El cesaropapismo anglicano sigue dando que hablar
Desde que un rey adúltero, Enrique VIII, decidió fundar en Inglaterra una “iglesia” nacional para poder adulterar a gusto, las cosas no han cambiado mucho. Hoy, como entonces, el monarca inglés (y de paso británico) es la cabeza de la llamada Iglesia de Inglaterra -en realidad no es iglesia, sino comunión eclesial-. Ciertamente los reyes ingleses llevan mucho tiempo sin meterse a fondo en asuntos eclesiásticos, que son cosa del arzobispo de Canterbury. Pero si quisieran intervenir, dudo que nadie se lo pudiera impedir.
Se da también la circunstancia de que Gran Bretaña es el único país europeo donde el gobierno se dedica a firmar los nombramientos de obispos. Y en el resto del mundo, solo la dictadura China hace algo parecido, nombrando obispos de la cismática Iglesia patriótica. La diferencia entre el gobierno británico y el chino estriba en que el primero firma lo que se le pide que firme, y el chino elige de verdad a los que van a ser obispos. Pero formalmente, son la misma cosa.
El actual primer ministro, David Cameron, está dispuesto a modificar la ley que regula la corona británica. Va a eliminar la preferencia masculina en la sucesión al trono y a retirar la imposibilidad de que los reyes se casen con cónyuges católicos. Lo primero le parece bien a todo el mundo. Lo segundo está causando un revuelo importante ya que son varios los obispos anglicanos que han advertido que eso puede llevar a que los hijos de la pareja real sean educados en la fe católica, lo cual les impediría acceder al trono.
De hecho, conviene recordar que la Iglesia Católica admite las bodas entre católicos y protestantes siempre “que la parte católica declare que está dispuesta a evitar cualquier peligro de apartarse de la fe, y prometa sinceramente que hará cuanto le sea posible para que toda la prole se bautice y se eduque en la Iglesia católica” (Código Derecho Canónico art 1125, 1). Y además, la Iglesia pide “que se informe en su momento al otro contrayente sobre las promesas que debe hacer la parte católica, de modo que conste que es verdaderamente consciente de la promesa y de la obligación de la parte católica” (idem art 1125,2). Es decir, el temor de los obispos anglicanos no es infundado.
En cualquier caso, me llama la atención que tanto liberales como progres europeos no pongan el grito en el cielo ante el cesaropapismo presente en Gran Bretaña. Allá hay obispos que están en la Cámara de los Lores por ser obispos. Allá el Rey no puede profesar la religión que quiera. Allá hay todavía leyes que discriminan específicamente a los católicos -eso es lo que quieren cambiar ahora-.
El anglicanismo es, históricamente, una anormalidad político-eclesial sin sentido. Y doctrinalmente es cada vez más pasto del liberalismo teológico (no descartemos ver algún día una arzobispa lesbiana de Canterbury), que no deja rasto de cristianismo allá por donde pasa. Sospecho que lo que empezó en el lecho de un rey, en el lecho de otro rey puede morir.
Luis Fernando Pérez Bustamante
19 comentarios
Entiendo, por consiguiente, a los obispos anglicanos que se lleven las manos a la cabeza con el asunto del matrimonio con cónyuges católicos, puesto que haría peligrar el statu quo mientras no se imponga la postura separatista —muy minoritaria, por cierto—: ¿te imaginas un rey católico como cabeza de la Iglesia de Inglaterra? Esquizofrenia en estado puro.
Me ha llamado la atención esta frase, porque no sé si nadie se ha fijado nunca, pero a lo largo de la Historia, Dios parece tener un gran "sentido del humor" para estos temas. Como una especie de firma de: "Haced lo que queráis, pero al final se hará mi Voluntad".
Hay muchísimos casos. Como por ejemplo uno reciente: lo de la obispa luterana pidiendo el levantamiento de la excomunión de Lutero... O una Iglesia en Francia en la Policía gala detuvo una Misa Tridentina que se estaba celebrando hace unos lustros por una denuncia del obispo (a saber en qué estaría pensando ese hombre para pedir a la policía que detenga una misa...) y al final ese templo ha venido a ser hoy en día uno de los pocos templos dedicado exclusivamente a la Forma Tradicional de las diócesis del mundo.
¡Amén de muchísimos detalles en vuestras vidas privadas que seguro que mirandolos retrospectivamente, véis la mano de Dios de un modo similar!
¡Qué misterioso es el Señor! ¡Qué profundos sus caminos e insondables sus decretos! ¡Y qué maravilloso al mismo tiempo!
---
LF:
No son especialmente racistas. Simplemente, son "muy suyos"
Yo ya me he referido a ello en mi blog, precisamente contestando las patrañas de César Vidal, que vinculaba el catolicismo con el autorismo y con la confusión entre Iglesia y Estado, pero sin decir ni pío sobre el caso británico, o el noruego, o el sueco... en los que Iglesias anglicanas y protestantes disfrutan de la consideración de Iglesias del Estado (bueno, en el caso sueco hasta fecha reciente).
A todo esto, ¿qué opinará el señor Vidal de esto? Nunca le he visto decir nada al respecto. Le debe molestar muchísimo el peso que tiene la Iglesia Católica en la sociedad española, pero no el cesaropapismo anglicano en el Reino Unido...
---
LF:
Bueno, a mí me dijo que me hiciera anglicano cuando le conté que dejaba el protestantismo y empezaba a acudir a las misas ortodoxas.
---
LF:
No creas. Los Reyes Magos me echaron una maquinilla de afeitar..., je je.
---
LF:
Pues a ver si la Iglesia se libra de esos anacronismos absurdos.
---
LF:
Pues no lo sé. Uno es Rowan Williamson.
¡Qué Dios los bendiga!!! y les abra los ojos.
Si es verdad que la Iglesia, como sociedad perfecta, puede nombrar libremente a sus pastores, también es verdad que al Estado interesa que tales pastores, que, por razón de su poder religioso, se convierten en ciudadanos específicamente distinguidos, no conturben el desenvolvimiento de la vida civil comunitaria.
Tal es la razón por la cual los Estados exigen que los obispos que nombra el Papa no sean extranjeros y pretendan asegurarse de la no hostilidad de los mismos hacia los valores que el propio Estado representa.
El llamado derecho de presentación es una de las fórmulas empleadas para lograrlo, debiendo significarse que este derecho no ha supuesto nunca a designación episcopal por el Estado, sino la propuesta de nombres entre los que el Papa elige, con absoluta libertad.
Por otro lado, el derecho de presentación, concordado con España, cuando el estado era confesionalmente católico, no era el único, ni siquiera el más generoso.
Como prueba de ello puede citarse el derecho concedido al presidente de la República laica francesa, para proponer como Obispo a un solo sacerdote, para una diócesis determinada.
Cuando Pablo VI pidió a los jefes de Estado que renunciaran unilateralmente al derecho de presentación, ofreció, a cambio, “ciertas garantías, dentro de unas relaciones cordiales”. una parte de ellas es, sin duda, la que lleva consigo una prenotificación por parte de la Iglesia al Estado, a fin de que éste pueda formular objeciones que eviten un nombramiento nocivo.
La formula, perfectamente aceptable, de la prenotificación, carece, por otra parte, de originalidad, y se identifica, en el plano de las relaciones internacionales, con el “placet” que los gobiernos conceden a los embajadores de otros países, y que conlleva la posibilidad de que se considere “non grata” la persona propuesta.
Ya hubo un primer ministro británico que se hizo católico. Ya existen anglicanos, incluyendo sacerdotes casados y (me parece) algún obispo anglicano en comunión con la Iglesia Católica. Ahora a alguien se le ocurre que un monarca podría enamorarse y casarse con una católica, y que eso debería ser permitido.
Si todo esto pasó en los últimos diez años, ¿sería imposible que en diez años más el monarca decidiera convertir la Iglesia (ok, "comunidad eclesial") anglicana en católica?
Para no exagerar, supongamos que mantiene la separación iglesia-estado para no tener que someterse a si mismo al Papa en materia política, sino sólo de fe. O un poco más simple, que permitiera a todos los anglicanos adherirse a Roma libremente, manteniéndose el como anglicano por razones políticas. ¿Es tan imposible? Yo no lo creo.
Todos los días veo más y más protestantes buscar cosas en común con la Iglesia católica, celebran parodias de misas (incluso respetuosamente, negándose a "consagrar" y sólo "recordando" la cena del Señor), se "confiesan", se "confirman"... ¿Estará tan lejos la unidad de los cristianos? No se, pero yo sigo pidiendo por eso, y el Señor nunca me ha negado nada que sea conveniente.
---
LF:
Si un rey británico se hace católico, por ley inmediatamente deja de ser rey. Si ese primer ministro del que hablas es Tony Blair, resulta que esperó precisamente a dejar de ser primer ministro para entrar en la Iglesia, para no tener problemas, ya que él era el que firmaba los nombramientos de obispos anglicanos. De todas formas, como su mujer, es católico "de aquella manera". No acepta la moral de la Iglesia sobre materia sexual.
Eso de que cada vez es más protestantes buscando cosas en común con la Iglesia Católica... ¿dónde lo ves?
Siempre han celebrado la cena del Señor. Jamás se confiesan, aunque siempre han tenido consejo pastoral con sus pastores. Lo de confirmarse, como sacramento, no existe entre ellos... así que tú me dirás.
La unidad con el protestantismo en bloque es imposible. No difícil, no. Imposible. Jamás aceptarán en masa todos los dogmas católicos. Jamás aceptarán en masa los sacramentos.
Eso no significa que el ecumenismo no tenga sentido. Orar juntos y buscar puntos en común siempre es bueno. Pero conviene tener claro cuáles son los límites de ese ecumenismo.
Ahora bien, cabe preguntarse si la tal prenotificación no actúa de hecho concediendo poder de veto a los gobiernos liberales. En cuyo caso podría darse, como lógica consecuencia, que los sacerdotes con vocación de gobierno pastoral deban necesariamente cultivar aceitadas relaciones con el poder de turno, caso contrario corren riesgo de no ser promovidos, a pesar de los méritos eclesiales que aquilaten.
Esto, que bajo gobiernos respetuosos de Dios y del Orden Natural no merecería mayor objeción, bajo la férula de regímenes liberales se me hace inaceptable, por la sencilla razón que es una forma de fomentar la mundanización y el liberalismo en el episcopado. Y la aparición de nombramientos francamente desconcertantes.
Vamos, que ejemplos sobran por todos lados.
Dejar un comentario