Estad en vela
Evangelio del jueves de la vigésimo primera semana del Tiempo Ordinario:
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.
Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: «Mi señor tarda en llegar», y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Mat 24,42-51
Dos mil años han pasado desde que Cristo dijo esas palabras. Muchos viven hoy como si Él no fuera a regresar. Sólo Dios sabe cuántos anidad de verdad en su corazón el anhelo de su regreso.
Vaya por delante que el supuesto retraso o tardanza tiene una razón de ser. La explicó San Pedro:
El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión. Pero el Día del Señor llegará como un ladrón…
2Pe 3,9-10a
Por otra parte, aunque el Señor no regrese durante nuestra vida terrenal, ciertamente nadie sabe el día de la propia muerte, umbral que separa la oportunidad de conversión del juicio de cuya sentencia dependerá nuestro lugar en la eternidad.
Es decir, ni sabemos si Cristo va a llegar mañana a juzgar a vivos y muertos, ni sabemos si Dios nos llevará esta misma noche para que rindamos cuentas a Él por lo que hemos hecho en esta vida.
Siendo así, conviene que de nosotros se pueda decir lo que escribió San Pablo de los tesalonicenses, tal y como leemos en la primera lectura de hoy:
Por eso hemos recibido de vuestra parte, hermanos, gracias a vuestra fe, un gran consuelo en medio de todas nuestras adversidades y tribulaciones: ahora sí vivimos, ya que permanecéis firmes en el Señor.
¿Y cómo podremos dar gracias suficientes a Dios por toda la alegría que nos proporcionáis y con la que nos gozamos por vosotros ante nuestro Dios? Le rogamos noche y día, sin cesar, que podamos veros y completar lo que falta a vuestra fe.
Que Dios mismo, nuestro Padre, y nuestro Señor Jesús, dirija nuestro camino para poder veros; y que el Señor os colme y os haga rebosar en la caridad de unos con otros y en la caridad hacia todos, como es la nuestra hacia vosotros, para que se confirmen vuestros corazones en una santidad sin tacha ante Dios, nuestro Padre, el día de la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos. Amén.
1 Tes 3,7-13
Estamos llamados a permanecer firmes en el Señor, sea que venga ya, sea que tarde otros veinte siglos en regresar. Estamos llamdos a una santidad sin tacha ante Dios. Y no solo llamados, sino ungidos por el Espíritu Santo para que así sea. Porque por gracia somos salvos. Vivamos, pues, conforme a lo que Dios ha obrado en nosotros, a menos que queramos pasar la eternidad entre llantos y rechinar de dientes.
Danos Señor el don de la santidad y la perserverancia final.
Luis Fernando
6 comentarios
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¿Quién es? Te lo digo:
En sus días, Juan Pablo II, en su libro Cruzando el Umbral de la Esperanza / Capítulo: Para no tener miedo; dejó escrito el siguiente enigma:
"Es necesario que en la conciencia de usted resurja con fuerza la certeza de que existe Alguien que tiene en sus manos el destino de este mundo que pasa; Alguien que tiene las llaves de la muerte y de los infiernos; Alguien que es el alfa y el omega de la historia del hombre, la individual como la colectiva."
Y tú dices: Dos mil años han pasado desde que Cristo dijo esas palabras. Muchos viven hoy como si Él no fuera a regresar.
Y Yo te pregunto: ¿Cómo sabes tú que el Cristo dijo esto hace dos mil años; si en el Cristo no hay ni pasado ni futuro sino que todo es presente; lo pasado y lo futuro?
Por lo que respecta a Pedro (1 Tes 3,7-13 ) te has olvidado lo más interesante,.. "Pero vendrá como ladrón y en él pasarán con estrépito, los cielos y los elementos, abrasados, se disolverán y así mismo la Tierra con las obras que en ella hay".
Aunque yo corregiría diciendo: "Pero vendrá como ladrón; y antes en él y por causa de él pasarán con estrepito,....
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LF:
¿Que cómo sé que lo dijo hace dos mil años?
Básicamente porque aparece en el evangelio, no en una noticia del pasado 30 de agosto en la Tribuna de Albacete.
Sí, ya sé que vale igual hoy, pero es que lo dijo cuando lo dijo.
Por cierto, a mí no me interesa tanto lo del estrépito como lo de la conversión. Cuestión de prioridades.
No me cabe la más mínima duda que más lo primero que lo segundo. Hay demasiados, abrumadores indicios en nuestro tiempo, que se multiplican a una velocidad vertiginosa (como jamás ha sucedido en otra época de la historia). Creo que si no lo verán nuestros ojos, lo verán los ojos de nuestros hijos, o, a muy tardar, de nuestros nietos. ¿Más allá, hasta otros dos mil años? Me da que no.
Es sólo una intuición personal, por supuesto, porque ni el mismísimo Señor Jesucristo sabe -o no quiere revelarlo- el día y la hora que ha decidido el Padre. Pero sea mi intuición cierta o un disparate, la vida del cristiano debe tener siempre cierta tensión escatológica (lo que el Señor decía de "tener las cinturas ceñidas y las lámparas encendidas"). Porque aunque no veamos ese día, sí veremos seguro al Señor al final de nuestras vidas para juzgarnos por nuestras obras buenas o malas.
Homilías de San Mateo
Homilía 77,4. Páginas 541 y siguiente.
Biblioteca de Autores Cristianos.
«El siervo desalmado y disoluto»
… Más si alguno dijera: he ahí el pensamiento que le vino al siervo, por no ser conocido el día. Porque: Tarda –dice– en venir mi señor; a esto responderíamos que este pensamiento no le viene por desconocer el día, sino porque el siervo es un malvado. Porque ¿cómo es que no se le ocurrió semejante idea al siervo leal y prudente? ¡Pues qué, desgraciado! Porque tarde tu señor, ¿ya te figuras que no ha de venir en absoluto? ¿Por qué no te preocupas? De ahí más bien deducimos que ni siquiera tarda el Señor en venir. Porque esta sentencia no es del amo mismo, sino nacida de la mala intención del criado. De ahí que por ello se le culpe. Y que en realidad el Señor no tarda. Oye como lo dice Pablo: «El que ha de venir vendrá pronto y no tardará» (Flp 4,5-6). Más escuchad también lo que sigue y advertid como continuamente les recuerda la ignorancia del día, con lo que les da bien a entender ser ello provechoso para los criados, pues ello basta para mantenerlos despiertos y alerta. Porque ¿Qué tiene que ver que algunos no saquen tampoco provecho alguno de esto? Tampoco lo sacan de otras muchas oportunidades, y no por eso deja el Señor de hacer lo que a Él le toca. ¿Qué es, pues lo que sigue? Vendrá el día en que menos lo piense y en el momento que él no sabe. Mirad cómo constantemente pone delante esa ignorancia, haciéndonos ver cuán provechosa y es manteniéndonos así siempre prontos para el combate. Porque lo que a Él de verdad le interesa es que nos mantengamos alerta, y como quiera que en la prosperidad decaemos y en las desgracias es cuando entramos dentro de nosotros mismos, de ahí que constantemente nos repita que en el momento de la relajación, entonces vendrían los males. Ya nos lo había declarado antes por el ejemplo de Noé, y ahora nos dice de modo semejante que, cuando este mal siervo esté entregado a la borrachera y maltrate a sus compañeros caerá sobre él el castigo insoportable.
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LF:
Hace años pensé en ello. Luego lo descarté. El Señor no me ha llamado por el camino del sacramento del orden. Al menos de momento. Más adelante, sólo Él sabe.
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