El fin de una era en Andalucía
Lo que ocurrió ayer en Andalucía fue algo realmente histórico. O sea, de esos acontecimientos que acaban apareciendo en los libros de historia al cabo de mucho tiempo. El PSOE, solo o acompañado, ha gobernado esta tierra durante los últimos 36 años. Ayer volvió a ganar las elecciones pero si suma sus diputados a los de la extrema izquierda de Podemos (Adelante Andalucía), no supera a los que suman las formaciones a su derecha (PP, Cs, VOX):
Más allá de los tiras y aflojas sobre si el nuevo presidente andaluz será del PP o de Ciudadanos, parece evidente que el PSOE va a pasar a la oposición por primera vez desde la llegada de la democracia a esta región española.
Eso, por sí solo, hace que la jornada de ayer sea de las que marcan época. Pero el factor decisivo para que tal cosa ocurriera tiene un nombre, unas siglas: VOX.
Sobre el partido de Santiago Abascal ya me pronuncié hace unas semanas, aunque aquel post mío era más un análisis del sistema democrático liberal -instrumento de iniquidad- que de VOX.
El propio Abascal no esconde su condición de liberal. Esto escribió en su cuenta de Twitter el pasado 21 de noviembre:
“Frente a los que reivindican la Andalucía de Blas Infante, de Almanzor y de Al-Andalus, nosotros reivindicamos la Andalucía de Fernando III El Santo, de Gonzalo Fernández de Córdoba, de Isabel La Católica y de las Cortes de Cádiz” #AndalucíaPorEspaña #VotaVOX #Córdoba pic.twitter.com/x1WBDIDZC3
— Santiago Abascal (@Santi_ABASCAL) 21 de noviembre de 2018
Reivindicar al mismo tiempo la monarquía católica tradicional y las Cortes de Cádiz es como reivindicar a la vez a Cristo y al Gran Arquitecto masón, pero no escribo este post para polemizar otra vez sobre la incompatibilidad entre liberalismo y tradicionalismo católico.
El mismo hecho de que VOX sea un parido liberal conservador es suficiente para descartar que se le pueda aplicar el epíteto de ultra-derecha. No verán ustedes a un solo dirigente de VOX añorando el franquismo ni citando a José Antonio Primo de Rivera. No les verán cantando el Oriamendi ni acabando sus mítines con un “¡Viva Cristo Rey!".
De hecho, si así lo hicieran, sería imposible que obtuvieran el resultado que han obtenido. Al catolicismo social conservador de este país -y del resto del mundo- llevan medio siglo inoculándole la idea de que la unidad católica de España es cosa poco menos que detestable; que la soberanía real y efectiva en una nación cristiana -esta lo era- es la del pueblo y no la de Cristo; y que lo lógico y lo normal es que, si así lo marcan las mayorías que salen de las urnas, las leyes que emanan del Parlamento y el Senado pueden ir en contra de la ley natural y la ley divina. Conclusión: no existe voto auténticamente católico en este país.
Aun siendo VOX parte del sistema, es claro que supone un reajuste del mismo. La derecha conservadora social ya no está “secuestrada” por un solo partido, el PP. Ahora puede votar al PP, a Ciudadanos -más a la izquierda- y a VOX -más a la derecha-. Tal abanico de posibilidades hacer que el votante consevador que se hartó del PP no se quede en casa, sino que salga a votar a una de las otras dos opciones. Eso, como acaba de ocurrir en Andalucía, cubre de sobra el posible déficit de representación parlamentaria, por la atomización del voto, que emana del sistema D´Hont vigente en España. La teoría del voto útil ha saltado hecha pedazos.
A mí no me ha pillado por sorpresa el éxito de VOX. El viernes le mandé el siguiente mensaje por whatsapp a un viejo amigo mío que está en la dirección del partido en Madrid:
Te cuento que por acá huele a resultadón de Vox el domingo.
Al poco recibí su llamada telefónica, en la que le dije que no se extrañara si llegaban a los 10 diputados. Me dijo “halaaa, yo firmaría 6″. Pues bien, doce han sacado.
Ahora toca comprobar de qué sirven esos doce diputados. Entendiendo que lo prioritario es lograr que Andalucía deje de ser gobernada por la izquierda, es de sentido común que la gran fuerza política emergente que representa VOX influya decisivamente en la acción del nuevo gobierno. Y es ahí donde vamos a ver si el partido de Abascal sirve para algo que merezca la pena o es solo un adorno más del carnaval político patrio. Por ejemplo, ¿pondrá VOX Andalucía como condición para un apoyo continuado al futuro gobierno. la derogación de las leyes ideológicas aprobadas en la pasada legislatura? Me refiero a toda la basura de ideología de género, feminismo radical, memoria histórica distorsionada, etc. Y si pone esa condición, ¿la aceptará Cs,que en materia de laicismo radical e ingeniería social no se diferencia gran cosa de la izquierda? ¿la aceptará el PP, que ha impulsado esa basura de legislación en comunidades autónomas donde gobierna?
El líder de VOX en Andalucía, Francisco Serrano, no es sospechoso de connivencia con esa nefasta ingeniería social. De hecho, fue víctima de ella, como pueden ustedes comprobar en las noticias que tenemos sobre él en InfoCatólica. Yo tuve la oportunidad de conocerle personalmente hace un par de años cuando fue a Jerez, invitado por la ACdP, a dar una charla sobre ideología de género. Luego estuve en la cena que siguió a la charla y saqué una buena impresión de él. Por aquel entonces no tenía la menor intención, al menos que dijera públicamente, de entrar en política.
Tenemos por delante tiempos interesantes para la política en Andalucía y en España. La extrema izquierda está rabiosa. Hoy se está manifestando en las calles andaluzas contra el resultado de Vox. A nadie debe de extrañar. Falta por ver si eso se traduce en actos violentos en el futuro. En este país sabemos bien de lo que es capaz de hacer una izquierda radicalizada.
Luis Fernando Pérez Bustamante