Sin temor de Dios
Asi dice el Señor:
Todos se extraviaron, a una se han pervertido; no hay nadie que haga el bien; no hay ni siquiera uno.
Una tumba abierta es su garganta, con sus lenguas urden engaños; veneno de áspides bajo sus labios; su lengua rebosa malicia y amargura… no hay temor de Dios ante sus ojos.
Rom 3,12-14;18
Informamos hoy en InfoCatólica que el cardenal primado de Bélgica ha apuntado a un «cambio de paradigma» en la enseñanza oficial de la Iglesia con respecto a los actos homosexuales. También ha asegurado que no tiene «absolutamente nada» en contra de las uniones homosexuales, siempre y cuando se lleven a cabo en un contexto donde «la honestidad, la firmeza y la lealtad son fundamentales». Y por ello propone que la Iglesia celebre para esas uniones una oración de acción de gracias. O sae, que se dé gracias a Dios por la celebración pública de una unión pecaminosa nefanda.
Cada vez es más evidente que en gran parte de la Iglesia actual, Cristo ha dejado de ser respetado. La prueba es que prácticamente nadie de la jerarquía saldrá a decirle nada ni a ese señor ni a otros que dicen lo mismo o parecido que él. Tenemos que ser algunos pocos seglares los que lo hagamos. Y, claro, los malos de la película somos nosotros por decir esto.
Pues bien, dice la Escritura:
quien se entrega al temor de Dios, y medita en la ley del Altísimo, indaga la sabiduría de todos los antiguos, y se dedica al estudio de las profecías.
Sir 39,1
Y dicen las profecías:
Pues vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus pasiones para halagarse el oído. Cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a los mitos.
2 Tim 4,3-4
Y:
Así como surgieron falsos profetas en el pueblo de Israel, también habrá entre vosotros falsos maestros. Éstos introducirán fraudulentamente herejías perniciosas: negando al Dueño que los rescató, atraerán sobre ellos mismos una pronta ruina. Muchos seguirán sus costumbres licenciosas, y por su causa el camino de la verdad quedará infamado
2 Pe 2,1-2
Y:
Hijitos, es la última hora. Habéis oído que tiene que venir el Anticristo: pues bien, ya han aparecido muchos anticristos. Por eso sabemos que es la última hora.
1 Jn 2,18
Y:
Éstos son una mancha en vuestros ágapes: comportándose sin recato como si estuvieran en banquetes, se cuidan a sí mismos; son nubes sin agua zarandeadas por los vientos; árboles de otoño sin fruto, dos veces muertos y arrancados de raíz; olas bravías del mar que echan la espuma de sus torpezas; astros errantes a los que está reservado para siempre el infierno tenebroso.
Jud 12-13
Y
Que de ningún modo os engañe nadie, porque primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es adorado, hasta el punto de sentarse él mismo en el templo de Dios, mostrándose como si fuera Dios.
2 Tes 2,3-4
Como dijo Cristo en repetidas ocasiones, “si alguno tiene oídos para oír, que oiga“.
Luis Fernando Pérez Bustamante