Lo de Paoletto no ha resultado como esperaban algunos
Desde que dio comienzo el mediático escándalo de los Vatileaks he estado esperando que se publicara alguna barbaridad de esas que podrían hacer temblar los cimientos de la curia romana. La imagen de un mayordomo choriceando documentos del Papa es ciertamente novelesca, pero sospecho que Agatha Christie habría imaginado un guión mucho más sustancioso e incluso cruento.
A Paolo Gabriele le ha caído una leve pena de cárcel que con total seguridad no va a cumplir, ya que es bastante probable que el Papa le indulte. Por lo que vamos sabiendo, el italiano es un hombre que se encontró en un puesto para el que no estaba preparado, no tanto por que su responsabilidad fuera de magna importancia, sino por el tipo de relaciones personales que por la proximidad al Papa le tocó vivir.
Independientemente de lo que se piense sobra la posibilidad de que actuara solo o en compañía de otros, hay algo que resulta evidente. Quienes creían que el Vaticano es un antro de intrigas lúgrubes y de alto nivel han salido decepcionados. Que en esas esferas de la Iglesia hay también miserias humanas no debería extrañar a nadie. Pero por mucho revuelo mediático que se le haya dado, el Vatileaks ha resultado ser un Everest que ha parido un ratoncito raquítico. Es más, sé de algunas diócesis católicas en las que hay “movidas internas” más interesantes y periodísticamente sabrosas que lo que hemos sabido de las filtraciones debidas a Paoletto.
Y en caso se que se acabe por descubrir, fuera de toda duda, quiénes fueron sus instigadores -en caso de haberlos-, la cosa tampoco daría mucho más de sí. Que haya gente que quiera saber lo que le llega el Papa para tener información privilegiada de primera mano es poco compatible con el respeto hacia el Santo Padre y la propia Iglesia, pero cosas mucho más graves han ocurrido en otros tiempos en el Vaticano sin que la Iglesia se haya venido abajo. Si hace falta limpiar la curia de elementos indeseables, se limpia y santas pascuas.
Luis Fernando Pérez Bustamante
13 comentarios
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LF:
Pues yo creo que Roma ha hecho las cosas relativamente bien en este tema. Dada la poca sustancia del material que ha salido de sus informes, no tiene mucho sentido que hubiera alguien por encima de él.
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LF:
Pues sí, pero aun así el escándalo se quedaría en eso. En que un cardenal espía al Papa. Y viendo el tipo de persona que es Paoletto, me da que la cosa no llega tan alto.
Sencillez porque parece que no hay nadie más en torno a él. Fue un traidor solitario, asumiendo que se ha revelado todo.
Estupidez porque demuestra una descomunal falla de seguridad de los protocolos (¿es que los habrán?) para la selección del personal del entorno del Santo Padre. Es algo así como, '¿ah, tú sirves para hacer algo y eres medio piadocillo? Pues, para adentro...' Gracias a Dios, solo quedó en unos documentos, pero perfectamente pudo haber sido una trama terrorista que infiltrara al Santo Padre, una trama de espionaje, etc, etc, etc.
Y no es exageración, no estamos hablando del obispete de Carora o de Tuy-Vigo -con todo el respeto- Estamos hablando del líder espiritual de 1200 millones de católicos del mundo, del principal líder cristiano, de una de las columnas de la civilización occidental. Objetivo altamente apetecible por los enemigos de Dios y de la Iglesia.
En la Santa Sede tendrán mucho que repensar sus procedimientos, a ver cómo generan un sistema más robusto, eficaz y eficiente, de manera de conjugar agilidad con seguridad.
Da la sensación de que la nave de Pedro lleva tiempo haciendo aguas por muchos flancos (sobre todo en la sensación de desobediencia contumaz de eclesiásticos y fieles, por no hablar de los problemas litúrgicos o los escándalos sexuales... y ahora este tipo).
Urge mucha, mucha conversión.
http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350339?sp=y
En fin...
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