Me apuesto pincho de tortilla y caña a que el obispo de Bilbao no hace nada
Misa de doce. Los fieles la parroquia bilbaína de San Javier, supongo que no muchos dado que era sábado, se disponían a asistir a la liturgia de siempre. Pero el párroco no tenía la más mínima intención de que aquello fuera una misa. Efectivamente, don Juan María Bautista decidió que iba a dar un mitin para-eclesial en el que criticaría la retirada de las librerías de la última edición del “Jesús” de Pagola. No contento con eso, dijo que no pensaba llevar a cabo la consagración.
El cura vasco habló de la “desazón y el disgusto de amplios sectores de la Iglesia” ante la presión que, desde ciertos círculos eclesiales, se ha ejercido sobre la obra, un hecho que, según su opinión, “raya el oscurantismo inquisitorial y supone la vuelta al pasado". Original el hombre, ¿verdad?
Más original fue cuando habló de una supuesta necesidad de que la Iglesia “de base” vuelva a las raíces del Concilio Vaticano II para evitar que pasos como el adoptado en relación a la obra de Pagola sigan produciendo “dolor y escándalo” en personas que “sólo están cultivando su fe". Aunque no tengo constancia de ello, no es descartable que en ese momento se difundiera por el templo un olor intenso a naftalina.
Ahora bien, si no es lógico que un cura se ponga a soltar a sus fieles un “speech” de ese tipo, ignorando que el propio Concilio Vaticano II deja muy claro que la labor de los teólogos está sujeta a la autoridad del Magisterio de la Iglesia, a mí me parece infinitamente más grave que un sacerdote tenga el valor de decir que va a realizar una “misa especial” en la que “no haremos la consagración“.
Señores míos, si no hay consagración, no hay misa. Ni especial ni no especial. Sin sacrificio eucarístico no hay misa. Y además, a menos que don Juan María hablara en plural mayestático o estuviera acompañado de otros sacerdotes, el plural “no haremos la consagración” está de más, porque quien consagra es el cura y no los fieles.
Ante lo cual, yo me pregunto: ¿piensa hacer algo Monseñor Blázquez con ese párroco suyo antes de largarse, como todo parece indicar, a Valladolid? ¿cree don Ricardo que puede tener como párroco a quien, así porque sí, porque le da la realísima gana, deja de celebrar una misa para convertirse en un mitinero con vestiduras litúrgicas?
No descarto que haya “sectores de la Iglesia” que vean mal la censura al libro de Pagola. Pero que sepan que también existen “sectores de la Iglesia” que están hasta el mismísimo gorro de que haya curas que se pasan las normas de la propia Iglesia por el forro. Y además, están hartos de que determinados obispos miren para otro lado. Y que sepan igualmente que si aquellos sectores están dispuestos a dar la batalla en la arena pública, los de más acá también. Que los pastores elijan. O fríos o calientes. O con los que se manifiestan contra el magisterio o contra los que nos manifestamos contra los anti-magisterio. Los tibios nos sobran. A Cristo también.
Luis Fernando Pérez
34 comentarios
Tanto en un caso como en otro, es mejor dejar que se le pase "la rabieta del fosquito" al sacerdote(?) de marras y enviarle a meditar a una de las múltiples misiones vizcaínas en el África Meridional.
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LF:
Obviamente es el verbo apostar, je je.
Llegado el caso, si hay muchos ingenuos que apuestan a favor de que don Ricardo haga algo, podemos cambiar las cañas por vasos de agua mineral y los pinchos de tortilla por aceitunas.
LF:
No me parece que negarse a consagrar sea un grano de arena.
Es la progresía y sus formas, escuchas y te tragas mi discurso, sí o sí, con alevosía y nocturnidad.
Un sacerdote no puede utilizar una santa misa para eso, deberían cesarle inmediatamente.
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LF:
Es que no hubo Santa Misa. El cura lo llamó "misa especial", pero si no consagró, ¿dónde está la misa?
Un arquitecto diría de un edificio de estas características: "Está en ruina económica, funcional y estructural; derribo total y nueva edificación".
LF:
Paténtalo, que puede ser un término exitoso, je je.
Al igual que los restos conservados por el hielo años y años permite a los arqueólogos conocer épocas pasadas, el atraso mental de este indigno sacerdote permite reconstruir una de las épocas más funestas de la historia de la Iglesia.
Y yo apuesto doble contra sencillo junto a LF por que don Blazquez dejará pasar. Porque una reacción del obispo es lo que está buscando el rebelde. Porque no conviene dar por el trapo más de lo que el trapo vale. Y porque aquí el punto es Pagola y su discurso herético, ahí hay que concentar los tiros y no sobre cuanto señuelo histérico salga a la palestra.
Vamos a ver lo que haceis cuando acabeis de romper vuestra Iglesia. Ya no puede faltar mucho.
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LF:
Pues si se hace público lo que ya es una realidad, el cisma interno, lo tenemos fácil. Los católicos fieles al magisterio nos dedicaremos a ser católicos. Los que se larguen, pues es obvio que serán ellos los que se irán, pues veremos cómo se las apañan para ser cristianos fuera. Ni siquiera creo que los protestantes evangélicos estén dispuestos a acoger a los que rezuman liberalismo teológico por los cuatro costados. Quizás se constituyan como grupos autónomos. Llegado el caso, su relación con la Iglesia Católica entrará dentro del ámbito del diálogo ecuménico como otras comunidades eclesiales no católicas. Y poco más.
Debemos orar.
También parece que algunos se consideran "dueños del cortijo" (o del caserío), en el que pueden hacer y deshacer a su antojo: se creen dueños de la liturgia, de los sacramentos, de la parroquia entera y todo cuanto contiene e incluso se creen propietarios exclusivos de la verdad.
No se dan cuenta que sólo son transmisores de una fe y de un poder excepcional que recibieron gratis para darlo gratis, que son herederos de una historia milenaria, llena de santos y mártires y con su comportamiento están impidiendo que esa herencia recibida llegue a las sucesivas generaciones, haciendo que su sangre y también la de Cristo, se haya vertido en vano.
Ojalá recapacite y se arrepienta, abriendo los ojos al sacrilegio que ha cometido, convirtiendo lo que debería haber sido un sacramento perpétuo en una verbena reivindicativa de un amigo suyo.
En cualquier caso, con su actitud le ha hecho un flaco favor a Pagola: la imagen que queda es que le defienden los menos católicos que quedan en la Iglesia. Así como Pagola rebaja a Jesús de Mesías a simple profeta, su defensor Bautista convierte el Santo sacramento del Altar en una merendola de fin de semana.
No se puede ofender así a la Eucaristía, centro de nuestra fe sacramental, como enseña el magisterio, y seguir tan campante, como si nada. La falta de formación, o corrupción ministerial de este sacerdote, y de otros como él (me acuerdo de las famosas rosquillas de Vallecas) dejan por los suelos el nivel de muchos miembros del clero español.
O lo que es lo mismo: la persistente cantinela progre de apelar al Concilio Vaticano II -bien es cierto que más que a la letra propiamente al espíritu de esa letra, al famoso "espíritu del Concilio"- para alentar y justificar reformas teológicas y pastorales y eclesiales injustificables, tuvo como buena acción en mí el llevarme a una lectura serena, lenta pero sin tregua, de ese al aparecer tan añorado -añorado como incomprendido y manipulado o tergiversado- concilio ecuménico.
Y hete aquí, oh sorpresa de las sorpresas, que fui redescubriendo, precisamente a la luz del Concilio, cada una de las reformas progresistas como lo son, reformas que puede que sean muy interesantes y tal cual, pero que no proceden del Concilio Vaticano II. Ni del Vaticano II; a mi entender, de ninguno, si bien esta afirmación la hago con reservas, puesto que no me sé de memoria el Dezinger, aunque casi que apostaría porque no hay casi nada o nada evangélico ni católico en aplaudir para la Iglesia supuestas reformas inspiradas en el Concilio Vaticano II (es decir, "en su espíritu") como estas: sí al aborto en algunos supuestos -que cada vez serán más numerosos, claro, pues basta con dar vía libre a la caza de la libre para...-, sí al divorcio porque es que es ya una demanda social, sí al sacerdocio ministerial de la mujer porque es que de lo contrario no sería posible el diálogo ecuménico para contento de muchos protestantes y general contento de muchas feministas...
De modo que cada vez que un católico progresista se decide por apelar al Concilio Vaticano II para protestar por el invierno eclesial actual y añorar esa primavera eclesial que al parecer quedó trunca por culpa de la deriva y la perfidia conservadoras del último Pablo VI, el pontificado que casi no fue de Juan Pablo I, las tinieblas reaccionarias de Juan Pablo II y las más reaccionarias aún y actuales de Benedicto XVI, lo que yo suelo echar en falta es que al menos se concrete de qué reformas se habla, cuáles son los documentos que se citan de ese concilio, etcétera. Porque lo cierto es que se cita el Vaticano II pretendiendo pasar gato por liebre, es decir, el espíritu por la letra y cosas así.
LF:
Sí, claro. La condición pecadora de un sacerdote no invalida los sacramentos que imparte. Ni tampoco la misa.
No sé tú, pero yo he estado, no hace de ello mucho, en contubernios progresistas, y te puedo asegurar que lo más bonito que he oído decir en ellos al Papa es bonito, ingenuo o inocente; de insultos e injurias, los que tú quieras, imagínatelos con libertad, no te vas a quedar corto, te lo aseguro. Y oye, ya sé lo de la viga en el propio ojo y la paja en el ajeno -gracias por recordámelo, por recordárnoslo, nunca está de más, el cristianismo exige conversión vitalicia-, pero esa clase de insultos, pues que no.
En contubernios progres he llegado a estar en los que con total tranquilidad y normalidad se hacía apología del feminismo de género (aborto, contracepción y homoserxualidad y incluidos), del antimagisterio por sistema -soy o sería el primero en reconocer que, en efecto, la vida de la gracia, de la fe y de la conformidad con la recta doctrina no es uniforme, de una pieza, recta siempre, etcétera, pues está sujeta a error, duda, perplejidad...-... Y esto, sinceramente, también desde la exhortación evangélica a no juzgar para no ser juzgados, tampoco.
En definitiva, lo reconozco: yo también juzgo, y reconozco que alguna que otra viga puede que nuble mi vista y mi ulterior entendimiento. Sin embargo, al menos quiero aceptar la autoridad del Magisterio, y la respeto, incluso en lo personal; empero, permíteme: buena parte de la progresía católica insulta al Papa, a los obispos, a menudo con injurias ruines. Y no hacen más que meter tijera en el depósito de la fe, en nombre del progreso progresista y de las reformas. Y esto tampoco.
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Agustín Camino,
el progresismo es la quintacolumna de la democracia masónica infiltrada dentro de la Iglesia.
De hecho lo son, aunque personalmente puedan actuar con buenas intenciones.
celebraban como "un triunfo del ecumenismo", los abusos sexuales crónicos e interminables, la falta de vocaciones, la secularización de sacerdotes a ritmo acelerado. Si la Iglesia fuera empresa privada, ya se habría hecho una auditoría y despedido a muchos de la alta jerarquía. No han fallado a los feligreses. Le han fallado a Dios.
El famoso "espíritu del Concilio", que fue excusa y bandera para cometer las más alevosas tropelías anticatólicas, era en realidad el espíritu de lo que fue luego el Mayo francés: negación de Dios, negación de la Iglesia y negación absoluta al verdadero Concilio Vaticano II.
Hay que amar al prójimo, pero por encima de eso hay que amar a Dios, y Dios se hace presente en la Eucaristía, por lo que fue ese sacerdote el que no amó a Dios, deshonrando su ministerio. Amarle a él es afearle su barbaridad, dando ocasión a que recapacite y corrija.
No le ama usted a él, defendiendo la soberana necedad y sacrilegio que cometió. Si tu hermano peca, culpa suya será, pero si tu sabiéndolo, no lo corriges, también asumes tu parte de culpa.
Recemos por él
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