Comunión de la sangre de Cristo, comunión del cuerpo de Cristo
Primera lectura del jueves de la décima semana del Tiempo Ordinario, Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?
Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan.
1 Cor 10,16-17
Una de las diferencias esenciales entre la mayor parte del protestantismo y el catolicismo, es que la doctrina protestante -salvo la secta luterana- responde no a las dos preguntas de san Pablo, mientras que católicos y ortodoxos respondemos sí. No puede haber unidad en quien disiente en algo tan sustancial a la fe.
Cristo es el maná divino que alimenta el alma del fiel que camina en gracia. En la Eucaristía se queda con nosotros y nutre nuestra vida espiritual. Por eso mismo, qué grandes bienes perdemos cuando no comulgamos frecuentemente. Y dichoso aquel para quien la Eucaristía es el pan nuestro espiritual de cada día.
Como dijo San Basilio el Grande:
“Es por cierto bueno y provechoso recibir la Eucaristía cada día y participar así del cuerpo y la sangre de Cristo, porque Él dice con toda claridad: El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna. ¿Y quién puede dudar que participar frecuentemente de la vida es lo mismo que tener vida en abundancia”
Señor, haznos tener hambre y sed de tu Cuerpo y de tu Sangre para que alcancemos la gracia de encontrarte cada día en el sacramento del altar.
Luis Fernando