La guerra llegó a Europa

Francia, y con ella Europa y el resto de Occidente, amanece hoy en estado de conmoción. La nación francesa ha sufrido el mayor ataque desde la II Guerra Mundial. Ciento veintiocho personas -todavía no es oficial la cifra definitiva- han fallecido a manos de ocho yihadistas que sabían que pagarían con su propia vida el acto de guerra que iban a cometer.

Porque, conviene tenerlo claro, esto no es mero terrorismo. Es una guerra que transcurre mayormente en Oriente Medio pero que asoma sus garras en el continente europeo. Y las guerras se ganan o se pierden. Dificilmente suele haber un punto medio.

Antes de seguir, debemos recordar que los cristianos tenemos un arma verdaderamente eficaz: la oración. Por encima de todo, hoy toca rezar por las víctimas mortales, los heridos y sus familias. Toda pérdida de un ser querido supone un dolor enorme, pero cuando se produce en circunstancias así, ese dolor parece amplificarse. 

Occidente ve ahora en las calles de una de sus ciudades más emblemáticas lo que viene siendo el pan nuestro de cada día en las poblaciones de Siria e Irak. Esta guerra no es nueva. Simplemente está llegando a nuestros hogares. El Ejército Islámico -ISIS, DAESH o como quieran llamarlo- advirtió que traerían el terror al Viejo Continente. Y lo han hecho.

Si Obama, Putin, Hollande y Cameron se sentaran en una habitación durante un par de horas con la intención de acabar militarmente con esta guerra, las horas del ejército yihadista estarían contadas. Por supuesto, sería necesario mandar soldados a la zona y no limitarse a bombardear sentados ante una consola de ordenador. Esta guerra no se ganará jugando desde una XBox o una PlayStation.

El problema es que unos y otros tienen diferentes intereses “geoestratéticos". El dinero que financia las actividades de los yihadistas no llueve del cielo cual maná asesino. Occidente asistió complacido a la desaparición de regímenes totalitarios de caractes laico y a cambio hemos recibido lo que hoy ven nuestros ojos. Por ejemplo, si a estas alturas alguien cree que la clave es decidir si Assad sigue como presidente de Siria, es que no hemos aprendido ninguna lección.

No soy tan ingenuo como para creer que la derrota militar del Ejército Islámico en Siria e Irak será suficiente para acabar con esta guerra. Como acabamos de ver en País, es muy fácil provocar una matanza. Basta una decena de indeseables dispuestos a morir mientras gritan que Alá es grande.

Seguramente hoy aparecerán los políticos y jerarcas religiosos de turno a decirnos que el Islam es una religión de paz. Evidentemente la mayoría de los millones de musulmanes que viven en Europa son gente normal y corriente, que no vive esperando el momento para convertirse en terroristas suicidas. Pero eso es tan cierto como que la motivación y justificación de este tipo de actos parte de un sector importante de la religión islámica. Quienes cometieron la masacre de ayer creían firmemente que hoy iban a estar en el cielo y no en el infierno al que probablemente han ido de cabeza.

No tiene sentido decir que esto no es una guerra religiosa. Sin duda, lo es. Una parte del Islam está en guerra contra el resto del mundo. Y también contra el resto de musulmanes que no comparte su visión. Lo que no tengo claro es que los musulmanes no yihadistas estén dispuestos a aceptar que el resto del mundo acabe con ese islam terrorista y asesino. 

Europa debería haber aprendido la lección de que al terror no se le combate con buenas palabras, discursos bienintencionados y diálogo. Los ciudadanos no podemos ser la otra mejilla que ponen nuestros dirigentes empeñados en sus juegos geoestratégicos. Debemos exigirles que vayan a la raíz del problema, que no se limiten e poner cara de disgusto mientras ven vídeos de decapitaciones y mientras centenares de miles de personas huyen de sus tierras buscando un lugar donde vivir en paz. 

Rusia, que recientemente ha sufrido el dolor del atentado contra uno de sus aviones en Egipto, debe formar parte de la solución militar. Ya habrá tiempo más adelante de saber qué se hace con el actual régimen sirio y hacia dónde se va en relación con Irak. Hoy el objetivo común de todos los países debe ser acabar, cuanto antes, con lo que queda de poder militar del yihadismo en esos países.

Y de paso, es necesario que acabemos de aceptar que Occidente no puede exportar, así como así, su régimen de “libertades” allá donde los votos dan la victoria a quienes quieren convertir el planeta entero en una cárcel donde la ley máxima sea la sharia.

Luis Fernando Pérez Bustamante