Perdonen que insista en la necesidad de llamar al arrepentimiento
Como quiera que estamos en Cuaresma, creo que es un momento oportuno para recordar que de la misma manera que no se puede construir una casa empezando por el tejado, no habrá forma de que exista una nueva evangelización que no tenga como base aquello que hicieron precisamente los primeros evangelizadores. El precursor de Cristo fue claro. Cristo mismo fue claro. Y la primera predicación de un apóstol fue clara. He ahí lo que dijeron:
Mt 3,1-2
En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: “Arrepentíos, porque el Reino de los Cielos está cerca".
Mc 1,14-15
Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio".
Hech 2,37-38
Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?". Pedro les respondió: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo".
¿Habrá alguien hoy que piense que es posible evangelizar sin hacer un llamamiento al arrepentimiento de los que han de ser evangelizados? Sí, ya sé que es cosa poco agradable decirle a la gente que está en pecado y en peligro de condenación eterna. Ya sé que ese lenguaje no es políticamente correcto. Ya sé que queda mucho más guay presentar un evangelio light, en el que Dios sea una especie de Papá Noel bonachón y Cristo un colega de toda la vida de esos que se va con nosotros de la mano a celebrar un fiestorro de fin de semana.
Pero no, el pecado es algo tan grave que llevó a que el Hijo de Dios se hiciera hombre para cargar con todas nuestras iniquidades en la Cruz. Los clavos que atravesaron las manos y los pies de Cristo estaban destinados a nosotros. Ellos eran el pago por nuestros pecados y sin embargo, el Señor se ofreció como Cordero para que pudiéramos ser salvos. Y siendo así las cosas, ¿vamos a esconder la gravedad del pecado cuando nos pongamos a evangelizar? ¿no estaremos pisoteando la Cruz de Cristo si hacemos tal cosa?
El libro del profeta Jonás es más famoso por lo del pez gigante que se tragó al profeta que por lo que ocurrió una vez que el mismo hizo caso a Dios y se fue a predicar a los ninivitas. Pero para los que tienen amor por las almas perdidas, lo realmente emocionante es el pasaje en el que se describe la predicación de Jonás y la conversión de Nínive:
La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos: “Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje que yo te indicaré".
Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se necesitaban tres días para recorrerla. Comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: “Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida". Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño.
Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, este se levantó de su trono, se quitó su vestidura real, se vistió con ropa de penitencia y se sentó sobre ceniza. Además, mandó proclamar en Nínive el siguiente anuncio: “Por decreto del rey y de sus funcionarios, ningún hombre ni animal, ni el ganado mayor ni el menor, deberán probar bocado: no pasten ni beban agua; vístanse con ropa de penitencia hombres y animales; clamen a Dios con todas sus fuerzas y conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos. Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de manera que no perezcamos".
Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.
Jonás 2
¿En verdad pensamos que la Nínive a la que fue el profeta era una sociedad más pecadora que la nuestra? ¿alguien sabe si allá se mataban uno de cada seis niños concebidos? ¿quizás la fornicación era menor entre los ninivitas que lo que vemos en nuestras clubs de alterne y nuestras televisiones? ¿miraban para otro lado cuando los vecinos se morían de hambre, como hacemos ahora cuando ocurre lo mismo en África?
Lean ustedes el capítulo 4 del libro de Jonás y encontraran la razón por la que el profeta no quería ir a Nínive. Quizás sabía que su predicación podía provocar el arrepentimiento y eso movería a Dios a misericordia y a perdonar a los ninivitas, hecho que al parecer disgustaba al profeta. O quizás temía que al predicar el arrepentimiento la gente se volviera contra él y le linchara. Hoy pareciera que no queremos predicar el arrepentimiento porque damos por hecho que nuestra Nínive moderna se va a salvar sin que se produzca. ¿Cómo podemos ser tan necios?, ¿le marcaremos a Dios el camino para salvar a nuestra sociedad?, ¿cambiaremos la forma en que Él ha salvado a miles y millones a través de los siglos?, ¿esconderemos o amainaremos la necesidad de entregarse en manos de la gracia para hacer morir al hombre viejo y nacer de nuevo en Cristo, el segundo Adán?
Vale ya de mirarnos al ombligo y de soltar frases grandilocuentes sobre una nueva evangelización que no pasa de las intenciones y los documentos. El mensaje ha de ser claro, rotundo, directo: “Pecadores, vais camino del infierno eterno. Estáis muertos en vuestros pecados. Pero Dios os ha amado tanto que envió a su Hijo (Jn 3,16) para pagar por vuestras iniquidades. Él os abre la puerta a la salvación. Por gracia sois salvos (Ef 2,8) si en verdad le aceptáis como Señor y Salvador vuestro y hacéis las obras que Dios os ha preparado (Ef 2,10). El mismo Dios, en la persona del Espíritu Santo, obrará en vosotros el milagro de la conversión (Fil 2,13)".
Todo lo demás, vanidad de vanidades. Parole, parole, parole…
Luis Fernando Pérez Bustamante
49 comentarios
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LF:
¿Y? ¿habla de la necesidad de llamar al arrepentimiento?
"Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de manera que no perezcamos".
" Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho".
LF, a mi siempre me han dicho que Dios es infinitamente benevolente y misericordioso. No comprendo.
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LF:
¿Qué parte no entiendes de lo ocurrido en Nínive?
Se les predicó, se convirtieron y Dios perdonó.
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LF:
Léete el Apocalipsis. Dios es también infinitamente justo. En otras palabras, es santo.
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LF:
Para eso nos vale el sacramento de la confirmación. No es necesario rebautizar a nadie. Y la conversión es un proceso que dura toda la vida. Quien cae, acude al sacramento de la confesión. Ese no lo tienen nuestros hermanos separados.
Sigo sin comprender.
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LF:
Es infinitamente justo y por eso castiga el pecado. Es infinitamente benevolente y por eso envía a su Hijo para que Él reciba en sí mismo el castigo por nuestros pecados. Por eso, quien acepta a Cristo se salva y el que no le acepta se condena.
Todo esto con los matices necesarios que se quieran sobre la ignorancia invencible y tal y cual.
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LF:
Habiendo ofrecido la salvación gratuitamente, sí. Dios tampoco puede obligar a nadie a salvarse. Quien rechaza a Cristo, se condena a sí mismo. No insista. Si no lo entiende, es igual. Lo que no se entiende de lo que Dios hace o dice se acepta porque es Dios quien lo hace y lo dice. Debate zanjado. Punto final.
Totalmente de acuerdo con Vd. Como Vd. bien dice, es necesaria (vital, añadiría) la llamada al arrepentimiento real, al "desgarrarse el corazón" (primera lectura del Miércoles de Ceniza), que muchos (demasiados) de nuestros presbísteros y obispos minimizan, y mucho hasta obviarlo. Dios es a la vez Misericordia infinita y Justicia infinita.
Semper tuus in Christo et in B.M.S.V.
De todas formas no esperaba que me dieses la razón. Si me dices que si algo no lo entiendes, lo aceptas por igual, pues entonces la conversación si que se ha acabado definitivamente.
Solo espero haber hecho pensar un poco a los amables lectores.
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LF:
A quien no quiere entender da igual los argumentos que se le den. Ya he visto por donde va. Y yo no estoy para perder el tiempo.
No ve Dios el tamaño de los pecados ni el tiempo o edad que tengamos. El quiere que recibamos de El todo el amor que tiene por nosotros.
Gracias LF. Animanos siempre en este camino de conversión Nuestra Madre te bendiga en este apostolado tan hermoso que tienen.
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LF:
Nuestra Madre no deja de marcarnos el camino: "Haced lo que Él os diga". Y no en vano, las apariciones oficiales de la Virgen contienen indefectiblemente un llamamiento a la conversión.
Dios ha establecido unas reglas, si no entiendes que Él las ha establecido porque son justas, benebolentes y misericordiosas es problema tuyo, no traslades tu incapacidad a quien intenta explicartelo.
Un saludo
Una gran cosa de los nuevos retos de la evangelización, es que ahora comprendemos mejor los procesos humanos que hacen de la confesión un gran alivio de las enfermedades del alma (sicológicas, si habláramos griego).
Junto con esto, el proceso divino, la posibilidad de hacer esa entrevista con Cristo, bien predicado haría que hasta el más incrédulo aceptara reconciliarse.
Mal predicado, al estilo antiguo de la obligación, el dios irritable que exige sacrificios de sangre, no es extraño que la gente no quiera ir a confesarse.
Por cierto, no son "los retos de la nueva evangelización". Son "los nuevos retos de la evangelización". El evangelio es el mismo, el mundo ha cambiado. No mucho, si pensamos en Nínive y en Sodoma, pero al menos ahora no tenemos que pasar un día caminando para atravesar una ciudad.
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LF:
El problema hoy no es que no se predique el perdón. Lo que falta es la predicación de la necesidad del arrepentimiento. Sobre lo primero no hace falta escribir artículos. Sobre lo segundo sí. Y mucho.
El sacrificio de sangre ya lo hizo Cristo. Quien se acerca a confesarse no tiene que hacer tal sacrificio. Si acaso, tendrá que hacer lo que dijo San Pablo y que niegan los protestantes cuando dicen que no es necesaria la penitencia. Aparece en Hechos 26,20:
...anuncié primeramente a los que están en Damasco y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
In Christo, Deo et Domino nostro (En Cristo, Dios y Señor nuestro)
En mi ciudad, la última "Gran Misión" se hizo siendo yo adolescente. Participé de varios actos de la misma. Pero sinceramente, ninguno de los predicadores - que yo recuerde - llamó a la conversión por los pecados.
Luego recuerdo que el Papa JPII dijo que nuestra sociedad había perdido "el sentido del pecado". Lo que es evidente e indiscutible. Pero años después, cuando pidió una larga lista de perdones por faltas de los hombres de la Iglesia, no recuerdo que haya incluido entre esas faltas a la falsificación light de la predicación cristiana. La cual ha sido a mi juicio, notoria y hasta escandalosa.
Se habla y se ha hablado mucho de la "nueva" evangelización. ¿Porqué no hablamos de "evangelización" a secas? Porque lo que se ha venido haciendo - y perdónenme si son tan drástico - no sirve. No puede llamarse "evangelización" a lo que no empieza poniendo de resalto nuestras cotidianas culpas. A lo que no viene a sanar nuestras cotidianas culpas. Pero no "sanarlas" mediante una delirante exculpación demagógica, sino mediante una sincera conversión, la cual exige el arrepentimiento.
El juicio de Dios no consiste en que Dios DECIDE qué nota te pone, si te da un aprobado por compasión o no.
No.
En el juicio de Dios, la Mirada de Dios hace que TODA la verdad sobre mis hechos, motivaciones, consecuencias y mi persona queden revelados, visibles, evidentes, sobre la mesa... No mas engaños ni autoengaños, no más discursitos ni justificaciones... Ahí está todo. Y ante este juicio, toda esta verdad plena... ¿quién aparecerá como santo?
Dios no DECIDE. Dios solo MUESTRA LO QUE HAY REALMENTE. Y ahí el alma queda transformada definitivamente (para bien o mal) por lo que hasta entonces no veía (o se empeñaba en no ver).
En el Cielo solo hay santidad, solo santos, solo gente hecha santa por el Espíritu Santo.
Así que quien no es santo, no puede estar en ese estado del ser que llamamos Cielo, o podríamos llamar Beatitud, Santidad, o Fuego del Espíritu.
Yo, acostumbrado por mi pecado a estar con mis mentiras, engaños, falsedades, autojustificaciones, etc... cuando aparezcan todas las pruebas que me acusan tendré dos opciones: 1) aceptar el horror... sí, lo hice; sí, lo sabía, sí, me autoengañé a sabiendas, sí, evité evitarlo... Y puesto que voy a vivir eternamente en el Otro Mundo, estaré eternamente con ese conocimiento: un dolor eterno, un estado del ser donde no hay sitio para Dios, solo para la dolorosa verdad: el infierno.
2) También puede que a pesar de la verdad desplegada tenga aún suficiente libertad para negarlo, seguir autoengañado, justificarme con falsedades... es una opción de locura y engaño, de queja, de "no es justo", que implicará el odio a Dios "que tiene la culpa, ha sido Él", "no lo quiero", etc... Por lo tanto, la eternidad sin Dios en una locura de autoengaño y rabia: es decir, el infierno.
Por último, a menos que seas tan virtuoso que no hayas pecado nunca (el justo peca 7 veces al día, dice la Biblia) o tan ignorante e inocente que nunca hayas podido pecar (caso de algunos enfermos mentales)... tu única forma de entrar en el Cielo es por "enchufe": que te meta Jesucristo.
Es como si un hijo de rey viviese camuflado entre niños pandilleros, y luego revelase que Él es el príncipe, y que quien venga a su castillo con Él será acogido por su padre como "un amigo de mi Hijo", aunque no conozca ni la contraseña, ni los modales cortesanos, ni la etiqueta...
Es Cristo quien, a través de los sacramentos (y de su persona) nos hace santos... que es la única forma de vivir en el País Santo.
Pero nadie es santificado contra su voluntad: no puedes ser santo si no dices "transfórmame", si no dices "amigo, dices que el Rey es tu Padre, méteme en tu castillo". Para entrar por enchufe has de decir quién es tu enchufe. Su Nombre es poderoso.
Al final, es un tema más ONTOLÓGICO que ético. No se trata de la nota que Dios te pone... Dios no te pone nota. Se trata que EN QUÉ TE HAS CONVERTIDO: qué eres, en realidad... ¿Eres un trozo de Cielo que aún se demora en nuestro mundo espacio-temporal? ¿Al menos, pides serlo, a través de los sacramentos, dejas que Él te transforme?
La eternidad es como un gran Fuego: o te acostumbras a ella convirtiéndote en uan gran llama de amor viva ya aquí (o dejando que el Espíritu Santo te transforme así) o, cuando llegues a ella, te quemará y te dolerá.
Son cosas ontológicas. Es así, pasa así. No es que Dios haga que te pase. Es que pasa. Dios te avisa de cómo van las cosas al Otro Lado, para que te prepares para la transformación. ("Seremos probados como por fuego", etc...)
Te recomiendo "Mero Cristianismo", de C. S. Lewis, y también, del mismo autor "Cartas del Diablo a su sobrino" y "El Gran Divorcio". [Algunos están gratis en español en internet]
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LF:
¿Qué hizo San Juan el Bautista? ¿Qué Cristo? ¿Qué la Iglesia en su primera predicación?
Pues eso hemos de hacer. Y por ese orden.
Por cierto no habéis comentado nada de que el Santo Padre Benedicto XVI ya se ha convertido en el 6º papa más longevo tras superar a Juan Pablo II.
Lo importante es llamar a ese arrepentimiento, y que mejor momento que en Cuaresma. En las homilías aún les cuesta a muchos sacerdotes hablar del pecado, de la necesidad de la conversión y el arrepentimiento;parece que no quisieran molestar a los que vamos a misa.Claro que es tan débil su llamada de atención, que a muchos les pasa uedesapercibido.O quizás es que son mucho mejores que los demás, que tb es posible.
Ya que no lo escuchamos de nuestros sacerdotes!!
Bendiciones!!
Después de los augurios de infanticidios a granel, sin cuartel de ayer, literalmente para más INRI, éste artículo es, si me permites, “de cajón”. Muchos nos hemos hecho cubrir con cenizas una vez más, y Cuaresma es sobretodo tiempo de arrepentimiento, confesión y Esperanza. Pero también de llamar a arrepentimiento con la determinación de San Juan. Contágiese el ejemplo.
No sabemos cuantas Cuaresmas nos quedan antes de que Dios haga prevalecer su Justicia a su Misericordia (ambos infinitos) porque en efecto hay un tiempo para todo.
O nos arrepentimos, o no pasamos el corte. Y no pasa el corte, quien no quiere pasarlo. sino, valiente libertad. Si me estoy liando me lo hacen saber.
Por otra parte, supongo que respecto a la infinita bondad, nadie pueda asegurarnos en esta vida terrenal (incluso ni nuestra fe, ni nuestra razón)que llegado el día de autos, no podamos llegar a ser perdonados y alcanzar la gloria eterna.
llegados a este punto, quién es el guapo que se arriesga a ver qué pasa ese día. Si falla algo, tate, condena eterna. Un marrón. Será más prudente luchar, en la medida de lo posible, contra nuestra soberbia. Digo yo.
Si la reflexión es acertada, parece que si que es conveniente que se predique el arrepentimiento.
PD.- a ver si me entero del porqué no quería JOnas ir a Nínive. Seguro que tiene un contenido teologal impresionante.
"Deseo que el mundo entero conozca Mi Misericordia" (Diario, 687
El Señor me dijo: “Hija mía, no dejes de proclamar Mi Misericordia para aliviar Mi Corazón, que arde del fuego de Compasión por los pecadores. Diles a Mis sacerdotes que los pecadores más empedernidos se ablandarán bajo sus palabras cuando ellos hablen de Mi Misericordia insondable, de la Compasión que tengo por ellos en Mi Corazón. A los sacerdotes que proclamen y alaben Mi Misericordia, les daré una fuerza prodigiosa y ungiré sus palabras y sacudiré los corazones a los cuales hablen.” (Diario, 1521)
Recordemos también la oración con la que Jesús nos prometió que convertiría a un pecador determinado :
" Oh Sangre y Agua que brotastes del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros. Yo confío en Vos
Esto lo planteo como generalidades. En relación con de qué forma hay que abordar al descreído en los nuevos tiempos, no tengo tan claro que una predicación sobre el infierno o el pecado que, rozando la obsesión, llegue incluso a distorsionar la Buena Nueva, la buena noticia de la salvación, sea lo adecuado. Aunque por supuesto no puede negarse tampoco u ocultarse deliberadamente aquello que nuestra fe tiene por cierto. Que se arrepienta la sociedad, pero sobre todo por el descubrimiento maravilloso del amor que brota de la Cruz.
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LF:
¿Predicación sobre el infierno y el pecado rozando la obsesión? ¿quién propone eso?
La obesesión hoy es más bien predicar sin hacer alusión alguna al pecado y al infierno. Y eso es negar el evangelio.
Es obvio que para obtener la salvación deberemos llegar a estar vestidos de santidad, sin lo cual no podremos entrar en el banquete del reino.
Como también es obvio que, por naturaleza, somos pecadores, la conversión al camino de la santidad implica necesariamente que debemos arrempentirnos y evitar el pecado. Es por ello que el arrepentimiento resulta totalmente necesario para obtener la gracia del perdón.
Dios misericordioso ofrece la salvación a todos los hombres. El hombre que no la acepta se autoexcluye, no se arrepiente de los pecados, no reconduce su andadura por el camino del reino y no desarrolla el mérito ante Dios, que proviene de que Dios ha dispuesto libremente asociar al hombre a la obra de su gracia (Catecismo, 2008) para que alcance la santidad a la que está llamado (Catecismo, 2013).
Algo no cuadra y es que la catequesis sobre el sacramento de la confesión ha sido y es prácticamente nula y la laxitud o deformación de las conciencias, por desgracia es un fenómeno extendido.
Catequesis,catequesis y catequesis. No se puede comulgar en pecado grave, o sea mortal.
Es con el sufrimiento. Se te ocurre recomendarlo a la gente y, como primera medida, la dejas KO. Cuando el sufrimiento bien entendido, y bien llevado, da grandes bienes. Y me remito, por ejemplo, a las palabras del Santo Cura de Ars, Jean marie Vianney. Cómo apreciaba el sufrimiento, pero claro, era un santo.
Ya acudiendo a uno de los grandes Padres, San Agustín, gran pecador por cierto, Grandísimo santo pues, nos predica que nuestro corazón no estará tranquilo mientras no descanse en Tí.
Me produce cierto desasosiego, el reinante buenismo, que echa por la borda las enseñas, nada menos que de S.Agustín. Que la modernidad no nos nuble la mente.
Pero si planteamos la nueva evangelización en el mundo moderno, que, nos guste o no nos guste, es un mundo abierto, globalizado, intercomunicado, pluri-religioso y en el que cualquier persona puede entrar en Internet y conocer multitud de doctrinas distintas, hemos de ser especialmente cuidadosos en la predicación cristiana. Ojo, no estoy diciendo que la Iglesia tenga que cambiar para 'adaptarse' al mundo. Ni muchísimo menos. Pero está completamente claro en el Magisterio que la forma de anunciar el Evangelio puede diferir en formas o matices, preservando siempre el núcleo de la doctrina, en función de las circunstancias espaciales y temporales. Y lo que yo opino, desde la máxima humildad y desde mi condición de pecador penitente, es que si al hombre moderno se le ofrece una predicación basada en la reprimenda continua y la advertencia constante del infierno, que ocupe un peso específico mayor que la propia esperanza salvífica, mal nos va a ir. Porque acabará buscando una oferta más 'light' en el supermercado espiritual de nuestra época. Sin embargo, si el hombre moderno, que vive en un profundo vacío existencial, observa la alegría con la que vive el cristiano y lo llena que está su vida, al mismo tiempo que comprende la exigencia de responsabilidad que nos supone el hecho de ser libres, y las consecuencias trágicas que supone esa libertad; entonces, el hombre moderno, que necesita asirse a algo para trascender, podrá apreciar la grandeza de la fe e iniciará su camino particular de conversión. Y siempre por la gracia de Dios.
Por supuesto, sigo hablando de generalidades. Hay hombres y hombres, pueblos y pueblos, coyunturas y coyunturas. Y a cada cual habrá que explicarle de la mejor manera posible el Evangelio, siempre pensando en lo que mejor procure su bien y su salvación.
"no recuerdo la última vez que oí a un sacerdote hablar del Purgatorio, pero esto es materia para una discusión aparte..."
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Una pequeña protesta, con todo el desenfado: eso es sencillamente porque no es Ud. (todavía) capaz de escuchar a los 400 mil sacerdotes católicos del mundo en sus predicaciones diarias o habituales, lo cual prueba únicamente que aún no participa plenamente del ser de Dios :-))
Sin ir más lejos, puedo deciros que hace bien poco dediqué un sermón enterito a hablar del Purgatorio en mi Parroquia, el pasado 2 de Noviembre. No me negaréis que la ocasión era de lo más propicio...
Si con esto consigo salvar al clero, por haber "encontrado al menos un justo"... ;P
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Fuera de bromas, y retomando el tema del post, yo puedo decir, por mi experiencia en el ministerio, que a la NECESARIA exhortación al arrepentimiento en el púlpito ha de acompañar hoy también necesariamente una "personalización" de esa predicación en el trato personal, UNO A UNO, sea en confesión o no. Tal vez sea este uno de los signos propios de este tiempo en lo que toca a la evangelización. Porque esa es la única manera de superar el efecto "masa de borregos" tan típico de nuestro mundo mediatizado. Lo que compruebo es que en esas conversaciones personales es donde muchísimas veces se juega el "combate" (feroz, no hay que engañarse) que decanta a una persona hacia Jesucristo, aunque sea inicialmente.
Esto es para mí clave: los sacerdotes no sólo debemos cuidar mucho la predicación, sino muchísimo también estas conversaciones personales, que no siempre pueden darse en el marco deseable de una dirección espiritual estable, frecuente, etc., sino en condiciones más "precarias". Y aquí también veo lagunas, porque a menudo rehuímos mucho esas conversaciones, tal vez porque intuimos el combate, tal vez por la conversión continua que nos exige a nosotros mismos... y como ya sabéis, los sacerdotes también estamos "envueltos en debilidades", así que, porfa, porfa, recen todos mucho también por nosotros.
Pero, dicho esto, estoy plenamente de acuerdo contigo, LF: lo primero es lo primero, la predicación con parresía que no elude NADA de la "Buena Noticia". Sin esto, todo lo demás es construir castillos en el aire.
P.D.: Tomo nota también de lo que algún comentarista ha dicho sobre los sacramentales. Esto me daría para un comentario más largo, que dejo para otro momento (si llega). Simplemente decir que tiene mucho de verdad, no sólo en cuanto a las "devociones oracionales", sino también y mucho en el campo de las bendiciones: bendición de imágenes, bendición de casas... dan pie además muchas veces para trabar relación PERSONAL tú a tú, que como ya he dicho hoy me parece fundamental.
Saludos.
+
Creo que el hombre era sincero en sus dudas dudas; dudas perfectamente acordes con el ambiente actual que confunde y revuelve todo y hace creer que la absoluta Bondad de Dios consiste en algo que, si se rasca un poco, se vería que no es "bondad" sino una completa indecencia y una estafa; es decir, algo completamente indigno de Dios.
Pero en la actualidad esa esa es la idea de bondad, caramelizada con mucha tontería pero evangelizar pasa por deshacer esas preconcepciones mundanas actuales y hacerlo con los mejores modos.
Estemos "más prontos a salvar la proposición del próximo que a condenarla; y si no la podemos salvar, inquiramos cómo la entiende, y si mal la entienda, corríjamosle con amor..."
- Música alta y muchas veces de tipo new-age, increíblemente molesta cuando te apetece tener un tiempo de concentración y oración antes de la misa.
- Católicos de tertulia hablando como si de una reunión de amigos se tratara. A veces criticando a éste o al otro cura.
- Si Dios está realmente presente en la eucaristia, ¿por qué los católicos no lo demuestran con su actitud? No se arrodillan, comuniones en la mano, eucaristía repartida por laicos, sagrario 'escondido' en un lateral...
- Sermones de tipo ONG, muchas veces sobre los pobres pero relacionados con el hambre. Casi siempre se olvidan que los verdaderos miserables de este mundo son los que están encadenados al pecado camino de la perdición.
- Que feas son algunas Iglesias. Y el arte moderno que las decora es una verdadera ruina espiritual. NO lleva a Dios, no emociona, no te hace pensar, es un desastre.
- Y la confesión... en muchas Iglesias sencillamente NO hay confesión. Sacramento de la penitencia general en algunas fechas señaladas y punto.
Esperemos que la nueva evangelización sirva también para arreglar algunas "cosillas" dentro de la Iglesia.
Es un pequeño aguijón para removernos la conciencia si la tenemos adormecida en este punto.
Teniendo mis reservas sobre lo correcto de lo publicado por EFE -del que ya varias bromas ha hecho con sus reportajes- como complemento a lo dicho por Mn. Fisichella lo que aportas está muy bien, porque el tema que él plantea es sobre la calidad de las predicaciones de los sacerdotes, no sobre sus contenidos. Es sobre el cómo, no los qué. Cosa, por demás, que todos sabemos: sacerdotes que son terriblemente somníferos, insulsos, desorganizados argumentativamente hablando, mecánicos. A pocos fieles les queda algo de lo predicado. En fin, nada nuevo bajo el sol.
Suscribo totalmente tus planteamientos sobre el arrepentimiento: Dios es lento a la ira y rico en piedad y misericordia pero también es justísimo juez. De hecho, la misericordia llega al reconocerse pecadores y pedir perdón por los pecados cometidos.
Luego recuerdo que el Papa JPII dijo que nuestra sociedad había perdido "el sentido del pecado
Juan Mariner:
La postergación del pecado y de la subsiguiente confesión como sacramento es síntomna inequívoco del enfriamiento de la fe
Los dos lo resumen perfectammente.
Quizá estribe en dos factores. Seré muy breve. En primer lugar, que la persona tome conciencia de su propio malestar. Esto que parecería en principio fácil es una de las conquistas más arduas para la conciencia individual, pues no hay experiencia que más se rehúya que la del propio fracaso. En segundo lugar, el ejemplo. La humanidad postmoderna, vaciada de todo sentido, necesita encontrar ejemplos vivos de otro modo de encarar la propia existencia y que, como tales, den razón de esa opción. Las meras palabras, las apelaciones aun enérgicas ya no sirven.
El ejemplo moral, coherente y sostenido en accciones a lo largo del tiempo, junto a la propia conciencia de vacío, es la única combinación que puede remover la conciencia contemporánea. Combinación que como siempre es una búsqueda en último término de amor, acogida y comprensión.
Y digo yo: ¿Qué narices sabrá este hombre de dónde está Dios?
Obviamente no ha pasado la criba y no ha sido publicado. Pero pongo acá esa primer frase por ver si sirve para que no perdáis ni medio segundo más con él.
y a los que evangelizamos.
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LF
Ahora me dedico a pintar al óleo 😎
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