Bienaventurados

Evangelio del lunes de la décima semana del Tiempo Ordinario.

Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Mt 5,1-12

Con temor y temblor me asomo a esta sublime enseñanza de nuestro Señor en lo alto de uno de los montes de Israel. Bienaventuranzas se llaman, pero también son un llamado a la santidad.

Pobres en el espíritu. Fue Cristo el primero en hacerse pobre para que nos hagamos ricos.

Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
2ª Cor 8-9

Él bajó del cielo para enriquecernos. ¿No habremos nosotros de bajar al fango del mundo para donar la riqueza con la que él nos obsequió? 

Al fin y al cabo, no hay mayor riqueza que hacer lo que agrada a Dios:

No te preocupes de que hayamos caído en la pobreza: serás muy rico si temes a Dios, evitas todo pecado y haces lo que agrada al Señor, tu Dios.
Tob 4,21

Mansos. Cordero manso fue Cristo en la cruz:

Fue maltratado, y él se dejó humillar, y no abrió su boca; como cordero llevado al matadero, y, como oveja muda ante sus esquiladores, no abrió su boca.
Is 53,7

A Él debemos imitar en pruebas y persecuciones. Al Señor le agrada la mansedumbre:

Porque el temor del Señor es sabiduría e instrucción, le agradan la fidelidad y la mansedumbre.
Sir 1,27

Tanto más crezcamos en los caminos del Señor, más humildes debemos ser, dejando atrás toda jactancia y presunción, pues:

Cuanto más grande seas, tanto más debes humillarte, y encontrarás gracia ante el Señor. Muchos son los altivos y jactanciosos, pero Él revela sus secretos a los mansos
Sir 3,20

Los que lloran. Aquél que fue manso en la Cruz, Aquél que lloró por la muerte de su amigo Lázaro, será nuestro consuelo eterno:

… pues el Cordero, que está en medio del trono, “será su pastor, que los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida, y Dios enjugará toda lágrima” de sus ojos. 
Ap 7,17

Y

Y oí una fuerte voz procedente del trono que decía: -"Ésta es la morada” de Dios con los hombres:” Habitará con ellos y ellos serán su pueblo", y Dios, habitando realmente en medio de ellos, será su Dios.  "Y enjugará toda lágrima” de sus ojos; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya pasó.
Ap 21,3-4

Hambre y sed de justicia. Rodeados de todo tipo de maldad e injusticia, los cristianos deben anhelar el justo juicio de Dios, y clamar para que ponga en orden todo aquello que el pecado ha deformado. Dios así lo hará:

¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar?
Luc 18,7 

Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar a las almas de los inmolados a causa de la palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron. Clamaron con gran voz: -¡Señor santo y veraz! ¿Para cuándo dejas el hacer justicia y vengar nuestra sangre contra los habitantes de la tierra? Entonces se les dio a cada uno una túnica blanca y se les dijo que aguardaran todavía un poco, hasta que se completase el número de sus hermanos y compañeros de servicio que iban a ser inmolados como ellos.
Ap, 6,9-11

Misericordiosos. Aquellos que hemos alcanzado misericordia, ¿cómo no seremos misericordiosos con el prójimo? ¿Cómo alzará sus ojos al cielo quien no perdona, quien no lleva consuelo al aflijido y quien ignora la suerte de las almas perdidas?

El hombre que no tiene misericordia con su semejante, ¿cómo se atreve a rezar por sus propios pecados?
Sir 28,4

Limpios de corazón. ¿Cómo limpiar el corazón manchado por nuestro pecado? Por la conversión que el Señor nos concede. No seamos necios como aquellos de quienes habla el proverbio:

...gente que se cree pura pero no está limpia de su inmundicia
Prov 30,12

Más bien:

Apártate tus delitos, rectifica tus actos; limpia tu corazón de todo pecado.
Sir 38,10

Los que trabajan por la paz. Mas no por la paz del mundo sino por la paz que solo Dios da.

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde.
Jn 14,27

Y la paz de Dios que supera todo entendimiento custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Fil 4,7

Perseguidos, insultados, calumniados. No nos engañemos. No es posible pasar por el mundo haciendo el bien sin recibir a cambio persecución:

Por lo demás, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos
2 Tim 3,12

Señor, aleja de nosotros toda tentación de apostasía y convierte tus palabras en el monte en guía segura de nuestro proceder en esta vida.

Luis Fernando

6 comentarios

  
Miguel Antonio Barriola
Estupendo comentario, fundado en el que nos precedió en todo, para volver al Padre, vistiéndose de nuestra miseria, para transformarla, no con aparatosidad de gestos o triunfos espectaculares, sino escapándose de que lo confundieran con un Mesías político y glorioso, orando agónicamente hasta sudar sangre en Getsemaní y siendo sepultado por sarcasmos e ironías, en el momento mismo, trágico y definitivo, de su muerte en Cruz que nos lleva junto con ÉL hacia la LUZ.
Gracias, Luis Fernando y a seguir ayudando a tantos lectores de Infocatólica.

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LF:
Gracias a usted por su apoyo, monseñor.
12/06/17 11:00 PM
  
Pedro
Luis Fernando, como voy a comentar - al menos yo - ante el perfecto desarrollo que has hecho de la reflexión. Ojala ¡¡¡ muchas gente cogiera esta reflexión y lo meditara como quien saborea la palabra en el silencio. Hay ordenes religiosas que cogen un sól pasaje del evangelio y les sirve para meses. Recuerdo un profesor que nos decia, no intenten saber mucho de todo, sino aprendar a analizar un sólo caso concreto y analicenlo desde muchas perspectivas y seran muy sabios en el tema. Las BIENAVENTURANZAS que ¡¡¡ soberbia ¡¡ lección de vida católica.
12/06/17 11:05 PM
  
Pedro Luis Llera
A ese Monte es al que nos tenemos que echar: al de las Bienaventuranzas. Justo a ese Monte nos llama el Señor.
13/06/17 12:47 AM
  
Milton
Fue maltratado, y él se dejó humillar, y no abrió su boca; como cordero llevado al matadero, y, como oveja muda ante sus esquiladores, no abrió su boca.

Al fin que nos quedamos callados o abrimos la boca

lo de perros mudos entonces?

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LF:
Hay un tiempo para hablar y otro para callar. Antes del martirio, hablamos. En el martirio, callamos.
13/06/17 1:14 AM
  
Luis López
Ayer en Misa, cuando oí las Bienaventuranzas, tenía la impresión de que las escuchaba por primera vez.

La Palabra de Dios nunca deja de emocionarnos, de llamarnos, de interpelarnos. De producir una conmoción en el hombre viejo que todos seguimos llevando en mayor o menor medida.

Seguimos siendo ovejas perdidas, pero ahí está Él -como el mejor pastor del mundo- para buscarnos, para recogernos, para curarnos nuestras heridas. Entregándose por nosotros, una y otra vez, sin descanso.
13/06/17 10:00 AM
  
José Luis
Temor de Dios es mucho mejor que desafiar a Dios, la obstinación a los vicios y pecados; y pecado es todo aquello que no procede de la Voluntad de Dios, y conocemos la Voluntad de Cristo nuestro Dios, gracias a la Iglesia Católica. Todas las almas piadosas tienen una misma idea, la Tradición, pues ahí aprendemos como vivir ese santo temor a Dios, expulsamos de nuestro corazón, todo lo que nuestro hombre viejo ha ido arrojando en los años que no teníamos la claridad de Cristo Jesús, en nuestra vida.

Una de las obras de caridad, es orar mucho tanto por nosotros, como por los de nuestros hermanos en la fe, para que puedan encontrarse en las delicias del camino del Señor, y se salve; y por nuestro prójimo, para que también encuentre en Cristo Jesús la verdadera alegría.
13/06/17 5:53 PM

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