobre la ola antisistema populista que había “triunfado” mediáticamente gracias al movimiento del  11-M. Su discurso anti-casta caló sobre todo entre la población joven.  Hoy no solo es un partido más de la casta, sino que están a la gresca y dando una imagen dantesca que, sospecho, les va a llevar a pegarse un castañazo considerable el próximo 28 de abril. 

Gracias al axfisiante poderío cultural y mediático de la izquierda, consentido y alentado por la cobarde y patética derecha pepera, para multitud de españoles lo que hoy resulta verdaderamente antisistema es oponerse al feminismo radical -con su derivada, la ideología de género-, a la mano blanda contra los delincuentes -especialmente los violadores-, y al discurso buenista e irresponsable sobre la inmigración.  Los populismos de izquierdas de toda la vida son hoy el sistema. Y solo Vox aparece como un bastión “útil” contra el mismo.

Por eso mismo, por mucho que determinados medios se empeñen en presentar a Vox como el Tío Camuñas, como el Hombre del Saco, la gente que está harta del perroflautismo izquierdoso y del maricomplejinismo centro-derechista, puede acabar votando en masa a Vox. La agresividad en las entrevistas que se realizan a candidatos a Vox (véase este ejemplo) no solo no les va a restar un solo voto sino que les va a conceder gratuitamente miles y miles.

Por otra parte, parece que en Vox ya se han dado cuenta de que no existe el voto católico. Sí, todavía hay un 10% de católicos practicantes en este país, pero de ese escaso porcentaje son aún más escasos los que votan teniendo en cuenta asuntos como el aborto. Es más, saben el voto católico cautivo del PP va a seguir igual de cuativo gracias a la labor inestimable de los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal Española. Es más, en la COPE prefieren que la gente que no vota al PP vote a Ciudadanos antes que a Vox. De ahí que hayamos podído asistir a una entrevista amabilísima de Cristina López Schlichting a Juan Carlos Girauta (Cs), cuyo partido aboga por la legalización de los vientes de alquiler, e inmediatamente después a una entrevista “a degüello” contra, no a, Rocío Monasterio (Vox).

Cómo no será la cosa que la gente de Vox ha debido llegar a la conclusión de que atizar a la Iglesia, con un Pontífice cercano a los movimientos populares de Hispanoamérica cuya adscripción política es bien conocida, puede que le dé más votos de los que le resta. Así se entiende esta respuesta de Rocío Monasterio a El Confidencial:

“Pero estamos hablando de otros delitos. Estoy hablando de los violadores reincidentes y de los pederastas. Y por cierto todos estos pederastas que hay en la Iglesia católica son los primeros que deben desfilar a la cárcel, y tienen que dar ejemplo. Y dejarse de congresos“.

A Rocío se le ha ido claramente la mano con esa respuesta, pero no tengo la menor duda de que se va a llevar el aplauso de muchos y el voto de no pocos votantes de izquierda que se dan cuenta que Vox no tiene literalmente nada de partido clerical católico.

Aunque todavía queda por delante una campaña electoral que promete ser movida, empiezo a tener la sensación de que Vox va a luchar por quedar como el primer partido a la derecha del PSOE. Y si no fuera porque Podemos puede pegarse un gran trompazo, lo mismo hasta les disputaba el triundo a las hueste de ese sujeto llamado Pedro Sánchez, que es capaz de pactar con secesionistas y antiguos terroristas con tal de no salir de La Moncloa. De hecho, semejante traición a España de ese PSOE puede provocar que no pocos socialistas decidan también votar a Abascal y su gente, que son de lo más cercano que existe hoy a un nacionalismo español.

Alguno me preguntará: ¿y tú qué? Pues yo, que en pasadas elecciones voté a partidos católicos (AES, CTC) que no alcanzaban ni cien mil votos, estoy básicamente de acuerdo con lo que expuso recientemente José Miguel Gambra en su atículo “VOX, ¿una esperanza?”. De hecho, creo que el principal problema que tiene este país tiene un nombre: Constitución de 1978, régimen democrático liberal. Es lo que tiene ser tradicionalista y aceptar las enseñanzas de los grandes Papas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. No cabe llegar a otra conclusión. Eso sí, ya no pretendo ser consejero de nadie sobre a quién votar. Me parece perder el tiempo doblemente. Primero, porque no soy nadie. Segundo, porque el voto no va a devolver a Cristo el reconocimiento que la nación española le debe en cuanto a Rey del Universo.

Luis Fernando Pérez Bustamante