Queremos dos obispos para Huesca y Jaca
No soy partidario de la rumorología. O mejor dicho, no soy partidario de concederle un crédito excesivo a ese género pseudo-periodístico. Por mi trabajo voy teniendo acceso cada vez más a todo tipo de dimes y diretes, sospechas y pseudo-certezas que luego el tiempo acaba confirmando o negando. Pero esta vez voy a hacer una excepción.
“Fuentes de toda solvencia"… no, eso suena muy formal. Digamos que un pajarito bien informado me ha asegurado que en Roma están barajando la posibilidad de repetir en Huesca y Jaca la experiencia de Monseñor Jesús Sanz Montes, que ha sido obispo de ambas sedes sin que las mismas se hayan fusionado. Y dicho pajarito me asegura que el mismísimo don Jesús ha hecho todo lo posible para que sus dos primeras “novias” como obispo tengan un nuevo novio cada una de ellas, pero que ya casi lo da por perdido.
No sé quién es el que tiene la última palabra en este tema, pero dado que Aragón no está al otro lado del mundo de Roma, sería bueno que el responsable de la decisión final se viniera este verano a tierras oscenses para ver de primera mano aquello que nuestro administrador apostólico le está sugiriendo. Lo único que tiene que hacer si viene aquí es usar la imaginación y llenar de nieve gran parte de lo que ahora vea verde en la diócesis de Jaca. Y luego que se baje desde el pueblo pirenaico más cercano a la frontera con Francia hasta Castejón, en el sur de los Monegros oscenses. Y que eche cuentas de lo que supone para un solo obispo atender todo eso, pudiendo haber dos prelados para cada una de las diócesis.
Por historia y por evitar un disgusto a los diocesanos de Jaca, quizás no sea del todo conveniente el fusionar ambas diócesis en una. Pero entonces no tiene sentido que tengan un obispo compartido. No creo que en España haya demasiada dificultar para encontrar dos sacerdotes preparados para pastorear estas diócesis. La labor de don Jesús en estos años ha servido para desbrozar buena parte de la maleza que habían dejado anteriores pontificados -en especial el de Osés-, y quien venga después sólo tiene que seguir la senda marcada -obviamente aportando su estilo y capacidad personal- para que el catolicismo oscense remonte la crisis por la que está pasando (p.e, no hay una sola vocación sacerdotal “nativa").
No hace falta que diga que si desde Roma se decide nombrar a un solo obispo para las dos diócesis, los fieles acataremos la decisión y le recibiremos con los brazos abiertos. Pero creo hablar en nombre de todos si digo que veríamos como un gesto de cariño hacia nosotros el que se nos diera dos pastores para estos dos rebaños hermanos.
Luis Fernando Pérez