Bendito Newman: "De corazón a corazón, ruega por nosotros"
Querido y venerado Henry Cardinal Newman, beato de la Santa Iglesia Católica por la gracia de Dios, ruega por nosotros.
Ruega por la Iglesia a la que tanto amaste y a la que el Señor te guió a través de un camino lleno de dificultades pero también de luz.
Ruega para que las conciencias de todos los católicos se conformen a las enseñanzas de nuestra Madre y Maestra, de forma que en verdad puedan llamar a Dios como Padre.
Ruega para que el error del liberalismo teológico que combatiste en vida sea erradicado de Aquella que es la plenitud de Aquél que todo lo llena en todo.
Ruega para que los hermanos separados sean obedientes al soplo del Espíritu Santo que les conduce a la plena comunión con el Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro, pastor del rebaño del Señor.
Ruega por nuestro Papa, para que Dios le dé la vida y salud necesarias para seguir siendo por muchos años el buen pastor que necesitamos los fieles de su Iglesia.
Ruega por los obispos, para que en comunión con el Obispo de Roma, sean fieles al ministerio que Dios les ha encomendado.
Ruega por los sacerdotes, para que sean santos y reflejen con sus palabras y sus vidas a Cristo crucificado y resucitado.
Ruega por los diáconos, para que en verdad sean siervos y ayuda idónea para los obispos y el pueblo de Dios.
Ruega por los religiosos, para que sean fieles al carisma en el que fueron llamados a servir a Cristo y su Iglesia.
Ruega por nosotros, los fieles seglares, para que seamos dignos de nuestra condición de pueblo real y sacerdotal y podamos cumplir con nuestro cometido de ser luz del mundo y sal de la tierra.
Luis Fernando Pérez, católico por la gracia de Dios y la intercesión del Beato Henry Cardinal Newman.
Lead, Kindly Light
(Beato John Henry Cardinal Newman)
“Lead, Kindly Light, amidst th’encircling gloom,
Lead Thou me on!
The night is dark, and I am far from home,
Lead Thou me on!
Keep Thou my feet; I do not ask to see
The distant scene; one step enough for me.
I was not ever thus,
nor prayed that Thou shouldst lead me on;
I loved to choose and see my path;
but now lead Thou me on!
I loved the garish day, and, spite of fears,
Pride ruled my will. Remember not past years!
So long Thy power hath blest me,
sure it still will lead me on.
O’er moor and fen, o’er crag and torrent,
till the night is gone,
And with the morn those angel faces smile, which I
Have loved long since, and lost awhile!
Meantime, along the narrow rugged path,
Thyself hast trod,
Lead, Savior, lead me home in childlike faith,
home to my God.
To rest forever after earthly strife
In the calm light of everlasting life".
26 comentarios
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LF:
Sin duda. Y no sólo para el Papa.
Me he sentido muy conmovida por la multitud de personas que se acercaban no ha recibir la comunión, sino una bendición. De verdad que pone la carne de gallina.
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LF:
Yo no veo imposible la unidad de los cristianos. Es cuestión de que los que no son católicos se conviertan a la fe católica y todos juntos nos convirtamos al Señor.
Los anglicanos ya tienen las puertas abiertas gracias a la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus.
Dicho eso, me llamó la atención que el primado anglicano Rowan Williams se arrodillara ayer durante la consagración en la Santa Misa en la Catedral de Westminster.
" Qué mejor que expresar nuestra alegría de este momento que dirigiéndonos a nuestro Padre del cielo con sincera gratitud, rezando con las mismas palabras que el Beato John Henry Newman puso en labios del coro celestial de los ángeles:
“Sea alabado el Santísimo en el cielo,
sea alabado en el abismo;
en todas sus palabras el más maravilloso,
el más seguro en todos sus caminos”.
(El Sueño de Gerontius)".
Alabado sea Dios ¡¡.
!Qué día tan grande para el mundo!
Ya, pero es que no se trata de un camino unívoco sino biunívoco. Se ha dejado las puertas abiertas, pero la trampilla sigue cerrada. No te imagino aceptando a las obispas anglicanas en el seno de la Iglesia católica.
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LF:
No me tendré que ver jamás en esa tesitura. El acceso de la mujer al sacerdocio, no digamos nada al episcopado, está infaliblemente cerrado por el magisterio de la Iglesia -en eso coincidimos con los ortodoxos-. Así que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.
El camino es biunívoco sólo en el sentido de que los católicos también estamos en proceso de conversión constante. Pero la Iglesia de Cristo subsiste plena y únicamente en la Iglesia Católica, al frente de cuyo colegio apostólico está el Papa. Los anglicanos, por no tener no tienen ni la condición de iglesia, pues no han mantenido la sucesión apostólica. Por eso cuando un presbítero anglicano se convierte y quiere ser presbítero católico, tiene que ordenarse.
El beato Newman es el ejemplo a seguir para todos los anglicanos.
A ti te llamó al atención que Williams se arrodillara en la Consagración, siendo anglicano. Y a mí me lamó la atención que el 95% de los asistentes a una misa en Carabanchel a la que concurrí el pasado mes de mayo permaneciera de pie, siendo católicos y españoles. Y deduje que eso era hábito, pues la mayoría de los asientos carecían de reclinatorio.
1.- "El espíritu de rebelión vino con la reforma protestante, y el liberalismo es su retoño" (Pag. 206)
2.- "Como he dicho, no hay más que dos alternativas: el camino de Roma y el camino del ateismo" (Pag. 216).
3.- "San Pablo dice en alguna parte que su poder apostólico le fue dado para edificación, no para destrucción. No puede darse mejor definición de la infalibilidad de la Iglesia. Es una providencia para una necesidad y no va más allá de esa necesidad. Su objeto y también su efecto no es debilitar la libertad y vigor del entendimiento humano en las especulaciones religiosas, sino insistir y vigilar sus extravagancias. ¿Cuáles han sido sus grandes hechos? Todos en el camino estricto de la teología: derribar el arrianismo, eutiquianismo, pelagianismo, maniqueismo, luteranismo y jansenismo. He ahí el ancho resultado de su acción en el pasado" (Pag. 260).
4.- "La catolicidad no es únicamente una de las notas de la Iglesia sino, de acuerdo con el designio divino, una de sus seguridades. Yo pienso que sería un mal muy grave, del que la misericordia divina nos libre, que la Iglesia Católica se redujera en Europa a unas cuantas nacionalidades. Es una gran idea introducir la civilización latina en América y mejorar a los católicos de allí por la energía de la devoción francesa; pero yo espero que todas las razas europeas tendrán siempre su lugar en la Iglesia y pienso que con toda certeza que la pérdida del elemento inglés, y no digamos del alemán, en su composición ha sido una pérdida muy seria" (Pag. 274).
Y me uno a todos en la oración al Beato Cardenal John Henry Newman, por la unidad de todos los cristianos en la única Iglesia de Cristo.
Un saludo a todos.
Pues sí, el origen de todo fué el deseo de Enrique VIII de que se anulara su boda con Catalina de Aragón para poder casarse con Ana Bolena, y aunque hoy en día lo de los hijos varones sea una bobada, por aquel entonces sí era importante (además de padecer una auténtica chifladura por la segunda). Aquí dejo este link que hace referencia a unos documentos sobre el tema.
http://www.eltestamentodelpescador.info/2009/06/enrique-viii-el-origen-del-cisma.html
Un cordial saludo.
Las biografías que recomienda el padre Guillermo Juan me parecen muy buenas. Aunque yo también "empecé a conocerle" leyendo y rezando algunas de sus oraciones y sermones.
Nada, ha sido mun placer. Y dile a ese señor que cuando vivieron Enrique VIII y demás, aún no estaba inventada la tele, así que lo que pasó no pudo inspirarse en la serie.
Un cordial saludo.
"Respondía, con ello, el Purpurado inglés a esa opinión tan difundida entre los no creyentes o los no católicos de que los que admiten el Primado de Roma rinden culto únicamente a la obediencia, pero no a la conciencia, que hacen, exclusivamente lo que los curas o los Obispos les dicen, pero no atienden a la voz interior de su alma."
Añadía, además, que, después, el propio Cardenal puntualizaba "por miedo a que mi pensamiento sea mal interpretado" que "cuando hablo de la conciencia, me refiero a la que realmente debe ser llamada así". Y el Beato Newman la definía:
"La conciencia es el vicario natural de Cristo; poeta por sus instrucciones, monarca por su absolutismo, sacerdote por sus bendiciones y sus anatemas e, incluso, si el sacerdocio eterno pudiera dejar de existir en la Iglesia, este principio sacerdotal de la conciencia permanecería y ejercería su soberanía. Pero, ¿Qué queda, actualmente, de la noción de conciencia en el espíritu del Pueblo? Ni en él, ni en el mundo intelectual la palabra conciencia ha guardado su antigua significación, verdadera y católica. Hoy, esta palabra se usa con frecuencia, pero ya no evoca en absoluto la idea y la presencia de un Maestro del mundo moral. Cuando los hombres invocan los derechos de la conciencia, no quieren, en modo alguno, hablar de los derechos del Creador, ni de los deberes de sus criaturas en sus pensamientos y en sus acciones, sino del derecho a pensar, hablar, escribir y obrar según su opinión o su humor, sin preocuparse lo más mínimo de Dios. Es el derecho de la propia voluntad".
Muchas gracias por hacerme descubrir a Newman, padre Martín Descalzo. Dios lo tenga a usted en Su Gloria.
Discurso de J. E. Newman en Roma, al recibir el Biglietto que le anunciaba su designación cardenalicia (12 de mayo de 1879)
Autor: Fernando María Cavaller | Fuente: Revista Humanitas.
Recordamos sus palabras cuando recibió de León XIII el capelo cardenalicio:
"Me alegra decir que me he opuesto desde el comienzo a un gran mal. Durante treinta, cuarenta, cincuenta años, he resistido con lo mejor de mis fuerzas al espíritu del liberalismo en religión. ¡Nunca la Santa Iglesia necesitó defensores contra él con más urgencia que ahora, cuando desafortunadamente es un error que se expande como una trampa por toda la tierra! Y en esta ocasión, en que es natural para quien está en mi lugar considerar el mundo y mirar la Santa Iglesia tal como está, y su futuro (...) El liberalismo religioso es la doctrina que afirma que no hay ninguna verdad positiva en religión, que un credo es tan bueno como otro, y esta es la enseñanza que va ganando solidez y fuerza diariamente. Es incongruente con cualquier reconocimiento de cualquier religión como verdadera".
En la mañana del lunes 12 de mayo, Newman fue al Palazzo della Pigna, la residencia del Cardenal Howard, que le había cedido sus apartamentos para recibir allí al mensajero del Vaticano que traía el Biglietto de parte del Cardenal Secretario de Estado, informándole que en un Consistorio secreto, que había tenido lugar esa misma mañana, el Santo Padre le había elevado a la dignidad de Cardenal.
A las once en punto, las habitaciones estaban llenas de católicos ingleses y americanos, tanto eclesiásticos como laicos, y también muchos miembros de la nobleza romana y dignatarios de la Iglesia, reunidos para ser testigos de la ceremonia. Poco después del mediodía fue anunciado el mensajero consistorial.
Al entrar entregó el Biglietto en manos de Newman, quien, después de romper el sello, lo pasó a Mons. Clifford, obispo de Clifton, el cual leyó el contenido en voz alta. Luego, el mensajero informó al nuevo Cardenal que Su Santidad lo recibiría en el Vaticano a las diez de la mañana del día siguiente, para conferirle la birreta cardenalicia. Después de los acostumbrados cumplidos, Su Eminencia el Cardenal John Henry Newman pronunció el siguiente discurso, que desde entonces es conocido como Biglietto Speech. El primer párrafo lo pronunció en italiano:
“Le agradezco, Monseñor, la participación que me hecho del alto honor que el Santo Padre se ha dignado conferir sobre mi humilde persona. Y si le pido permiso para continuar dirigiéndome a Ud., no en su idioma musical, sino en mi querida lengua materna, es porque en ella puedo expresar mis sentimientos, sobre este amabilísimo anuncio que me ha traído, mucho mejor que intentar lo que me sobrepasa.
En primer lugar, quiero hablar del asombro y la profunda gratitud que sentí, y siento aún, ante la condescendencia y amor que el Santo Padre ha tenido hacia mí al distinguirme con tan inmenso honor. Fue una gran sorpresa. Jamás me vino a la mente semejante elevación, y hubiera parecido en desacuerdo con mis antecedentes. Había atravesado muchas aflicciones, que han pasado ya, y ahora me había casi llegado el fin de todas las cosas, y estaba en paz.
¿Será posible que, después de todo, haya vivido tantos años para esto? Tampoco es fácil ver cómo podría haber soportado un impacto tan grande si el Santo Padre no lo hubiese atemperado con un segundo acto de condescendencia hacia mí, que fue para todos los que lo supieron una evidencia conmovedora de su naturaleza amable y generosa. Se compadeció de mí y me dijo las razones por las cuales me elevaba a esta dignidad. Además de otras palabras de aliento, dijo que su acto era un reconocimiento de mi celo y buen servicio de tanto años por la causa católica, más aún, que creía darles gusto a los católicos ingleses, incluso a la Inglaterra protestante, si yo recibía alguna señal de su favor. Después de tales palabras bondadosas de Su Santidad, hubiera sido insensible y cruel de mi parte haber tenido escrúpulos por más tiempo.
Esto fue lo que tuvo la amabilidad de decirme, ¿y qué más podía querer yo? A lo largo de muchos años he cometido muchos errores. No tengo nada de esa perfección que pertenece a los escritos de los santos, es decir, que no podemos encontrar error en ellos. Pero lo que creo poder afirmar sobre todo lo que escribí es esto: que hubo intención honesta, ausencia de fines personales, temperamento obediente, deseo de ser corregido, miedo al error, deseo de servir a la Santa Iglesia, y, por la misericordia divina, una justa medida de éxito.
Y me alegra decir que me he opuesto desde el comienzo a un gran mal. Durante treinta, cuarenta, cincuenta años, he resistido con lo mejor de mis fuerzas al espíritu del liberalismo en religión. ¡Nunca la Santa Iglesia necesitó defensores contra él con más urgencia que ahora, cuando desafortunadamente es un error que se expande como una trampa por toda la tierra! Y en esta ocasión, en que es natural para quien está en mi lugar considerar el mundo y mirar la Santa Iglesia tal como está, y su futuro, espero que no se juzgará fuera de lugar si renuevo la protesta que hecho tan a menudo.
El liberalismo religioso es la doctrina que afirma que no hay ninguna verdad positiva en religión, que un credo es tan bueno como otro, y esta es la enseñanza que va ganando solidez y fuerza diariamente. Es incongruente con cualquier reconocimiento de cualquier religión como verdadera. Enseña que todas deben ser toleradas, pues todas son materia de opinión. La religión revelada no es una verdad, sino un sentimiento o gusto; no es un hecho objetivo ni milagroso, y está en el derecho de cada individuo hacerle decir tan sólo lo que impresiona a su fantasía. La devoción no está necesariamente fundada en la fe.
Los hombres pueden ir a iglesias protestantes y católicas, pueden aprovechar de ambas y no pertenecer a ninguna. Pueden fraternizar juntos con pensamientos y sentimientos espirituales sin tener ninguna doctrina en común, o sin ver la necesidad de tenerla. Si, pues, la religión es una peculiaridad tan personal y una posesión tan privada, debemos ignorarla necesariamente en las interrelaciones de los hombres entre sí. Si alguien sostiene una nueva religión cada mañana, ¿a ti qué te importa? Es tan impertinente pensar acerca de la religión de un hombre como acerca de sus ingresos o el gobierno de su familia. La religión en ningún sentido es el vínculo de la sociedad.
Hasta ahora el poder civil ha sido cristiano. Aún en países separados de la Iglesia, como el mío, el dicho vigente cuando yo era joven era: “el cristianismo es la ley del país”. Ahora, en todas partes, ese excelente marco social, que es creación del cristianismo, está abandonando el cristianismo.
El dicho al que me he referido se ha ido o se está yendo en todas partes, junto con otros cien más que le siguen, y para el fin del siglo, a menos que interfiera el Todopoderoso, habrá sido olvidado. Hasta ahora, se había considerado que sólo la religión, con sus sanciones sobrenaturales, era suficientemente fuerte para asegurar la sumisión de nuestra población a la ley y al orden. Ahora, los filósofos y los políticos están empeñados en resolver este problema sin la ayuda del cristianismo. Reemplazarían la autoridad y la enseñanza de la Iglesia, antes que nada, por una educación universal y completamente secular, calculada para convencer a cada individuo que su interés personal es ser ordenado, trabajador y sobrio.
Luego, para el funcionamiento de los grandes principios que toman el lugar de la religión, y para el uso de las masas así educadas cuidadosamente, se provee de las amplias y fundamentales verdades éticas de justicia, benevolencia, veracidad, y semejantes, de experiencia probada, y de aquellas leyes naturales que existen y actúan espontáneamente en la sociedad, y en asuntos sociales, sean físicas o psicológicas, por ejemplo, en el gobierno, en los negocios, en las finanzas, en los experimentos sanitarios, y en las relaciones internacionales. En cuanto a la religión, es un lujo privado que un hombre puede tener si lo desea, pero por el cual, por supuesto, debe pagar, y que no debe imponer a los demás ni permitirse fastidiarlos.
El carácter general de esta gran apostasía es uno y el mismo en todas partes, pero en detalle, y en carácter, varía en los diferentes países. En cuanto a mí, hablaría mejor de mi propio país, que sí conozco. Creo que allí amenaza con tener un formidable éxito, aunque no es fácil ver cuál será su resultado final. A primera vista podría pensarse que los ingleses son demasiado religiosos para un movimiento que, en el continente, parece estar fundado en la infidelidad.
Pero nuestra desgracia es que, aunque termina en la infidelidad como en otros lugares, no necesariamente brota de la infidelidad. Se debe recordar que las sectas religiosas que se difundieron en Inglaterra hace tres siglos, y que son tan poderosas ahora, se han opuesto ferozmente a la unión entre la Iglesia y el Estado, y abogarían por la descristianización de la monarquía y de todo lo que le pertenece, bajo la noción de que semejante catástrofe haría al cristianismo mucho más puro y mucho más poderoso. Luego, el principio liberal nos está forzando por la necesidad del caso.
Considerad lo que se sigue por el mismo hecho de que existen tantas sectas. Se supone que son la religión de la mitad de la población, y recordad que nuestro modo de gobierno es popular. Uno de cada doce hombres tomados al azar en la calle tiene participación en el poder político, y cuando les preguntáis sobre sus creencias representan una u otra de por lo menos siete religiones.
¿Cómo puede ser posible que actúen juntos en asuntos municipales o nacionales si cada uno insiste en el reconocimiento de su propia denominación religiosa? Toda acción llegaría a un punto muerto a menos que el tema de la religión sea ignorado. No podemos ayudarnos a nosotros mismos.
Y, en tercer lugar, debe tenerse en cuenta que hay mucho de bueno y verdadero en la teoría liberal. Por ejemplo, y para no decir más, están entre sus principios declarados y en las leyes naturales de la sociedad, los preceptos de justicia, veracidad, sobriedad, autodominio y benevolencia, a los que ya me he referido. No decimos que es un mal hasta no descubrir que esta serie de principios está propuesta para sustituir o bloquear la religión.
Nunca ha habido una estratagema del Enemigo ideada con tanta inteligencia y con tal posibilidad de éxito. Y ya ha respondido a la expectativas que han aparecido sobre la misma. Está haciendo entrar majestuosamente en sus filas a un gran número de hombres capaces, serios y virtuosos, hombres mayores de aprobados antecedentes, y jóvenes con una carrera por delante.
Tal es el estado de cosas en Inglaterra, y es bueno que todos tomemos conciencia de ello. Pero no debe suponerse ni por un instante que tengo temor de ello. Lo lamento profundamente, porque preveo que puede ser la ruina de muchas almas, pero no tengo temor en absoluto de que realmente pueda hacer algún daño serio a la Palabra de Dios, a la Santa Iglesia, a nuestro Rey Todopoderoso, al León de la tribu de Judá, Fiel y Veraz, o a Su Vicario en la tierra. El cristianismo ha estado tan a menudo en lo que parecía un peligro mortal, que ahora debemos temer cualquier nueva adversidad. Hasta aquí es cierto.
Pero, por otro lado, lo que es incierto, y en estas grandes contiendas es generalmente incierto, y lo que es comúnmente una gran sorpresa cuando se lo ve, es el modo particular por el cual la Providencia rescata y salva a su herencia elegida, tal como resulta. Algunas veces nuestro enemigo se vuelve amigo, algunas veces es despojado de esa especial virulencia del mal que es tan amenazante, algunas veces cae en pedazos, algunas veces hace sólo lo que es beneficioso y luego es removido. Generalmente, la Iglesia no tiene nada más que hacer que continuar en sus propios deberes, con confianza y en paz, mantenerse tranquila y ver la salvación de Dios. “Los humildes poseerán la tierra y gozarán de inmensa paz” (Salmo 37,11).[1].
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Su Eminencia habló con voz fuerte y clara, y aún cuando estuvo de pie todo el tiempo no mostró signos de fatiga.
El texto fue telegrafiado a Londres por el corresponsal del “The Times” y apareció completo en el periódico al día siguiente. Más aún, gracias a la bondad del Padre Armellini, S.J., que lo tradujo al italiano durante la noche, salió completo en “L´Osservatore Romano” del día siguiente.
¿El Beato J.H. Newman fue creado cardenal siendo presbítero?
El Catecismo de la Iglesia Católica da también gran importancia a la conciencia. Debe tratarse de una conciencia rectamente formada a la luz del Magisterio y estoy segura de que el Cardenal Newman defendía también esta idea. Pero es indudable que la conciencia tiene su papel y precisamente ella es la primera que nos recuerda lo que dice el Magisterio, a la hora de confrontarlo con situaciones concretas que nos vayamos encontrando...
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