Humberto y Lucy, testimonio incompleto

El Papa se reunió ayer con las familias mexicanas. Según recoge Zenit y reproducimos nosotros, dieron testimonio público varias personas. Entre ellas, esta pareja:

El Santo Padre ha escuchado el testimonio de Humberto y Lucy, él soltero y ella divorciada, se casaron por lo civil hace 16 años. Hace 3 años que el Señor les habló y se acercaron a la Iglesia. Saben que no pueden acceder a la eucaristía, pero que pueden «comulgar a través del hermano necesitado, del hermano enfermo, del hermano privado de su libertad».

Es motivo de alegría que el Señor tocara la vida de Humberto y Lucy para que se acercaran a la Iglesia. Dios llama al pecador para que vuelva sus ojos a Él. Ahora bien, también nos llama para que dejemos atrás nuestros pecados. Y esa pareja vive, según palabras de Cristo, en adulterio. Han pasado ya tres años desde que regresaron a la Iglesia. ¿Cuántos tienen que pasar para que abandonen ese pecado? ¿acaso la gracia que operó en ellos ha dejado de funcionar?

El problema que tienen Humberto y Lucy no es que no puedan comulgar. El problema es que si no dejan de vivir en adulterio, la Palabra de Dios, que para algo está, indica que van camino de la condenación eterna. Y eso es muy serio. No pueden alegar desconocimiento de lo que Dios quiere. No valen excusas cuando tenemos que ponernos delante del Señor. No existe pecado invencible si permitimos al Espíritu Santo obrar en nuestras vidas. Y no se debe dar un testimonio incompleto viviendo en una situación pública y notoria de pecado, a menos que se reconozca que se está pidiendo la ayuda del Señor para superarlo.

La Palabra de Dios es clara:

Tened entendido que nadie que se da a la fornicación, a la impureza, o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Que nadie os engañe con argumentos falaces; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos.
Antes sí erais tinieblas, pero ahora, sois luz por el Señor.Vivid como hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz.
Ef 5,5-9

Esa palabra vale tanto para mí como para Humberto y Lucy. No podemos vivir en tinieblas si Dios nos ha dado su luz. No podemos vivir en adulterio, fornicación, amor desordenado al dinero, etc. NO es NO. No es “bueno, un poco sí”.

Dios es muy paciente para con nosotros. Quiere nuestra santidad completa. Y no solo la quiere. Nos la concede. Y si nos la concede, ¿qué hacemos rechazando dicho don? Fue Cristo quien nos dijo que debemos arrojar de nosotros todo aquello que nos es ocasión de caer (Mat 18,8-9). Fue Cristo quien dijo que si no le amamos más a Él que a nuestra propia familia, no somos dignos de Él (Mat 10,37). Tanto más si hablamos de un amor adúltero. Fue Cristo quien dijo que no basta con creer en Él, sino que debemos hacer lo que nos manda (Luc 6,46). Todo esto no se nos ha dicho para nuestra infelicidad, sino para nuestra salvación eterna. No escuchemos solo el “yo tampoco te condeno", sino también el “vete y no peques más” (Jn 8,11).

Una última reflexión. La Iglesia no está para condenar a nadie, sino para llevar a todo hombre a Cristo. Pero desde luego no está para justificar o validar, de ninguna de las maneras posibles, situaciones de pecado. Si hace tal cosa, traiciona a Cristo no menos de lo que le traicionó Judas. A nuestro Señor nuestros pecados le llevaron a la Cruz. ¿A cuento de qué vamos a venderle, negando la gravedad del adulterio, para ganar el aplauso del mundo o de los fieles mundanos que no quieren vivr en santidad? Por tanto, sin dejar de acompañar al pecador, sin dejar de ofrecerle toda la ayuda posible, la Iglesia debe mostrar con contundencia la necesidad del arrepentimiento real de sus pecados. No ama al pecador quien le oculta la gravedad de sus pecados. Al contrario, quien así obra se hace cómplice del mal e instrumento de condenación. Y ay de aquel que se presente ante Dios con esa condición a cuestas.

Luis Fernando Pérez Bustamante