Desde ahora serás pescador de hombres
Evangelio del jueves de la vigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario:
Estaba Jesús junto al lago de Genesaret y la multitud se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago; los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las redes. Entonces, subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que la apartase un poco de tierra. Y, sentado, enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: -Guía mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca.
Simón le contestó: -Maestro, hemos estado bregando durante toda la noche y no hemos pescado nada; pero sobre tu palabra echaré las redes.
Lo hicieron y recogieron gran cantidad de peces. Tantos, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que vinieran y les ayudasen. Vinieron, y llenaron las dos barcas, de modo que casi se hundían.
Cuando lo vio Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: -Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador. Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos estaban con él, por la gran cantidad de peces que habían pescado.
Lo mismo sucedía a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús le dijo a Simón: -No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, le siguieron.
Luc 5,1-11
Palabra de Cristo, palabra de Dios. Y la multitud, agolpada para escucharle. Qué bella estampa. Poco se imaginaba Simón que ese día cambiaría su vida por entero. De pescador de peces a pescador de hombres.
El seguimiento a Cristo fue inmediato. Lo dejaron todo para seguirle. Hombres sencillos, trabajadores, sin mucha preparación intelectual o teológica. Pero siervos del Señor y columnas de la que habría de ser su Iglesia.
Cuando Simón vio el milagro de la pesca, su primera reacción fue reconocerse pecador. No temamos reconocernos como tales cuando nos acerquemos al Señor. Es natural. Su santidad es luz que pone al descubierto nuestra naturaleza pecaminosa. Pero no para destruirnos sino para recrearnos. Para hacer de nosotros hombres nuevos a imagen suya.
No temas, le dijo Cristo. No temas, nos dice hoy. Boga mar adentro. Naveguemos por el océano de la santidad para ser instrumento de salvación de muchos. Las redes de la salvación seguirán llenándose.
Fortalece, Señor, nuestros brazos, para traer a tierra la pesca milagrosa que obras con tu gracia. Pesca de almas redimidas por ti.
Luis Fernando
1 comentario
Llevaba días meditando,reflexionando de las maravillas que el Señor a obrado en mi . Como al mostrarme lo pecador que soy,sigue en ese trabajo de alfarero en mi proceso de conversión . Como utiliza mis pecados para que me alimenten y me conduzcan a ser el hijo que espera de mí . Luis Fernando colocaste en palabras lo que mi corazón siente . Gracias .
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