Yo soy la Resurrección y la Vida
Evangelio del sábado de la decimosexta semana del Tiempo Ordinario:
Muchos judíos habían ido a visitar a Marta y María para consolarlas por lo de su hermano.
En cuanto Marta oyó que Jesús venía, salió a recibirle; María, en cambio, se quedó sentada en casa.
Le dijo Marta a Jesús: -Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano, pero incluso ahora sé que todo cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.
-Tu hermano resucitará -le dijo Jesús.
Marta le respondió: -Ya sé que resucitará en la resurrección, en el último día.
-Yo soy la Resurrección y la Vida -le dijo Jesús-; el que cree en mí, aunque hubiera muerto, vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?
-Sí, Señor -le contestó-. Yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido a este mundo.
Jn 11,19-27
Quien vive y muere estando en Cristo tiene vida eterna. Él “sustenta todas las cosas con su palabra poderosa” (Heb 1,3). La muerte no tiene ya la última palabra. Como bien sabemos:
… es necesario que este cuerpo corruptible se revista de incorruptibilidad, y este cuerpo mortal se revista de inmortalidad. Y cuando este cuerpo corruptible se haya revestido de incorruptibilidad, y este cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: “La muerte ha sido absorbida en la victoria .¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?” (1ª Cor 15,53-55)
Mas pensemos por un momento que nuestra vida es apenas un parpadeo de ojos comparada con la eternidad. Y tras ella, como dice la Escritura, el juicio (Heb 9,27). ¿Cómo no implorar al Señor quen os conceda la gracia de la perseverancia final?
Señor, átanos a ti para que no nos apartemos de tu presencia. No permitas que el pecado nos domine y concédenos, llegado el momento de la muerte, morir en gracia.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Luis Fernando
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