Los obispos argentinos y la deuda de su país
La comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina está preocupada por la sentencia de un tribunal de EE.UU que obliga a su país a pagar lo que debe a un grupo de fondos financieros, al que se les tilda de “fondos buitres". El buitre, como bien saben ustedes, es un animal carroñero, que se alimenta de carne de animales muertos. Con lo cual, se supone que esos fondos han querido alimentarse de la carroña en que la clase política argentina dejó la economía de su país.
Apelan los obispos a las recientes palabras del Papa, que pidió que la economía mundial se guiara por una política de inversiones económicas productivas y no especulativas. Esas palabras del Santo Padre me parecen muy adecuadas, pero no sirven para solucionar los problemas a corto plazo.
Porque, señores míos, conviene responder a estas preguntas: ¿Qué habría hecho Argentina si esos fondos, o más bien los fondos a los que los buitres compraron la deuda, no hubieran prestado dinero? ¿Tenían alguna obligación de prestarlo? ¿aceptó Argentina las condiciones para recibir ese dinero?
Cuando uno no tiene dinero y lo pide prestado, el que lo presta suele ser quien indica cuánto y a qué interés lo presta, así como el plazo para devolverlo. Y si uno no está de acuerdo con esas condiciones, no firma nada. Pero si lo firma, se obliga a cumplir lo firmado. Porque de lo contrario, luego viene el tío Paco con la sartén y te pega un sartenazo en la cabeza.
¿Se aprovecharon esos fondos de la situación desesperada de Argentina para reclamar unos intereses desorbitados? Seguramente sí. ¿Es injusto que lo hicieran? Seguramente también. Pero, insisto, nada les obligaba a prestar el dinero de sus clientes (1).
El problema, señores míos, no es principalmente la existencia de gente que quiera hacer negocio de la necesidad de un país. El problema principal es la gestión económica de los dirigentes de dicho país, que conduce al mismo a la ruina. Eso vale para Argentina, para España y para cualquier otra nación del mundo.
Los obispos argentinos dicen confiar en “la buena disposición y la competencia profesional de nuestros dirigentes, fuerzas políticas...". Oigan, es que resulta que esos dirigentes han llevado a su país a esta situación desastrosa. Alguna responsabilidad tendrán, ¿no les parece?
Dicen los obispos que les preocupa las consecuencias que el fallo del tribunal de EE.UU podría tener sobre los sectores de la población más vulnerables. Es decir, temen que si Argentina paga lo que debe, no habrá dinero para atender las necesidades sociales de la población. Pero más les debería preocupar lo que ocurrirá si su país aparece ante el mundo como un moroso que no hace frente a sus compromisos y no devuelve lo que debe. Porque si ocurre tal cosa, ¿quién cree que les va a volver a prestar dinero cuando lo necesiten? De hecho, si los mercados financieros piden tantos intereses a Argentina, es porque no se fían de que acaben pagando.
La solución pasa por llevar a cabo una política económica sensata, consistente en combatir la corrupción, ajustar el gasto para no tener que pedir prestado dinero fuera y promoviendo la llegada de dinero exterior que se centre, de verdad, en inversiones productivas que produzcan empleos dignos.
Un gobierno que malgasta el dinero que cobra vía impuestos en ofrecer fútbol gratis por las televisionese el más indicado para darse golpes en el pecho protestando contra los “malvados fondos buitres que nos esquilman". La clase dirigente del corralito no puede dar lecciones a nadie. Y no veo a los obispos argentinos señalando el fondo del problema.
Leo hoy en La Nación que está a punto de producirse otro fallo judicial en un sentido parecido. Pues apañados están los argentinos con la situación. La cosa apunta a una posible suspensión de pagos o de quiebra, que irremediablemente empeorará mucho las cosas. No tengo ni idea de si hay políticos en la nación sudamericana capaces de revertir las cosas. Pero de existir, está en manos de los ciudadanos el darles el poder mediante las urnas. Y recuerden que si en vez de pedir dinero a esos fondos, se lo piden al Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, serán esos organismos los que marquen cuál ha de ser la política económica y fiscal del país. Y por lo general, los responsables del BM y el FMI no son como el buen samaritano del evangelio, sino más bien como “el rey que quiso hacer cuentas” de Mateo 18-24-35 sino como el siervo malvado del mismo pasaje evangélico.
Los obispos africanos dijeron recientemente que tragedias como las de Lampedusa no eran solo responsabilidad de Europa, sino de los gobiernos de sus naciones, que se muestran incapaces de asegurar a la población unas condicione que no les lleven a tener que emigrar. Es decir, hicieron autocrítica. No veo tal cosa en los prelados argentinos. Es más fácil echar la culpa al de fuera y no señalar con el dedo a los responsables de dentro. Pero del patriotismo barato y populista no se alimenta la gente. No puedes estar acusando a los que se aprovechan de tu mala situación para forrarse de dinero -ciertamente son mezquinos quienes así obran- cuando miras a otro lado respecto a los que te han llevado a esa mala situación. Y, vuelvo a decir, esto no es solo un problema de Argentina. Ocurre en muchas otras partes.
Luis Fernando Pérez Bustamante
(*) Miren ustedes lo que se puede hacer con el dinero que se dedica a dar fútbol gratis a los argentinos
(1) Yo me leería, por si acaso, la parábola de Mateo 25,14-29