El cardenal Rouco es el máximo responsable de lo que ocurre en Vallecas
Los compañeros del Semanario Alba publican en su número de esta semana un extenso reportaje sobre la situación en la que está la antigua parroquia de San Carlos Borromeo, convertida en “centro pastoral” por el Cardenal Arzobispo de Madrid, S.E.R Antonio María Rouco Varela.
La realidad es que muy poco, por no decir nada, ha cambiado desde que la “parroquia roja” se hiciera famosa hace unos años cuando el pastor de la iglesia madrileña intentara, sin conseguirlo, poner fin a la cascada de abusos litúrgicos que estaban teniendo lugar en Entrevías. La firmeza del cardenal, que en un primer momento aceptó seguir las indicaciones de su consejo de presbiterio para acabar con la “anomalía vallecana", se convirtió en lo que unos llamaron fina y caritativa “sensibilidad pastoral” y otros tildaron de paso atrás ante el temor por el escándalo mediático alcanzado.
Los fieles no podemos olvidar el desfile por Entrevías de personajes y personajillos, mayormente de izquierdas, que acudieron a apoyar a los “curas rebeldes". Por Vallecas pasaron, entre otros, Zerolo, cabecilla del lobby gay, el “gran Wyoming", humorista casposo rojeras y don José Bono, el inefable apóstol del social-catolicismo patrio. Y todo ello aderezado con una cobertura mediática en la que mayoritariamente se presentaba a los curas como víctimas de un cardenal intolerante y sectario. Ante semejante despliegue, el cardenal optó por plegar velas y dejar que todo siguiera prácticamente igual. Visitó a los sacerdotes, les dijo que “cuidaran la liturgia” y santas pascuas.
Pero de la misma manera que la cabra tira al monte, los sacerdotes de Entrevías han seguido en su línea para-eclesial. Cada vez que les ponen un micrófono o una cámara delante, muestran sus ideas heterodoxas, lanzan sus discursos anti-sistema -"la jerarquía es mala y nosotros somos el pueblo oprimido"- y se reafirman en su espiritualidad sincretista.
Alba nos demuestra ahora que el problema sigue en los mismos términos que llevaron al cardenal Rouco a intervenir. Los curas de San Carlos Borromeo siguen sin cuidar la liturgia. Y el centro pastoral, tal y como puede verse en las fotos que acompañan la noticia y en su web, se parece a un templo católico lo que un higo a una castaña. Por ejemplo, el próximo lunes, día 26 de abril, acogerán un curso sobre Cristianismo e Islam, impartido por el teólogo arriano Juan José Tamayo.
¿Servirá para algo el reportaje de Alba? Me temo que no. Aunque me gustaría equivocarme, preveo que el cardenal Rouco seguirá mirando para otro lado. De hecho, la “parroquia” de San Carlos Borromeo no es el único centro de actividad heterodoxa en Vallecas. Este mismo sábado asistiremos al insólito hecho de que otra parroquia vallecana acogerá un acto político a favor de la refundación de la izquierda. Es decir, se pone una parroquia católica al servicio de Izquierda Unida, partido anticlerical donde los haya.
Imaginémonos por un momento lo que ocurriría si otra parroquia madrileña acogiera una reunión a favor de la refundación de la Falange o una jornadas sobre la figura de José Antonio Primo de Rivera. El escándalo sería mayúsculo. La totalidad de los medios se tiraría a la yugular del cardenal por permitir semejante “infamia". Sin embargo, como lo que va a ocurrir en Vallecas lo hacen los rojos, aquí “no passsssa nada”. Pues lo siento señores, pero sí pasa. Pasa que somos muchos los fieles que estamos hasta el gorro de que algunos de nuestros pastores agachen la cabeza ante los heterodoxosos, ante los que cometen todo tipo de abusos litúrgicos, ante la izquierda eclesial y política. Es obvio que, al menos de momento, no tenemos la fuerza mediática de los enemigos de la Iglesia. Ni siquiera tenemos el apoyo económico que pueden recabar los “católicos profesionales oficialistas". Pero tenemos algo que nadie nos puede quitar: nuestra dignidad como fieles al Señor, a su Iglesia y al magisterio de la misma. Desde esa dignidad pedimos responsabilidades a quien las tiene. En este caso, el Cardenal Arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela.
Luis Fernando Pérez