Fue de gran provecho, con la gracia divina, para los que habían creído
Primera lectura del sábado de la sexta semana de Pascua
Pasó allí algún tiempo y marchó recorriendo una tras otra las regiones de Galacia y Frigia, confortando a todos los discípulos.
Un judío que se llamaba Apolo, de origen alejandrino, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras, llegó a Éfeso. Había sido instruido en el camino del Señor. Hablaba con fervor de espíritu y enseñaba con esmero lo referente a Jesús, aunque sólo conocía el bautismo de Juan.
Comenzó a hablar con libertad en la sinagoga. Al oírle Priscila y Aquila le tomaron consigo y le expusieron con más exactitud el camino de Dios. Como deseaba pasar a Acaya, los hermanos le animaron y escribieron a los discípulos para que le recibieran. Cuando llegó fue de gran provecho, con la gracia divina, para los que habían creído, pues refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús es el Cristo.
Hech 18.23-28
El Señor quiso desde un primer momento que la Iglesia contara con apologetas. Es decir, fieles a los que por su gracia capacita para defender la fe y refutar los errores en debates públicos. Apòlo fue uno de los primeros, pero es común encontrarse con muchos escritos apologéticos en la era patrística. Hoy esa labor en la Iglesia la ejercen sobre todo seglares y conversos.
Apolo predicaba sobre Cristo aun sin haber sido formado completamente en las cosas del Señor. Cuando su formación se completó, la Iglesia se vio altamente beneficiada. Ante lo cual, cabe preguntar: ¿se da formación suficiente a seminaristas, sacerdotes y seglares cualificados para capacitar mejor a los que han recibido del don de defender la fe en público? La respuesta es no.
En la Iglesia Católica de hoy en día, ¿de cuántos se puede decir que son versados en las Escrituras? No digo versados en estudios plagados de liberalismo sobre las Escrituras, no. Versados en la Biblia de verdad. Que la puedan manejar con soltura. Que sepan usarla para aquello que vale:
Toda Escritura es inspirada por Dios es también útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.
2 Tim 3,16-17
Suscita entre nosotros, Señor, hermanos capaces de enseñar con fervor tus caminos y confrontar a quienes se oponen a tu evangelio o lo corrompen.
Luis Fernando
1 comentario
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LF:
Muy evidente.
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