¿De qué vale la autoridad si no se ejerce?
En un artículo cuya lectura recomiendo, el P. Guillermo Juan Morado aborda la pregunta de si existe o no una autoridad doctrinal en la Iglesia. Días atrás, el P. José María Iraburu publicó en la sección de Opinión otro artículo que ayuda a poner las cosas en su sitio en relación al papel del magisterio -concretamente el del último concilio ecuménico- y la actitud que han de mantener los fieles respecto al mismo.
Dice el P. Juan Morado:
El problema radica, más bien, en que, por la “izquierda” y no menos venenosamente por la “derecha", se tiende a impugnar, a reducir, a limitar hasta la insignificancia la enseñanza del magisterio eclesiástico. Al final, es magisterio lo que a mí me gusta. Lo que no, no lo es.
Y añade:
Sin fe católica no se puede aceptar la función del magisterio de la Iglesia.
Y escribió el P. Iraburu:
… digámosle al cristiano que en algún punto de la enseñanza del Vaticano II no alcanza a ver su posible conciliación con anteriores enseñanzas de la misma Iglesia: “Primero de todo, usted afirme, confirme y firme todo lo que la Iglesia enseña. Y trate después de ayudar el acto intelectual de su razón-fe, pidiendo luz a Dios y discurriendo como pueda, para lograr la conciliación de dos enseñanzas que ahora se le muestran como contradictorias. Si con el favor de Dios usted solo o con ayudas de otros llega a hacerse posible ese acto de la mente, perfecto. Si no, tendrá que suspender el juicio, prohibiéndose pensar en ese tema, porque ya ve usted que no es capaz de pensar sobre esa cuestión según la enseñanza de la Iglesia. Está claro que usted no debe consentir en ningún pensamiento que niegue o ponga en duda la ortodoxia de una enseñanza unánimemente acordada en un Concilio. Y menos aún debe negar en público su veracidad".
Además, como se encarga de recordar el P. Guillermo:
El Magisterio, en ocasiones, es infalible. Pero no sólo es Magisterio auténtico cuando es infalible. También es auténtico el Magisterio ordinario no infalible, cuya finalidad es guiar hacia la comprensión de los misterios de la salvación y la de indicar los medios para aplicar vitalmente el mensaje de la fe.
Lo cual no hace sino recordarnos lo que ya enseñó el Concilio Vaticano II:
Este obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento de modo particular ha de ser prestado al magisterio auténtico del Romano Pontífice aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él, según su manifiesta mente y voluntad, que se colige principalmente ya sea por la índole de los documentos, ya sea por la frecuente proposición de la misma doctrina, ya sea por la forma de decirlo. (LG 25)
Efectivamente, la teoría es clara y fácil de entender. Cualquier católico debe de conformar al magisterio de la Iglesia su conciencia y su opinión sobre cuestiones doctrinales y morales. No es necesario decir que si el católico es además presbítero, teólogo o religioso, su deber de ajustarse a lo que enseña la Iglesia es si cabe más necesario. Y así es, creo yo, en la mayor parte de los casos, salvo quizás en algunas órdenes religiosas. El hecho de que los teólogos y sacerdotes disidentes tengan más repercusión mediática no significa que sean mayoría. Pero eso no resta gravedad a su acción contraria al bien común de los fieles.
El problema no estriba tanto en que existan personajes como el padre Ángel que cada vez que abre la boca para hablar de la doctrina de la Iglesia es para contradecirla. No, el drama es que esos personajes siguen siendo sacerdotes. Existe una autoridad eclesial capacitada para poner fin a ese sinsentido pero apenas se usa. Y cuando, en un ejercicio de valentía apostólica fuera de lo común en nuestro tiempo, se hace uso de dicha autoridad, parece como si se pidiera perdón por usarla, como si fuera un acto contrario a la caridad, como si el velar por la sana doctrina fuera algo propio de inquisiciones medievales y no un deber impuesto por el Espíritu Santo a los pastores del rebaño de Cristo.
En relación a la autoridad, el P. Guillermo afirma en el artículo ya citado que “da la sensación de que no la hay. No porque la autoridad no ejerza su papel, que lo ejerce. Y basta leer lo que dicen los papas para corroborarlo“. Y yo me pregunto: ¿la autoridad consiste meramente en afirmar la verdad?, ¿qué pasa si parte de la Iglesia se pasa por el arco del triunfo aquello que digan Papas y obispos?, ¿dónde está la obediencia a la fe?, ¿acaso no aparecen en las mismísimas Escrituras mecanismos de gobierno interno para que la Iglesia se libre de quienes enseñan algo diferente a ella?, ¿por qué apenas se aplican?, ¿a qué nos ha conducido la falta de un ejercicio real de la autoridad?
Una de las características más importantes que diferencian al catolicismo del protestantismo es que éste, siguiendo el lema del libre examen, no está sujeto a autoridad eclesial alguna en materia moral y doctrinal. Cada protestante, al menos en teoría -luego muchos son más fieles a sus pastores que la mayoría de los católicos al Papa-, puede contradecir lo que se enseña desde el púlpito de su congregación si cree que es contrario a su interpretación de la Biblia. Ciertamente existen denominaciones protestantes a las que no se puede pertenecer si no se profesan determinadas doctrinas particulares de las mismas -es de puro sentido común-, pero eso no impide al fiel de las mismas pasarse a otra denominación sin dejar por ello de ser protestante. Es decir, yo puedo ser hoy arminiano, mañana calvinista “pata negra” y pasado mañana cuáquero, si así lo dictamina mi conciencia guiada por mi interpretación de las Escrituras.
Ahora bien, se supone que uno no puede ser católico e ir por libre. En la Iglesia Católica, como en la Iglesia en tiempos apostólicos, sí existe una autoridad que tiene la capacidad y el deber de proponer, e incluso imponer, la sana doctrina. El magisterio católico no está por encima de la Revelación sino a su servicio. Pero quienes, en base a su particular interpretación de la Revelación, profesan y confiesan pública y repetidamente algo contrario al magisterio, lo que deberían de hacer, por dignidad, por honestidad y por decoro intelectual y espiritual, es coger la puerta y marcharse. Y si son sacerdotes, con mayor razón. Pero como quiera que no lo hacen, es deber de los pastores intervenir para poner fin al escándalo público y continuado de esos sacerdotes católicos “protestantizados” y “protestantizantes”, sobre todo cuando, como es el caso del padre Ángel, aprovechan su fama mediática para poner en solfa la doctrina de la Iglesia. Todo pastor que no cumpla con ese deber se convierte en cómplice del que causa el escándalo. Y quien piense lo contrario, que haga el favor de argumentar su desacuerdo conmigo desde la Escritura, la Tradición y el magisterio vivo de la Iglesia.
En resumidas cuentas, es evidente que los católicos contamos con una autoridad eclesial de origen apostólico. Tanto como que la misma no está siendo ejercida convenientemente para impedir que los falsos maestros hagan estragos entre aquellos de nuestros hermanos cuya fe es débil, y por tanto con una conciencia incapaz de resistir a los embates de un mundo cuyos valores cada vez son más contrarios a los del evangelio. O eso cambia ya mismo, o de poco valdrán viajes papales, documentos episcopales impecables y cualesquiera otras actividades evangelizadoras. Una Iglesia infectada de herejes que actúan libremente en su seno no puede ser una Iglesia fiel al Señor.
Luis Fernando Pérez
46 comentarios
Si sigue así debe abandonar el sacerdocio y seguir haciendo el bien con sus chavales que muchos aplaudiremos como a tantas ONG´s sin más problema.
Rezaremos por él confiados en aquella promesa del Señor de que "a quien mucho amó, mucho se le perdonó".
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LF:
Yo no sé qué le impide seguir los pasos de Vicente Ferrer, que abandonó el sacerdocio y la Compañía de Jesús. No afectaría a su imagen ante la sociedad. De hecho, posiblemente la aplaudirían la mayor parte de los medios. Y de paso, haría un favor a la Iglesia.
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LF:
Hombre, algo se ejercen. Pero poco, muy poco.
¿Razones? Creo que confluyen dos: la primera, la posición que la Iglesia adopta ante el error a partir del discurso de apertura del Concilio del papa Juan XXIII: frente al tratamiento tradicional de "condena" se propone el ¿novedoso? de la misericordia, reducido a explicar la fuerza de la doctrina. La segunda, la influencia de una relajación del concepto y del ejercicio de la autoridad en la sociedad moderna, que contagia a una Iglesia crecientemente secularizada.
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LF
El discurso del Beato Juan XXIII podía tener todo el sentido del mundo en 1962. Efectivamente, entonces se podía estar más o menos de acuerdo, hecha salvedad de la doctrina sobre el pecado original, con la siguiente aseveración:
No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida.
Hoy, obviamente, no cabe lugar para esas palabras. No ya el hombre en general, sino incluso una gran masa de los bautizados, no sólo no condenan las doctrinas falaces, las opiniones y conceptos peligrosos en contradicción con la recta norma de la honestidad. Es que asumen y profesan dichas doctrinas. Lo tenemos delante de nuestras narices. No podemos negar la evidencia. Por tanto, la beatífica idea de que "la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas", ha demostrado no ser especialmente eficaz. No ya en relación con el mundo, sino incluso de cara al bien común de los fieles.
A diferentes tiempos, a diferentes estados de salud espiritual del pueblo de Dios, diferentes medicinas, diferentes actuaciones pastorales. Cuarenta y ocho años después de las palabras de Juan XIII creo que por el bien de la Iglesia es tiempo de volver a la condena clara, rotunda y sin ambages de los falsos maestros, de las herejías y de los herejes. Y si no se hace, la apostasía seguirá su camino.
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LF:
Sin lugar a dudas. Y confío en que lo hará.
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Ah, pues parece que ni eso, LF.
Desde un extremo y desde el otro, lo que se cuestiona es la forma de entender "la teoría" y, de hecho, "cualquier católico conforma su opinión sobre cuestiones doctrinales y morales según su libérrimo criterio personal. Y se queda tan ancho.
Unos lo hacen desde posiciones abiertamente rebeldes y otros lo hacen sibilinamente y pretendiendo mantener el marchamo de ortodoxia. Y también se quedan tan anchos.
Pero el fallo empieza en la teoría, LF.
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LF:
¿En qué sentido el fallo empieza en la teoría?
yo creo que ni entonces tenía sentido la referencia a la "misericordia", precisamente porque la Iglesia siempre incluyó entre sus obras (las de misericordia) la de "corregir al que yerra". Y eso es, exactamente, lo que se lleva dejando de hacer desde hace ya demasiado tiempo.
Tan erróneo me pareció siempre este nuevo enfoque en el tratamiento del error como en general el diagnóstico hecho sobre la propensión del hombre moderno a condenarlo.
De todas maneras, no hay que olvidarse de la secularización de la Iglesia: si el cambio en el tratamiento del error pudo ser el desencadenante, creo que hoy el elemento primordial es el desistimiento consecuencia de esa secularización. Para muchos obispos no me cabe duda de que el ejercicio de la autoridad se les ha convertido en una cruz insoportable. Porque si no, su inacción solo podría venir explicada por complicidad con el error, y es evidente que en muchos casos no es así.
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LF, totalmente de acuerdo. Y no nos vendría mal a nadie repasar a fondo el Catecismo y las encíclicas principales de los siglos XIX-XX y las del Papa actual.
Nuestro asentimiento al Magisterio no impide que tengamos preferencias o gustos más o menos definidos, claro, siempre y cuando esos gustos no impliquen aceptar o rechazar lo que a nosotros nos parezca.
Ayer, el comentarista luis citaba, con GRAN acierto, la noción de cronolatría en la que a veces caemos. Si quieren repasar el concepto, lo explica muy bien Edualdo Forment Giralt en " En torno al tomismo y la modernidad." Más o menos, consiste en idolatrar una época con preferencia a otras, con fijación maniática por la moda.
Afortunadamente en la Fe católica no hay modas. Para eso está el Magisterio.
Y dejemos de lanzarnos piedras: que si progres, que si tradis, que si... En todos habrá excesos si no se basan en la verdadera Tradición y Fe católicas, cuyo depósito guarda y defiende el Santo Padre para confirmar en ellas a sus hermanos. Unidos a él, pero bajo su autoridad, los Obispos. Y luego, todos los demás. Con grandeza de miras, sin herir, que demasiadas heridas ha causado ya la cronolatría.
Capítulo 6 de Iota Unum. En particular, sección 10 "Gobierno y autoridad".
Saludos.
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LF:
Pues aportó y aporta muchas cosas. Por ejemplo, el impulso necesario para que surgieran nuevos movimientos eclesiales en los que se desarrolla de forma eficaz la misión de los seglares. Se convocó porque un Papa quiso que se convocara. Razón más que suficiente.
- Deuteronomio 27 y 28
- Malaquias 1
- Ezequiel 34
- San Juan 10
- Mateo 23
Resumen: "Maldición a los pastores (obispos, abades y sacerdotes) que dejaron de cumplir la voluntad de Dios por seguir sus propios deseos."
Vale, interesante el impuso a los nuevos movimientos, tan neecesarios hoy, aunque dudo mucho que hiciera falta todo un concilio para ello. Digo yo que habrá más cosas que habrá aportado en CVII.
Lo de que se convocó porque quiso un Papa, es correcto, claro. Pero limitar la explicación a una aseveración rotunda de ese tipo responde muy bien al, con perdón, voluntarismo typical spanish, al "porque sí y punto pelota". Lo que yo preguntaba es, ¿por qué quiso conovcarlo Juan XXIII?
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LF:
Pues habrá que ver lo que él dijo al respecto:
http://www.mercaba.org/JUAN%20XXIII/gaudet_mater_ecclesia.htm
Ahí están las razones. Resumidas básicamente en la siguiente:
Cuanto a la iniciativa del gran acontecimiento que hoy nos congrega aquí, baste, a simple título de orientación histórica, reafirmar una vez más nuestro humilde pero personal testimonio de aquel primer momento en que, de improviso, brotó en nuestro corazón y en nuestros labios la simple palabra "Concilio Ecuménico". Palabra pronunciada ante el Sacro Colegio de los Cardenales en aquel faustísimo día 25 de enero de 1959, fiesta de la conversión de San Pablo, en su basílica de Roma. Fue un toque inesperado, un rayo de luz de lo alto, una gran dulzura en los ojos y en el corazón
O sea, un toque inesperado... un rayo de luz de lo alto... y tal y cual.
¿Qué problema puede plantear esto a un católico verdadero?
Muy oportuna tu explicación entre protestante y católico. Pues si somos católicos hay que someterse a la Iglesia.
Bencdito sea Dios.
Un saludo a todos.
Pero me sorprende ese origen del CVII. Cada concilio se convoca para dirimir una conflicto teológico, disciplinar, o proclamar alguna verdad de fe, etc. Tienen razones claras y concretas para realizarse. Del Vaticano II yo tengo la vaporosa noción de que se convocó, tras la mencionada iluminación del Beato Juan XXIII, para algo así como explicar la Fe Católica con un lenguaje más actual. Con toda modestia, y posiblemente estando errado, me choca una razón tan etérea y general, con todo lo que, además, implica un concilio, porque éstos nunca han sido fáciles. Para colmo, la explicación que se pretendía, explciar la fe al mundo moderno, derivó en una gran confusión entre los propios fieles.
Por otra parte, también es verdad que antes del Concilio había problemas latentes y graves que, tarde o temprano, iban a estallar. Estaba muy infiltrado el naturalismo, la apatía en la liturgia, la tendencia a la novedad fácil e ilógica y, posiblemente, una cierta tendencia a ideologizar la fe.
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LF:
Yo cada vez soy más de la opinión de que la famosa crisis postconciliar habría tenido igualmente lugar sin el Concilio Vaticano II.
a.-Lo que no se puede pretender es que toda la Tradición se reinterprete a la luz del Vaticano II. Algunos de los católicos ortodoxos, católicos fetén de Luis Fernando, proponen esto más o menos solapadamente.
Pero el Papa propone lo contrario: interpretar el Vaticano II a la luz de la Tradición, eso sí la auténtica Tradición.
b.-Evidentemente la Autoridad se ejerce demasiado poco, demasiado lentamente. Para mi ningun problema y quien lo tenga con esta lentitud que lea "A general answer to Mr. Kingsley" de Newman, a ver si lo entiende. El ejercicio de la Autoridad en la Iglesia Catolica tiene una peculiaridad importante: deja lugar a la disputa.
El Motu Proprio Summorum Pontificum supone un acto eximio de la Autoridad de la Sede de Pedro, solucionando de un magistral plumazo el dilema liturgico de los ultimos 40 años. Lo que pasa es que el Motu Proprio solo tiene 3 años de andadura... ya veremos cuando tenga 40.
Además, la fría acogida del Motu Proprio por parte de obispos y muchos, muchísimos sacerdotes, nos da una idea de por qué no se ejerce la autoridad de otra manera, más contundente y más a nuestro gusto: porque los primeros que reniegan de ella o se ponen de perfil cuando pasa son precisamente la Jerarquía.
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LF:
¿Que yo pretendo que toda la Tradición se reinterprete a la luz del Vaticano II? Mire, yo pretendo que toda la Tradición se reinterprete a la luz del magisterio pontificio, que está por encima del de cualquier concilio ecuménico, incluido el último.
Por cierto, también creo que hay lugar para la disputa en aquellas doctrinas que no han sido definidas magisterialmente. Pero para lo que no debería haber lugar es para la oposición clara, abierta, continua y descarada al magisterio. Por ejemplo, cuando un señor dice y enseña que al cuerpo de Cristo se lo comieron los gusanos, no se le puede permitir seguir siendo sacerdote. Y sin embargo, hay uno en Galicia que dice y enseña eso y sigue siendo sacerdote. Dudo que el Beato Newman estuviera por la labor de aprobar tal cosa.
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El fallo no es de la teoría. El fallo es de soberbia al entender la teoría.
Es lo que quería decir.
Que el fallo no está en la práctica. Sabemos que los obispos ejercen su autoridad. Más a gusto o menos a gusto de quienes queréis hacerles la agenda a los obispos y que, encima, la publiquen para ver si han cumplido bien con la agenda según se la marcasteis. Pero ejercen.
Los obispos reconvienen, avisan, censuran y castigan. A veces les queda tiempo para animar, exhortar, reconfortar y compartir alegrías. Pero censuran, advierten y castigan.
¿Más despacio de lo que a ti te gustaría? ¿Menos de lo que a ti te gustaría? ¿No a todos los que a ti te gustaría?
Bueno, pero es que ellos son los obispos y tú, un señor de Huesca; como yo, vamos, una simple señora de Getafe. Por eso me preocupa mi obhispo, no es que me caiga muy simpático, pero me da mucha pena a veces pensar todo lo que tiene encima un obispo.
La teoría de la que hablamos es ésta:
"Cualquier católico debe de conformar al magisterio de la Iglesia su conciencia y su opinión sobre cuestiones doctrinales y morales"
Bueno, pues a lo mejor los obispos persiguen y castigan poco. Pero como siguieran con rigor "la teoría" y se emplearan bien en el castigo inmediato y severo a quienes no cumplan con esa teoría, apañados iban muchos.
Parece mal la soberbia de Arreguis, Padres Ángeles, Tamayos, Castillos, Queirugas, Masiás, Forcades,G.Faus, etc etc etc que, al parecer, no conforman al magisterio de la Iglesia su conciencia y su opinión sobre cuestiones doctrinales y morales, como debería hacer cualquier católico, y más si es profesor, y más si tiene un medio de comunicación, y más si tiene cierto carisma mediático.
Pero como los obispos se pongan a examinar con lupa si "la teoría" se cumple en los foros que tienen su razón de ser -dicen- en cumplir y hacer cumplir "la teoría"... a algunos foros los castigaban a silencio eterno.
"Cualquier católico debe de conformar al magisterio de la Iglesia su conciencia y su opinión sobre cuestiones doctrinales y morales"
Vigila las opiniones que aquí no se censuran.
Las opiniones particulares, bueno, tomando el aperitivo en la barra del bar, allá cada cual, pero en un portal católico, conservador, ortodoxo y guardián vigilante de la ortodoxia, con miles de entradas al día, lectores en todos los continentes, sobra mucho librepensamiento complacido en que el sello de católico fetén nadie se lo va a poner en duda.
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LF:
Entiendo lo que dices. Efectivamente yo no soy obispo sino un señor de Huesca. Un simple seglar. Pero como seglar tengo derecho a todo esto que dice el Concilio Vaticano II:
Los laicos, al igual que todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia de los sagrados Pastores los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la palabra de Dios y les sacramentos. Y manifiéstenles sus necesidades y sus deseos con aquella libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia. Esto hágase, si las circunstancias lo requieren, a través de instituciones establecidas para ello por la Iglesia, y siempre en veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo. (LG 37.
Eso es, ni más ni menos, lo que intento hacer desde este blog. A veces lo haré bien, otras regular y algunas mal. Pero no se me ocurre otra forma mejor de servir a la Iglesia que esta. Al menos, por ahora.
Fuera de Mons. Durán Rubio del Callao, que, gracias a Dios, no se quedó "callado", ¿qué obispos latinoamericanos alzaron su voz, para alertar de los serios desatinos afirmados con total aplomo por G. Gutiérrez, J.L. Segundo, L. Boff, Frei Beto y tantos otros más en todo el "Continente de la esperanza".Los hubo, porsupuesto, pero sobran los dedos de la mano para enumerarlos. Hubo que esperar a Puebla, para desenmascarar los diferentes yerros, practicados por semejantes "teólogos", aunque no se nombró expresamente a dicha "teología".
Se derivaba todo lo "antipático" a Roma, que, con sus dos Instrucciones "Libertatis nuntius" y "Libertatis conscientia", vino a esclarecer y poner orden en la barahúnda y caos, que se había instalado (y siguen todavía sin haber sido desarraigados del todo) en toda América Latina, desde México hasta Tierra del Fuego.
Y...todavía levanta cabeza, si bien con diferentes antifaces: "liberación feminista", "liberación indigenista" (con la concomitante calumnia de la "leyenda negra"), "ecologismo extremo".
Uno de estos obispos "simpáticos", esgrimía su slogan facilón, diciendo que, de sus sacerdotes él quería que fueran "non doctores sed pastores". Con lo cual lo único que obtuvo fue una "pastoral pastoril", blanda, permisivista, de abuelo reblandecido, que todo lo toleraba.
Se equivoca de lugar. La sección protestantismo judaizante está según se sale de este blog a mano izquierda.
Pues ahí está el punto : esa Fe católica está hecha trizas. Protestantismo primero, Rev. Anticristiana Francesa después y Comunismo finalmente, con su oleada de "ateísmo militante", fueron jalones de una prolija trituración de la Fe católica.
La única solución a este estado de cosas es contrarrestar tanta infamia satánica con una enérgica evangalización casa por casa, alma por alma, parroquia por parroquia y rezar mucho para que Dios haga posible la conversión de tantos, nosotros incluidos.
Pero nos topamos con una inmensa dificultad : agentes de las tres Revoluciones mencionadas se han instalado muros adentro de la Iglesia, deformando el rostro de la Esposa de Cristo, mientras la Jerarquía se muestra impotente para expurgarlos de su seno. Son agentes que predican doctrinas falsas, muestran "cristos" que nada que ver con NSJC y le hacen decir al CVII la mar de los disparates.
Lo más interesante del caso es que a pesar de que todos esos indicios parecerían señalar un ocaso irreversible de la Iglesia, bien sabemos que el triunfo es de Cristo y de su Ssma. Madre, cuyo Inmaculado Corazón triunfará. ¡Y cómo!
Será muy interesante ver cómo se dará ese sorprendente proceso. Y lo veremos, claro, aunque quizás no con los ojos carnales.
También es interesante saber que Dios nos tiene reservada una trinchera mientra dura nuestra prueba aquí abajo.
Ocupémosla.
Si tienes problemas o diferencias con otros bloggers, lo comentas en el blog de ellos, no acá.
Desde que empezamos con InfoCatólica, es norma común y obligada para todos los que forman parte de este portal el no aceptar que en sus blogs se critique a otros bloggers.
(...)
A veces lo haré bien, otras regular y algunas mal. Pero no se me ocurre otra forma mejor de servir a la Iglesia que esta.
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Mira, sobre la marcha se me ocurren sugerencias, sólo de matiz.
Por ejemplo, desplaza las negritas de donde las has puesto al texto de la LG 37 a la línea siguiente: en veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo
Y otra idea: juzgar a todos con la misma vara. Consciente de la responsabilidad en que te colocas al dirigir un medio católico en internet.
Porque a Torres Queiruga, es un suponer, se le podrá exigir que si es sacerdote y profesor enseñe doctrina católica, toda y sólo doctrina católica. Y al P. Ángel que, si es un sacerdote católico con cierto atractivo mediático, cuide de aparecer en público sin proclamar contradicciones con la doctrina católica.
Y a quien dirige un portal en internet que se pone de nombre Infocatólica y se presenta, no como voz de la "disidencia", sino como baluarte y adalid de la ortodoxia, que no sea muy selectivo con ortodoxia-de-la-buena y ortodoxia-de-la-que-mola-menos.
A veces sorprende que el patio conservador esté tan poco de acuerdo en qué es lo que hay que conservar. La división interna del protestantismo es lógica: si no hay normas, no hay unidad, cada uno a su bola.
Pero ortodoxia solo puede haber una. ¿Cómo os las apañáis para que, en un portal que se dice ortodoxo, parezca que hay diez o doce tipos de ortodoxia?
Y es que, la cronolatría con la que ayer pretendía luis zaherir a los que a él le parecen modernistas (a saber: el 90% de la humanidad)es adjetivo que se vuelve principalmente contra tradis, conservadores y otras denominaciones que más valdría que ni existieran: cada uno atrincherado en una idolatrada época pasada, la que sea, pero siempre anterior a 1959.
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LF:
Resulta un poco complicado seguirte, ya que hablas de generalidades. Yo creo que una de las características de InfoCatólica es que, independientemente de los estilos de cada cual, todos somos bastantes concordantes en todo lo que tiene que ver con la doctrina propuesta por el magisterio. Tú ves aquí diez o doce tipos de ortodoxia. Yo sólo uno.
Digo yo: ¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?... me lo explique.
Desde el punto de vista material, sin embargo, no debe olvidarse que el contenido de los trabajos preparatorios del Concilio saltó por los aires a las primeras de cambio(proceso protagonizado por el lobby centroeuropeo compuesto por Alemania, Bélgica, Holanda, Austria, Suiza y Francia). Lo mismo pasó con el procedimiento previsto para el desarrolo del Concilio, que se fue modificando sobre la marcha.
Parecería que la intención de Juan XXIII, al menos la originaria, no fue la que al final acabó imponiéndose en el Concilio (aunque no hay que olvidar su pronto fallecimiento).
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LF:
Respecto al Concilio Vaticano II, recomiendo leer el siguiente artículo del P. Iraburu:
http://infocatolica.com/?t=opinion&cod=7331
Lo que ahí se dice no admite discusión. Al menos en este blog.
Si de verdad crees en tu Iglesia, en sus dogmas, en su magisterio, en su infalibilidad... atrévete a publicar sin censura mi post y rebátelo. Si no tienes argumentos, y optas por mantener la censura de mi anterior post, es que eres un COBARDE y un EMBUSTERO, porque ocultas la verdad a sabiendas para que tus lectores no tengan acceso a ella.
Pero recuerda: Lo que he publicado y me has censurado está todo sacado de los Concilios plagados de errores de tu Iglesia del Sostenella y No Enmendalla.
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LF:
No, mira, es que tras cerca de 7 años dedicándome a debatir sobre concilios, cánones, bulas papales, etc, con evangélicos en el foro protestante más popular y visitado de la red, no tengo la menor intención de empezar un debate similar contigo. Así de simple. Pero baste un ejemplo de por dónde vas y de lo fácil que sería replicarte:
Decías:
4.- La Iglesia incurrió en error moral y teológico en el Concilio de Toledo, celebrado en el año 681, cuando ordenó la quema del Talmud. De hecho, hay alguna encíclica decimonónica que recuerda "la salubérrima costumbre de quemar libros".
Digo:
No es una encíclica, sino el libro de Hechos, quien cuenta lo siguiente:
Hech 19,18-19
Muchos de los que habían creído, venían, confesaban y manifestaban sus prácticas supersticiosas; y bastantes de los que habían profesado las artes mágicas traían sus libros y los quemaban en público, llegando a calcularse el precio de los quemados en cincuenta mil monedas de plata.
Y mejor no copio aquí lo que el Talmud afirma sobre Jesucristo y su madre...
Así que, hale, vete a judaizar a otra parte. Aquí no tienes espacio para tal tarea.
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¿Yo explicarlo? No, no, que me lo expliquen a mí, milord, los que han establecisdo esa distinción. No es mía.
Yo veo diez o doce... o diez o doce mil. Mira que os peleáis cuiandoi no tenési enfrente un enemigo común. Contra Pagola sois uno, pero cuando no es un enemigo tan fácil, entre vosotros "que si yo soy tradi", "que si yo más", "que si yo kiko", "que si por ser kiko ya no vales porque eres ortodoxo pero no ortopráctico", "que si pues anda que tú"... Puf
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LF:
No me habrás visto entrar mucho en esos debates absurdos. No me habrás visto en muchas ocasiones pelearme doctrinalmente con un católico fiel al magisterio.
La ortodoxia es adherir a la regula fidei, desde el Papa hasta el último fiel: creer lo que la Iglesia creyó en todo tiempo y en todo lugar. Y el Magisterio es el custodio, no el creador, de esa regula fidei.
Como dice el cardenal Ratzinger "el Papa no es un monarca absoluto cuya voluntad es ley; antes bien, él es el guardián de la auténtica Tradición y por lo tanto el primer garante de la obediencia. No puede hacer lo que le plazca, lo que en consecuencia lo habilita para oponerse a aquellos que, por su parte, quieren hacer todo lo que le pasa por la cabeza. Su regla no es la del poder arbitrario sino la de la obediencia en la fe".
nadie ha puesto en discusión nada.
Me he limitado a exponer, al hilo de lo que decía Nonplacet, hechos conocidos y sobre los que se han escrito cientos de libros.
Lamento que mi intervención haya dado origen a alguna susceptibilidad; no era esa mi intención.
Como observo cierta reacción a la defensiva quiero dejar bien claro que soy firme creyente en lo que Benedicto XVI ha dedominado "hermenéutica de la continuidad" por las mismas obvias razones por las que él ha considerado necesario plantear la cuestión: la existencia de una interpretación de la ruptura, interpretación que ha venido campando a sus anchas en la teología postconciliar y a la que, ojalá, parece que el papa ha decidido enfrentarse abiertamente (así lo demuestra el hecho de que ese sea el tema elegido en 2010 para su reunión veraniega anual con sus alumnos).
Por tanto, recepción del Vaticano II: sí. Pero también siendo consciente de los problemas que la interpretación de algunos de sus textos ha venido planteando en los últimos decenios.
Ya que cita el artículo del P. Iraburu, me limito a señalar que la "suspensión de juicio" a que se refiere no hubiera sido necesaria (en algunos casos al menos) si la Comisión para la Interpretación de los Decretos del Concilio Vaticano II creada por Pablo VI (11 de julio de 1967), cuyas competencias se ampliaron posteriormente (1969) a la interpretación de los documentos de la Santa Sede para la ejecución de los Decretos Conciliares hubiera producido algún texto aclaratorio. Circunstancia que, hasta donde sé, no se produjo (la Comisión desapareció con la creación por Juan Pablo II en 1984 de Pontificia Comisión para la Interpretación auténtica del Código de Derecho Canónico). Con ello conectamos con el tema de la dejación de la autoridad a la que se refiere este hilo.
La postura adecuada, en mi opinión, no es criticar a quienes aprecian lo que es vox populi y el mismo papa reconoce, sino reclamar la solución de esas aparentes contradicciones desde las instancias que tienen autoridad para ello. Escondiendo la cabeza debajo del ala no se resuelven los problemas, máxime en una situación donde se ha causado y se sigue causando enorme daño a unos fieles que asisten perplejos a esas "contradicciones". ¿O dejamos abandonado el rebaño?
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LF:
Pedir explicaciones es cosa buena y hasta saludable. Yo las espero sobre ciertos puntos. Veremos si se dan.
-Beato John Henry Newman.
Pues lo mismo que vale para los 39 Artículos (y de hecho vale no porque lo diga Newman, sino por la mismísima Anglicanorum Coetibus, que acepta el Common Prayer Book) vale para el Concilio Ecuménico Vaticano II en caso de haber algún punto ambiguo o dudoso.
¿Debe haber una declaración formal del Magisterio sobre los puntos dudosos del Vaticano II, como lo pedía por ejemplo Amerio?
Sí, debería haberla.
¿Por qué no la hay? Pues yo creo que porque el tiempo no está maduro aún. Porque grandes sectores de la Jerarquía pasarían de largo frente a una declaración formal emanada de Pedro, y porque convocarlos para una consulta sería, en la práctica, convocar un nuevo Concilio, que es lo que nos faltaba.
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LF:
No tendría nada de particular convocar otro concilio. Creo incluso que sería recomendable, pero no creo que con este Papa tal cosa sea factible.
No creo que Sanz Montes haga nada. Lo máximo alguna declaración recordando alguna obviedad sobre la doctrina católica. Que nadie espere ninguna iniciativa "canónica".
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LF:
Veremos.
Cerca de medio siglo después, es evidente que las palabras de Juan XXIII distan de haberse hecho realidad..., pero, quién sabe, después de todo, lo que a nosotros nos parece media vida no es nada a los ojos de Dios...
En cuanto al ejercicio de autoridad... nuestros pastores (?) simulan que no la ejercen por pura misericordia, cuando lo que les impide actuar es la cobardía... Al menos ya no cuela, ¿no?
Un abrazo, confío en que Lidia esté ya bien.
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LF:
Desde luego Juan XXIII pudo ser, y de hecho fue, santo, pero como escrutinador del futuro a corto-medio plazo no fue precisamente una luminaria.
Respecto a los pastores (!), de todo hay en la viña del Señor.
Lidia está ya en casa. Ha ido todo muy bien, gracias a Dios
Los concilios ecuménicos son un todo sistemático, ordenado, cuyos diversos concilios se coordinan y armonizan entre sí.
La respuesta es clara: hermenéutica de la continuidad, interpretación integradora, se debe tener en cuenta todos los concilios, desde Jerusalén año 50, pasando por Nicea I del 325 hasta el CVII de 1965.
No existen concilios "asteroides libres".
Que el Papa haya tenido que sacar a colación algo tan evidente como la "hermenéutica de la continuidad" ya es notable.
El problema no son los evidentemente rupturistas, los Boff, los Küng, los curas de Entrevías.
No.
El problema son aquéllos, muchos, muchísimos, especialmente sacerdotes un tanto desorientados, que son capaces de decirte "YA NO SOMOS TRIDENTINOS" (sic).
El problema es que se ha querido hacer del Vaticano II como la montaña sobre la que estamos subidos y desde la cual debemos contemplar e interpretar toda la Tradición y toda la historia de la Esposa de Cristo.
Pero claro... de montaña nada. Si el V-II es algo es un cenagal, al menos en lo estilístico-literario.
Me interesaria conocer el contenido de tu mensaje que el blooger considera propio de otro debate o inapropiado para su divulgación pública. Te agradeceré me lo mandes a mi email: [email protected]
Gracias
Hay mucho por cerrar y reafirmar. En Nicea se reafirmaron verdades de Fe, que eran propias de la Tradición Apostólica, frente a los "modernos" de entonces (los gnosticos y paganos sincréticos). Así también, ahora que LAS MISMAS HEREJÍAS vuelven al ruedo, es tiempo de enfrentarlas con la misma herramienta.
Además, sería la ocasión perfecta para cerrar todos los cismas con Iglesias con sucesión apostólica, pero en cisma. Y también, podría cerrarse definitivamente la cuestión tradicionalista, dando espacio en un Concilio para que se definan todos los puntos oscuros o poco claros del CVII.
Sería riesgoso, pero también una gran oportunidad.
C.A.
Sobre la frase de "ya no somos tridentinos", recuerdo muy bien que hará cosa de 10 años atrás le comenté a mi párroco que las monjas de otra parroquia -una congregación italiana- enseñaban cosas sobre los novísimos que me parecían extrañas, ajenas a la ortodoxia católica. El cura me dio entonces un libro sobre el tema, escrito por un sacerdote del Opus, y yo me apersoné a la superiora con el libro y con mis cuestionamientos.
Me recibió amablemente, pero cuando se dio cuenta que ya no podía convencerme (porque reconocer ella que estaba equivocada no pasaba por su cabeza, a pesar de que yo invocaba la autoridad de mi párroco), se levantó, echándome de hecho, y me dijo: ¡Pero Ricardo, éso que Ud. afirma es del Concilio de Trento!
Estas monjas recuerdo que se leían todas las obras de Boff y otras porquerías que les proveían las Ediciones Paulinas.
Es más, me pregunto si el Santo Padre no busca una salida hermenéutica, más por temor a la declaración abierta del cisma solapado que hay hoy en día dentro de la Iglesia que por una firme convicción en la letra de algunos textos conciliares.
En cuanto su criterio de infalibilidad hipertrofiadaa... le recuerdo lo que le está pasando a los musulmanes con los fatwas: desde que se registran centralizadamente en internet (webislam, por ejemplo) que se han vuelto imposibles de cumplir. Porque cada uno es infalible y debe ser tomado como verdad de Fe.
Tampoco es razonable pedir que se apliquen iguales sanciones cuando es muy diversa la gravedad de las faltas cometidas.
Saludos.
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LF:
Tanto yo, como nuestro editor y el consejo de redacción estamos plenamente de acuerdo en que cada blogger administre su blog como le parezca oportuno. También estamos de acuerdo en que existe una norma para todos nuestros colaboradores, consistente en no permitir que en un blog se critique a otros bloggers del portal. Así que absténgase de criticar la decisión del P. José-Fernando Rey. De hecho, llevo tiempo tentado de hacer lo mismo y cerrar los comentarios a mis posts. Si no lo he hecho todavía es porque este no es un blog cualquiera sino el blog del director del portal.
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LF:
De nada.
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No saca de la chistera nunguna doctrina nueva. Hace lo que es urgente hacer: decir con firmeza y rotundidad que el dogma y la moral cristianos permanecen inalterados, que las verdades de fe son las de siempre, que los mandamientos son los de siempre, que los sacramenteos son los de siempre, que la Iglesia es la de siempre, y que Dios es el de siempre.
“El hombre de Villa Tevere”, Pilar Urbano.
El integrismo es como una momia... Y el progresismo, como un crío indómito que rompe todo lo que encuentra. Pero, sobre todo, son dos palabras criminales: el efecto que consiguen es que muchos, por miedo a que los etiqueten y los encasillen en una de ellas, no dicen la verdad de lo que piensan.
No soy integrista ni progresista, sino sacerdote de Dios y amigo de la verdad. Tengo la libertad de los hijos de Dios: la que Cristo nos ha ganado en su cruz. Y me siento tan libre como un págaro que va a buscar el alimento bueno donde lo encuentra. Nosostros amamos lo que es doctrina segura, y dejamos toda la libertad del mundo en lo opinable. Por eso, si alguno piensa que somos integristas o progresistas ¡miente! Somos hijos de la Iglesia de Cristo. Tomamos el alimento bueno... ¡y nadie puede quitarnos esa libertad!
¿Qué otro Concilio nos dio la "escuela de bolognia", defensora de un "concilio permanente"? Es atroz de solo pensarlo: reducir a la Santa Iglesia Católica a una pseudodemocracia, al estilo onu!
Y sabes mejor que yo la cantidad de otras agrupaciones, supuestamente en comunión eclesial, que han nacido de él. Trento trajo también las suyas, pero fueron oportunamente excomulgadas y expulsadas en la porpia letra del Concilio (los protestantes, en sus diferentes sabores), en cambio este pretende integrarlo todo. Eso es la inversa de la obra de Dios en el génesis, separando Luz de tinieblas, y trigo de cizaña.
Falta el Santo Tomás que aclare el panorama. Algo hay que hacer para remendar el caos heredado de los años 60´s a los 80´s. Ojala S.S. Benedicto XVI esté formando, quizá sin saberlo, un sucesor que pueda dar el fuerte golpe de timón que necesitamos. Es tiempo para un capitán de tormentas, para todo un segundo San Pedro, porque va a enfrentar una Iglesia reducida a su tamaño primigenio casi y con los enemigos de toda su historia bien fresquitos para atacarla.
Nada dicho con mala voluntad. Solo con pena, de otro converso del cisma de focio y cerulario.
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LF:
Pues yo vuelvo a decir que no veo tan claro que la crisis post-conciliar sea el resultado directo del Concilio. Es decir, me huelo que sin CVII habríamos tenido igual teología de liberación, comunidades de base apartadas de la sana doctrina, etc. Se puede decir que el concilio no ha servido de tapón a todo ello, pero incluso eso sería injusto. Fue deber de los pastores, y el cabeza de ellos el primero, impedir lo que pasó. Nada en el concilio les impedía actuar en consecuencia.
Coincido también en que es inutil seguir insistiendo en las falencias del CVII. Sino terminaremos como Mons. Fellay, esperando la Parusia (recién allí no habrá más "crisis" eclesiales).
a.-Está claro que lo malo no es el Concilio, pese a sus tres o cuatro ambigüedades y su farfulleo ignoto (ejemplo eximio que te deja exánime es la Gaudium et Spes): lo malo es el postconcilio.
Y quien no se lo crea que compare, que compare la Liturgia del Concilio con la Liturgia del postconcilio. Que compare.
b.-A Menka: oír hablar a un sacerdote de doctrina segura me gusta, pero oirle hablar de la libertad de los hijos de Dios que parece que sólo nos viene del V-II... me enternece.
El postV-II trajo una gran libertad: la libertad que durante décadas tuvieron los amantes de la Liturgia Tradicional de celebrar según lo que consideraban sacrosanto. De esa libertad yo a ti te daría dos tazas.
Una duda más Luis Fernando... ¿Qué pasa entonces con el Papa Pablo II cuando rechazó el Concilio Constanza (abuelito de los excesos modernistas)?
LF:
La autoridad del Papa está por encima de la del Concilio Ecuménico. Sea el de Constanza o el de Calcedonia.
El de Constanza tuvo lugar en unas circunstancias muy complicadas para la Iglesia y con el papado en sus horas más bajas. Y sin embargo, las tesis conciliaristas fueron derrotadas.
Lo de las tazas no entiendo.
Tienes un problema. Vives en un lugar poco populoso y fácil de localizar. Esta mañana no comprobé quién eras. Me habría ahorrado responderte.
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