Ensañamiento satánico contra la Iglesia en Bélgica

Lo que está ocurriendo en Bélgica en las últimas semanas, con profanaciones policiales de tumbas cardenalicias incluidas, con la retención durante nueve horas del episcopado belga en pleno, con la filtración de noticias insidiosas y manipuladas sobre la archidiócesis de Bruselas y sobre el cardenal Danneels, empieza a tener toda la pinta de ser el resultado de un plan de acoso y derribo contra la Iglesia en dicho país, del que dudo que el mismísimo Satanás hubiera sido capaz de pergeñarlo “tan bien".

La última bajeza abyecta ha sido la publicación de una información por la cual se habría encontrado en el ordenador del cardenal la imagen de una niña desnuda. Aunque la fiscalía ha salido ya a aclarar que la imagen estaba en la caché y que se había descargado automáticamente en el ordenador del cardenal Danneels desde la página web la red VRT, el daño ya está hecho.

Días atrás ya se intentó relacionar a la archidiócesis de Bruselas con el asesino y pederasta Marc Dutroux, aunque se demostró que todo era una “gracia” de una revista británica, que había enviado a la archidiócesis belga material sobre ese hijo de Satanás para ver “cómo reaccionaba".

Aunque las aclaraciones de la fiscalía belga, cuya actuación cabe calificar de repugnante y propia de un régimen autoritario, suelen llegar pronto, la jugada es clara y de manual. Primero se lanza la insidia, se distribuye por todo el mundo gracias a internet, de manera que los medios de comunicación se hacen eco de la difamación y sólo al cabo de las siguientes 24 o 48 horas se explica la verdad, que por lo general no suele tener la misma repercusión mediática.

La sensación que me da todo lo que está pasando es que alguien está buscando la foto de un arzobispo o cardenal católico entrando en la cárcel. Muy desesperada debe de estar la justicia y la policía belga cuando es capaz de profanar las tumbas de anteriores cardenales de Bruselas en búsqueda de vayan ustedes a saber qué.

Poco a poco vamos sabiendo que la práctica totalidad de los expedientes de abusos en manos de las diócesis belgas, fruto de la investigación interna llevada a cabo por una comisión creada al efecto, se trata de casos que han prescrito penalmente, de manera que la justicia no puede hacer nada. De hecho, no pocas víctimas de aquellos abusos manifestaron a la Iglesia su deseo de que sus nombres no salieran publicados y ahora temen que desde su gobierno no se respete su deseo.

Está claro que en el pasado la Iglesia en Bélgica, como en otros países, cometió graves errores en el tratamiento de los pederastas entre el clero. Pero que, justo ahora que se están haciendo bien las cosas, venga el ataque brutal de todo el estado belga, que por cierto está a punto de saltar en pedazos, es síntoma de que lo que verdaderamente preocupa a los enemigos de la Iglesia no es que esta haya cometido errores, sino que esté dispuesta a no cometerlos en el futuro. Por eso intentan desprestigiarla a más no poder, aunque sea violando la dignidad de todo un país. Porque, nadie lo dude, quien peor parada sale de todo esto es la propia Bélgica, que aparece ante el mundo como una nación donde la Iglesia es perseguida.

Luis Fernando Pérez