Es mentira que el pecado sea invencible

Que levante la mano aquel que no tiene o ha tenido pecados en su vida que parecen invencibles, que no hay manera de desprenderse de ellos. Pues bien, para todos nosotros, una gran noticia:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla.
1ª Cor 10,12

Estimados, la Escritura no miente. Si dice que Dios nos da el modo de poder vencer al pecado, es que nos lo da. Y no hay vuelta atrás.

Por supuesto, aun habiendo sido redimidos, seguimos bajo la influencia de la caída del primer Adán. Pero a diferencia de lo que enseñaba Lutero, esa influencia puede ser sometida a la soberanía de Cristo en nuestras vidas por medio de la acción del Espíritu Santo, que derrama sobre nosotros todas las gracias eficaces para crecer en santidad.

En ese camino de lucha contra el pecado, caeremos muchas veces. De todas ellas nos levanta Dios a través del sacramento del perdón. Pero el pecado no puede tener la última palabra. Si hay gracia para el perdón, la hay para la santificación. 

No debemos conformarnos con nuestro actual estado de vida espiritual. Hasta los más santos todavía pueden crecer en santidad si Dios se lo concede. No todos podemos alcanzar el mismo grado de santidad, pero todos podemos gloriarnos en el Señor cada vez que por su gracia dejamos atrás pecados que nos habían acompañado durante toda la vida. Eso es posible. Eso es necesario. Eso debe ser objeto de nuestro clamor al Padre.

No hay pecado invencible en nuestras vidas. No desesperemos cuando alguno parece enquistarse para siempre. Si le pedimos algo bueno al Señor, antes o después nos lo dará. Y más quiere Él que nosotros el que alcancemos la santidad

Laus Deo Viriginique Matri,

Luis Fernando Pérez Bustamante