La campaña contra el obispo de Cádiz
Vaya por delante que el hecho de que escriba sobre lo que está sucediendo en la diócesis donde vivo, Cádiz-Ceuta, no afecta a la esencia de los argumentos que presento. Ahora vivo aquí como antes viví en Madrid, luego en Aragón y mañana donde Dios disponga. En los casi tres años que llevo aquí me he encontrado con don Rafael Zornoza una docena de veces. En algunas, las menos, hemos hablado cierto tiempo, mayormente de temas de la Iglesia en general y no de la diocesana, y en otras solo se dieron los saludos habituales.
Desde hace unas semanas, Religión Digital decidió hacer público el descontento de una serie de sacerdotes -aquí todos saben quién es su líder- y seglares sobre las formas y el fondo del gobierno pastoral de Mons. Rafael Zornoza. Se informa de que se han hecho llegar cartas a la Nunciatura e incluso a Roma, para que el Papa tenga conocimiento de dicho descontento.
Entre las acusaciones contra el obispo hay de todo. Se quejan de su forma de ser -se le ha llegado a llamar “señorito"- y de su forma de pastorear la diócesis, que no es la misma que la de su antecesor, Mons.Ceballos, de quien se supone que fue más dialogante, “colegial", etc. Pero no se nos olvide que a veces, tras ese supuesto espíritu de apertura al diálogo se esconde una incapacidad personal de ejercer la autoridad. Este ejercicio se puede llevar a cabo mal o bien, de forma autoritaria o más conciliar, pero en todo caso debe de existir, porque una diócesis sin obispo con mando efectivo en plaza, queda en manos de grupos de presión que saben como manipular todo de cara a sus intereses.
Como en toda campaña de este tipo que se precie, en la de Mons. Zornoza se mezclan mentiras palmarias, medias verdades y verdades reales, pero a las que se da una interpretación concreta que, como poco, es tan legítima o ilegítima como la intepretación opuesta.
El gran “pecado” de don Rafael es que él pastorea la diócesis como estima oportuno. Es decir, se ha creado su propio equipo, que no es coincidente con el de su antecesor. Nada nuevo bajo el sol. Es lo que suelen hacer muchos obispos. De hecho, es lo que suelen hacer los Papas. Cuando llegan a ser pontífices confirman al principio a los responsables de la curia que han heredado pero luego, poco a poco, van nombrando a su propio equipo. Francisco es ejemplo de ello, dándose la circunstancia de que creó un consejo de nueve cardenales para reformar la curia. Pero, finalmente, por mucho equipo, por muchos consejeros que se tengan, quien tiene, o debe tener, la última palabra en temas importantes es el obispo. Si es de una diócesis, para la misma. Si es de Roma, para toda la Iglesia.
Los que se quejan de que el obispo de Cádiz ha quitado responsabilidades a algunos sacerdotes para dárselas a otros, o que ha traído incluso a gente de fuera para ayudarle en la diócesis, parecen olvidar que el actual obispo de Roma “jubiló” recientemente al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha desautorizado públicamente a su Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, ha ordenado cesar a oficiales de un dicasterio sin dar explicaciones -eso dijo Müller-, ha cambiado sobre la marcha las normas de un sínodo, ordenando publicar artículos de la Relatio final que no recibieron los votos necesarios, ha decidido no responder - y ni siquiera recibir- a cardenales que le plantearon dudas razonables sobre una exhortación apostólica suya, ha intervenido “manu militari” una orden soberana como la de Malta, etc.
No soy yo, sino el cardenal Müller, quien ha denunciado la existencia de un clima de terror en la Curia romana, así como en los colegios y las universidades católicas. Pues bien, ya les digo yo que en Cádiz no hay ningún clima de terror. Los hay más o menos descontentos con el obispo, como ocurre en todas partes. Es más, y este es mi caso, se puede estar de acuerdo con algunas de sus decisiones y en desacuerdo con otras. Pero el cirio que están montando algunos tiene poco que ver con juicios ecuánimes, sean acertados o no, y sí mucho que ver con un ajuste de cuentas que no tiene nada de evangélico.
Si a eso se une el hecho de acudir a Religión Digital (RD) para que el eco mediático de la queja alcance altos vuelos, pocas dudas pueden quedar sobre la bondad de los que se quejan. En España sabemos muy bien que ese medio de comunicación tiene entre sus especialidades el montar y/o dar publicidad campañas de calumnias y difamación contra buenos obispos. El más odiado por ellos es Mons. Munilla -en su día lo fue el cardenal Rouco-, pero podríamos hacer una lista de obispos que han sido víctimas de ese medio de comunicación que está al servicio de lo peor de la Iglesia Católica. Tan es así, que parece evidente que si eres obispo y desde RD te montan una campaña es que algo estás haciendo bien.
Luis Fernando Pérez Bustamante
2 comentarios
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LF:
El otro día el obispo dijo en la Cope que eran dos diócesis. Por eso me supuse que era igual, pero lo cambio.
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