Silvano, desde Athos (y IX)
Última entrega de la selección de textos escogidos de Silvano de Athos, monje ortodoxos canonizado por la Iglesia Ortodoxa.
El Señor tiene compasión de todos. Y quiere que amemos de la misma forma a nuestros hermanos. Por eso: ama a los hombres hasta el punto de cargar sobre ti el peso de sus pecados.
Yo entré al monasterio poco después del servicio militar. Pero pronto me asaltaron las dudas y quise volver al mundo y casarme. Sin embargo me dije enérgicamente: es aquí que quiero morir a causa de mis pecados. Durante algún tiempo viví en la desesperación. Me parecía que Dios me había repudiado y que no había más salvación para mí. Me parecía que Dios no tenía piedad. Y estos pensamientos eran tan atormentadores que, aún hoy, no puedo recordar ese tiempo sin sentir espanto. El alma no tiene fuerza para soportarlo.
Adán, padre de la humanidad, había conocido la felicidad del amor de Dios en el Paraíso, y por eso sufrió amargamente cuando el pecado lo expulsó del Edén y le hizo perder el amor y la paz de Dios. Llenó el desierto con sus lamentos y el recuerdo de lo que había perdido atormentó su alma: ¡He ofendido al Señor amado!
Deseó de tal forma el Paraíso y su belleza, que sufrió por haber perdido el amor que atrae continuamente al alma hacia Dios… Toda alma que, después de haber conocido a Dios en el Espíritu Santo, ha perdido la gracia, vuelve a sentir el sufrimiento de Adán. Ella está enferma y triste por haber afligido al Señor amado.
Adán lloró amargamente. La tierra no le dio más ninguna alegría y su grito recorrió el desierto: “Mi alma desea al Señor y lo busca con lágrimas. ¿Cómo no buscar al Señor? Mi alma estaba feliz en El y en paz, y el enemigo no estaba dentro mío. Ahora el espíritu de malicia ha adquirido poder sobre mí, mi alma está en la incertidumbre y bajo sus golpes. También ella languidece por el Señor y lo desea a muerte. Mi espíritu tiende hacia Él, nada sobre la tierra me regocija más, ¡nada puede consolar mi alma!
Yo quiero ver al Señor y en Él ser saciado. No puedo olvidarlo y grito en la plenitud de mi pena: “¡Dios, mi Dios, ten piedad de mí, ten piedad de tu criatura caída!” Así se lamentaba Adán. Las lágrimas caían sobre sus mejillas, bañaban la tierra a sus pies; el desierto escuchó sus gemidos, los pájaros se callaron de dolor. Y así toda paz abandonó la tierra. Cuando vio a Abel muerto por su hermano Caín, no contuvo más su dolor y llorando gritó: “de mí saldrán los pueblos que se multiplicarán, pero ¡vivirán en la enemistad y se matarán!"
Adán llora y dice: “El desierto me es indiferente; no me gustan las altas montañas, ni los prados, ni los bosques, ni el canto de los pájaros. Mi alma está de duelo, ¡he ofendido a Dios!
Si Dios me vuelve a llamar al Paraíso, lloraré en la aflicción porque he contristado a mi Dios amado."
Expulsado del Paraíso, Adán sufrió, lloró con lágrimas de desconsuelo. De la misma manera toda alma que ha conocido a Dios dice: “¿Dónde estás, Señor, dónde estás mi Luz? Me has ocultado tu Rostro. ¿Qué te impide habitar en mi alma?"
Adán había perdido el paraíso terrestre y lo buscó con lágrimas. Por su muerte en la cruz, el Señor le abrió otro Paraíso; el Cielo donde resplandece la luz de la Santa Trinidad.
Yo buscaba frecuentemente al Señor cuando más necesitado estaba y tuve siempre una respuesta. Nosotros no podemos comprender este amor con nuestro espíritu, sino solamente por la misericordia divina y la gracia del Espíritu Santo. Puede ser, se me dirá, que todo esto suceda solo a los santos. Pero yo digo que Dios ama también a los grandes pecadores y les da su gracia para que sus almas abandonen el pecado.
El Señor los acoge con alegría y los presenta al Padre y así habrá alegría a causa de ellos en todo el cielo.
El Señor ama a todos los hombres, pero más todavía a aquel que lo ama.
El 14 de setiembre de 1932 hubo un fuerte temblor de tierra en el Athos. Estábamos en los Maitines de la Exaltación de la Santa Cruz. Yo me encontraba en el coro, cerca del lugar donde se escuchan las confesiones; el superior del monasterio estaba al lado mío. En la nave de las confesiones, las piedras cayeron, el gran edificio del monasterio fue sacudido, candelabros y lámparas se mecían; la plata de los muros caía, en fin la gruesa campana de la torre sonaba violentamente. Quedé totalmente sobrecogido de temor y me calmaba diciendo: Dios quiere que hagamos penitencia. Miramos a los monjes que se encontraban en la iglesia o el coro; hubo algunos que fueron tomados por sorpresa; seis aproximadamente salieron, los otros permanecieron en su puesto. La liturgia se desarrollaba regularmente tan tranquilamente como si nada hubiese ocurrido. Y pensé: ¡Qué poderosa es la gracia del Espíritu Santo en las almas de los monjes, pues son capaces de permanecer en calma durante un temblor de tierra tan violento!
El alma es arrebatada por el amor de Dios; permanece en el silencio y no quiere hablar; mira el mundo como ausente y sin deseo.
Los hombres no saben que ella ve al Señor amado; ha dejado y olvidado el mundo, no encontrando más ninguna dulzura en él.
Así, colmada de amor está el alma que ha gustado de la dulzura del Espíritu Santo.
¡Oh Señor, danos ese amor a todos nosotros!
Dáselo al mundo entero.
Espíritu Santo, desciende en nuestras almas para que glorifiquemos al Creador a viva voz, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo! ¡Amén! ¡Amén! ¡Aleluya!
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14 comentarios
Así que gracias por tu artículo. DTB.
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Una bella y sintética manera de expesar el Misterio de la Gracia y la Libertad Humana.
No vengo preparado pero aquí tengo mi tarjeta de manager editorial...
¡Saludos!
P. D.: Gracias por la publicación de textos, ¿elegirás otros? No sé, tomados de la Filocalia o algo.
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LF:
Ando buscando material de staretzs. Ya veremos.
¡Saludos!
"Expulsado del Paraíso, Adán sufrió, lloró con lágrimas de desconsuelo. De la misma manera toda alma que ha conocido a Dios dice: “¿Dónde estás, Señor, dónde estás mi Luz? Me has ocultado tu Rostro. ¿Qué te impide habitar en mi alma?"
Por eso, como Dios es el mismo ahora que en el Principio, ha de venir forzosamente un Aviso luminoso para la humanidad entera, para justos y pecadores, llamados y elegidos. Y ese día se iluminarán las conciencias como en el momento de la agonía de la muerte. Y eso es una Gracia infinita.
Cuánta belleza Silvano, no desaprovechemos sus joaninas palabras, escritas desde los pies de la Cruz para los hombres y mujeres de hoy.
¡Cómo te atreves Luis Fernando a establecer ésta como la última entrega sobre los textos de Silvano! ¿Quién los volverá a colgar en la red? ¿No ves lo maravilloso que escribe? Mejor que tú, ala ....!!
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LF:
Si tuviera acceso a más textos suyos en castellano, sin duda los añadiría, :D
Creo que son momentos de trabajar mucho por la Iglesia Católica y de dar a conocer su riqueza y grandeza, aunque otros parezcan querer destacar sólo sus miserias.
Es sólo mi parecer.
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LF:
Sí, también he pensado en eso.
Bienvenifos los justos y humildes
Viva Silvano!! Viva san Chárbel!! Padre Pío, Hno. Rafael, Santa Rosa de Lima, etc... y todos los monjes y monjas que oran por el mundo, y lo sostienen!!!!
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LF:
Offtopic
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LF:
Decir la verdad nunca es blasfemo.
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LF:
Pues nada más que lleva existiendo dos mil años. Es que mantienen la sucesión apostólica... detalle "importantillo".
El que está ya condenado es el padre de la toda herejía: Satanás. Y del resto, pecadores y herejes, tenga Dios misericordia de ellos, que a todos quiere salvar Dios.
Ay cuánta soberbia asoma por ahi a algunos ... no vamos bien.
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