Dudas y certezas respecto al futuro de los Legionarios de Cristo
La Visita Apostólica a la Congregación de los Legionarios de Cristo ha finalizado y empiezan a verse sus primeros frutos. La nota publicada ayer por la Santa Sede confirma la condición de ser depravado del fundador, Marcial Maciel y señala que el mismo construyó un sistema de relaciones por las que pudo hábilmente “crearse coartadas, obtener confianza, confidencialidad y silencio de quienes lo rodeaban, y reforzar su papel de fundador carismático“. Es decir, ese personaje “sin escrúpulos” tuvo cómplices, que actuaron bajo su total confianza y que ocultaron sus depravaciones. Aunque la nota no lo dice, cabe esperar que dichos cómplices reciban el castigo justo que merece su ignominia. Maciel no habría llegado a lo que llegó sin el concurso de una red mafioso-eclesial de encubridores.
Con el fundador de los Legionarios de Cristo se demuestra que el tiempo pone a cada cual en su sitio. Él ya ha pasado a la historia como uno de los sacerdotes más depravados y malvados del siglo XX, que consiguió engañar no sólo a muchos fieles, en especial a los miembros de su congregación, sino también a varios papas, destacando entre ellos quizás el más grande: Juan Pablo II.
Roma reconoce que la gran mayoría de los legionarios de Cristo son “honestos, llenos de talento, muchos de ellos jóvenes, que buscan a Cristo con auténtico celo y que ofrecen su entera existencia en favor de la difusión del Reino de Dios“. Como es lógico, la Iglesia no puede dejarles a un lado. Ellos no tienen culpa de lo que hizo Maciel y sus cómplices. El Papa les muestra su aliento y su compromiso para superar la crisis.
Respecto al futuro de la Legión, la Santa Sede cree que, al menos, son necesarias tres cosas. Cito de la nota:
a. La necesidad de redefinir el carisma de la Congregación de los Legionarios de Cristo, preservando su verdadero núcleo, el de la “militia Christi”, que distingue la acción apostólica y misionera de la Iglesia y que no se identifica con una persecución de la eficiencia a cualquier precio.
b. La necesidad de revisar cómo se ejerce la autoridad, que debe ir unida a la verdad, para respetar la conciencia y desarrollarse a la luz del Evangelio como un auténtico servicio eclesial.
c. La necesidad de preservar la fe de los jóvenes, el celo misionero, el dinamismo apostólico, por medio de una adecuada formación. En efecto: la desilusión sobre el fundador podría poner en cuestión la vocación y el núcleo del carisma de la Legión de Cristo, tal como les es propio.
Respecto al primer punto, nótese que se habla del carisma de la Congregación, no del fundador. Supongo que antes o después se dará una explicación sobre cómo puede darse un carisma propio (punto c) con semejante fundador. Doctores tiene la Iglesia que nos iluminen sobre esa materia. En todo caso, da toda la impresión de que se va a aplicar el principio paulino de “examinadlo todo y quedaos con lo bueno” (1 Tes 5,21). Creo que se conservará todo aquello que es útil para la propagación del evangelio y el crecimiento espiritual de los legionarios y miembros de Regnum Christi y se desecharán todos los elementos que sirvieron para crear un escudo de impunidad alrededor de Maciel. Lo que ha demostrado ser una herramienta para el mal no puede tener lugar en el futuro de la Legión. La identidad de la misma, por tanto, ha de cambiar, porque da la sensación de que ese sistema perverso que va a ser eliminado era una de las características propias de la congregación que le servía para diferenciarse de otras congregaciones, órdenes religiosas o movimientos eclesiales.
El punto segundo apunta precisamente a la revisión y corrección de un mal concepto de la autoridad dentro de la Legión. En la Iglesia de Cristo la autoridad está puesta al servicio del bien común de los fieles, no al servicio de los lobos disfrazados de ovejas que buscan ocultar la verdad bajo el manto de la mentira. El modelo Maciel es justo el ejemplo de cómo no se debe de ejercer la autoridad en la Iglesia. En la misma medida que ese modelo haya impregnado a toda la Legión ha de abordarse su reforma. En la propia Iglesia hay muchos modelos correctos de ejercicio de la autoridad en el seno de una congregación religiosa. Corresponde al Papa proponer uno de dichos modelos a los legionarios, y a estos aceptarlo.
El punto tercero habla de dar a los legionarios una correcta formación. Puedo equivocarme, pero si la que han recibido hasta ahora fuera la correcta, ese punto no tendría razón de ser. Creo que el mero hecho de que los legionarios hayan sido formados en un concepto erróneo de la autoridad es motivo más que suficiente como para que sea necesario “reciclarles”. De lo contrario, su fe y su vocación de servicio peligra.
Aun así, quedan muchas dudas sobre el futuro de la Legión de Cristo y el Regnum Christi. No sabemos todavía qué se va a hacer con su actual dirección. Se supone que el delegado pontifico asumirá el control pleno de la congregación, pero yo no tengo claro qué va a pasar con el padre Álvaro Corcuera -director general-, el padre Luis Garza -vicario general- y los padres Francisco Mateos, Michael Ryan y Joseph Burtka -consejeros generales-. Se ha anunciado una Visita Apostólica a Regnum Christi pero, lógicamente, está por ver cuáles son los objetivos y los resultados de la misma.
En definitiva, el paso de ayer es uno más, sin duda importante, en el camino emprendido por la Iglesia para intervenir y reformar una de las ramas de su árbol frondoso. Pero queda mucho por delante. Caído Maciel, han de caer sus cómplices, sean quienes sean. La única forma de asegurar un buen futuro para esa familia espiritual es lograr que se aleje de toda fuente maligna, pasada o actual. De lo contrario, llevar el nombre de legionario de Cristo no será una gloria sino un estigma. Y no están las cosas en la Iglesia y en el mundo como para permitirnos ese lujo.
Luis Fernando Pérez