La apasionante aventura de ser padre
Esto de ser padre es una aventura apasionante. Resulta que mi hija pequeña va a cumplir 13 años dentro de unos días. Hoy ha salido con su madre a hacer la compra y en el trayecto le ha contado lo que le gustaría que le regaláramos. Al llegar a casa, se ha dirigido a mí y me ha preguntado qué pensaba darle para el día de su cumpleaños, pero sin decirme qué es lo que quiere.
Como la conozco como si la hubiera parido -cosa que hizo su madre- he dado por hecho que ya tiene pensado algo. Entonces le he preguntado a mi esposa y rápido he conseguido que me diga lo que desea la nena. Al rato me he sentado al lado de la cría y le he preguntado: “A ver, maja, ¿qué quieres que te regalemos?“…y la cría, vergonzosa ella, ha empezado a dar vueltas, a decir que todavía no lo sabía, etc. Entonces le he puesto la mano en la cabeza y le he dicho: “Voy a hacer una conexión usb con tu mente para que a través de mi brazo me llegue tu deseo para tu próximo cumpleaños“. A los pocos segundos digo: “Hale, ya lo sé. Veremos si te lo regalamos“. Y la he dejado pensando si será cierto que lo he averiguado.
Entonces me he acordado de lo que me ocurrió cuando tenía exactamente su misma edad. Resulta que no prestaba demasiada atención a los anuncios de juguetes que salían en televisión antes de las Navidades y los Reyes Magos. Pero uno sí que me gustaba un montón. Se trataba del anuncio del Scatrón, un juego de electrónica que consistía en un tablero donde se podían construir diferentes circuitos gracias al completo set de resistencias, interruptores, potenciómetros, interruptores, cables, acopladores, etc. Mi padre se dio cuenta de la ilusión que me hacía aquello y aunque no lo pedí, la noche del 5 de enero los Reyes Magos lo dejaron en mi casa. Pocas veces me hizo tanta ilusión un regalo de Reyes, a lo que hay que añadir que los meses siguientes mi propio padre jugó en no pocas ocasiones conmigo.
También he recordado lo que pasó cuando a mi primer hijo, siendo canijo, se le iluminaba la cara cada vez que veía en la tele el anuncio de un ring de Pressing Catch y los muñecajos que se usaban para luchar en dicho ring. Decidimos que los Reyes se lo echarían ese año y todavía me acuerdo de la cara que puso cuando lo vio en la mesa del comedor la mañana del 6 de enero.
Y pienso que si nosotros, padres humanos, con todas nuestras imperfecciones y defectos, somos capaces de disfrutar de la alegría de nuestros hijos cuando les damos regalos que no esperaban pero les ilusionan, ¡cómo disfrutará nuestro Padre en el cielo cuando nos hace felices concediéndonos cosas que no le hemos siquiera pedido pero Él sabe que nos gustan! Y si la Madre del Señor intercede para que nos dé el regalo, la felicidad en los cielos es aún mayor, :)
Luis Fernando Pérez Bustamante
PD: No dejo de pensar en aquellos padres que querrían dar a sus hijos cosas que les ilusionen pero no pueden por su situación económica. Que todos sepan que hay algo, el cariño, que no cuesta nada y que deja más poso en el alma del niño que los juguetes.
12 comentarios
Por cierto, estás hecho un padrazo, en el mejor sentido de la palabra. ;-)
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LF:
Muy, muy viejos, :D
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LF:
No lo digo, no vaya a ser que la cría lo lea, :D
Muchísimas felicidades para la niña que va dejando de serlo. Hay que aprovechar cada instante de las relaciones familiares porque cada momento es único.
Con trece años yo era más ceporro que tú, Luis Fernando. A mí lo que me gustaba eran las armas, las pistolas, muy en especial los revólveres. Y aún me encantan. Recuerdo que tal vez el último juguete que me regaló mi padre fue un revólver de cañón corto muy bien logrado. Jugué con él no sé hasta qué edad, pero niño ya no debía de ser. Se ve que ya apuntaba maneras...
En cuanto al Scatron no tenía ni la menor noticia, pues yo no era nada dado a mecanos, circuitos o cosas así, a pesar de lo cual mi padre, excelente técnico de radio de Telefónica, nos lo regalaba con la ambición de que algún día fuéramos ingenieros de Telecomunicaciones. Como para meternos el gusanillo desde el principio. A veces, la vocación pedagógica o aleccionadora de mi padre era un tanto abrumadora. Mi hermano también puede dar fe de ello. De hecho, tan abrumados quedamos que ninguno de los dos no hemos sido no ya ingenieros, es que ni siquiera de ciencias.
De lo que estoy seguro es que el Scatron lo debió diseñar mi padre, fijo... ;)
Aparque mi profesion para disfrutarlos, hoy ya mayores he vuelto a retomar mi vida laboral no sin esfuerzo, pero no me arrepiento. Son decisiones dificiles de tomar, pero en la balanza de mis valores pesaban mas mis hijos que el dinero, la independencia economica o el status profesional.
Ahora entre la juventud y la adolescencia sigo disfrutando mucho de los tres.
Ayer mismo el pequeño (17) fue al chupinazo con la ilusion propia de la edad y la de un navarrico y al darle el beso de despedida mi consejo fue este: pasatelo bien, por ti y por mi, asi que disfruta el doble. A las 7 lo tenia de vuelta en casa pletorico de lo bien que se lo habia pasado y con ganas de compartirlo. Aunque algunas cosas se qie se las guardara, como hemos hecho todos.
Cada edad tiene sus vivencias y son bonitas todas. Tenemos que contribuir para que en cada edad sean felices. Definitivamente, si, ser madre es una aventura apasionante, gratificante y muy recomendable.
ahora bien he de decir que montaba los circuitos como quien monta un lego, y que nunca llegué muy bien a entender cómo funcionaba un transistor.
Ahora bien al hacer mi primera radio, o con el circuito que producía un ruido de campanas, en fin lloró al recordarlo.
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