Nos hacen ver como bueno lo que Dios no juzga como tal
Del Oficio de Lecturas del viernes de la novena semana del Tiempo Ordinario:
El Señor conoce, sin duda alguna, todos los pensamientos y sentimientos de nuestro corazón; en cuanto a nosotros, sólo podemos discernirlos en la medida en que el Señor nos lo concede. En efecto, el espíritu que está dentro del hombre no conoce todo lo que hay en el hombre, y en cuanto a sus pensamientos, voluntarios o no, no siempre juzga rectamente. Y, aunque los tiene ante los ojos de su mente, tiene la vista interior demasiado nublada para poder discernirlos con precisión.
Sucede, en efecto, muchas veces, que nuestro propio criterio u otra persona o el tentador nos hacen ver como bueno lo que Dios no juzga como tal. Hay algunas cosas que tienen una falsa apariencia de virtud, o también de vicio, que engañan a los ojos del corazón y vienen a ser como una impostura que embota la agudeza de la mente, hasta hacerle ver lo malo como bueno y viceversa; ello forma parte de nuestra miseria e ignorancia, muy lamentable y muy temible.
Está escrito: Cree uno que su camino es recto, y va a parar a la muerte. Para evitar este peligro nos advierte san Juan: Examinad los espíritus si provienen de Dios. Pero ¿quién será capaz de examinar si los espíritus provienen de Dios, si Dios no le da el discernimiento de espíritus, con el que pueda examinar con agudeza y rectitud sus pensamientos, afectos e intenciones? Este discernimiento es la madre de todas las virtudes, y a todos es necesario, ya sea para la dirección espiritual de los demás, ya sea para corregir y ordenar la propia vida.
La decisión en el obrar es recta cuando se rige por el beneplácito divino, la intención es buena cuando tiende a Dios sin doblez. De este modo, todo el cuerpo de nuestra vida y de cada una de nuestras acciones será luminoso, si nuestro ojo está sano. Y el ojo sano es ojo y está sano cuando ve con claridad lo que hay que hacer y cuando, con recta intención, hace con sencillez lo que no hay que hacer con doblez. La recta decisión es incompatible con el error; la buena intención excluye la ficción. En esto consiste el verdadero discernimiento: en la unión de la recta decisión y de la buena intención.
Todo, por consiguiente, debemos hacerlo guiados por la luz del discernimiento, pensando que obramos en Dios y ante su presencia.
De los Tratados de Balduino de Cantorbery, obispo. (Tratado 6: PL 204, 466-467)
Dice la Escritura que “engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá?” (Jer 17,9). Y también dice que Cristo es “el que escudriña los corazones y las entrañas y os daré a cada uno según vuestras obras” (Ap 2,23).
Por tanto, debemos fiarnos lo justo cuando se trata de juzgar las intenciones propias. Más bien debemos rogar discerminiento y claridad a Aquél que nos conoce mejor que nosotros mismos.
Ahora que tanto se habla del acompañamiento para discernir si se puede comulgar en determinadas circunstancia, es absolutamente imprescindible tener reglas objetivas. Y qué mejor regla que las palabras de Cristo. Quien, por gracia, acomoda su mente y su actuar a los mandamientos de Dios, tendrá un discernimiento prácticamente infalible y recibirá la paz que solo el Señor puede dar.
Desconfiemos de los que justifican el quebranto de aquello que el Señor he mandado. No sirven a Dios ni a su Iglesia.
Señor, ilumina nuestra conciencia con tu palabra y aleja de nuestro lado a quienes nos halagan el oído para no vivir conforme a tu voluntad.
Luis Fernando
7 comentarios
Acojámonos al discernimiento de los obispos que para eso fueron escogidos por Dios para guiarnos a los que no sabemos nada.
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LF:
No puede ser que no sepamos nada:
Acerca de esto tenemos muchas cosas que decir, aunque de difícil explicación, puesto que os habéis vuelto torpes de oído.
En efecto, vosotros, que por los años deberíais ser maestros, necesitáis que se os enseñen de nuevo algunos de los primeros rudimentos de la palabra de Dios, y habéis llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido.
Hebreos 5,11-12
No puede ser que tras 20, 30, 40, etc, años de vida cristiana estemos sin saber nada.
Habrá mejores cosechas espirituales, siempre que en lugar de otras cuestiones, meditemos siempre la Palabra de Dios.
Lejos de Dios el corazón humano puede provocar muchos males, de todo tipo. Pero si el Señor ve que nosotros queremos vivir conforme a Cristo Jesús, nuestra vida verdaderamente cambiará a mejor. Pero hemos de perseverar, porque los descuidos los aprovecha el tentador para arrojar sus inmundicias.
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