¡Que hablen ya Rouco y Camino!
Sí, es necesario que el presidente y el portavoz de la Conferencia Episcopal Española hablen de una vez. Tienen que denunciar la campaña que el portal de comunicación religiosa que presume de ser el más leído en este país lleva lanzando contra ellos desde hace tiempo. Ahora la excusa es la de que la CEE no hace lo que están haciendo otras conferencias episcopales en Europa en relación a los escándalos de curas pederastas. Es decir, como en esos países ha habido muchos casos, dan por hecho que en España también, a pesar de que aquí los escándalos se cuentan con los dedos de las manos. Y el que no se lo quiera creer, que reviente. Ya se encargarán ellos de buscar debajo de las piedras para ver si encuentran un cura pederasta con el que llenar su portada. Lo mismo hasta lo convierten en deporte olímpico.
Fíjense ustedes bien cuál es la línea argumentativa del director de ese medio de comunicación:
En Asutria (modelo de reacción) acogen a las víctimas, les piden perdón, crean una comisión de seguimiento y les ofrecen terapia gratis e indemnizaciones. ¿Y en España? Nada. Silencio sepulcral. Rouco, como siempre, callado. Y su portavoz, Martínez Camino, siempre dispuesto a portavocear para condenar todo lo que se mueva, ahora calla. Y, de esta forma, da por bueno que es más pecado el aborto que el que un cura pederasta mate la inocencia del alma de una criatura.
Uno puede preguntarse a qué viene meter el aborto en este asunto, pero la cosa es clara. Como quiera que la Iglesia ha denunciado, denuncia y denunciará con total contundencia el aborto, algo hay que hacer desde el progresismo político-eclesial para contrarrestar eso. ¿Y qué mejor que usar los escándalos de la pederastia para ello? Mezclemos todo a ver si así conseguimos rebajar la autoridad moral de la jerarquía de la Iglesia, que tan molesta es para los maestros de la cultura de la muerte y sus satélites mediáticos. Y, por cierto, aunque no creo que convenga hacer comparaciones entre los diversos grados de la maldad, efectivamente es infinitamente más grave matar a un ser humano que abusar de él. La muerte no tiene arreglo. Lo otro, aunque no siempre, sí.
Lo normal, lo que el sentido común dicta, es que la Iglesia Católica en España no tome ninguna medida especial a menos que se demuestre que aquí se ha actuado igual de mal a como se ha hecho en otras partes del mundo. En ese caso nosotros seremos los primeros en exigir responsabilidades. Pero, a día de hoy, ¿hay alguna evidencia de ello? No. ¿Para qué crear entonces una comisión de seguimiento? ¿el qué es lo que hay que seguir? ¿acaso hacer eso no indicaría que en Añastro hay certeza de que tenemos el mismo problema que en EEUU, Irlanda o Alemania? ¿no sería eso la espoleta de salida para que los medios se lanzaran cual aves carroñeras sobre la sede de la CEE?
Me huelo que lo que está en marcha es una campaña de acoso y derribo al sacerdote español. Van a remover cielo y tierra para encontrar curas que alguna vez hayan dado una cachetada en el trasero a un monaguillo o besado en la mejilla a una cría de primera comunión, para acusarles de perversión. Se lanzarán sobre las listas de los internados de los colegios religiosos buscando posibles víctimas. Odian al cardenal Rouco, a monseñor Martínez Camino y a cualquier obispo que no les ría sus gracias. Y si para derribarlos tienen que remover el estercolero del pasado, lo harán. Viven de eso.
Aunque entiendo que se puede apelar a aquello de que “no hay mejor desprecio que no hacer aprecio", quizás sea ya necesario que la jerarquía de la Iglesia en España hable alto y claro. Y que quede claro que no va a plegarse ante quienes quieren torcer su brazo desde determinados medios de comunicación. Una cosa es llevarse bien con todos los medios. Otra, arrodillarse ante los que te quieren marcar la línea eclesial a seguir. Sobre todo cuando esa línea no haría otra cosa que profundizar en la secularización interna de la propia Iglesia en España.
Luis Fernando Pérez