El Hijo del Hombre tiene potestad para perdonar los pecados
Evangelio del jueves de la decimotercera semana del Tiempo Ordinario:
Jesús subió a una barca, cruzó de nuevo el mar y llegó a su ciudad. Entonces, le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: -Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.
Entonces algunos escribas dijeron para sus adentros: «Éste blasfema».
Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo: -¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate, y anda»? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados -se dirigió entonces al paralítico-, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se atemorizó y glorificó a Dios por haber dado tal potestad a los hombres.
Mat 9,1-8
La omnipotencia salvífica de Dios llega a toda la esfera humana. Cristo sana tanto el cuerpo enfermo como el alma condenada.
Ciertamente puede ser más difícil convertir en santo a quien ha vivido una vida entregada al pecado que hacer salir a un muerto de la tumba en la que estaba enterrado durante tres días, pero para Dios, y Cristo es Dios, no hay nada imposible.
Por eso mismo, si vemos que tenemos una enfermedad enquistada en el alma, un pecado persistente del que no vemos manera de librarnos, debemos clamar al Señor en la confianza de que Él nos curará. Si le pedimos que nos sane el cuerpo cuando estamos enfermos, ¿cómo no pedirle que nos sane el alma? ¿o cómo no pedir que sane y salve a nuestros seres queridos que parecen estar muertos espiritualmente?
Cristo, sánanos. Cristo, santificanos. Cristo, sálvanos.
Luis Fernando
4 comentarios
Pero el Señor siempre escucha, ve el corazón del alma arrepentida, y no lo abandona. Esa alma que aborrece el pecado, el Señor acude en su auxilio.
En el Evangelio vemos que aquel paralítico, tenía personas que le amaban, y le llevaban a Jesús para que se curase, tenían fe. No siempre encontramos almas que desean dejarse llevar hasta Jesús, "No puedo, no tengo tiempo, tengo muchas cosas que hacer". Pero si no quieren ir, nosotros siempre tenemos la necesidad de estar a los pies de Jesús.
Dice San Jerónimo;
«…También esto nos da a entender que muchas enfermedades corporales son consecuencias del pecado. Y tal vez, los pecados son perdonados en primer lugar para que, quitada las causas de la debilidad, sea restituida la salud» (San Jerónimo, comentario al Evangelio de Mateo, 1,9,5).
Es cierto, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados nuestra salud tiene a una mejoría, que no llega a entender los médicos. Pero la mejoría más importante no es precisamente la de nuestro cuerpo, que continuara en su debilidad, lo más importante es la salud espiritual. Y lleno de gratitud al Señor, también anunciamos a otras almas, que el Señor ha venido a salvarnos. Pero el pecado está para destruirnos, y nosotros no queremos tratar con la corrupción del pecado.
¿Usted conoce en infocatólica algún post sobre el pecado contra el espíritu santo (pero que trate el tema por si mismo, es decir sin tener en cuenta lo que sucede actualmente entre los cristianos, sino únicamente desde lo teórico)? Y si lo conoce, ¿podría hacerme el favor de recomendarme este post?
Muchas gracias y que tenga un bue resto de día.
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LF:
No, no me suena ningún post sobre ese pecado.
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