Yo soy la luz que ha venido al mundo
Evangelio del miércoles de la cuarta semana de Pascua
Jesús clamó y dijo: -El que cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. Quien me desprecia y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ésa le juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por mí mismo, sino que el Padre que me envió, Él me ha ordenado lo que tengo que decir y hablar. Y sé que su mandato es vida eterna; por tanto, lo que yo hablo, según me lo ha dicho el Padre, así lo hablo.
Jn 12,44-50
Leemos en el Catecismo (art. 245) que la Iglesia reconoce al Padre como “la fuente y el origen de toda la divinidad” (Concilio de Toledo VI, año 638: DS 490). Del Padre proceden las otras dos personas de la Trinidad. Es por ello que el Hijo habla por Él y en Él. Cristo afirma lo mismo del Espíritu Santo:
Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará.
Jn 16,12-15
Por tanto, cada persona de la Trinidad tiene, por decirlo de alguna manera, un rol concreto en relación a nuestra salvación. Finalmente, todo se someterá al Padre. San Pablo lo explica así:
Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte, porque lo ha sometido todo bajo sus pies. Pero, cuando dice que ha sometido todo, es evidente que queda excluido el que le ha sometido todo. Y, cuando le haya sometido todo, entonces también el mismo Hijo se someterá al que se lo había sometido todo. Así Dios será todo en todos.
1 Cor 15,25-28
En el evangelio de hoy Cristo explica que vino a salvar al mundo y no a condenarlo. Por eso mismo Él no juzgó a quienes le rechazaron en esa primera venida. Pero habrá juicio final y sus palabras serán la ley por la que todos seremos juzgados. Quien las guarda será salvos. Quienes le desprecian, se condenarán. Poco más hay que decir.
Padre, derrama tu Espíritu Santo sobre nosotros para que Cristo reine en nuestras vidas y te demos toda la gloria, honra y poder.
Luis Fernando
3 comentarios
Me gusta esto que comentas, Luis Fernando, porque últimamente cuando hago oración me parece que ésta se dirige unas veces al Padre, otras al Hijo y otras al Espíritu Santo sin que yo lo pretenda, al menos conscientemente, previamente. No sé a que se debe pero lo siento así.
Estas incrustaciones en letra cursiva, desde luego, se hacían en cursiva porque no se hallaban en los textos originales. Y la fidelidad absoluta a los textos originales provocaron su desaparición en las mayoría de las traducciones posteriores al Vaticano II (Constitución Dogmática "Dei Verbum", sobre la Divina Revelación), pero, con todo, parece quepa concluir que en alguna medida ayudan a entender el alcance exacto del texto original. Creo que este es el caso del presente pasaje paulino. EL HIJO mismo quedará sujeto "en cuanto hombre". EL HIJO es consustancial al PADRE, y posee en consecuencia IDENTIDAD DE NATURALEZA con EL PADRE. La sujeción, pues, al PADRE solo lo es "en cuanto hombre".
Dos de los Santos Padres, doctores de la Iglesia Católica, comentan...:
La Palabra que juzgará. Vino a decir, «La palabra que os he dicho ocupará el lugar del Acusador para declararlo culpable y privarlo de toda excusa» «La palabra que os he dicho». ¿Qué tipo de palabra? «No he venido por mí, sino que el que me envió, el Padre, que me ha dado el mandato de lo que debo decir y lo que debo declarar» (Jn 12,49). Y otras afirmaciones similares a esta. En consecuencia estaba hablando de este modo por ellos, en orden a que no tuvieran una brizna de excusa. (San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Juan, 69,2)
San Agustín comenta: Jesús es la Palabra que juzgará. Por quienes quien era ese juez, añadió: «La doctrina que yo he predicado, ésa le juzgará en el último día», con lo cual manifestó claramente, que Él mismo habrá de juzgar en el último día. Porque Él se ha predicado así mismo, se ha anunciado así mismo, se ha puesto Él mismo como puerta, por donde el pastor ha de introducir sus ovejas (Cf. Jn 10,2). De un modo serán juzgados quiénes le oyeron y de modo distinto quiénes lo oyeron y despreciaron. (Tratado sobre el Evangelio de San Juan, 54,6)
Y esto vale para todos los tiempos, ahora oímos, leemos el Evangelio, Cristo nos habla, si tomamos en serio su Palabra, no vamos a tener ningún problema. Pero ¡ay de nosotros!, si tras oír el Evangelio, vivimos como si Dios no existiera, cuando ponemos nuestro corazón en otros asuntos que no son los que Cristo nos ha pedido, podríamos tener problemas muy graves en el momento que nos presentemos para ser juzgados.
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