En otras palabras: es un bocazas
Los franciscanos de Arantzazu por fin se han pronunciado. Debieron hacerlo al día siguiente de que su “hermano” Arregui publicara una carta victimista que tenía como objetivo poner en solfa al obispo de San Sebastián. Pero más vale tarde que nunca. El texto, por más “suave” que pueda parecer en las formas, es bien clarito. Y confirma punto por punto el comunicado de la diócesis donostiarra.
Los religiosos lamentan “que unilateralmente se haya roto la privacidad y confidencialidad de un proceso de conversaciones no acabadas“. Ocurre que quien ha hecho eso tiene nombre y apellidos. Dicen también que “con frecuencia una expresión sacada de su contexto se distorsiona en su significado y adquiere muchas veces proporciones distintas a las reales. Lamentamos que también en este caso haya ocurrido así“. Ocurre que quien ha hecho eso tiene nombre y apellidos.
Como yo no tengo porqué adecuarme al lenguaje diplomático de un documento de este jaez, resumo lo dicho por los franciscanos de la siguiente manera: Arregui ha sido un bocazas y un manipulador de la realidad, que ha distorsionado para su propio interés.
Pero además es un grandísimo hipócrita. José Manuel Vidal, encantadísimo de poder volver a tener una piedra que arrojar a Monseñor Munilla, le entrevista para Religión Digital. El titular es ya para nota: “No juzgo ni condeno a monseñor Munilla, también él sufre". O sea, este sujeto tiene el cuajo de decir que él, precisamente él, no juzga ni condena al obispo. Quien ha roto todas las reglas, quien ha distorsionado la realidad, quien ha manipulado la situación, encima va y dice que le perdona la vida al objeto de sus acciones. Pero oiga, ¿no se le cae a usted la cara de vergüenza, don José?
De todas formas, es importante que se vea cómo ha actuado el obispo Munilla. En vez de dejarle por imposible, que visto lo visto habría sido lo más sensato, actuó como padre y le invitó a cenar para proponerle una serie de encuentros en los que abordarían cuestiones doctrinales y morales. Arregui describe así lo ocurrido:
Yo pensaba que iban a ser simplemente diálogos abiertos sobre temas teológicos y morales. Yo le reclamé “un lugar en la Iglesia también para mi error", si error fuera. Luego, a medida que se desarrollaron los diálogos -dos largas sesiones de dos horas y media cada una-, fui viendo que eran en realidad interrogatorios e indagaciones, y le dije claramente que en esas condiciones no merecía la pena.
Está clarísimo. El religioso pretendía que este obispo hiciera exactamente lo mismo que el anterior y que sus superiores. A saber, que le permitieran seguir defendiendo públicamente posiciones teológicas contrarias al magisterio de la Iglesia. Y como Monseñor Munilla no está dispuesto a pasar por el aro, entonces el otro va y dice que no merece la pena.
Pues señores míos, esto no parece que tenga solución, por mucho que los franciscanos deseen que se llegue a algún acuerdo. O Arregui se somete al magisterio de la Iglesia, que en San Sebastián es el obispo, o ha de optar por callarse. Si no, sólo queda la exclaustración y la suspensión a divinis o, si el desacuerdo es pertinaz en materia dogmática, la excomunión.
Luis Fernando Pérez
11 comentarios
Basta ya de componendas anatemizadas por el Nuevo Testamento, no se puede llegar a compromisos.
"Luego, a medida que se desarrollaron los diálogos -dos largas sesiones de dos horas y media cada una-, fui viendo que eran en realidad interrogatorios e indagaciones..."
¿y qué esperaba, conversaciones de igual a igual? Es que el franciscano y su obispo no son iguales. Mucho hizo el obispo descendiendo a discutir durante cinco horas con el franciscano, sólo para ver que éste está fuera de la Iglesia. Mucho hizo el obispo dando la oportunidad al franciscano de confrontar sus tesis con el magisterio durante cinco horas.
Pero lo alucinante es esto: "Yo le reclamé “un lugar en la Iglesia también para mi error", si error fuera." El franciscano pretendía que aún cuando quedase patente que su posición era errónea, la Iglesia debería reservarle un lugar, para que desde él siguiese confundiendo a los fieles, enturbiando la doctrina y perseverando en la desobediencia. ¡Fuera con esta gente!
1. Sumisión al magisterio de la Iglesia (en San Sebastián es el obispo); si no:
2. Callarse; si no:
3. Exclaustración y la suspensión a divinis; si no:
4. La excomunión, si el desacuerdo es pertinaz en materia dogmática
Y me parece que quizás faltan otras:
5. Retirada del derecho a la enseñanza en materia de Fé católica en centros de enseñanza católicos
6. Declarar sus publicaciones erróneas como contrarias a la Fe católica
Al franciscano Arregui no le faltan superiores: los franciscanos, el obispo y el Papa.
¡Y contra este santo están lanzando Arregui todas sus insidias!
Qué pena.
Que Monseñor Munilla continue interrogando e indagando, está en su derecho y es su obligación.
Pero por esa misma elemental caridad, Arregui no debió lanzar a la arena pública el caso, porque ha hecho y hace daño escandalizando a los más sencillos. Actuar como un bocazas no es sólo un déficit personal, tiene unas consecuencias en todos los que escuchan lo que sale por esa boca. ¿Arregui ha pensado en eso? Pues además de un posible hereje, se debería también considerar un "heteropráxico". ¡Vaya caída respecto a la fe!
"O Arregui se somete al magisterio de la Iglesia, que en San Sebastián es el obispo, o ha de optar por callarse"?
A mi no me gusta lo que a hecho este tal José Arregui y tampoco me gusta lo que hace y dice Munilla ni lo que escribe este tal Luis Fernando Pérez Bustamante. Os invito a todos a callaros y a poneros ante la cruz de Cristo, a ver si sois capaces de conmoveros un poco y después intentáis amar a vuestros semejantes.
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LF:
Le enseñaron mal o entendió mal lo que le enseñaron. El magisterio sólo lo componen el Papa y los obispos en comunión con él. Ya lo dice la Dei Verbum del Vaticano II:
Mas para que el Evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la Iglesia, los Apóstoles dejaron como sucesores suyos a los Obispos, "entregándoles su propio cargo del magisterio".
Respecto a los teólogos y exegetas, dice el Concilio:
Los exegetas católicos, y demás teólogos deben trabajar, aunando diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer las Letras divinas, bajo la vigilancia del Sagrado Magisterio.
Si todavía le quedan dudas, le cito del Compendio del Catecismo:
16. ¿A quién corresponde interpretar auténticamente el depósito de la fe?
La interpretación auténtica del depósito de la fe corresponde sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, es decir, al Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, y a los obispos en comunión con él. Al Magisterio, el cual, en el servicio de la Palabra de Dios, goza del carisma cierto de la verdad, compete también definir los dogmas, que son formulaciones de las verdades contenidas en la divina Revelación; dicha autoridad se extiende también a las verdades necesariamente relacionadas con la Revelación.
Si le han enseñado otra cosa, necesita reciclar su conocimiento sobre la fe católica. El obispo Munilla es Magisterio. Arregui no. Ni lo es su profesor en la Facultad de Teología de Valencia. Usted y yo, tampoco. Si hablamos conforme al magisterio, bien haremos. Si no, sobra lo que digamos.
Cordialmente,
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LF:
De nada. Para eso estamos.
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