¿Presumiendo del pecado y escandalizando a los fieles? A la calle con ellos
Por alguna razón que se me escapa, el lobby gay tiende a ser muy exhibicionista donde quiera que va o está. No hay más que ver las marchas de los días del orgullo gay para comprobar que el gusto estético de muchos homosexuales -quede bien claro que no todos- es, cuanto menos, peculiar. Ocurre lo mismo con las declaraciones de sus líderes. Algunos recordarán las que realizó en la campaña electoral para las últimas generales el insigne Zerolo, alma mater de los sodomitas en el PSOE.
Dentro de la Iglesia también tenemos ejemplos de comportamientos un tanto pintorescos de individuos o grupos homosexuales. En España fue bastante famoso el cura Mantero, que apareció un día en una revista gay anunciando su condición de sodomita. Retirado del sacerdocio, mantuvo abierto un blog en Religión Digital en el que hacía proselitismo de su causa. Por cierto, en uno de sus artículos, Mantero afirmó lo siguiente acerca de los Franciscanos de la Cruz Blanca, que hoy están en boca de todos por turbios asuntos de posibles abusos y vejaciones: “Con el diluvio homófobo de la iglesia romana de hoy, los Franciscanos de Cruz Blanca, con inusitada parresía, plantan cara a la demencia antihomosexual del Vaticano y accesorias, y lo hacen sin estridencias, con la mejor política, la de los hechos consumados; lo que les lleva no sólo a admitir chicos gays como postulantes o novicios, sino además, en algunas ocasiones, a trasladar juntos a dos religiosos, para no romper su pareja sentimental“… sin comentarios.
El caso es que en EE.UU, uno de esos grupos de gays/lesbianas/bisexuales/trasnsexuales que pretende ser católico ha amenazado con montar un numerito durante las misas de Pentecostés. Al principio de las misas, los muchachos/as/es se pondrán una faja con los colores del arco iris, símbolo mundial del lobby gay. El gesto puede parecer poca cosa y no excesivamente molesto, pero no deja de ser una provocación pública a la Iglesia que busca alterar el transcurso normal de algo tan sagrado como es una misa. Lo que esta gente hace es presumir públicamente de su condición de pecadora y atacar a la Iglesia. Dicen que van contra la jerarquía, pero es obvio que pretenden escandalizar a todos los fieles. Que luego no se extrañen si son precisamente los fieles quienes, siguiendo el ejemplo y los modos y maneras de Cristo (*), les echan sin contemplaciones de los templos. Porque, señores mío, las iglesias y catedrales no son el lugar para exhibiciones reivindicativas de sodomitas y demás farándula sexualmente inmoral. Y menos aun durante la Misa.
Luis Fernando Pérez
(*) Jn 2,13-17; Mat 21,12-13; Mc 11,15-17; Lc 19,45-48