Lo absurdo de atacar a Mons. Munilla usando al Papa como ariete
Como cada vez que ocurre cuando un obispo predica claro y conforme a la moral de la Iglesia, caso de Mons. José Ignacio Munilla el pasado sábado, a la clase política española le entra un ataque de cesaropapismo y se pone a pontificar sobre lo que puede o no puede decirse en una homilía.
Ahora bien, lo más gracioso del caso no es que un responsable político socialista, casado con un señor, se muestre contrariado porque un obispo hable conforme a la Revelación, en la que su situación personal queda perfectamente definida y no precisamente para bien, sino que tanto él como una concejala del PNV se permitan decir que las palabras del prelado están “bastante alejadas” de las del papa Francico.
Resulta que el obispo de San Sebastián no hizo otra cosa que seguir el guión de las intervenciones del Santo Padre en materia de ideología de género. Ha sido precisamente el papa Francisco quien nos ha recordado lo siguiente en su última encíclica:
También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma»
Laudato Si, 155
El socialista llegó a decir que “quien históricamente ha defendido una posición de defensa del pensamiento único es la Iglesia, que lamentablemente sigue hablando de verdades únicas, inmutables y permanentes”. ¿Quizás piensa que la Iglesia dejará alguna vez de hablar de verdades únicas, inmutables y permanentes? En ese momento dejaría de ser Iglesia de Cristo y se convertiría en una sinagoga de Satanás, término acuñado por el Nuevo Testamento.
Mucha razón tiene don José Ignacio al decir que “un secularizado ‘de derechas’ piensa sustancialmente lo mismo que un secularizado ‘de izquierdas’". El problema, aun así, no está en que políticos no católicos de uno u otro signo piensen igual. El drama está en que haya gente que, diciendo ser católica, tenga un discurso parecido al de esos dos representantes públicos de los ciudadanos. Y ni les cuento si el que habla así es un cardenal o un obispo, caso del de Amberes.
Tanto si les gusta a nuestros políticos como si no, la Iglesia siempre dirá que el matrimonio es la unión indisoluble entre un hombre y una mujer abierta a la vida, que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y que el sexo viene dado por el nacimiento y no por elección de la persona.
Y el que se queje de Mons. Munilla, recuerde que el papa Francisco todavía no ha rectificado lo que dijo siendo cardenal sobre el “matrimonio” homosexual:
“No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una movida del Padre de la Mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”.
¿Qué dirán esos políticos ahora? ¿que el cardenal Bergoglio está bastante alejado del papa Francisco? Capaces son, oiga.
Luis Fernando Pérez Bustamante