Silvano, desde Athos (VIII)

Nueva entrega de textos escogidos de Silvano de Athos, monje canonizado por la Iglesia Ortodoxa.

Mi espíritu está impregnado de Dios. Estoy seguro de que el Señor me guía si me abandono humildemente a su Voluntad. 

Cuanto más grande es el amor, más grande es la pena del alma; 
cuanto más vasto es el amor, más pleno es el conocimiento; 
cuanto más ardiente es el amor, más ferviente es la oración; 
cuanto más perfecto es el amor, más santa es la vida. 

Si todos los hombres observaran los mandamientos de Dios, sería el Paraíso sobre la tierra y tendríamos a nuestra disposición todo lo que nos es necesario. El Espíritu Santo habitaría en los corazones de los hombres porque busca establecer en ellos su morada; pero a causa de la vanidad de nuestro espíritu, no encuentra lugar en nosotros. 

El alma en oración siente este amor, y el Espíritu de Dios da en el alma testimonio de su salvación. 

Estamos en la lucha cada día a toda hora… 

Todo nuestro combate debe tender a adquirir la humildad. El Maligno cayó a causa de su orgullo y trata de tentarnos también a nosotros. Al contrario, hermanos míos, busquemos la humillación para poder contemplar la gloria de Dios desde aquí abajo, pues el Señor se hace conocer al humilde por medio del Espíritu Santo. 

El alma se humilla completamente si ha gustado la dulzura del Amor divino. Es como si ella naciera de nuevo. Con todas sus fuerzas tiende hacia Dios, ama día y noche, y, por un instante, descansa en el Reposo de Dios; después vuelve a disgustarse a causa de los humanos. 

¡Oh misericordia de Dios! Yo soy un horror frente a Dios y frente a los hombres, pero el Señor me ama, me alienta, me cura; y enseña Él mismo a mi alma la humildad y el amor, la paciencia y la obediencia. Él ha derramado toda su bondad sobre mí. 

“Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20); “llámame en el día de la angustia y yo te salvaré, y me bendecirás". 

El alma se renueva enteramente cuando el Señor la toca. Pero esto lo puede comprender sólo quien ha hecho la experiencia, porque no podemos conocer las realidades celestiales sin el Espíritu Santo y Dios nos da este Espíritu aquí abajo. 

Recuerda que en el momento en que los espíritus te asaltan, el Señor te guarda. No tengas miedo, aunque debas ver al mismo Satán que quiere quemarte en su fuego y hacer prisionero tu espíritu. Espera vigorosamente en Dios y di: yo soy más malo que todos. Y el Maligno te dejará. Sintiendo que el espíritu de malicia obra en ti, no debes desalentarte; confiésate sinceramente y pide al Señor el espíritu de humildad; Él te lo dará, y tú, en la medida de tu humildad, sentirás en ti la gracia, y si llegas a ser todo humildad, tu alma obtendrá la paz perfecta. 

Un alma humilde que guarda la fuerza de la gracia del Espíritu Santo tiene también la fuerza de soportar una revelación divina; pero quien posee la gracia en una débil medida es abrumado por la contemplación, no teniendo la fuerza para soportar el peso de la gloria de Dios. Los discípulos cayeron rostro en tierra cuando, Moisés y Elías, sobre el monte Tabor, dialogaban con el Señor transfigurado; pero más tarde, cuando la gracia del Espíritu Santo llegó a ser en ellos más grande, se pusieron de pie cuando el Señor se les apareció y pudieron hablar con Él. 

Todas las almas no tienen las mismas posibilidades; unas son fuertes como el hierro y otras débiles como el humo. Las almas orgullosas son como el humo; el enemigo las lleva de aquí para allá, como el viento que sopla de un lado y de otro, porque no tienen paciencia y se dejan engañar fácilmente por el enemigo. Las almas humildes, al contrario, observan los mandamientos de Dios; edifican sobre el peñasco del mar sobre el cual rompen las olas. Se abandonan a la voluntad de Dios, y el Señor les da la gracia del Espíritu Santo. 

El que ha hecho la experiencia del Amor de Dios dirá: yo no he observado este mandamiento. Si bien oro día y noche, y me esfuerzo por crecer en toda virtud, no he realizado este mandamiento del Amor de Dios. Lo he cumplido perfectamente sólo en raros momentos. Sin embargo, mi alma quiere permanecer continuamente en el amor. Si pensamientos extraños lo asaltan, el espíritu piensa en Dios y en las cosas terrestres. Y el mandamiento de amar a Dios con todo el corazón y con toda el alma no se cumple. Si, al contrario, el espíritu entero está en Dios y no es habitado por ningún otro pensamiento, el mayor mandamiento puede ser realizado, aunque no lo sea todavía absolutamente. 

Una nube oculta el sol y la sombra cubre la tierra. Así el alma pierde la gracia por un solo pensamiento de orgullo y la encontramos envuelta por entero de niebla. La gracia vuelve por un pensamiento de humildad; yo he hecho en mí mismo la experiencia. 

Así como el hombre, que por ser viviente siente todo naturalmente, ya sea frío o calor; así el hombre que ha conocido el Espíritu Santo, por experiencia sabe bien cuándo la gracia visita el alma y cuándo el espíritu maligno la asalta. 

Dios da un sentido al alma para que pueda reconocer su Venida, para amarlo y hacer su Voluntad. Y ahora, ¡atención! No distinguimos los pensamientos que vienen del Maligno por su forma sino por sus efectos en el alma. Esto lo aprendemos sólo por experiencia, de suerte que quien no ha hecho esta experiencia es fácilmente engañado por el Maligno. Si percibes una luz que nace en ti o que te rodea, ten cuidado si no sientes al mismo tiempo un impulso hacia Dios y de amor hacia el prójimo. Sin embargo no temas. Humíllate y la luz desaparecerá. 

Hermanos míos, olvidemos la tierra y todo lo que contiene. La tierra nos aleja de la visión de la Trinidad inefable que los santos contemplan en el Espíritu Santo. Permanezcamos firmes en la oración limpia de toda imaginación y pidamos al Señor el espíritu de humildad. 

El Señor es dulce y humilde de corazón; Él ama a sus criaturas. Donde está Dios está el amor universal, aún hacia los enemigos. Quienes no poseen este amor lo piden al Señor, que ha dicho: “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán…” Y Él les dará ese amor. 

Si el Señor viene al alma, esta no puede no reconocer a Aquel que la ha creado. 

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Post anteriores:

Silvano, desde Athos (I)

Silvano, desde Athos (II)

Silvano, desde Athos (III)

Silvano, desde Athos (IV)

Silvano, desde Athos (V)

Silvano, desde Athos (VI)

Silvano, desde Athos (VII)

8 comentarios

  
Luis Fernando
Borré mi anterior post, publicado este domingo, porque no me gustaba nada cómo había quedado.

Ruego disculpas a quienes escribieron comentarios.

Me temo que tal hecho ocurrirá todavía algunas veces más, hasta que me libre del todo de determinada manera de escribir posts -tanto por las formas como por la temática- que quiero abandonar por completo, porque creo que esa es la voluntad de Dios.

En realidad, anhelo el día en que solo escriba posts como este. El resto de asuntos me importa cada vez menos, por no decir nada.
28/06/15 10:14 PM
  
Hermenegildo
Yo echaré de menos posts como el de esta mañana. Creo que son necesarios.

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LF:
Pues creo que llegaron a su fin, aunque de vez en cuando me saldrá alguno.

Siempre habrá gente por ahí que los escriba más o menos igual.
28/06/15 10:52 PM
  
Ricardo de Argentina
Estos escritos son un bálsamo para el alma.
28/06/15 11:31 PM
  
Mariana
No alcancé a ver de qué trataba el post de la mañana.

Pero alcanzo a comprender que la desolación espiritual se desvanece con la vivencia de la ascética y la mística que se aprende de los grandes santos.

Hay muchos que estamos llamando y clamando a Dios en estos días de angustia y desolación esperando que Dios nos salve y nos bendiga.

Anhelo desde lo más profundo de mi ser poder llegar a vivir lo que nos dice este artículo de este hombre santo, que yo he entendido así:

Mi espíritu está impregnado de Dios. Estoy seguro de que el Señor me guía si me abandono humildemente a su Voluntad y dejo de protestar por como está el mundo y en lugar de esto, me dedico a pregonar a DIos.

Cuanto más grande es el amor, más grande es la pena del alma al ver tanta podredumbre y más grande es la obligación de luchar para que el mundo no se hunda y alcance yo con mis obras, aunque sean pequeñas, a hacer más habitable el mundo que me rodea: Tengo que construir algo valioso y esforzarme más.

Cuanto más vasto es el amor, más pleno es el conocimiento de lo que me falta por estudiar para llegar a comprender y a amar a Dios como es debido; Tengo que estudiar más.

Cuanto más ardiente es el amor, más ferviente es la oración que nos libra de nosotros mismos y nos hacer buscar a Dios en nuestras vidas para así, sentir su presencia y al inhabitar Dios en nosotros, podremos dar testimonio de Él aún en estos tiempos de desolación: Tengo que experimentar su presencia y hacer vida en mi los dones del Espíritu Santo, recordando que soy templo y Sagrario del Espíritu Santo.

Cuanto más perfecto es el amor, más santa es la vida personal, profesional, familiar, matrimonial, cuanto más hombres haya que viven más perfectamente este amor de Dios, habrá más esperanza en el mundo: En estos últimos tiempos, tengo que contagiar esperanza al mundo y recordar que seré juzgada por la palabra ociosa.

Yo también quiero llegar ante Dios con las manos llenas, llenas de grandes obras de santidad, llenas de acciones para propagar sus maravillas ahorita precisamente en que el diablo en todo el mundo está empeñado en desfigurar la gran obra de la creación de Dios.

Me parece que es tiempo de, -sin dejar de ser realistas y dejar de reconocer los signos de los tiempos-, nos dediquemos a ahogar el mal en sobreabundancia de bien.

Es tiempo de reacciones heroicas aun a pesar de la adversidad.

GRACIAS LUIS FERNANDO porque, con esta exquisita y maravillosa lección de ascética y de mística, que en este artículo nos has brindado, me has dado una gran lección para salir del pesimismo que me invadía por como está el mundo.

No sé si estoy equivocada, pero esto es lo que la lectura de este artículo ha producido en mí.

GRACIAS LUIS FERNANDO.

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LF:
El buen olor de los santos aleja la pestilencia del mundo.
29/06/15 12:04 AM
  
O. V.
"El Señor es dulce y humilde de corazón."
Gracias
29/06/15 12:05 AM
  
Franco
Pues me parece una sabia decisión por tu parte Luis Fernando. El sentido y percepción de la vida cambia con la edad y las circunstancias. Ahora el tiempo pasa más deprisa. Y el mundo sufre agitaciones graves. Es hora de amar a Cristo. Y a parte los deberes de estado, todo lo demás a penas importa ya.
29/06/15 2:18 AM
  
Tomás Bertrán
Y Dios está en un rinconcito pequeño en nuestro interior. Nos afanamos buscándolo en el bullicio, y sólo se le encuentra buceando en nuestro interior en completo silencio y quietud. Y el encuentro con Dios, experimentando su amor, nos lleva a la acción; una acción valiente, llena de esperanza y con la alegría de haberse encontrado y conocido a Aquel que nos conforta, nos anima y nos ama con amor inefable.
Solo Dios basta.
Perdona, la Virgen María también entra en este misterio de amor. Es que si no menciono a María, reviento.
29/06/15 4:59 AM
  
Carmen A.
GRACIAS. Hablar de las cosas buenas es más útil para las almas.
30/06/15 5:08 AM

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