¿Nos creemos lo que rezamos en Misa?
En no pocas ocasiones participamos de la Misa, yo el primero, sin poner demasiada atención a lo que dice el sacerdote y a lo que respondemos nosotros. Convertimos la mayor fuente de gracia en un ritual cansino, en el que no ponemos toda el alma. Y sin embargo, es la Santa Misa, la liturgia, el lugar donde todos manifestamos la fe que profesamos, tanto a nivel personal como comunitario.
Vayamos por partes. Tras la antífona de entrada, llega el acto penitencial. Dice el sacerdote:
Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.
Paremos un momento. ¿Somos conscientes de que no celebraremos dignamente la Misa si no reconocemos nuestra condición pecadora? Incluso aunque por gracia estemos libres de pecado mortal, y salvo que acabemos de confesarnos, es seguro que acarreamos pecados veniales que dificultan nuestra plena comunión con Dios. Y si en ese momento concreto no es así, lo será en muchas otras ocasiones.
A los fieles nos toca confesar lo siguiente:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
¿Y bien? ¿eso lo decimos por decir o porque de verdad lo creemos? No decimos “he cometido algún pecadillo sin importancia“, no. Decimos “he pecado MUCHO” de las diferentes formas en que he podido pecar. Sigue:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
No por la culpa de la esposa, los hijos, la familia, los amigos, las circunstancias sociales, personales o lo que sea. No, pecamos por nuestra culpa. Y no cualquier culpa. Es una GRAN culpa. ¿Por qué es una gran culpa? Porque bien sabemos, o deberíamos saber, que:
No os ha sobrevenido ninguna tentación que supere lo humano, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder soportarla con éxito.
1ª Cor 10,13
Por tanto, no hay excusa que valga. No hay culpa ajena. Seguimos diciendo:
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.
Gran cosa, gran gracia es la comunión de los santos. Sí, nos reconocemos pecadores, pero pedimos la intercesión de todos nuestros hermanos en la fe, empezando por nuestra Madre y la corte celestial. Y lo hacemos sabiendo que esa intercesión está fundamentada y tiene su eficace en la única mediación de Jesucristo ante Dios Padre.
Entonces el sacerdote dice:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Y nosotros respondemos:
Amén.
Si hemos pedido perdón de verdad, si hemos pedido la intercesión de los santos, si hemos rogado que Dios nos lleve a la vida eterna, ¿ignorará Dios nuestra petición? Quien envió a su Hijo unigénito para dar su vida por nosotros, ¿nos negará esa vida si de verdad le imploramos el perdón? Pero ha de ser de verdad, no como quien repite la tabla de multiplicar. Y bien sabemos que esa confesión como comunidad no nos exime de la confesión particular ante un sacerdote. Pero lo que como pueblo de Dios confesamos es preludio de nuestra confesión comom miembros de ese pueblo y como hijos en el Hijo.
Llega el Kyrie:
Señor ten piedad.
- Señor ten piedad.
Cristo ten piedad.
- Cristo ten piedad.
Señor ten piedad.
- Señor ten piedad.
Recordemos el pasaje del evangelio en el que Cristo ponía como ejemplo a seguir no el del fariseo que presumía de su justicia sino el publicano que reconocía su pecado y pedía piedad al Señor:
Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador».
Luc 18,13
Ese es el espíritu en el que debemos implorar la piedad divina. Nuevamente en la certeza de que Dios oye nuestro clamor.
Cuando en las Misas de los domingos y fiestas de precepto rezamos el gloria, volvemos a pedir piedad.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;
Si reconocemos que Cristo quita el pecado del mundo, ¿no creeremos que es capaz de quitar el pecado de nuestras vidas? Y si no empieza por quitarlo de nuestras vidas, ¿cómo lo va a quitar del mundo? El pecado no se quita solo mediante el perdón, que en realidad lo que hace es anular el pago que merece dicho pecado, sino librando al hombre redimido de estar esclavizado de todo aquello que le aleja de Dios. Ten piedad, Señor, atiende nuestras súplicas Señor y libéranos por el perdón y la santificación del poder del pecado en nuestras almas.
Llega la lectura de la Palabra. Cuando toca la hora de anunciar el evangelio, el sacerdote -o en su caso el diácono- deben pronunciar en voz baja ante el altar las siguientes palabras:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio.
Bien sabe el sacerdote que es pecador como los fieles que asisten a Misa. Por eso pide que Dios purifique su corazón y sus labios. De esa manera reconoce dos cosas: su condición personal y la capacidad del Señor de hacerle digno de anunciar su palabra. Bien haríamos los fieles en rogar en silencio a Dios que purifique nuestros corazones y nuestro oídos para que el evangelio encuentre un campo bien abonado en nuestras almas para asi producir buen fruto.
Cuando llega la presentación de las ofrendas antes de la consagración, todos sabemos lo que el sacerdote dice públicamente y nuestra respuesta. Pero es que además, también ocurre lo siguiente
El sacerdote, inclinado, dice en secreto:
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.Mientras el sacerdote se lava las manos, dice en secreto:
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
¿Nos damos cuenta que todo gira alrededor de nuestra condición pecadora y la petición de misericordia, perdón y purificacón a Dios? Si el sacerdote pide que el Señor acepte nuestro corazón contrito, habremos de estar contritos de verdad, y no meramente de palabra. He ahí nuestro sacrificio, he ahí nuestra alabanza. Porque alaba a Dios el alma que reconoce la necesidad del perdón y la autoridad divina para apiadarse de ella.
Una vez que hemos hecho todo eso bien, y una vez que proclamamos que Dios es santo, santo, santo, podemos en verdad decir que tenemos nuestro corazón levantado ante el Señor, al cual damos gracias porque es justo y necesario, es nuestro deber y salvación. Y es así como asistimos al milagro de nuestra redención mediante la consagración y la actualización del sacrificio de Cristo en la cruz. Hemos preparado el alma para el perdón, hemos implorado la misercordia y ahora asistimos, por la acción del Espíritu Santo y las palabras del sacerdote que obra en la persona de Cristo, a la ofrenda al Padre de la víctima propiciatoria que nos salva.
Las plegarias eucarísticas, a cual más bella, podrían ser objeto de un post cada una de ellas. Una vez consumado el sacrifico eucarístico, rezamos el padrenuestro, en el que nuevamente pedimos perdón a Dios así como nos mostramos dispuestos a perdonar. Y además, le rogamos que nos nos deje caer en la tentación. Es decir, no se trata solo de que nos limpie de pecado pasados sino de que también nos libere de cometer otros en el futuro. Sí, sabemos que mientras estemos en esta vida seguiremos pecando, pero por eso mismo debemos implorar la gracia del Señor para que cada vez pequemos menos.
De hecho, ¿qué, sino eso, es lo que pide a continuación el sacerdote?
Líbranos de todos los males, Señor y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Ayudados por la misericordia de Dios viviremos libres de pecado. ¿Se entiende por qué se equivocan aquellos que pretenden que la misericordia de Dios no tiene como uno de sus mejores frutos la conversión del que la recibe? ¿o acaso lo que dicen los sacerdotes en Misa es un simple desideratum que no se corresponde con la realidad?
Tras adorar todos al Señor atribuyéndole el poder y la gloria, llega el rito de la paz. ¿Y qué vuelve a decir el sacerdote?
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: ‘La paz os dejo, mi paz os doy’, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia. Otra vez imploramos la misericordia divina y apelamos a la fe que Dios nos ha regalado. Y de nuevo volvemos a dirigirnos a aquel que quita el pecado del mundo:
- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
No nos engañemos. No habrá paz si previamente no hemos dejado por gracia que el Señor nos libre de los pecados. Ni la habrá en el mundo ni la habrá en nuestras vidas. Es condición indispensable nuestra purificación y santificación para alcazar la verdadera paz con Dios y nuestros hermanos.
A continuaciòn el sacerdote reza en secreto la oración para la comunión:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
O bien:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permita que me separe de ti.
Si todos los fieles en general estamos llamados a la santidad, ¿qué no decir de los sacerdotes en particular? Observemos, por otra parte, que en esa oración del sacerdote ya se advierte la posibilidad de que la comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo sea motivo de condenación en vez de salvación. Ya lo dijo san Pablo:
Así pues, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese, por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz; porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación.
1ª Cor 11,27-29
No nos acerquemos, pues, a comulgar, estando en pecado mortal. No nos salvaremos. Nos condenaremos aún más.
Llega el el momento de la comunión. El sacerdote dice:
- Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
- Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
No, no somos dignos de recibir a Cristo en nuestra alma, pero Él nos hace dignos. Él nos sana. Él nos hace libres. Él llama a la puerta porque quiere entrar y cenar con nosotros. Él nos ama. Él quiere quedarse con nosotros. Él quiere darnos a sí mismo, el verdadero maná que alimenta nuestro ser.
Lo que ocurre después de comulgar, estimado hermano, es ya cosa entre tú y el Señor.
Paz y bien,
Luis Fernando Pérez Bustamante
34 comentarios
De todos tus post el que mas me ha emocionado. Esta lleno de unción..
Que mas decir... Señor Dios, este es Luis Fernando, bendícele y a nosotros también. Gracias, te alabamos de corazón.
Eso de la contrición, el arrepentimiento, la conversión serán recomendables, pueden darse, pero no son necesarias en absoluto. Dios perdona todo a todos sin exigencias.
Algunos católicos están peor que los solfideistas, los cuales al menos sostiene que la sola fe los salvara y Dios les perdonará todo pecado (pasado, presente y futuro), aunque muchos parecen entender la fe en sentido voluntarista o intelectual, no como un don de Dios; pero aun más cercanos a la fe católica que algunos "católicos", incluso sacerdotes y obispos, que no están del todo convencidos de que Jesus es Dios, o que resucito. Simplemente piensan que si acaso Dios existiera perdonaría y salvaría a todos sin excepción y sin condiciones.
Eso daria para muchos post,
- "Y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad" (que no son los mismos a los que ama el Señor, es decir, todos).
- El "Pro Multis". ¿Por todos los hombres para el perdón de los pecados, o por muchos, que tampoco son todos? Recordemos que la CEE lleva décadas obligada por la Santa Sede a cambiar el Misal, y que si quieres arroz.
- El Pregón Pascual. "Feliz culpa, que mereció tal Redentor". La expresión tiene su miga (como la tienen las justificaciones que se le suelen dar), y viene muy a cuento de la cuestión general de este post.
Son sugerencias de post, señor LF. Si creemos por gracia y pecamos por voluntad, tampoco es menos cierto que nos confunden... "por lo que sea".
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LF:
Pues no lo sé. No soy especialista en liturgia.
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LF:
No creo que seamos esencialmente distintos a como eran otros hace siglos.
En relación con las reformas y las polémicas relativas, el Prefecto del Culto Divino dijo: «Benedicto XVI fue claro sobre el hecho de que la Iglesia no se construye a golpe de rupturas, sino en la continuidad. “Sacrosantum Concilium”, el texto conciliar sobre la santa liturgia, no suprime el pasado. Por ejemplo, nunca pidió la supresión del latín o la supresión de la Misa de San Pío V».
Card. Sarah.
ofsdemexico.wordpress.com/2015/04/14/sarah-llama-a-sacerdotes-y-obispos-a-no-temer-decir-la-verdad/
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LF:
No hay palabras para agradecer al Santo Padre que haya puesto al cardenal Sarah de prefecto de ese dicasterio.
Y los cristianos, no somos inmunes a eso.
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LF:
El problema es que desde hace cierto tiempo parece que los cristianos no somos inmunes a nada. Pero sí, tienes razón. El mero concepto de familia se está yendo al traste. Ahora todos van a su bola. Los padres por un lado, los hijos por otro, cada cual buscándose el ocio por su cuenta.
¿Querrán los progresistas que se haga su voluntad y cambiar la liturgia y hasta el Padre Nuestro que fue revelado divinamente?
Y si nos ponemos a comparar épocas, comparemos a los cristianos de hoy con los de ayer, y a los paganos ídem.
Creo que los cristianos de hoy son en esencia iguales a los de ayer, y los paganos repiten lo de sus antepasados.
Por supuesto que todo esto pierde su significado si somos tan lelos de calificar a alguien de "cristiano" por el mero hecho de haberse bautizado, o por llamarse así el susodicho. Así se llenan las estadísticas, no obstante sabemos que eso es una gran mentira.
Y si no veamos la noticia de hoy, donde un cardenal contempla la posibilidad de que un par suyo sea hereje y pueda seguir tranquilamente vistiendo la púrpura.
La liturgia católica es teológicamente impecable. Bien construída y con símbolos y palabras de gran riqueza y contenido. Nada que reprochar ni objetar, solo que.................no es la liturgia del pueblo, en lineas generales y simplificando mucho, el pueblo goza y vive más con las procesiones, las romerías y cosas parecidas, que no es que estén mal, pero la "liturgia oficial" es otra cosa.
En cuanto a la Misa.........pues más o menos lo mismo, hay una inflación de palabras de textos, que poca gente sigue del todo. Hay quien va por tradición, otros están como un saco de patatas, muchos salen igual que entran.............esa es nuestra realidad.
Ah, y sobre todo gente muy muy mayor.........
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LF:
Pues lo mismo es que el pueblo ha dejado de ser cristiano.
Dios nos bendiga a todos.
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LF:
Amén.
Una fabulilla relata que un padre mandaba a su hijo a coger agua del río con una cesta. Obediente iba una y otra vez pero volvía con la cesta vacía, así que le dijo al padre que de nada servia, el padre le contesto es verdad que no has traído agua pero la cesta esta mucho mas limpia.
Pues así sucede que aunque parece que una liturgia, una Escritura, una devoción son como una rutina el alma cada vez va mas limpia.
Mirando atrás mi vida me veo traviesa, distraída, rebelde, pero como a una cesta me han llevado una y otra vez por Agua Viva, me he aburrido en rosarios, sermones y costumbrismos, pero la Gracia me fue limpiando. Ahora me hace un gran bien la Eucaristía, rezar el rosario, la bendición del Santísimo, leer la Palabra. En mi parroquia al sacerdote cuida mucho la liturgia y nos atiende bien. Así que pido y espero que el Señor me sumerja y me lleve al Padre limpia.
¿Y las palabras de la consagración?
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL PORQUE ÉSTE ES MI CUERPO QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL PORQUE ÉSTE ES EL CALIZ DE MI SANGRE QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
¿Para qué se entregó/entrega Jesucristo? Para el perdón de los pecados.
Ni más ni menos.
Es impresionante.
Sin embargo, para mí la Misa siempre ha tenido ese sentido. No recuerdo haber rezado un "yo confieso..." sin haber sentido todo el peso de mis pecados, incluso y quizás más, después de haberme confesado. Y no, no soy escrupuloso, sé bien cuáles son mis culpas, cuáles son graves y cuáles leves.
Espero no estar equivocado, pero creo que la mayoría de católicos de pie son como yo. Nada más no hacen mayor escándalo y prefieren pasar desapercibidos.
No me salgo del tema, ni estoy obsesionado por la cuestión de la "libertad y la gracia" que días atrás se estuvo debatiendo. Pero sí que en los tiempos actuales considero que es una cuestión muy importante y decisiva. Efectivamente, debido a la libertad radical que Dios nos ha conferido, nosotros somos (no las circunstancias) estrictamente los "culpables de nuestros pecados", y cuando reconocemos que es así, cuando sin tapujos asumimos nuestra responsabilidad, es cuando Dios derrama sobre nosotros la luz y la fuerza de su gracia. Todo es misterio, dice algunos, y en el fondo es verdad, pero en el plano de lo creado, en el plano de lo experimental, la libertad personal es perfectamente comprensible. Por tanto, hay que ir con pies de plomo para decir que el tema de la gracia y la libertad es un misterio en el contexto de la realidad temporal (como tanto se debatió durante la Contrarreforma, y también como afirman algunos pensadores actuales), porque, a mi modo de ver, debilita la exigencia para asumir las propias culpa.
Para mí la oración más importante es el Padrenuestro, porque nos vino directamente de Nuestro Señor.
Dios: El Bien Absoluto.
Satanás: El Mal Absoluto.
A Dios, al Padre: Hágase Tu voluntad.
La eucaristia no es el lugar para la remision de los pecados sino para la confesion de la grandeza de Dios y la accion de gracias por su accion en la historia salvifica, desde la cracion hasta la nueva creacion.
Para reconocernos pecadores esta el sacramento de la reconciliacion, donde el penitente reconoce su miseria y se pone en manos de Dios, la eucaristia tiene como doble fin la comunion con Dios y con los hermanos.
Por otra parte, la hermeneutica de la continuidad de la que hablaba Benedicto XVI no es volveer a los latines, misales antiguos, misas de espaldas y sillas gestatorias, creo que es algo que olvidais: Sigue vigente el misal del beato Pablo VI y el Papa rehusó todos los signos de regreso a viejas formas superadas (como evitar la silla gestatoria, celebrar de espaldas al pueblo, no uso la tiara...).
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LF :
Repase usted un poco la doctrina católica sobre el sacrificio de la Misa.
Literalmente, «idos, [la plegaria ya] ha sido enviada»
Ceremonia mayor de la religión católica, la misa aparece nombrada por primera vez en nuestra lengua en el Cantar de Mio Cid: «Passada es la noche, venida es la mañana, oída es la missa e luego cavalgavan», con origen en el latín missa, término usado por lo menos desde el tiempo de Constantino (siglo IV d. de C.). El vocablo latino fue tomado de la fórmula final del oficio religioso: Ite, missa est, habitualmente traducido libremente como 'podéis iros, la misa ha terminado'. En realidad, en esta fórmula litúrgica, missa es el participio pasivo del verbo mittere 'enviar', referido en este caso a la oración que se envía a Dios en la ceremonia; de modo que la traducción literal sería 'Idos, [nuestra plegaria] ya ha sido enviada'"
Si, pero será enviada si solo no es recitada con la lengua, sino con verdadero espíritu de saber lo que se dice,
Muchas gracias Luis F.
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LF :
Sí comulgamos en pecado mortal, cometemos otro pecado mortal.
En el rito antiguo el sacerdote no estaba de espaldas al pueblo, sino que como el pueblo, y en consonancia y misma postura que el pueblo, miraba a lo importante, que es Jesús sacramentado sobre el altar. Entender esto correctamente es importante si se quiere hablar con propiedad.
Un saludo en la Fe
Agradezco a su autor por enseñarme. Lo tendré presente en mis oraciones.
Una vez una persona que asistía a misa con frecuencia, me pregunto, porque decimos indigno, porque los somos, y como!!!! ,y cuanto más mejor!!!!
Es demasiado grande lo que recibimos, a los que se inicián o tengan miedo, recuerdo cuando mi mujer me invito a la primera misa,después de 32 años, no entendia nada, poco a poco, se va entendiendo, y Santa Teresa para mi fue clave, y la fidelidad a la iglesia, dejarse corregir,tener confesores letrados.Para ser fiel a la Iglesia.
Y siempre vivir del Sagrario, está CRISTO!!!!!!!
Santa Teresa siempre habla de la preparación suficiente, vamos a revivir la Epopeya del Rey de Reyes, desde su entrada a Jerusalén ,hasta la Soledad, el Abandono en la Cruz, y la acción de gracias, en el libro de Garrigou Lagrange, hay un capítulo sobre misas sin Acción de gracias, es el mejor momento de tratar de negocios con Dios Nuestro señor:Santa Teresa, y es asi, nomás !!!!!!!
El murmurometro se debe quedar quieto, como lo comentas, no tenemos que ver los pecados, de los demás, no mirar si tal persona está de rodillas Y/o sentada, siempre el culpable es uno!!!!Si uno quiere acercarse al Señor, debe ser así, y de eso se trata.Yo tampoco tengo grandes conocimientos liturgicos, se trata de vivir la inefabilidad de Dios en la Tierra,La comunidad nace de nuestra unión vital con el señor.Sino todo es blabla!!!!A veces hay que tener miedo del conocimiento, sino se transforma en caridad.Aparte todo es un Don de Dios,todo!!!!la Formación, los bienes materiales etct, a el TODA LA GLORIA!!!!!!!!Ahora puedo escribir, pero antes, no. Pero todo lo que pueda sonar a soberbia y amor propio, como siempre a la papelera.
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¿Hubiese costado mucho agregar esta breve frase en la liturgia de comunión?
¡Cuánto bien se hubiese hecho!
No se hubiese llegado a la situación actual, donde se considera a la comunión como obligatoria para todos los asistentes a la misa.
No obstante, entiendo que estamos a tiempo.
Creo que una disposición de ese tenor contribuiría a morigerar la ola de sacrilegios, quizás sólo materiales cuando media la ignorancia, que se cometen en las misas.
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