El factor "converso" explica mucho de lo que ocurre en Brasil
El catolicismo en Brasil está en caída libre. Tanto como que el protestantismo evangélico, sobre todo el de carácter pentecostal, no para de subir. Los brasileños que se consideran católicos han pasado del 65 al 57% en 6 años. Y el total de los evangélicos alcanza ya el 28%. Es decir, en el país el número de católicos ya no dobla, aunque sea por muy poco, al de protestantes. Visto que hace menos de 20 años tres de cada cuatro ciudadanos cariocas eran católicos, podemos hacernos una idea de cuál es la situación del catolicismo en ese país. Y desde luego no es el único de Iberoamérica en el que pasa algo parecido.
Pero además de ser cada vez más, los evangélicos brasileños aventajan a los católicos en el nivel de práctica religiosa. A falta de datos estadísticos, sospecho que muy probablemente ya son más los que acuden cada domingo al culto protestante que a la Misa católica. De ser así, y se le unimos el hecho de que buena parte de los fieles de la Iglesia no acepta muchas de las enseñanzas del magisterio, se podría decir ya que Brasil ha dejado de ser, de facto, un país mayoritariamente católico.
Otro aspecto a tener en cuenta es que los evangélicos brasileños tiene un nivel de movilización política muy superior. Curiosamente son ellos, y no los católicos, quienes más defienden los principios no negociables marcados por Benedicto XVI. Sobre todo el de defensa de la dignidad de la vida humana y el matrimonio natural. Salvando las distancias, representan en su país algo parecido a lo que son en EE.UU los republicanos “made in Bible belt".
No es casual tampoco que la Renovación Carismática Católica, que siquiera aparentemente es lo que más se acerca al pentecostalismo evangélico, tenga en esa nación su mayor número de fieles y de fuerza “espiritual” y mediática. Brasil cuenta con varios sacerdotes católicos que tienen poco que envidiar a determinadas estrellas del pop o del rock. No entro ahora a juzgar si eso es bueno o malo. Simplemente es.
¿Por qué los evangélicos brasileños son más practicantes? ¿por qué siguen creciendo tanto? Yo creo que es en buena medida a lo que llamaríamos “el factor converso”. Es decir, se trata de personas que han experimentado una auténtica conversión religiosa. Gran parte de los conversos del catolicismo al protestantismo eran católicos poco o nada practicantes. No diré que no haya un porcentaje que sí era de misa dominical, procesiones, etc. Pero muchos no pasaban de lo que se conoce como catolicismo social
El converso tiende a ser contagioso. Sobre todo si se produce un cambio en su vida. Si antes bebía y luego no lo hace, se nota. Si antes era promiscuo y luego no, se nota. Etc. Y eso hace que sea a su vez semilla de otras conversiones. Si a una predicación sencillita modelo “… el Señor Jesucristo ha muerto por tus pecados. Si crees en Él y le aceptas como Señor y Salvador, serás salvo” le unes el testimonio de cientos de conversos, un culto visual y emocionalmente atrayente y una organización encaminada a dar atención personalizada a los nuevos fieles, tienes ya montada una comunidad eclesial capaz de crecer rápidamente.
En el libro del Apocalipsis el Señor le dice a la Iglesia en Éfeso “…pero tengo contra ti que dejaste tu primera caridad” (Ap 2,4). Como en el amor conyugal, la rutina -o la dejadez- es un formidable enemigo de la vida espiritual. No podemos estar la vida entera en un estado de exaltación mística, no es plan de que nos pasemos el día gritando aleluya y batiendo palmas, pero si no se ve en nosotros algo de “caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza” (Gal 5,22) es que estamos muertos. Y los muertos no transmiten vida, no animan a nadie a seguir sus pasos.
La única manera de frenar la sangría del catolicismo allá donde se produce es la conversión de los católicos. A más santidad de los fieles, más fortaleza de la Iglesia. Y para ser santos, nos hacen falta buenos predicadores, que enciendan las almas para que anhelen acercarse más a Dios. Nos hacen falta grandes confesores, que no se limiten a administrar el perdón sacramental sino que sean instrumentos de dirección pastoral. La batalla para retener las almas en el rebaño que Cristo encomendó a Pedro no se gana en las grandes reuniones, en los cultos espectaculares y en los shows mediáticos, sino en el confesionario. Les aseguro que un buen confesor no perderá jamás una buena oveja por más que la acechen cien pastores protestantes que prediquen cual pico de oro.
La Iglesia en Iberoamérica necesita hoy un San Francisco de Sales o un San Juan de Ávila. El primero fue capaz de regresar a la fe una región entera que había caído en manos de la herejía calvinista. El segundo fue el apóstol de Andalucía. O Dios levanta de su pueblo a semejantes apóstoles, o millones seguirán abandonando la barca de Pedro para seguir a falsos maestros que les ofrecen un pastel dulce al paladar, con aspecto de verdad -no hay nada cierto que prediquen los evangélicos que no esté en la fe católica- pero con el veneno de la herejía inoculado.
Luis Fernando Pérez Bustamante