La piadosa sumisión y respeto de los consagrados a los obispos
Sin el menor género de dudas, al menos para mí, el documento “Iglesia particular y vida consagrada” hecho público ayer por la Conferencia Episcopal Española está llamado a convertirse en un texto de referencia sobre como deben ser las relaciones entre los religiosos y la jerarquía de la Iglesia. Creo que tiene un peso similar al que tuvo en su día el documento sobre teología y secularización.
Teológicamente hablando, el documento es de una gran riqueza. Es tal la profusión de citas magisteriales que ofrece, que es un auténtico manual sobre cómo entiende la Iglesia la vida consagrada. De hecho, esa manera de redactar el documento hace que el mismo sea difícilmente “atacable". ¿Cómo se puede arremeter, desde la comunión eclesial, contra lo que es simple y llanamente doctrina católica? Y, sin embargo, ya empiezan a leerse críticas que aseguran que el texto es muy duro, que los obispos quieren coaccionar a los religiosos, etc. Hay párrafos que provocan erisipela en el progre-eclesialismo. Por ejemplo, este:
Se tendrá presente que los consagrados están sujetos a la potestad de los obispos, a quienes han de seguir con piadosa sumisión y respeto, en aquello que se refiere a la cura de almas, al ejercicio público del culto divino y a otras obras de apostolado.
Lo de “piadosa sumisión” no les gusta nada a los que viven instalados en la disidencia. De hecho, el término sumisión es visto por ellos poco menos como sometimiento a una tiranía. Y sin embargo, fue el mismísimo Cristo quien nos dio el mayor ejemplo de sumisión a la voluntad del Padre. Él es el modelo a seguir.
El diálogo, necesario para que haya una buena relación entre religiosos y obispos, no elimina la autoridad de los pastores. La caridad no puede ser usada como excusa para permitir que las órdenes y congregaciones religiosas vayan a su aire sin tener en cuenta la voluntad de los responsables de pastorear el rebaño de Cristo. La autonomía necesaria de los consagrados no ha de ser la puerta abierta hacia la anarquía.
Con esto no estoy diciendo que todos los religiosos, ni siquiera la mayoría, sean unos ácratas antisistema o unos perroflautas eclesiales. De todo hay en la viña del Señor y eso vale también para la vida consagrada. Desgraciadamente suelen ser más noticia los que viven instalados en la disidencia que los que permanecen fieles al Señor y su Iglesia. Llama más la atención el que causa escándalo que el que cumple la voluntad de Dios. Los primeros interesados en poner fin a los escándalos que provocan determinados religiosos deberían ser aquellos de sus hermanos que no traicionan el carisma que recibieron. Es un acto de caridad corregir e incluso disciplinar al que se desvía de los caminos del Señor y se hace acompañar por otros en esa senda equivocada.
Dicen los obispos españoles (negritas mías):
Consecuencia y signo al mismo tiempo de esa comunión es el principio sentire cum Ecclesia, cuya concreta aplicación significa la unidad con los pastores. «En vano se pretendería cultivar una espiritualidad de comunión sin una relación efectiva y afectiva con los pastores, en primer lugar con el papa, centro de la unidad de la Iglesia, y con su Magisterio. […] Amar a Cristo es amar a la Iglesia en sus personas y en sus instituciones. Hoy más que nunca, frente a repetidos empujes centrífugos que ponen en duda principios fundamentales de la fe y de la moral católica, las personas consagradas y sus instituciones están llamadas a dar pruebas de unidad sin fisuras en torno al Magisterio de la Iglesia, haciéndose portavoces convencidos y alegres delante de todos».
Pues bien, teniendo la vida consagrada un puesto importante en la Iglesia como comunión, a quienes la profesan se les pide que sean verdaderamente expertos en comunión eclesial, uno de cuyos distintivos es “la adhesión de mente y de corazón al magisterio de los obispos, que ha de ser vivida con lealtad y testimoniada con nitidez ante el Pueblo de Dios por parte de todas las personas consagradas, especialmente por aquellas comprometidas en la investigación teológica, en la enseñanza, en publicaciones, en la catequesis y en el uso de los medios de comunicación social".
Vamos a ser claros. Sobran los consagrados que no se ahdieren de mente y corazón al magisterio de los obispos. Son instrumentos de división, de difusión de la heterodoxia, de expansión de la secularización interna, de generalización de la apostasía. Por supuesto, se puede decir lo mismo del resto del clero o de los seglares con responsabilidades eclesiales que creen que el magisterio es una especie de cárcel de la conciencia. Todos los fieles estamos llamados a hacer lo que se les pide a los consagrados en relación a la autoridad magisterial de la Iglesia.
Por otra parte, no podemos ignorar un hecho. Siendo que Dios ha querido suscitar diversidad de carismas que han servido para fundar congregaciones y órdenes religiosas de lo más variadas, ¿somos conscientes de la pérdida que representa para la Iglesia la falta de fidelidad a esos carismas? La Iglesia necesita a los consagrados. Son parte fundamental de la misma. Su servicio es en muchos casos irremplazable. No puede haber verdadera reforma que no pase por ayudarles a que sean fieles a aquello para lo que han sido llamados. Y ellos mismos, desde esa fidelidad, son una magnífica ayuda para la reforma del resto de la Iglesia. Por eso mismo, el documento de los obispos españoles es absolutamente necesario y puede marcar un antes y un después si es recibido en el espíritu de comunión que Cristo quiere para toda su Iglesia.
Tras la teoría llega la práctica, la toma de medidas. Es la sección “Cauces operativos” del documento episcopal. Destaco algunos puntos:
1. Desde los primeros grados de formación inicial eclesiástica y para la vida consagrada, dar la debida importancia al estudio sistemático de la eclesiología, insistiendo en la teología de la Iglesia particular, del ministerio episcopal y de la vida consagrada
Es de cajón. Quien está correctamente formado tiene mucho más fácil obrar bien. La formación errónea lleva, sí o sí, al error. El problema está cuando los que en su día fueron formados mal se convierten en formadores de otros. Se produce un círculo vicioso difícil de romper. Aquellos consagrados que profesan una eclesiología errónea difícilmente pueden transmitir la verdad sobre la Iglesia a los novicios.
5. Teniendo en cuenta las orientaciones del obispo diocesano conforme a las facultades que le confiere el derecho de la Iglesia, se ha de promover la vida de oración y la consiguiente formación litúrgica y doctrinal de las comunidades contemplativas y de las personas consagradas en general, de modo que sean para los fieles escuela de oración y de experiencia de Dios
Dado que una buena parte de los consagrados están en contacto directo con el resto de fieles, es absolutamente imprescindible que estén en sintonía con los pastores a la hora de ayudar a los bautizados en su vida espiritual. No puede ser que el obispo vaya por un lado y los religiosos por otro. No caben líneas y acciones pastorales contradictorias e incompatibles entre sí.
7. El obispo diocesano es el primer responsable de la acción pastoral en la diócesis, con el que han de colaborar los consagrados para enriquecerla según su carisma. Para su integración y participación en la acción pastoral de la diócesis, los consagrados observarán las facultades y competencias que el derecho de la Iglesia establece para el obispo diocesano en los distintos ámbitos de la acción pastoral: liturgia, homilías, catequesis, escuela católica y sus capellanes, obras asistenciales, etc
Como ven ustedes, los obispos insisten en explicar cuál es el papel que les corresponde como pastores. Piden a los consagrados que respeten su autoridad para así poder integrarse en la acción pastoral. En realidad, yo iría más allá y hablaría de integración en la vida de la Iglesia, pues no se puede ser buen católico yendo por libre en las tareas apostólicas.
9. Se tendrá presente que los consagrados están sujetos a la potestad de los obispos, a quienes han de seguir con piadosa sumisión y respeto, en aquello que se refiere a la cura de almas, al ejercicio público del culto divino y a otras obras de apostolado. Asimismo, en el ejercicio del apostolado externo, dependen también de sus propios superiores y deben permanecer fieles a la disciplina de su Instituto; los obispos no dejarán de urgir esta obligación cuando proceda, estableciéndose para ello las convenientes vías de diálogo entre los obispos y los superiores mayores, especialmente si se produjeran situaciones en que algunos consagrados expresaran públicamente un disenso eclesial.
Este punto es esencial. No solo por lo que se les pide a los religiosos sino por lo que se reclama a los propios obispos. Es de ellos de quienes se dice que “no dejarán de urgir esta obligación“. Un obispo que calla y mira para otro lado cuando algunos consagrados presentes en su diócesis se convierten en motivo de escándalo público y disenso eclesial, es un mal obispo. Y de hecho, dada su responsabilidad superior en la tarea de servir al bien común de todos los fieles, es más grave la falta de reacción de un pastor ante el error que la propia acción del que difunde dicho error. No hace falta que demos ejemplos concretos. Todos los conocemos.
19. Promuévanse con cierta periodicidad asambleas o encuentros de obispos y superiores mayores en la provincia y región eclesiástica. Estas reuniones pueden servir para el seguimiento y la evaluación de las relaciones mutuas según estos cauces operativos.
Es fundamental que obispos y religiosos se vean, dialoguen, superen desconfianzas mutuas, reparen los puentes destruidos. En definitiva, que creen comunión allá donde la misma está amenazada o quebrada.
Acabo señalando quién es el principal responsable de este documento. Puede que determinados sectores de la información y opinión religiosa señalen a determinados obispos para criticarles. Pues bien, según mis fuentes, que acostumbran a ser bastante buenas, aunque todos los obispos han dado el visto bueno y muchos de ellos han hecho valiosas aportaciones, el padre de la criatura es Mons. Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander y presidente de la comisión episcopal para la vida consagrada de la CEE. De hecho, es lógico que sea él, junto con el resto de miembros de dicha comisión, el que haya puesto el mayor empeño en que el texto salga adelante. Por tanto, los que quieran criticar el texto, ya saben a quién dirigirse. Y los que queremos alabarlo, idem.
También he de decir que los obispos han tratado con los responsables de CONFER sobre el contenido de “Iglesia particular y vida consagrada". La relación entre obispos y religiosos mejoró notablemente con la llegada del P. Elías Royón al frente de la propia Confer. Y se nota.
Quiera Dios que este servicio de nuestros obispos a la comunión eclesial sea bien acogido por todos. Quiera Dios que la vida consagrada en España dé buenos y abundantes frutos. Quiera el Señor que este documento no se quede en papel mojado, sino que sirva para que su Iglesia en este país le sirva más y mejor.
Luis Fernando Pérez Bustamante
17 comentarios
De mitto viene emito, permito, dimito...
Sumiso significaría "bajo el envío de..." en este caso, el obispo, que viene de episcopus, del griego "epi" y "scopus", "super-visor", el cual está al servicio de la Iglesia, del griego "Ecclesia", o sea, convocación o llamado.
fr.wiktionary.org/wiki/mitto
1. Cuando la vida consagrada no respeta la justa autoridad doctrinal y pastoral del obispo.
2. Cuando el obispo no respeta el carisma y la justa autonomía de cada instituto de vida consagrada a la hora de pedirle su colaboración diocesana.
En la práctica ambos abusos son igualmente frecuentes y lamentables. En mi opinión, el documento debería corregir las dos desviaciones, tan antieclesial la una como la otra. No he leído el documento, por lo que no sé si lo hace o no. Pero me parecería incorrecta la postura: consagrados, obedezcan a sus pastores; pastores, sigan así que ustedes siempre lo hacen bien porque representan a Dios y tienen autoridad sobre la vida consagrada.
Pero ante la obediencia se impone tanto la soberbia, el deseo de ser más (sobre todo el de "hacer", con muy buenas intenciones pero dando tropiezos), la gana de demostrarle al otro que está equivocado... en fin, es una lucha terrible.
Y se pregunta uno, ¿qué pasa si obedezco cuando el jefe está equivocado? Por un lado grita la salvación de nuestra alma -y el demonio, que le encantan estos conflictos- y por el otro apenas se oye la débil voz de la jerarquía, apagada por el mundo que premia el esfuerzo individual, el liderazgo y destacar sobre todas las cosas.
No la tienen fácil los religiosos.
Dos cosas podemos hacer los laicos para ayudarles. Una, pedirle a Dios mucho por ellos. Y la otra, no ponerles tentaciones.
En lugar de hacer manifestaciones multitudinarias para alabar al disidente, en privado y en persona felicitemos al obediente. Tengamos una mirada de cariño para el cura que se traga su orgullo, colaboremos con el oscuro religioso que no quiere nada para sí. Es increíble lo que una sonrisa puede hacer para el sacerdote solitario que cree que su vida está sepultada en un confesionario desvencijado que nadie visita. Démosle gracias al que da su vida para servirnos: ellos son los verdaderos líderes del pueblo de Dios.
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LF:
Menos mal que tú vienes a iluminarnos y sacarnos de nuestra ignorancia. Alguno ya hemos dicho que el texto está lleno de referencias al magisterio previo, pero tú sabes más todavía.
Respecto a la falta de eclesialidad de unos y de otros, hay infinidad de ejemplos de religiosos que han causado problemas por oponerse al magisterio, mientras que está por ver que alguien nos cuente casos claros de obispos que no hayan respetado la autonomía de los religiosos.
Así que eso de poner a unos y otros en el mismo saco, no cuela.
Evidentemente, hay más casos de religiosos o religiosas incumplidores que obispos. Faltaría más. En España no llegan a cien los obispos y son casi cincuenta mil religiosos. Aunque no sea más que por cantidad comparativa, tu lógica es aplastante. A lo dicho, tanto hay de una parte que respetar como de la otra. Por eso hay un documento que se llama Mutuae Relationes. Lo de Mutuas no se lo ha inventado la Iglesia. La Iglesia sabe que esas fricciones son inevitables, aunque se tiene que intentar la comunión entre los dones jerárquicos y carismáticos que, como bien ha dicho JPII, el último Sínodo y también Francisco, son "coesenciales" a la naturaleza de la Iglesia.
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LF:
¿juicios civiles?
¿De esos que San Pablo prohíbe tajantemente en 1ª Cor 6?
Vamos a ver si queda clara una cosa. Los obispos tienen autoridad sobre los religiosos. Como sobre el resto de la Iglesia. La pastoral la marcan ellos. Punto final.
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LF:
Como el Papa no cambie a la práctica totalidad de los obispos españoles, me da que tu "profecía" va a quedar en agua de borrajas. Si alguien tan poco sospechoso de conservadurismo eclesial como Mons. Jiménez Zamora es capaz de sacar eso, imagínate como anda la cosa.
No se concluyen las discusiones diciendo "y punto". Primero, porque lo que dices no es palabra definitiva, dado que la autoridad que es dada a los obispos sobre las iglesias particulares en la pastoral, no agota la vida de la Iglesia. El magisterio hay que leerlo alcompleto. Los dones carismáticos, como te he dicho y lo dice el magisterio, son coesenciales a la vida de la Iglesia. La vida consagrada es parte de esos dones carismáticos reconocidos desde tiempo inmemorial por la Iglesia y lo pastoral no agota la vida eclesial, como te digo. Los obispos tienen una autoridad que ejercer y una autonomía legítima que respetar. Los religiosos tienen una autoridad a la que respetar y obedecer y un carisma o autonomía que han de llevar adelante "por imperativo legal", es decir, porque la propia Iglesia les manda que lo hagan (es lo que se llama la índole propia). Pero bueno...como tú dices "y punto"...¿Cómo dialogar? Vuelvo a repetir que en todo esto hay una ignorancia supina y una osadía por parte de algunos que dais hasta miedo por vuestro extremismo desinformado.
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LF:
¿Has leído lo que he escrito en mi post?
La Iglesia necesita a los consagrados. Son parte fundamental de la misma. Su servicio es en muchos casos irremplazable.
Es fundamental que obispos y religiosos se vean, dialoguen, superen desconfianzas mutuas, reparen los puentes destruidos. En definitiva, que creen comunión allá donde la misma está amenazada o quebrada.
El problema lo tienes con el documento de la CEE, no con los que dices que te damos miedo.
El documento, por otra parte, como te he dicho, no tiene nada nuevo que exponer. Tan solo los cauces operativos que se señalan, sobre todo, para que los obispos sean capaces de llevar adelante su ministerio episcopal también con la vida religiosa a la que están llamados a impulsar, reconocer y conocer más en sus propias diócesis. Te extrañaría saber que los obispos, en su gran mayoría, fallan cuando se les pregunta cuántos religiosos tienen en su diócesis. Se equivocan, muchos de ellos, en cantidades superiores a los cien, doscientos y en algún caso hasta quinientos. Es llamativo y es terrible esa ignorancia y desinformación. Pon a prueba a los que conoces y verás. Es lamentable. Y esto sucede en más de la mitad de los obispos españoles.
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LF:
Por mi trabajo, sé bastante más de lo que la inmensa mayoría de fieles sabe sobre las relaciones entre los obispos españoles y los religiosos. Sé como estaban en tiempos de Barrajón y sé como son ahora que está el P. Royón al frente de la CONFER. Sé lo cerca que estuvo la cosa de crearse una CONFER paralela por parte de religiosos que estaban hasta el gorro de la bronca constante con los obispos... sé lo que en Roma se ha analizado sobre esta cuestión. O sea, sé más de lo que escribo, que es algo así como la tercera parte de lo que en verdad ha ocurrido.
E, insisto:
Es fundamental que obispos y religiosos se vean, dialoguen, superen desconfianzas mutuas, reparen los puentes destruidos. En definitiva, que creen comunión allá donde la misma está amenazada o quebrada.
Esos cauces de los que habla el documento pueden ser una herramienta muy útil.
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LF:
El diálogo es necesario. Y de hecho, el texto de la CEE no dice otra cosa. Pero si no hay acuerdo, los religiosos deben someterse a la autoridad de los obispos en todo lo que tenga que ver o afecte a la vida de las diócesis. Es así de sencilla la cosa.
No he dicho que en la CEE se estuviera cerca de crea una confer paralela. He dicho, y mantengo, que un buen número de religiosos pensaron en hacerlo, como de hecho ya ha ocurrido en otros países. Es el caso de EE.UU. Finalmente la cosa no llegó a cuajar. Y la llegada del P. Royón sirvió para calmar las aguas. Mi información es exacta.
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LF:
Yo no he dicho que en todo. Por ejemplo, no se han de someter en la vida interna de las órdenes y congregaciones. He dicho en todo lo que tenga que ver con la vida diocesana. El documento de la CEE lo deja bien clarito:
El Código de Derecho Canónico de 1983 regula la relación de los Institutos de vida consagrada con los obispos diocesanos en términos de «autonomía», referida a la disciplina interna y al gobierno de los institutos, y de «dependencia» en lo relativo a las obras de apostolado de los Institutos dirigidas a los fieles de la Iglesia particular.
Yo me atengo al punto 10 del texto de la conferencia episcopal. Si tú crees que eso está errado, recurre a Roma.
Por cierto, en Roma ha caído la mar de bien ese documento.
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LF:
Roma es Roma. Y cada cual tiene en Roma las fuentes que tiene.
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LF:
1. f. Med. Inflamación microbiana de la dermis, caracterizada por el color rojo y comúnmente acompañada de fiebre.
Ya en serio, sobre el primer párrafo:
¿Los religiosos pueden celebrar como gusten en privado o petit comité sin que el Obispo pueda intervenir? ¿Aunque haya abusos y desobediencia litúrgica?
En caso afirmativo.. ¿Ante quien se debe acudir?. Por si alguien lo sabe.
P.d: Mi enhorabuena y mejores deseos para los Obispos. Es de gran tristeza ver la desviación masiva de los carismas fundacionales y del Magisterio de tantas órdenes religiosas. La mayoría de las grandes. El daño causado por tanta avidez de novedades es enorme.
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