¿Puede Ignacio Villota Elejalde seguir siendo sacerdote?
Ignacio Villota Elejalde es licenciado en teología, doctor en historia y presbítero diocesano en Bilbao. Pero también es el autor de uno de los artículos más directos contra el sacramento de la confesión tal y como la Iglesia Católica lo enseña y lo propone a todos sus fieles, sacerdotes incluidos. Dicho artículo fue publicado ayer en Noticias de Guipúzkoa.
Cito algunas perlas:
Muchos creyentes hoy siguen recibiendo el sacramento del perdón en celebraciones comunitarias que se ofrecen en muchas parroquias. Son celebraciones que encajan perfectamente en muchos sectores católicos que aceptaron plenamente el Vaticano II, y tuvieron una maduración de su conciencia moral.
y
…la realidad del problema de este sacramento está en la crisis de una forma caduca y vetusta de celebrarlo. Precisamente, la exigencia de la manifestación explícita de los pecados desprestigia al sacramento de la penitencia, a veces llamado impropiamente de “la confesión". Tal desprestigio no ha sido solo por el hastío producido por exámenes de conciencia e interrogatorios humillantes que, en demasiadas ocasiones, buscaban el control de las mismas conciencias, y han dejado a veces secuelas nocivas para el espíritu. En el rechazo de la obligatoriedad de la confesión, ésta es la parte accidental. Lo sustancial es que los rectores de la Iglesia parecen obviar la gran evolución que el ser humano ha protagonizado en aspectos básicos de sus derechos inalienables y de su dignidad. Los creyentes no desprecian el sacramento del perdón. Lo pueden arruinar algunas formas o insistencias obsoletas.
y
Durante muchos siglos, la Iglesia se había atribuido una autoridad absoluta sobre sus fieles y sus conciencias y, basándose en el principio de que “fuera de la Iglesia no hay salvación", puso en práctica una acción pastoral agobiante.
y
… cuando, por el influjo de la Ilustración, nació la Modernidad, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, la Iglesia, junto a las monarquías absolutistas, fue el faro que alumbró y guió todo el espíritu reaccionario de la época. El horizonte de las libertades y los derechos de la persona tardó demasiado tiempo en brotar en los recovecos de la teología y la pastoral eclesiales.
y
La confesión explícita y obligatoria de los pecados graves o mortales, bajo penas gravísimas, no puede ser el peaje exigible para recibir de manos de un sacerdote el perdón de Dios. De ahí, en buena parte, el abandono masivo del confesionario en los tiempos actuales. En muchos espacios de la Iglesia no se ha perdido el sentido del pecado, sino que se ha redescubierto el valor supremo de la dignidad.
Bien, vaya por delante que lo que para este señor es poco menos que un tormento, la confesión de los pecados ante un sacerdote que ministra el perdón de Dios, es ni más ni menos que uno de los elementos que diferencia al catolicismo -y de paso a los ortodoxos- de los protestantes. Habiendo sido evangélico durante 8 años y medio, sé bien en qué consisten dichas diferencias. Y puedo afirmar que el sacramento de la confesión, tal y como la Iglesia ha determinado que se lleve a cabo, es una de las glorias del catolicismo. Es algo que, por sí solo, amerita dejar el protestantismo atrás para convertirse en católico. Sin embargo, este sacerdote pretende que se siga el camino contrario.
En la confesión no sólo recibimos el perdón de los pecados. Si el confesor es bueno y conoce al fiel, aprovecha la ocasión para ayudarle a encontrar aspectos de su vida que no están conformes a la voluntad de Dios y le da indicaciones pastorales necesarias para su santificación. Donde no hay confesión explícita de pecados difícilmente puede darse ni el perdón de los mismos ni una atención pastoral adecuada.
Villota Elejalde presenta una historia del sacramento de la confesión más bien torticera. Así la expresa el Catecismo de la Iglesia:
1447 A lo largo de los siglos la forma concreta, según la cual la Iglesia ha ejercido este poder recibido del Señor ha variado mucho. Durante los primeros siglos, la reconciliación de los cristianos que habían cometido pecados particularmente graves después de su Bautismo (por ejemplo, idolatría, homicidio o adulterio), estaba vinculada a una disciplina muy rigurosa, según la cual los penitentes debían hacer penitencia pública por sus pecados, a menudo, durante largos años, antes de recibir la reconciliación. A este “orden de los penitentes” (que sólo concernía a ciertos pecados graves) sólo se era admitido raramente y, en ciertas regiones, una sola vez en la vida. Durante el siglo VII, los misioneros irlandeses, inspirados en la tradición monástica de Oriente, trajeron a Europa continental la práctica “privada” de la Penitencia, que no exigía la realización pública y prolongada de obras de penitencia antes de recibir la reconciliación con la Iglesia. El sacramento se realiza desde entonces de una manera más secreta entre el penitente y el sacerdote. Esta nueva práctica preveía la posibilidad de la reiteración del sacramento y abría así el camino a una recepción regular del mismo. Permitía integrar en una sola celebración sacramental el perdón de los pecados graves y de los pecados veniales. A grandes líneas, esta es la forma de penitencia que la Iglesia practica hasta nuestros días.
Lo que el sacerdote de Bilbao propone no es volver a la práctica de la disciplina pública de los pecados mortales. ¿Se imaginan ustedes una confesión de toda una parroquia en la que un fiel dijera “yo he adulterado con Pepita", y otra afirmara “yo he fornicado con Antonio"? No, no es eso lo que quiere ese cura vasco. Lo que quiere es que la confesión pierda su verdadero sentido.
Dice el cura:
Muchos pensamos que la Iglesia no tiene ninguna autoridad para exigir la apertura de los pliegues más profundos de la conciencia. Es el recinto más sagrado de la persona, su propia mismidad, algo nunca susceptible de ser hollado ni manoseado.
Esa visión del sacramento de la confesión es perversa, fruto de una concepción maligna de lo que es la conciencia y lo que fue la intención de Jesucristo al dar a la Iglesia la autoridad para atar y desatar, para perdonar o retener los pecados. Si ese sacerdote cree eso, yo creo que muchos pensamos que la Iglesia no puede, bajo ningún concepto, mantener como sacerdote a quien ofrece una visión del sacramento de la confesión que es más propia del protestantismo que del catolicismo.
La pelota está ahora en el tejado del obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta. Ignacio Villota Elejalde es sacerdote de su diócesis. Se ha manifestado públicamente en contra de la doctrina católica sobre la confesión. No quiero ni pensar cuál es la situación espiritual de los fieles que son atendidos por ese presbítero y por todos los que están de acuerdo con él. Pero una cosa sí tengo clara: esto no puede quedar así.
Luis Fernando Pérez Bustamante
PD: Código de Derecho Canónico:
960 La confesión individual e íntegra y la absolución constituyen el único modo ordinario con el que un fiel consciente de que está en pecado grave se reconcilia con Dios y con la Iglesia; sólo la imposibilidad física o moral excusa de esa confesión, en cuyo caso la reconciliación se puede tener también por otros medios.
961 § No puede darse la absolución a varios penitentes a la vez sin previa confesión individual y con carácter general a no ser que:
1 amenace un peligro de muerte, y el sacerdote o los sacerdotes no tengan tiempo para oír la confesión de cada penitente;
2 haya una necesidad grave, es decir, cuando, teniendo en cuenta el número de penitentes, no hay bastantes confesores para oír debidamente la confesión de cada uno dentro de un tiempo razonable, de manera que los penitentes, sin culpa por su parte, se verían privados durante notable tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada comunión; pero no se considera suficiente necesidad cuando no se puede disponer de confesores a causa sólo de una gran concurrencia de penitentes, como puede suceder en una gran fiesta o peregrinación.
962 § 1. Para que un fiel reciba válidamente la absolución sacramental dada a varios a la vez, se requiere no sólo que esté debidamente dispuesto, sino que se proponga a la vez hacer en su debido tiempo confesión individual de todos los pecados graves que en las presentes circunstancias no ha podido confesar de ese modo.
74 comentarios
Lo que yo vi esa vez fue que los fieles se ponían de rodillas, el sacerdote les pasaba su estola por los hombros, y el penitente comenzaba a decir en voz baja, obviamente me supongo que sus pecados. El sacerdote, entretanto de pie junto al penitente, no decía "ni mu", hasta el momento de la absolución final.
Pues eso.
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LF:
Yo he visto al sacerdote ortodoxo Teófilo Moldován confesar de una forma muy similar a como confiesa cualquier sacerdote católico. Lo que es seguro es que ellos confiensan todos sus pecados para poder ser absueltos. O sea, nada de confesiones comunitarias.
No lo hizo impartiendo absoluciones generales, sino, teniendo muy en cuenta la personalidad de las culpas de cada uno.
A Pedro (tres veces traidor), le plantea la triple pregunta, si lo amaba (Jn 21, 15 - 19). A Tomás, incrédulo empecinado, lo llama al medio nominalmente, para brindarle la reconciliación en el modo concreto, con el que rasarciría su cerrazón (Jn 20,24 - 29). A Cleofás y su compañero, los reprende por su particular y errada concepción de un mesianismo triunfalista(Lc 24,25 - 27).
Cobijarse bajo el manto "comunitario" puede ser el engaño absoluto sobre el sesgo propio,individual, que caracteriza "mis" desvíos; el "camouflage" de "mi" situación, que no es igual a la del prójimo.
No vamos al médico diciéndole vagamente: "Me siento mal". ¡No! Explicamos lo mejor posible los síntomas experimentados. No sea que nos proponga un remedio para los riñones, cuando se trata del corazón o la vesícula.
Por otro lado...¡Vaya manía de ciertos "teologuillos mediáticos" de ponerse a toda costa "al ritmo de los tiempos". Como si lo actual, por actual, de moda y propiciado por la TV y los periódicos, fuera ya de por sí "bueno y recomendable". "Novedoso" es el diente que apunta en la encía del bebé. Y todos nos alegramos. No menos "actual" es el cáncer que aparece en el enfermo y...es para llorar.
El hecho de que no se retracte públicamente o, en consecuencia, deje de ser sacerdote, revela de forma evidente dónde esta el problema último.
Y no está en él.
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LF:
No soy experto en derecho canónico.
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LF:
Hombre, yo creo que todos aman a sus ovejas. Otra cosa es que desempeñen con mejor o menor su labor episcopal.
Aproveché para abrir mi alma -"el recinto más sagrado, mi propia mismidad" que dice este sacerdote bilbaino- y exponerle mis pecados, mis debilidades y solicitar el perdón de Dios a mis culpas. Y mientras mi "mismidad" hablaba, me sentía liberado, no "hollado ni manoseado" como dice este sacerdote bilbaino, que no ha comprendido nada de la belleza y la fuerza santificadora de este Sacramento.
Finalmente, me dio la absolución con sus manos temblorosas, y yo cerraba los ojos y no oía al anciano que hablaba sino al mismo Cristo, que por boca de este sacerdote -anciano y enfermo-, me decía que mis pecados estaban perdonados. Me acordaba ese versículo biblico: "yo perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados".
Chesterton decía que una de las razones más importantes para haberse convertido al catolicismo era que allí encontraba verdaderamente el perdón de sus pecados. Es asombroso que este sacerdote vasco no haya comprendido por qué Jesús encomendó a sus discípulos "el misterio de la reconciliación" (2 Cor. 5,18) o el poder de "perdonar los pecados" (Jn.22,23). Porque es el mismo Cristo el que actúa por medio de su ministro. Y ante Cristo ¿Vamos a ser tan mezquinos, tan ridículamente soberbios como para ocultarle "nuestro recinto más sagrado"? ¿Acaso pensamos que Cristo lo "hollará y manoserará" en vez de purificarlo, liberarlo y encaminarlo hacia la paz y la felicidad?
Como LF ha dicho, este sacramento es una verdadera Gloria del catolicismo. Y que siga siéndolo pese a los malos pastores.
Y no está en él.
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Me deprimen tanto los curas que dicen lo que dice este Elejalde o como se llame, que me urge, al leer estas cosas, el ir a confesarme.
Y si tuviera más a mi alcance a los obispos, igualmente me urgiría ir a zarandearle a alguno el corazón y el alma.
Si aceptamos como normal que a más de la mitad de los curas -según dice este tipo- se la refanfinfle el sacramento de la penitencia, ¿qué van a hacer los fieles más inseguros, más debilitados por el espíritu de este mundo? El escándalo es que algunos dirán "ah, lo modeno es ser católico y no confesarse, ahora se puede" y otros dirás "pues ¿para qué practico yo por este sacramento, si hasta los curas pasan de él"
Ni en mis etapas menos ortodoxas-que muchos conocéis de sobre- entendí estos graves fallos de ortopraxis: no se puede poner en duda el sacramento de la penitencia con ese desparpajo, no. Este tipo y sus semejantes son demoledores, sin excusa posible, son deliberadamente demoledores.
Pero, como dice L.I. Amorós, el problema último no está en él...
Por otro lado, ¿ha habido sólo excesos de autoridad e imposición en el ejercicio de este sacramento? ¿Dónde queda la exquisita y tan renovadora acción pastoral de un Juan María Vianney, que pasó la mayor parte de su vida escuchando a penitentes de toda Francia y de otros países? ¿Nada se ha de decir de los santos PP. Pio de Pietrelcina y Leopoldo Mandic, para callar de miles y miles que, silenciosamente cumplen con este mandato del Divino Maestro?
Y si "fuera de la Iglesia no hay salvación", ¿por qué acusarla de soberbia, si así lo dispuso su divino Fundador?
¿Reprocharíamos de exclusivismo a los científicos que nos anuncian: "Sin penicilina no se sale de esta enfermedad?"
Por otro lado, ¿cuándo nos curaremos de generalizaciones miopes?
Que haya "mala praxis" en algunos médicos, no me autoriza para condenar a "todos" los facultativos.
Que se lamenten lamentabilísimos casos de "curas pedófilos", no da derecho a entreverarlos a todos en la misma bolsa.
No se necesita conocer demasiado mucho (ni demasiado poco tampoco) de leyes para darse cuenta que esta pobre alma está en un lugar equivocado y que los señores obispos, uno de los cuales lo ordenó, deben hacer algo para reubicarlo adonde este indigno sacerdote está pidiendo a gritos : afuera de la Iglesia.
Porque por sí mismo o no se atreve a tomar esa decisión o no quiere, entonces necesita de un agente externo a su persona que actúe sobre él.
Reclamaba plena soberanía sobre confesión (absolución colectiva sin confesión particular), plegarias eucarísticas propias e independencia pastoral y jurisdiccional.
Las consecuencias habrían sido que nadie hubiese considerado estar en pecado si estuviese en situación moral irregular (aborto, adulterio, divorciado vuelto a casar), envuelto en creencias sincréticas (yoga, budismo, nueva era) o en connivencia con la violencia nacional-sindicalista de liberación nacional y de clase.
Y en relación con la misa, pastoral y jurisdicción propias, se habrían retirado las devociones (rosario, adoración), la doctrina (catecismo), impedido la entrada de los nuevos movimientos e introducido oraciones eucarísticas favorables a los movimientos de liberación nacional, de clase y sexual y los proclives a una iglesia alternativa.
Este sacerdote se siente católico porque sabe que la iglesia católica es la única con plena naturaleza apostólica, sacramental y petrina.
Pero consideran que su "teología" es o bien la única admisible frente a la oficial ya caduca o bien es otra teología alternativa más dentro de un pluralismo teológico regido por el principio de "teología canónicamente correcta de libre aceptación" por la comunidad religiosa o parroquial, compatible con la teología tradicional.
Su obispo deberá atender este caso no como esporádico o anecdótico, sino como estructural, que afecta a gran número de parroquias, conventos y teólogos, y que puede derivar hacia una insumisión masiva y abierta.
Sacar del alma lo malo que hemos hecho es bueno para nosotros. Negarnos ese beneficio es por lo menos triste, si no terriblemente horroroso. Andar por allí con la conciencia sucia, con la sensación de que no hemos sido perdonados, con la culpa creciendo en el alma por no poderle decir a nadie "hice esto mal", es cruel por decir lo menos.
No puedo estar en contra de la absolución general cuando el mundo de hoy parece un Auswitch en el que en cualquier momento un avión se estrella contra nuestro edificio y cinco mil personas mueren sin posibilidad de perdón. Pero no quiero imaginarme un mundo donde no haya un sacerdote atado al secreto de confesión a quien pueda decirle mis pecados. Eso es más horrible aún.
El Sacramento de la confesión no puede estar en crisis, sino quienes han perdido la fe y el amor a Cristo y a la Iglesia Católica.
Es más provechoso orar para que el Señor nos envíe sacerdotes que complacen su Divino Corazón. Necesitamos de sacerdotes santos, que lleguen a nuestras ciudades.
La mitad de estos curas habrían sido voluntarios de la tropas "ilustradas" que quemaban las Iglesias del norte en contra de sus propios feligreses.
Señor ven pronto!
Y por supuesto también me quedé flipando una vez al ver y confesarme con un sacerdote vestido con estola morada y de alba blanca claro xD
Hace falta recuperar dicho sacramento a la de... YA. Es tal el "secuestro" de dicho sacramento...
Créeme, los que somos sacerdotes, e incluso tú sin serlo, sabemos casos flagrantes de inacción en estos casos. ¿Seguro que es por falta de capacidad? ¿de verdad creemos que ilustres doctores en teología y los más aptos de entre nosotros no son capaces de remangarse la sotana y arrearle a este tal Villota un puntapié en el trasero y mandarle a escardar cebollinos?
El obispo anglicano que hay en mi parroquia y que se hace pasar por católico hasta dando clases de religión católica en un colegio, dice a mis fieles que no hay que confesarse para recibir la comunión. Llevo semanas denunciándolo a diario y te aseguro que mis fieles saben ya de qué va ese elemento. Supongo que por este camino, y gracias a Dios, nunca me propondrán para ser obispo.
Y creo que como a mí a un porcentaje muy alto de católicos. ¿Por qué sino ha dejado de confesarse la gente?
El sacramento está, en su forma actual, absolutamente fuera de juego, como otros aspectos de la Iglesia.
Y las reivindicaciones que se hacen para que cambien son justas.
No voy a entrar en detalles y polémicas; sólo quiero indicar con mi nota que no todos pensamos igual.
Un abrazo
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LF:
En serio, probad a haceros protestantes. Os irá mucho mejor. Pero dejad en paz a la Iglesia a y a los que sí somos católicos.
Totalmente de acuerdo. Tiene obispo este "sacerdote"?No va a saber el obispo lo que piensan los sacerdotes de su diócesis? Lamentable...Bendiciones!
Que pena.
Y cuanto miedo a enfrentar los problemas.
Porque el problema no es lo que diga un cura, lo que digas tú o lo que diga yo.
El problema verdadero es que la gente no se confiesa.
Y no me vengas con bobadas de los protestantes que aquí no pintan nada.
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LF:
Si la gente no se confiesa es precisamente por curas como este. Allá donde hay un cura que pide a los fieles que se confiesen, los fieles se confiesan. Y no pensemos que por el hecho de que en algunos países europeos la gente no se confiesa mucho, esa es la norma. Nada más lejos de la realidad. Hace no mucho un sacerdote amigo estuvo de viaje en Polonia y se quedó atónito ante las largas filas de fieles ante los confesionarios.
De todas formas, según tu argumento, la Iglesia debería dejar de:
1- Celebrar la Misa. La mayoría de los bautizados no va.
2- Dejar de celebrar matrimonios cuando la mayoría se divorcie.
3- Dejar de enseñar la moral católcia, ya que la mayoría no la sigue.
Y sí, meto a los protestantes porque vuestra concepción del sacramento de la confesión es protestante. No es mi culpa.
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Xabier, que pasan los años y no te enteras.
Ya el B. Papa JPII dijo en su momento que una caracteríistica de esta generación es que "no tiene sentido del pecado".
Pues ahí está la respuesta a tu pregunta.
Y eso no se soluciona suprimiendo o modificando el santo sacramento de la Reconciliación. Eso se soluciona re-evangelizando. Que es lo que pide la Iglesia, un día sí y otro también.
Esto es la forma normal. Lo demás para peligro de muerte, y hay que confesarse despues si no te has... muerto...
El problema de este señor se resuelve facilmente: que se le quite el derecho a confesar, y luego rectifique. Un cura confiesa si tiene licencias del Obispo. Si no comete sacrilegio.
Ven como al final todo tiene su porqué. Más le valiera al obispo, expulsar a sujetos como este, antes de que esas herejías sigan atenazando a los fieles incautos. No se puede permitir estas cosas tan graves.
Si quiere que se haga protestante, o masón. Y condénese el sólo. Pero a los fieles y a la Iglesia máximo respeto.
"Su obispo deberá atender este caso no como esporádico o anecdótico, sino como estructural, que afecta a gran número de parroquias, conventos y teólogos, y que puede derivar hacia una insumisión masiva y abierta"
Añádase a ello el detalle que aporta Amfortas: ¡la gente es capaz de contar en televisión burradas que sonrojarían a los más habituales frecuentadores de un burdel portuario! Y quienes lo hacen se lo pasan bomba, y queiens lo oyen lo msimo.
Xabier: que "la gente" haya dejado de confesarse (y todo lo que lamas "fuera de juego")
merece un análisis menos ramplón, por favor!
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Vaya si pintan... empezaron así: haciéndose los puros pero acomodándose a los príncipes de este mundo y t
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LF:
Hombre, vamos a ver que hace Mons. Iceta. Creo que es el primer caso serio que se le presenta en los medios de comunicación.
LF: Hace mucho que no entro al blog. Recuerdo de ti que eras un excelente dialéctico y que antes no te columpiabas con argumentos tan flojos como eso de que "como la gente no va misa, dejemos de celebrar misas" porque lo que ocurre es que NO SE CONFIESA QUIEN PRECISAMENTE SI VA A MISA. (Lo pongo en mayúsculas no para gritar, es que no puedo subrayar o poner en cursiva)
Y en grados diferentes la crisis de la confesión es general.
Por lo demás te deseo lo mejor.
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LF:
Lo del argumento de la gente no va a misa es en respuesta al argumento de que como la gente no se confiesa... cambiemos la confesión.
Obviamente no es algo que piense de verdad.
Pero si fuera un análisis ramplón al menos sería un análisis. Porque aquí no veo ninguno.
Protestantes: LF y tú decís que eso de los protestantes está muy bien traído. Yo no lo veo, puesto que yo no propugno la desobediencia a la Iglesia. No me gusta la forma actual de la confesión pero me aguanto. Y espero que algún día cambie. Pues hay cosas que ni la Iglesia puede cambiar pero otras sí.
Por lo demás un afectuoso saludo.
Me atrevo a pedir a todos que recemos por esta clase de sacerdotes escandalosos, pero que, al mismo tiempo, no perdamos de vista la multitud de sacerdotes que entregan, dia a dia, su vida a Jesucristo y a su Iglesia, es decir, a todos nosotros.
No se puede saber a priori si este sacerdote está incapacitado por tal sensibilidad para confesar pecados. Lo que es seguro es que administrará el perdón de forma imperfecta, pues los feligreses que atiendan a sus consejos, no explicitarán sus pecados de forma adecuada.
Otra cosa es la moral que defienda, que si sigue lo que le dicta su parecer, puede no ser tampoco católica, lo que tiene implicaciones directas para la consideración de lo que es pecado.
Es hora ya, con la misma claridad con la que se expresa este sacerdote, de poner en solfa de una vez por todas los lugares comunes de esta sensibilidad contemporánea, la de este hombre sin Dios, pero con clara conciencia de lo "sagrado" de su conciencia, valga el juego de palabras:
- ¿Por qué resulta humillante la manifestación explícita de nuestros pecados cuando ello se hace en la más estricta intimidad y bajo secreto obligado por parte de quien los escucha?
- ¿Por qué ataca a nuestra dignidad como individuos el examen de conciencia?
- ¿Incluso los "interrogatorios", cuando ellos se dan, no pueden servir para facilitar al penitente la enunciación de sus pecados para así poderlos perdonar en toda su plenitud?
Como ya se ha dicho, y es de sentido común, que haya malos confesores (rutinarios, excesivamente controladores, etc.) no es argumento para atacar todo un sacramento.
Este sacerdote se manifiesta claramente contra la exigencia de la manifestación explícita de los pecados. Esta afirmación va radicalmente en contra del Magisterio de la Iglesia. Por poner un ejemplo entre miles, además de los expuestos por Luis Fernando, el punto 1456 del CEC
1456 La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del sacramento de la Penitencia: "En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo (cf Ex 20,17; Mt 5,28), pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos" (Concilio de Trento: DS 1680)
JMJ.- El Papa confiesa durante 40 minutos a cuatro jóvenes en el Retiro
El Papa Benedicto XVI ha confesado a cuatro jóvenes durante unos 40 minutos en uno de los 200 confesionarios ubicados en el Parque madrileño del Retiro, participando así de la 'Fiesta del perdón'...
Catecismo de la santa Iglesia Católica:
" 1423 Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el hombre se había alejado por el pecado.
Se denomina sacramento de la penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador.
1424 Se le denomina sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una "confesión", reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador.
Se le denomina sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente "el perdón [...] y la paz" (Ritual de la Penitencia, 46, 55).
Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20). El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: "Ve primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5,24).
" 1441 Sólo Dios perdona los pecados (cf Mc 2,7). Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de sí mismo: "El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra" (Mc 2,10) y ejerce ese poder divino: "Tus pecados están perdonados" (Mc 2,5; Lc 7,48). Más aún, en virtud de su autoridad divina, Jesús confiere este poder a los hombres (cf Jn 20,21-23) para que lo ejerzan en su nombre.
1442 Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera el signo y el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su sangre. Sin embargo, confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico, que está encargado del "ministerio de la reconciliación" (2 Co 5,18). El apóstol es enviado "en nombre de Cristo", y "es Dios mismo" quien, a través de él, exhorta y suplica: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20).
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Parece que todo lo que sea contrario a esta Sagrada Doctrina y Tradición magisterial de la Iglesia Católica, como es el santo Sacramento de la Confesión está muy claro que puede incurrir inevitablemente en ANATEMA.
El superior u obispo de este errado sacerdote, no puede pasar por alto semejante herejía ( error en materia de fe, sostenido con pertinacia ).
Un suceso insólito, verdaderamente triste y lamentable, que se aparta radicalmente de la Doctrina y de la verdad.
Ningún fiel ortodoxo se acerca a recibir la Santa Comunión sin antes haber hecho confesión de sus pecados, haber ayunado y rezados las oraciones correspondientes de la preparación. Esto es algo que pertenece a la tardición plurisecular de la Iglesia y las oraciones de preparación son del siglo IV y V. Por supuesto los fieles no ven en esto una carga sino por el contrario la preparación necesaria para participar en el sacrificio de Cristo, en su Divino Cuerpo y su Preciosa Sangre. Con respecto a la confesión de los pecados, el sacerdote, puede en el momento de la comunión, y debe, preguntar si duda si el fiel que se acerca la ha hecho pues es su obligación gravísima como administrador de los Divinos Misterios, cercionarse de ello. Así siguiendo las palabras del Apóstol Pablo, el que recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo inadecuadamente es reo de su condenación y el sacerdote si lo permite, también.
En la práctica de la Iglesia Ortodoxa el lugar de la Confesión es ante el analogio o atril en el que está el icono de Cristo (hablo aquí de lo que es la norma más general sin entrar en las particularidades de algunas zonas o costumbres muy locales) El fiel está de pie ante el icono del Salvador y el sacerdote está a su izquierda. El sacerdote puede poner el epitrajil o estola sobre el que se comfiesa como signo de que ese encuentro lo es con la gracia, pues en los momentos más importantes de la vida Cristiana y para la realización de determinadas oraciones y bendiciones el sacerdote lo pone por encima de los fieles. Es signo también del abrazo amoroso del Padre que acoge como lo hizo con el hijo pródigo.
Es esta parábola la que mejor representa el sacramento según los padres. El hijo se separa del padre y su pecado lo lleva a la miseria. En medio de su miseria, que el Evangelista pone en lo más bajo para un judio que era cuidar como siervo de un pagano a sus cerdos, reconoce que lo que le ha llevado a esa situación en su pecado de consecuencias cosmicas, "contra el cielo y contra ti" (lo que excluye toda concepción del pecado como algo íntimo de la persona y lo conviere en algo que trastorna el orden divino de la creación) Allí recuerda la casa de su Padre, la vida en la Iglesia y arrepentido vuelve y ante él reconoce y CONFIESA su pecado. Los Padres hablan de que el Padre salía todos los días a esperar al hijo, pero es necesario el proceso que lleva al hijo a volver a la casa del Padre y confesar su pecado, pues respeta su libertad. una vez que ha confesado su pecado recibe una evstidura limpia, pues aquella que recibió en su bautismo quedó manchada por el pecado y el anillo como signo de su filiación divina.
Así mismo la confesión es un encuentro terapéutico entre Cristo, Médico de las almas y los cuerpos, y el hombre, enfermo y tocado de muerte por el pecado. Éste afecta tanto a la psijé, como al alma y al cuerpo por lo que necesitamos la sanación que supone el encontrarnos con el único que nos puede dar esa medicina sanadora y salvadora.
En cuanto a la parte visible del Sacramento, éste en muchas ocasiones se limita a la mera confesión de los pecados y la absolución por parte del sacerdote, ya que se distingue entre lo que es la confesión y lo que es la consulta con el padre espiritual que puede estar unida a la confesión o no ya que el padre espiritual, normalmente un monje, puede ser o no sacerdote. Esto es lo que hace que el sacerdote escuche los pecados en la confesión pero los consejos necesarios los de el padre espiritual así como la imposición del canon o regla de oraciones. Lo que si puede hacer el sacerdote es negar la comunión en ese momento al fiel debido a la gravedad de los pecados confesados según los cánones y sobre todo por lo dicho en los textos del gran Padre de la Confesión: San Nicodemo Aghiorita. En casos como por ejemplo el adulterio, el aborto, la práctica de la magia, consultas a tarotistas, etc. Se puede imponer periodos que van hasta los siete años de excomunión durante los cuales los fieles hacen penitencia y ayunan como medicina saludable para la curación por la herida dejada por ellos.
Si hay una diferencia notable es que una vez perdonado el pecado no queda ningún rastro ni deuda por él, causa por la que no existen ni indulgencias ni purgatorio en consonancia con lo dicho pro los Padres de la Iglesia.
P Nicolás Vera, sacerdote ortodoxo
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LF:
Eso de "en consonancia con lo dicho por los Padres de la Iglesia" no es cierto. Más bien ocurre exactamente lo contrario. Los ortodoxos no aceptan la doctrina del purgatorio a pesar de que aparece con nitidez en los Padres de la Iglesia:
http://infocatolica.com/blog/apologeticamundo.php/el-purgatorio-la-iglesia-primitiva-y-los
Dicho lo cual, este no es el lugar para debatir sobre ese asunto.
Tu análisis es ramplón a más no poder. Desde decenios ha hemos escuchado montones de curas progres decirle a la gente, que sí iba en masa a los confesionarios, que no era necesario confesarse.
Ergo por eso no se confiesan.
Cuando pase como antes, que se decía la verdad y no herejías, comenzarán a ir.
Claro, el problema es enorme, porque como se dijeron tantas cosas, entre ellas que tampoco era tan importante ir a misa sino "ser bueno" y etc, etc, ahora como no están, no te oyen cuando les dices que vuelvan al confesionario.
Y es que si a los que están se les dice que se vayan, pues se van.
Pero lo mismo no pasa con los que no están, porque por eso mismo no te oyen.
Y dicho esto, iros todos a una Iglesia protestante, y mientras antes mejor. Allí tu "opinión" vale tanto como la del vecino. Una buena EklesiaBorroka RH- y todos felices y en paz.
En la Iglesia católica la opinión que vale es la de Cristo:
"Y tu eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia...".
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"CAN. IV. Si alguno negare, que se requieren para el entero y perfecto perdón de los pecados, tres actos de parte del penitente, que son como la materia del sacramento de la Penitencia; es a saber, la Contrición, la Confesión y la Satisfacción, que se llaman las tres partes de la Penitencia; o dijere, que estas no son más que dos; es a saber, el terror que, conocida la gravedad del pecado, se suscita en la conciencia, y la fe concebida por la promesa del Evangelio, o por la absolución, según la cual cree cualquiera que le están perdonados los pecados por Jesucristo; sea excomulgado.
CAN. V. Si alguno dijere, que la Contrición que se logra con el examen, enumeración y detestación de los pecados, en la que recorre el penitente toda su vida con amargo dolor de su corazón, ponderando la gravedad de sus pecados, la multitud y fealdad de ellos, la pérdida de la eterna bienaventuranza, y la pena de eterna condenación en que ha incurrido, reuniendo el propósito de mejorar de vida, no es dolor verdadero, ni útil, ni dispone al hombre para la gracia, sino que le hace hipócrita, y más pecador; y últimamente que aquella Contrición es un dolor forzado, y no libre, ni voluntario; sea excomulgado.
CAN. VI. Si alguno negare, que la Confesión sacramental está instituida, o es necesaria de derecho divino; o dijere, que el modo de confesar en secreto con el sacerdote, que la Iglesia católica ha observado siempre desde su principio, y al presente observa, es ajeno de la institución y precepto de Jesucristo, y que es invención de los hombres; sea excomulgado.
CAN. VII. Si alguno dijere, que no es necesario de derecho divino confesar en el sacramento de la Penitencia para alcanzar el perdón de los pecados, todas y cada una de las culpas mortales de que con debido, y diligente examen se haga memoria, aunque sean ocultas, y cometidas contra los dos últimos preceptos del Decálogo; ni que es necesario confesar las circunstancias que mudan la especie del pecado; sino que esta confesión sólo es útil para dirigir, y consolar al penitente, y que antiguamente sólo se observó para imponer penitencias canónicas; o dijere, que los que procuran confesar todos los pecados nada quieren dejar que perdonar a la divina misericordia; o finalmente que no es lícito confesar los pecados veniales; sea excomulgado. "
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Nunca entenderé la manía de algunos pastores de hablar de los Concilios si luego no les hacen caso a lo que dicen, "Gran misterio es este".
Es decir, no tuve la sensación de un encuentro personal, personal, entre Jesucristo y yo, ni pude recibir los excelente consejos de un confesor según las necesidades de mi alma, ni sentí descender la absolución directa sobre todo mi ser.
Lo que sí se necesitan, reconozcámoslo, son buenas catequesis sobre este sacramento y sobre la forma de hacer un buen examen de conciencia y de confesarse. Quizá los jóvenes lo tengan más claro, pero las personas de cierta edad necesitan mucha ayuda en esto, para perder ese miedo absurdo que tienen a no sé qué.
En 1447 sólo se habla de la expiación por penitencia, ojo.
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LF:
La confesión individual se ha practicado desde siempre pero no era lo habitual en los primeros siglos.
Cuando empleas eso de Ergo es que ya me desarmas y no se qué contestar.
Pero bueno lo de eklesia borroka rh- ya es el summum(eh que yo también sé emplear latinajos)
Que os deja tan tranquilos eso de pensar que las cosas se resuelven volviendo a la sotana y el bonete, pues nada a intentarlo.
http://infocatolica.com/blog/puertadedamasco.php
P Nicolás Vera, sacerdote ortodoxo"
Padre Nicolás, no hay que confundir el perdón de los pecados y la pena por los mismos.
Es la enseñanza de la Iglesia en el primer milenio. Si no, ¿por qué las exequias y oraciones por los difuntos por ejemplo?
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Yo también he leido eso muchas veces, pero Trento dice lo que dice, y el Canon VI habla de la norma y parece querer decir que eso es la norma. Lo que no dicen los evangelios es que esas confesiones comunitarias fuesen sacramentales (si no recuerdo mal).
En 1447 es claro a mi ver que lo público se refiere a la satisfacción. Fíjate que lo más que dice es que luego las cosas fueron "más secretas", no que antes no lo fueran. Y parece inferirse que se trata de esa misma satisfacción, no de la propia confesión. Desde luego no se nombra que hubiese confesiones (en sentido estricto) comunitarias.
No sé, ese Canon VI suena claro, le he dejado una nota al Páter a ver qué dice.
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LF:
Catholicus, de ahora en adelante, hazme un favor. Si tienes que comentar algo, coméntalo en un solo comentario, no en sopotocientos.
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Bueno, la sotana es muy elegante pero no indispensable, pero basta con volver a creer a Jesucristo Xabier, con eso basta.
Ahora, si los "ilustrados" o batasunos o lo que sea te gustan más, tú mismo. A Judas, el primer progre de la cristiandad, también le gustaban más los zelotes y la liberación del "opresor" que el Jesús de la Gracia y los sacramentos y los novísimos y demás.
Dios deja a cada uno elegir su propio destino. Que luego nadie le pida cuentas...
si tanto te gusta el pluralismo y toda eso , no digas "os" cuando hables con Cathólicus, por ejemplo: di "te". Podría ser que tus perjuicios sólo te permitieran ver la "pluralidad de sensibilidades" entre el progresismo eclesial.
La sotana y el bonete no resuelven los problemas de la Iglesia en estos tiempos. Ni la excomunión en masa de los de la Juan XXIII, sor Forcades, este señor de Guipuzcoa que exhorta a prescindir de la confesión y todos los disidentes hipermediáticos.
Pero si un cura quiere vestir de sotana, que lo haga, ¿o es que la pluralidad de sensibilidades es sólo para que sor Forcades salga en los medios luciendo su singular verbo y su curioso look de toca y pantalón?
Y si hubiera que llegar a excluir de la Iglesia, como ya hacían los apóstoles, a algún pertinaz, ansiando acogerlo de nuevo, como también se ha hecho toda la vida, doliéndonos todos mucho(los de todas las "sensibilidades"), tendremos que tener por gentiles (como el mismo Señor proponía como emediad extrema) a los pertinaces.
Lo de echar de la Iglesia a todo sopechoso, ventilar, sahumar y enecerrarse solos los cuatro gatos que se creen auténticos, como a alguno le molaría hacer (dando por supuesto que él se quedab con los cuatro gatos de dentro, curiosa sobersbia, sí) es muy mal sistema. Es lo último. Más que lo último, es que no hay ni que considerar tamañnas insensateces.
Pero esto de ciertos teólogos y teólogas propensos al vedettismo, al plauso fácil de los de fuera y a la auto y hetreocomplacencia va siendo ya suicida.
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Quizás la clave esté en esa palabra "observar". Desconozco si implica que siempre ha sido la norma (sin excluir excepciones), pero suena a eso msimo, a que las normas "se observan".
P.d: de los "historiadores" me fio regular. Si alguien puede ayudar con los Padres o documentos de la Iglesia lo agradecería.
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LF:
Prueba a leer la cita del Catecismo que he dado. Creo que es suficientemente clara.
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LF:
Hombre, sólo faltaba que no hubiera curas en Bilbao que confiesen como manda la Iglesia.
El cura que no confiese no puede ser cura. Así de simple. Eso no puede ser debatible. Es dogma de fe.
Por lo demás el respeto a tus opiniones lo mantengo intacto.
Y en cuanto a echar de la Iglesia es lo primero que me ha contestado (y me ha sabido muy mal por cierto pues el es nadie, sólo un bloguero de los que das una patada y salen cien)el señor LF.
Un saludo.
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LF:
Sí, das una patada y salen cien directores de portales católicos digitales con centenares de miles de lectores mensuales. Sin duda.
Yo lo que digo, y diré siempre, es que quien no acepta los dogmas de la Iglesia, lo mejor que puede hacer es convertirse, por gracia, a la fe católica y si no, ser consecuente con su conciencia y largarse.
No voy a hacerlo pues para eso he de ponerme a su (bajo)nivel. Y mucho me temo que por esos andurriales usted se mueve mucho mejor que yo y que ergo tengo todas las de perder.
Así que nada, que usted lo pase bien.
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LF:
Tienes razón en enfadarte por lo de los batasunos. Toda la razón.
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LF:
Menos mal que como jamás has cometido un pecado mortal, te vas a ir derechito al cielo, ¿verdad que sí?
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Bueno, Xabier, es que, aunque me aburra tanto déjà vu ( la repetición de situaciones idénticas, no tú),sabía que no perdía el tiempo.
Y es normal que yo te entenda a ti, y tú a mí sólo así así. Yo he pasado por donde tú pero tú no por donde yo.
Si no te gustan los Concilios, que al fin y al cabo son los que acaban definiendo lo que somos y defendemos por definirnos las verdades divinamente reveladas, es bastante lógico pedirte que recapacites o te vayas a otra Iglesia porque lo definido es imposible cambiarlo.
Y andar erre que erre es solo labor de destrucción de los demás Xavier. Se entiende perfectamente esto.
¿No haberse confesado en la vida? ¿Ni para la primera comunión?
Yo me quedo helada. Creía haberlo visto todo. Siempre queda algo por ver. Que haya alguien que nunca se ha confesado... raro, rao, rao, pero vaya, puede. ¡Pero que reivindique la pura cepa de su catolicismo! Es para... no sé, la verdad.
Oye, LF, a lo mejor el muchacho no peca, ni mortal ni venialmente. Vamos, que me pega que no conoce la distinción mortal/venial.
Habría que estudiar el caso en una comisión de teólogos (y teólogas) foramada ad hoc.
Reconozco que ayer se me fue un poco el tono en mis respuestas.
No más que a otros la verdad que deben creer que esto es una cátedra sin posibilidad de discusión.
Eso si que fue para mí un "déjà vu".
Un abrazo para todos.
y hasta la próxima.
"Jesús vino a destruir las obras del maligno."
Si no se descubre la herida, el médico no la puede curar. Los sacramentos los dejó Dios para la salvación.
Hablar de la forma que hizo este sacerdote es atacar lo dado por Dios, atacar la medicina contra el pecado,...
en definitiva, presta sus palabras al demonio. Debe ser corregido por su pastor, exigiendo su rectificación.
Si no rectifica, sacerdotes así no deben difundir el veneno.
Es lo que estamos viendo: Como estar abiertos a la vida es muy complicado (tener 6 hijos es una locura!!!) pues defendamos el preservativo y la píldora. Como ser cura casto es horrible, pues dejemos que se casen. Como confesar los pecados es un atentado a la intimidad pues que se hagan de manera comunitaria...
Como dijo Jesucristo, si la sal se desvirtúa no vale ni para dársela a los cerdos.
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LF:
Pues es conveniente que sepas que esa confesión no es válida. Vuestros pecados están sin perdonar. Para que fuera válida, debería de haberse celebrado en situación de emergencia. No es el caso.
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LF:
Bueno, he dado mi opinión. Solo eso. No es magisterio.
Esto tiene raíces en el daño tan tremendo que me han hecho sacerdotes, precisamente en el seno de la manipulación de la conciencia.
Soy cristiano, de los que ha querido entregar su vida completamente a Cristo y al amor a los demás.
Veo que sois muchos los que habláis de Derecho Canónico en plan castigador (e incluso os salís de la Iglesia por la otra vía, queriendo "excitar" que deje de ser sacerdote alguien, que no puede dejar de serlo), y no queréis ver las realidades de la vida.
Soy católico, y a pesar de todo quiero amar la confesión; pero... sois muy pocos los que queréis hacer examen de conciencia en la Iglesia. Las expresiones de este sacerdote pueden ser desafortunadas, pero nadie habla de la realidad de fondo que critica.
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LF:
¿Quién te ha dicho a ti que "somos" -tú no, claro- muy pocos los que hacemos examen de conciencia en la Iglesia?
¿nos conoces a todos? ¿eres el que escudriñas nuestras conciencias?
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