Señor Zambrano, ¿sabe qué le digo? ¡Viva Cristo Rey!
Al presidente de la Cámara de Diputados de México, D. Jesús Zambrano Grijalva no le gusta que la Iglesia haga de Iglesia. No le gusta la libertad religiosa (obligatoriamente orientada a la verdad). Y no le gusta la libertad de expresión. En realidad, todo se resume en que no le gusta Cristo.
Resulta que la Iglesia en México se opone a que se legalice el “matrimonio” homosexual en todo el país. O sea, exactamente lo mismo que hace la Iglesia en todas partes, salvo quizás en algunas diócesis concretas de Centro Europa, infectadas hasta los tuétanos de la apostasía generalizada que se nos viene encima. La diferencia es que en México siguen coleando las leyes totalitarias que pretenden amordazar a la Iglesia de Cristo. Si un obispo dice algo en contra de alguna ley emanada del parlamento nacional o los parlamentos estatales, le pueden acusar de meterse en política, lo cual es penalizado hasta con la cárcel. En todo caso, parece que hay obispos, como el de Cuernavaca, dispuestos a tomar el testigo de aquellos cristeros que no temieron enfrentarse a un poder déspota que quería aplastar la fe católica en la tierra de la Virgen de Guadalupe y San Juan Diego.
En España también sabemos de eso. Los obispos que claman públicamente contra las leyes inicuas de ingeniería social, son acusados ante la fiscalía y los tribunales por parte del lobby LGTB y/o sus patrones políticos. Lo que ocurre es que aquí, a diferencia de en México, un obispo todavía puede defender lo que le venga en gana siempre que tenga sustento en la fe y moral católicas. Digo todavía porque es cuestión de tiempo que la práctica totalidad de la casta política española haga tal cosa poco menos que imposible. Ahí tienen ustedes, sin ir más lejos, las leyes autonómicas que bajo el pretexto de defender los derechos del colectivo LGTB quieren imponer la censura sobre la enseñanza católica acerca del matrimonio y la moral sexual.
Pues bien, tanto al señor Zambrano como a la señora Cifuentes como a la totalidad de políticos que definen como democracia su claro espíritu totalitario, la única respuesta posible es la frase que estaba en la boca de los mártires cristeros cuando daban su vida por Cristo. A saber: “¡Viva Cristo Rey!“
En España decir ¡Viva Cristo Rey! implica que te acusen de facha, fascista, fundamentalista, talibán, etc. O sea, pasas a ser una especie de paria, de apestado, de nuevo leproso. Pero créanme que se duerme mejor con la conciencia tranquila siendo fiel a Cristo que con el aplauso del mundo mientras das al César lo que es del César y también lo que es de Dios.
Hoy, ahora y siempre: ¡Viva Cristo Rey!
Luis Fernando Pérez Bustamante