No tenemos la menor intención de arrepentirnos de decir lo mismo que Cristo
Parece que algunos padres sinodales están empeñados en que los que usamos exactamente las mismas palabras que Cristo para referirnos a los divorciados vueltos a casar, debemos poco menos que pedir perdón, peregrinar de rodillas a algún santuario designado al efecto y sellar nuestras bocas para no volver a cometer semejante acto contrario a la misericordia… del propio Cristo.
Es decir, quienes llamamos adúlteros a los que Cristo llama adúlteros, somos poco misericordiosos. Quienes, junto con el ofrecimiento del perdón del Señor, decimos “vete y no peques más” a los que han caído en el adulterio, somos poco menos que ilusos que pensamos que la gracia de Dios capacita al hombre para vencer el pecado.
Algún padre sinodal ha tenido incluso la osadía de decir que no se puede llamar adúltero a la persona que ha sufrido un divorcio, sin culpa de su parte, y se ha vuelto a casar. O sea, ese “pastor” de la Iglesia cree que Cristo no tenía razón al decir que con culpa o sin culpa, quien se casa con un divorciado comete adulterio (Luc 16,18).
A esos padres sinodales, que desean el regreso de la ley mosaica sobre el divorcio, hay que recordarles lo que dijo Cristo sobre los fariseos:
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la gehenna el doble que vosotros!
(Mt 23,15)
Y:
Les dijo también una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
(Luc 6,39)
Y sobre todo:
Dijo Jesús: «Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos».
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: «¿También nosotros estamos ciegos?». Jesús les contestó: «Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís “vemos”, vuestro pecado permanece».(Jn 9,39-41)
Es decir, si Cristo ha venido a traernos luz sobre el matrimonio según el plan de Dios, ¿quiénes se piensan estos obispos que son para echarnos encima las tinieblas del error y de la aceptación del adulterio? ¿y quiénes son para tener el valor de echarnos en cara falta de misericordia a los que defendemos que más misericordia hay en la verdad que en el error?
Entre Cristo y ustedes, por muy obispos y pastores que sean, los fieles lo tenemos claro: con Cristo. Y más les vale arrepentirse de su maldad antes de presentarse ante el Señor. Él les puso como pastores de parte de su rebaño para conducirlo por las verdes praderas de la verdad y la santidad y no hacia el abismo de la herejía y la condenación. Si tuvieran un poco de sano temor de Dios, no osarían presentarse ante el mundo y la Iglesia como más misericordiosos que el Salvador.
Paz y bien,
Luis Fernando Pérez Bustamante