¿Qué sería de nosotros sin mártires y confesores como Josephine?
La Iglesia en España y México tienen en común muchas cosas. Fueron españoles los que llevaron allá el evangelio y fue la Virgen quien confirmó con su presencia el mismo. Guadalupe en México, el Pilar en España. Pero por encima de todo, tenemos en común el haber dado al resto de la Iglesia un ejemplo de fidelidad a la fe por medio de nuestros mártires. Cristeros mexicanos y mártires en tiempos de la Guerra Civil española. Junto con los mártires, que dan su vida por Cristo, se encuentran los confesores, que no llegan a morir pero sí sufren la persecución por el mero hecho de ser cristianos
Ese testigo lo han tomado ahora los cristianos en Oriente Medio y África. Acompañados, no lo olvidemos, por los mártires y confesores de Asia, caso de los asesinados en Orissa (India) y los encarcelados por su fe en China.
Josephine Martin Tamras es una cristiana asiria que fue secuestrada durante un año por los yihadistas. Su testimonio es una fuente de gracia para la Iglesia hoy. Es difícil no conmoverse al oirle decir esto:
«Para ellos fue un shock –agrega- cuando dije que jamás abandonaría mi fe e hice la señal de la Cruz delante de ellos, invocando el poder del Espíritu Santo para que me sostuviese y me diese la fuerza hasta el final».
Una de las enormes diferencias entre la fe cristiana y el Islam, es que en la primera se llega directamente al cielo muriendo por la fe y en el segundo prometen el paraíso matando al prójimo. Eso dice mucho del papel de unos y otros en el mundo. Es por ello especialmente triste comprobar que a lo largo de la historia, no pocas veces el cristianismo ha traicionado su esencia -apelar al contexto no cambia eso- siendo fuente de conflictos y de guerras, en vez de instrumento de paz, aunque parece que esos tiempos ya no volverán.
Personalmente el testimonio de Josephine y tantos otros como ella me produce un sentimiento de gratitud hacia ellos y hacia el Señor que obra en ellos, a la vez que un sentimiento de vergüenza por lo que estamos haciendo con la fe en España en mi generación. Bien ha dicho Bruno en su histórico post sobre el 50ª Aniversario de la creación de la Conferencia Episcopal Española:
Durante estos cincuenta años, la Iglesia no ha tenido que ir a buscar a nadie para evangelizar, ya que entre comuniones, colegios religiosos y clases de religión, ha tenido durante decenios a casi toda la población joven a su disposición para catequizarla… Y el resultado ha sido la descristianización masiva del país.
Como hijo de la Iglesia en España y, por tanto, hijo en la fe de los mártires que regaron con su sangre este país el siglo pasado, se me cae el alma a los pies al ver el despilfarro de la gracia de la que hemos sido protagonistas en las últimas décadas.
Cada vez que se produce un acto de beatificación o canonización de nuestros mártires, deberíamos preguntarnos qué hemos hecho con la fe que ellos nos legaron. ¿Cómo hemos pasado de ser gloria de la Iglesia a formar parte de las naciones que han caído o están cayendo en la secularización, la esterilidad espiritual e incluso en la apostasía? ¿Dónde está el Daniel que implora al Señor perdón por los pecados de su pueblo? ¿Dónde está el profeta que predica a la Iglesia el mensaje de exhortación del capítulo 15 de Ezequiel?
Leemos en el libro del Apocalipsis que los mártires piden al Señor que ejerza su justicia:
Ap 6,9-10:
Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados por causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantenían. Y gritaban con voz potente: «¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin vengar nuestra sangre de los habitantes de la tierra?».
¿Qué no dirán esos mártires de aquellos que diciéndose cristianos, en vez de ser testigos de Cristo se dedican a buscar el aplauso de ese mundo? ¿qué no dirán de quienes en vez de dejarse clavar en la cruz, se dedican a contemplar, como una vaca contempla la hierba que se va a comer, el testimonio de los mártires y confesores de nuestro tiempo?
La fe por la que esos mártires han dado y dan su vida están siendo discutida, cuando no negada y abandonada su defensa, por quienes deben ser los primeros en proclamarla, regarla y abonarla para que dé fruto. Y lo peor de todo, por no decir lo más blasfemo, es que tal cosa se hace en nombre de no se sabe muy bien -o sí se sabe- qué concepto de misericordia.
Esa Iglesia que se ha permitido la desvergüenza de poner en duda las enseñanzas de Cristo y los apóstoles sobre, por ejemplo, el matrimonio y la Eucaristía, no se merece estos mártires y confesores. Yo mismo, yo el primero, todavía enfangado en mucha tibieza, no me los merezco. Y sin embargo, de ellos se puede decir que cumplen aquello que decía San Pablo
Col 1,24.
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia.
Ellos son quienes, por ahora, detienen el castigo divino sobre una Iglesia que parece querer seguir los pasos del Israel que se alejó de Dios para entregarse a la prostitución con deidades ajenas, que hoy tienen el nombre de democracia liberal abortista y sodomita, secularización interna, apostasía, etc. ¿Hasta cuándo durará la paciencia del Señor? Sólo Él lo sabe. Pero estemos atentos a la advertencia del profeta:
Eze 28,18
Con la abundancia de tus culpas, con tu comercio inicuo, has profanado tus santuarios. Por eso, he hecho salir de en medio de ti un fuego que te consume, y te he reducido a polvo a la vista de todos los que te miran.
Señor, no tengas en cuenta nuestros pecados, nuestras infidelidades, sino mira la fe de tu Iglesia. La fe de Josephine, de los mártires y confesores que por tu gracia sostienen la fe de quienes todavía somos débiles de corazón y de espítiru. Y danos tu Espíritu para ser dignos hermanos de ellos.
Luis Fernando Pérez Bustamante
15 comentarios
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LF:
Obviamente hubo muchas luces en esos siglos. Pero no podemos negar que las sombras fueron muy sombrías. De todas formas, no es lo más importante del post.
Verdaderamente la oración fervorosa del justo -y más del justo presionado para abandonar la justicia- tiene mucho poder ante Dios (St. 5,16). Y no nos damos cuenta.
Y Dios lo recompensa en continuos bienes a un mundo apóstata que no se los merece. Porque menos mal que Dios no es como nosotros.
Una grave lección y muchas cuentas a rendir.
Aquí se esconden los crucifijos y símbolos religiosos, todo son medias palabras desde flácidas tumbonas.
Si queremos "Nueva Evangelización" ya sabemos donde están los ejemplos.
Para ser capaces de actuar cómo actuaron y actúan los mártires, nos falta mucha fe. Para mí, tener fe es tener la fe de esos mártires, de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz y de otros santos. Necesitamos fe, cómo el agua para beber y el aire para respirar. Fe que nos han ido quitando durante los últimos decenios y que ya en estos tiempos recios, quieren acabar de arrancar de raiz. Y la vida sin Fe, así, con mayúscula, es el camino seguro a la desesperación y en muchos casos al suicidio.
Josephine eres una testigo increible, con tantos recuerdo a las dos niñas en este mismo blog, pequeñas, como no admirar a los Mártires, a los Santos Confesores, e imitarlos, por Cristo con la ayuda de su gracia, debemos dar la vida.
Los respetos humanos, hacer una señal de la Cruz en un Bar, que es al lado de esto?y debemos hacerlo!!!Confesar a Cristo, siempre sino no nos confesará frente al Padre Celestial.
Que Dios te bendiga, bendiga a Josephine, y a la iglesia.
Y a España, el ODIO, por tanto que le ha dado ha todo el mundo y a la Iglesia, la tratan de despellejar, pero tiene tantos Santos en el Cielo, que no lo van a permitir, y mártires, y héroes, de todos los calibres, pensadores etcESPAÑA!!!!
"Ellos son quienes, por ahora, detienen el castigo divino sobre una Iglesia que parece querer seguir los pasos del Israel que se alejó de Dios para entregarse a la prostitución con deidades ajenas, que hoy tienen el nombre de democracia liberal abortista y sodomita, secularización interna, apostasía, etc. ¿Hasta cuándo durará la paciencia del Señor? Sólo Él lo sabe."
Hace poco escuché a un brillante predicador católico hablar de un obispo que tenía el don de sanación. En una aldea que el obispo estaba visitando había un enfermo de lepra, y cuando el obispo quiso imponerle las manos el leproso le dijo:
"No quiero ser sanado."
El obispo, sorprendido, le preguntó por qué no quería, y el enfermo le contestó:
"Quiero seguir sufriendo, porque cuanto más sufro más me acerco al Cielo."
Aparte de acercarnos al Reino de los Cielos, es muy importante comprender que Dios está buscando desesperadamente almas víctimas, almas mártires, sufrientes y orantes, en definitiva, santas, porque es a través de ellas que se propicia la conversión de las almas pecadoras y se sostienen los pilares de este mundo terrenal, corrupto y devastado por el pecado. Es una suerte de "mecanismo" divino: con el sufrimiento humano "nutrimos" al Creador para que Él, a su vez, pueda nutrirnos a nosotros de las gracias necesarias para que esta humanidad malvada siga sostenida por Su Amor. El Verbo encarnado vino precisamente como Mesías sufriente para devolver al Padre a los hijos de Adán. Es muy importante que el ser humano no olvide que ese "mecanismo" es real y necesita ser constantemente alimentado por medio del ofrecimiento a Dios de nuestros sufrimientos, sacrificios, enfermedades... todo por amor y fidelidad a Jesucristo y Su Ley. Sin embargo, la humanidad del siglo XXI ha olvidado el papel absolutamente vital que juega nuestra cruz en el plan celestial. Para Satanás, transformarnos en una humanidad sin cruz, y la futura religión sin cruz que está tratando de alumbrar, están siendo su victoria máxima.
Estoy convencido de que, como LF señala, si la humanidad no cambia y empieza a cargar su cruz voluntariamente y de manera inmediata, en vez de deshacerse de ella mediante la aceptación de este mundo sin cruz diseñado por el Nuevo Orden Mundial, una actuación celestial sin precedentes se encargará de FORZARNOS a entregarle al Padre el sufrimiento y la cruz que hemos desechado.
¡Señor Jesús, ayúdame, que nunca retire de la cabeza mi corona de espinas! Un abrazo a todos.
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LF:
En todo caso, la gloria de Dios también se manifiesta en la sanación de enfermedades. Así que la clave es que se cumpla siempre su voluntad y aceptarla con gusto, sea la que sea.
Aunque no tenga que ver directamente con este post, no estoy de acuerdo con la acusación que haces que fue la Iglesia la que inició siempre, en otros tiempos dices, guerras inicuas.
Que ha habido personajes, papas , obispos, que alguna vez lo hicieron, hace a la naturaleza caída, pero muchas veces ha sido necesario la justa defensa, como enseña Sto. Tomás. Sino no se entenderían los Macabeos.
¿Cómo se entiende la guerra de Isabel y Fernando contra los árabes?
¿Santa Juana de Arco?
En todo lo demás, totalmente de acuerdo contigo.
La máxima manifestación de la virtud de la fortaleza es el resistir, no el atacar, y esa virtud sobre elevada por el don de Fortaleza genera mártires de Cristo.
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LF:
Yo tampoco estaría de acuerdo con la acusación que fue la Iglesia la que inició siempre guerras inicuas. Pero es que no he dicho eso.
De hecho, no estaba pensando precisamente en guerras.
Estos martires no fueron pacifistas(doctrina que justifica cualquier claudicacion con tal de evitar la violencia aun la ajena) vencieron realmente por que el objetivo de sus verdugos no era matarlos fisicamente sino hacer que renunciaran a Cristo y en eso no pudieron con ellos por gracia de Dios.Su victoria no fue solamente para el mas alla si no q ya aqui prefiguraron el Reino de Dios en la tierra.
Y nosotros en medio de un mundo rabiosamente anticristiano quizas no demos martires por que en vez de comportarnos como tales lo hacemos como pacifistas y asi el enemigo aparentemente mas atroz en oriente medio y africa con cara islamica no hace mas que cosechar derrotas en cada confesor y martir.Aca sin embargo el enemigo democratico sin cortar una sola cabeza no hace mas que cosechar victorias.Que ironia que aldabonazo para que despertemos
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