A Masiá le retiran el pasaporte

El jesuita Juan Masiá ha cerrado todos sus blogs en castellano. Asegura que es en contra de su voluntad, ante lo cual parece evidente que lo ha hecho por una orden directa de sus superiores en la Compañía de Jesús. O, en otras palabras, por segunda vez obedece, aunque cabe recordar que hace unos meses hizo lo mismo y luego se echó para atrás. Cerró su primer blog en Religión Digital a petición del provincial de Japón, quien le “recomendó” que cesara su actividad “literaria” en España. Al poco tiempo, este jesuita ultra-fronterizo decidió no hacer ni caso a su superior y volvió a abrir diversos blogs en medios de este país.

El caso es que hace unos días, Masiá aseguró en una entrevista concedida a Jesús Bastante que él no pensaba obedecer una orden que le obligara a cerrar sus blogs: “Obedecer esa petición sería darle la razón a la ultraderecha político-religiosa que la ha pedido, y eso hace que esa orden sea injusta y por tanto no hay obligación de cumplirla“. Pues hete aquí que ha obedecido. Al menos de momento. Eso me hace pensar que en esta ocasión la orden iba acompañada de una clara advertencia tipo “si no obedeces…“. Que cada cual se imagine qué pueden contener esos puntos suspensivos. En mi opinión, aunque no tengo certeza alguna, contienen un mensaje claro y rotundo por el que, en caso de no obedecer, Masiá dejaría de ser jesuita.

No voy a repetir de nuevo las razones por las que es de sentido común que a Masiá le pidan que deje de arremeter contra la doctrina de la Iglesia y contra los obispos españoles. Siempre he dicho, y repito, que el ciudadano Juan Masiá puede escribir sobre lo que se le antoje. Pero el sacerdote y jesuita Masiá no puede hacer tal cosa, a menos que renuncie a ser sacerdote y jesuita. De hecho, cuando alguien dice que “el dios Padre-Madre en el que yo creo no es el Dios de Rouco y Camino“, tiene un problema que, según mi parecer, va más allá de la prohibición de escribir en castellano. Una prohibición sobre la que muchos nos vamos a preguntar si no se extiende a lo que este jesuita pueda escribir en japonés. Porque, que yo sepa, la doctrina católica es la misma en España que en Japón. Y dudo mucho que el Masiá japonés sea un ejemplo de ortodoxia. El problema, por tanto, no está en el idioma sino en lo que este hombre cree y escribe. No creo que en este caso se pueda aplicar aquello de “ojos que no ven, corazón que no siente". Quizás los católicos que hablamos la lengua de Cervantes no le volvamos a leer -aunque lo dudo-, pero sentiremos igualmente que lo tengan que hacer nuestros hermanos en la fe del país del sol naciente.

Masiá ha presumido de vivir en la frontera de la Iglesia. Es obvio que hacía tiempo que vivía muy alejado de dicha frontera, pero por el lado de fuera. No es el único, pero él ha cometido además la imprudencia de pavonearse de ello, causando grave escándalo. La Compañía de Jesús le ha hecho volver y le ha retirado el pasaporte para que no pueda volver a salir. Pero mucho me temo que no hay orden que pueda impedir que Juan Masiá siga más allá que acá. Por la forma de expresarse, creo que su mente, su alma y su espíritu siguen en el extranjero, fuera de los atrios de la Iglesia de Cristo y de su fe. Y eso sólo se arregla con una conversión que yo le deseo. De lo contrario, por muchas órdenes que se le den, que sin duda son necesarias y oportunas, Juan Masiá seguirá siendo un caso perdido para la orden fundada por San Ignacio de Loyola y para la Iglesia.

Luis Fernando Pérez