Messori, los católicos y la política
La Revista Tempi ha realizado una interesante entrevista a Vitorio Messori, una de las plumas católicas más importantes de Italia y, por qué no decirlo, del mundo entero. En la primera parte de la misma, el italiano aborda la cuestión del papel de los católicos en la política:
- Comencemos por la actualidad. ¿Qué opina de la llamada que el presidente de la CEI Angelo Bagnasco (y antes de él Benedicto XVI) a que aparezca una “nueva generación” de católicos en política? ¿Significa que los de ahora están para el desguace? ¿A que tipo de católicos se les podría pedir que entren en la política?
Hay una tentación iluminista, de la cual ni siguiera la jerarquía se salva, que piensa que el mundo se cambia principalmente mediante la política. Pero los deseos deben contrastarse con la realidad. Y la realidad es que durante cincuenta años gobernó Italia un partido, la DC, que tenía una cruz como escudo. Eran personas que tenían como cita fija por la mañana la eucaristía antes del desayuno, a veces con fotógrafos en la iglesia. Pero fue una experiencia que terminó, como sabemos, ignominiosamente.
Su decadencia vino determinada también, si no principalmente, precisamente por lo que debía ser el sello característico del partido: la moral. La DC no pudo, de todos modos, impedir de ninguna manera modo la secularización. Basta pensar que la ley de aborto, de entre los cinco firmantes, lleva los nombres de cuatro católicos practicantes. La verdad es que el cristiano es un realista, ha leído a Maquiavelo y sabe que la política tiene sus propias reglas, reglas que, por más que queramos los buenos, son férreas. La deriva laicista afecta a todo Occidente, pero la Francia del socialista Mitterrand y el ateo Chirac, por ejemplo, ha dado leyes en favor de la familia francamente mejores que las democristianas. Más que con Bagnasco, yo estoy con el papa Ratzinger, que recuerda que la vocación de la Iglesia es la querida por el mismo Jesús, la de ser un pequeño rebaño, sal, levadura. Una comunidad activa, una minoría creativa. Mejor, mucho mejor que soñar con una cristiandad que no volverá nunca, y aún menos con unos políticos católicos convencidos.
-Mientras en la primera República (ésa considerada corrupta, clerical y reaccionaria, bajo la guía de la DC) los pecados de sexo quedaban lejos de la política, hoy día los “escándalos sexuales” tienen mucha audiencia y, como se sabe, rompen la carrera de los mejores moralistas. ¿Estamos haciéndonos protestantes también en Italia?Hay una constante: cuando se pierde la fe, aparece la dictadura de la moral, que enseguida deriva en moralismo. Y los maestros de ética a lo Robespierre levantan la guillotina, hoy mediática. Sin duda, incluso en nuestras fibras está presente el protestantismo liberal que ha abandonado la fe considerando el evangelio sólo como un código ético. ¡Cuantos ex-sacerdotes y ex-seminaristas que no creían en absoluto en Cristo y que presentaban un Jesús sólo hombre, como campeón de la ética, como sumo moralista!
-Pero Benedicto XVI ha desmontado la fórmula de la “fe adulta", frente a los católicos progresistas. La posición de quienes no escuchan a la Iglesia, según el Papa, se presenta “como el ‘coraje’ de manifestarse contra el magisterio. En realidad, no se necesita para esto coraje, porque siempre se tiene asegurado el aplauso del público. El coraje se necesita sobre todo para adherirse a la fe de la Iglesia, incluso cuando ésta contradice el “esquema” del mundo contemporáneo". Más claro que esto…
Católico adulto es una contradicción en los términos. El Evangelio dice “si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos". Si hay una cosa que Jesús recomienda y prefiere es el candor, la inocencia. Precisamente la de los niños que conservan aún la gracia del asombro. Sin embargo, cuidado: el candor en sentido evangélico puede coexistir con la cátedra universitaria, con el estudio más serio y profundo. En le Iglesia hay lugar para la santidad de Bernardita y la de Tomás de Aquino.
La verdad, me dan ganas de echarme a llorar tras leer a Messori. O sea, como la democracia cristiana en Italia fue un desastre, olvidémonos de que haya buenos políticos católicos, seamos realistas y dejemos a un lado toda idea de influir en la política para que deje de ser un instrumento de la cultura de la muerte.
Yo más bien pienso que el problema está en que los políticos católicos eran, y suelen ser, antes políticos que católicos. Opino que el hecho de que la democracia cristiana italiana se convirtiera en una herramienta más de una sistema corrupto no cabe atribuirlo a la idea en la que se fundó dicha iniciativa política, sino a la falta de coherencia de quienes la llevaron a cabo. Y pienso que la jerarquía de la Iglesia tuvo mucho de culpa en que así ocurriera al no denunciar a quienes, siendo católicos, se comportaban políticamente de forma contraria a los valores de nuestra fe.
Es decir, aun sabiendo que el pecado está siempre presente, no podemos resignarnos a que tenga la última palabra. Nosotros no somos protestantes como para creer que el hombre no tiene remedio y que la justificación no lleva aparejada una santificación que a su vez aumenta aquella. No sé en qué lugar del credo católico aparece la idea de que la santidad no puede trasladarse al ámbito de la acción política. Es más, yo juraría que han habido políticos en la historia (reyes, gobernantes, ministros, etc), que hoy son venerados en los altares de nuestras iglesias.
El derrotismo de Messori parece ignorar que incluso la existencia de una minoría activa y creativa, como él sugiere apoyándose en las palabras que Benedicto XVI pronunció siendo cardenal, puede ser más que suficiente como para transformar la acción política de una nación. Basta con que esa minoría sea necesaria para gobernar y, a cambio de su apoyo, imponga una serie de principios no negociables.
Conste que no soy de los que creo o confío en que la política sea un buen instrumento para evangelizar o recristianizar un país. Me basta con que no sea una herramienta para su paganización, como ocurre hoy en día en casi todo Occidente. Si en el pasado se ha fracasado, lo lógico es aprender la lección e intentar hacer las cosas bien de cara al futuro. Para ello es necesario que no caigamos en la trampa de pensar que la doctrina de dar al César lo que es del César implica que la Iglesia deba de dimitir de su responsabilidad como madre y maestra cuando el César es cristiano. Y pienso yo que es mejor desear un César cristiano que conformarse con un César masón, crápula o nihilista.
Por último, a Messori le recomendaría que se leyera a San Pablo antes de decir que ser católico adulto es una contradicción en los términos. Una cosa es que el cristiano adulto deba de mantener la actitud de un niño en su relación con Dios, y otra que deba comportarse como un crío en su relación con el mundo y en su crecimiento espiritual. Ciertamente es bueno seguir el consejo de San Pedro: “Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación” (1ª Ped 2,1-2); pero no podemos ignorar las palabras de San Pablo -o quien quiera que sea el autor de la epístola a los Hebreos-: “Pues debiendo ser ya maestros en razón del tiempo, volvéis a tener necesidad de ser instruidos en los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis hecho tales que tenéis necesidad de leche en lugar de manjar sólido. Pues todo el que se nutre de leche desconoce la doctrina de la justicia, porque es niño. En cambio, el manjar sólido es de adultos; de aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal” (Heb 5,12-14).
Ni podemos caer en un optimismo pelagiano ni abandonarnos en manos del derrotismo protestante. Es hora de formar una generación de cristianos políticos que sean firmes en la defensa de sus valores. El pecado o la mala praxis de generaciones pasadas no nos debe atar de pies y manos. Fijémonos en quienes dieron buen ejemplo y pidamos sabiduría a Dios para saber cómo trasladar su forma de actuar a nuestra época.
Luis Fernando Pérez
41 comentarios
Por cierto, no sabía que Chirac fuese ateo.
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LF:
El sistema puede ayudar o entorpecer las cosas, pero quien es católico y sabe serlo de verdad, está por encima de los sistemas y actúa en consonancia con su fe y sus valores.
Por algún lugar se ha de empezar, digo yo, no puede uno quedarse cruzado de brazos.
He dejado muy claro a aquellos con quienes he hablado que antes que política soy católica y que quienes se unan deben comprender el compromiso que ello exige.
Messori y todo lo que quieras, lo que pienso es que un católico ha de aprender a leer los signos de los tiempos, leer con ojos de fe su realidad así como su propia vida y actuar de acuerdo a ello, en el lugar que sea y en la función que se le haya encomendado.
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LF:
Ánimo, Maricruz. Ya nos dirás qué tal te va en esa aventura, si es que al final la emprendes.
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LF:
Yo creo que ha sido más un problema de malos católicos que de mal sistema.
¿No se pregunta Messori a qué se debe la secularización de Europa? ¿No ha leído la brillante novela "El Caballo rojo" de Eugenio Corti? Allí se explica muy bien como se pasa de una Italia y de una democracia cristiana que defiende la Fe Católica a una democracia cristiana corrupta moralmente, desorientada, rendida. ¿Por qué?
No tiene guía, ve como el Papa y los obispos, sus referentes, abrazan a marxistas excomulgados por el Papa anterior Pío XII. Escuchan como el Papa les exige que dejen de ser confesionales.
La basura marxista y masónica se mete en la Iglesia y luego todo son lamentos.
Y Jesús siempre habló con desprecio del poder: "Sabéis que los príncipes de las naciones las tiranizan y los grandes os oprimen con su poderío. NO será así entre vosotros" (Mt. 20,25).
Mejor buenos católicos -individualmente- en el poder, que partidos católicos en el poder. A la historia me remito.
LF:
Pues hoy ni lo uno ni lo otro.
En cuanto a la reducción de nuestra fe a un código moral también estoy de acuerdo, mucha gente confunde el cristianismo con portarse bien, nos dan un código de ética y no una experiencia de vida con Cristo presente en su Iglesia.
La Iglesia debe preocuparse de mostrar el rostro de Cristo, que la gente conozca a Cristo y que entre en comunión con EL, es decir que tenga el encuentro íntimo y personal con Cristo que cambia la vida habriendo un nuevo horizonte a la existencia. Luego habrá políticos cristianos, pintores cristianos y barrenderos crisitianos. Pero esta es su misión, y no formar políticos, estos vendran como consecuencia de lo primero, de lo contrario nos convertimos en protestantes.
Messori da un salto de la Cristiandad al Rebaño. Entre medias hay mucho juego y es ahí donde las “comunità attive, minoranze creative” tienen-tenemos que jugar nuestro partido. Está claro en la clase política que el católico queda absorbido por el Partido, no hay individuos católicos en política que actúen como tales (el catolicismo se convierte en etiqueta vacía) y veo imposible la creación de partidos católicos con éxito.
Eso es un hecho que, aparte de que no debiera ser así, vemos complicado de cambiar. Quizá la acción católica debe de colocarse en otro lugar de influencia para no quedar eliminada por el Poder. Donde? I don’t know pero por ejemplo cada vez hay mas blogs católicos (como esta comunidad) que de una forma invisible están haciendo una positiva influencia en la gente. Quizá sea como las Arcas de hombres libres que hablaba McIntyre en este nuevo Diluvio que viene.
Saludos
Ni chicha ni limonada, me ha decepcionado.
La Democracia Cristiana no sólo no hizo nada, sino que contribuyó a implantar medidas destructivas, no porque fuera cristiana, sino porque era revolucionaria. Había aceptado esas "reglas férreas" de las que habla Messori.
Me extraña bastante que alguien como Messori no tenga una palabra para toda esa corriente que se opone a la Modernidad y que se a efectos identificativos, ha recibido el nombre de Tradicionalismo.
Estoy de acuerdo con Luis Fernando en que habran sido unos malos catolicos mas que un mal sistema; y no lo estoy con Messori: merece la pena que los catolicos tengamos una presencia en la politica. Presencia congruente, claro.
http://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Reyes_santos
La mayoría de ellos no tenía noticias de los otros, pero eso no les impidió abrazarse a la Gracia de Dios con toda su alma.
Detras de ese discurso derrotista de Messori está el reconocimiento de su propio fracaso apostólico, pastoral y, quizá, quién sabe si teológico.
Tantos años diciendo cuál es la mejor forma de vivir como católico en la sociedad, criticando a los que no pensábamos como él, para llegar al final a la conclusión de que lo mejor es apartarse de la sociedad, pues eso y no otra cosa es la política.
¿Dónde ha quedado ese "amar apasionadamente al mundo"? En proponer la autodisolución política en él.
Lo que ni Messori, ni ningún obispo, ni ningún superior general, ni ningún Papa (sí, he escrito "Papa", ¡oooooh...!) están dispuestos a reconocer es que:
La educación cristiana en general y la católica en particular es un F-R-A-C-A-S-O.
Es tremendamente efectiva en la producción de carotas, hipócritas, pelagianos, semipelagianos, apóstatas, herejes y santos, santitos y santazos, más o menos estabulados en las nuevas o viejas relaidades eclesiales, pero siempre -todos ellos- incapaces de pensar y actuar de forma libre.
Sin libertad, no hay líderes sociales. Y sin liderazgo social, no hay acción política.
El problema de la libertad es que un tanto, digámoslo así, rústica. Es poco fina y delicada. No se puede ser libre y vivir entre algodones. No se puede ser libre y ser admirado por todos. No se puede ser libre y ascender gracias a las amistades.
Es lo que hay. Y lo que hay son católicos estabulados. Muy valientes obedeciendo en grupo la consigna del semipelagiano de turno. Semipelagiano que, de repente, desespera y provoca ataques de deseperanza en los pollitos de su corral.
Es lo que ha pasado con Vittorio Messori.
La única actitud coherente es la de Menka: dejémonos de monsergas. Hagamos lo que tenemos que hacer. Sin esperar a que nos digan lo que tenemos que hacer. Como tantas veces se ha hartado de decir Juanjo Romero:
No hemos de esperar la orden de ¡Vamos! Hemos de gritar la de ¡Seguidme!
Pue bien, concretando, estoy harto de este simulacro de democracia y de sus partidos. Hay que votar a los partidos que no están en el Parlamento. Y hay que hacerlo ¡ya!
¿Qué pasa? ¿Es que esos partidos van a dañar más a la democracia de lo que lo hacen los partidos nacionalistas, el partido payudar y el partido que llegó al poder tras el 23-F y el 11-M, el partido de la patada en la puerta que negocia con ETA, de los GAL y de SITEL?
¡Venga Ya!
Messori: anímate o cállate.
Un saludo.
ADVENIAT REGNVM TVVM
Además, detesto el derrotismo. No sé como se peude ser derrotista teniendo a Dios de nuestro lado. Una cosa es ser un iluso y otra pasarse al lado de los agoreros derrotistas.
" El primer servicio que presta la fe a la política es, pues liberar al hombre de la irracionalidad de los mitos políticos, que constituyen el verdadero peligro de nuestro tiempo. Ser sobrios y realizar lo que es posible en vez de exigir con ardor lo imposible ha sido siempre cosa difícil; la voz de la razón nunca suena tan fuerte como el grito irracional. El grito que reclama grandes hazañas tiene la vibración del moralismo; limitarse a lo posible parece, en cambio, una renuncia a la pasión moral, tiene el aspecto del pragmatismo de los mezquinos. Sin embargo, la moral política consiste en resistir la seducción de la grandilocuencia con la que se juega con la humanidad, el hombre y sus posibilidades. No es moral el moralismo de la aventura que pretende realizar por sí mismo lo que es Dios. En cambio, sí es moral la lealtad que acepta las dimensiones del hombre y lleva a cabo, dentro de esta medida, las obras del hombre. No es en la ausencia de toda conciliación, sino en la misma conciliación donde está la moral de la actividad política ".
" El cristianismo es siempre un sustentador del Estado en el sentido de que él realiza lo positivo, el bien, que sostiene en comunión los Estados. No teme que de este modo vaya a contribuir al poder de los malvados, sino que está convencido de que siempre y únicamente el reforzamiento del bien puede abatir al mal y reducir el poder del mal y de los malvados. Quien incluya en sus programas la muerte de inocentes o la destrucción de la propiedad ajena no podrá nunca justificarse con la fe. Explícitamente es lo contrario a la sentencia de Pedro: “Pero jamás alguno de vosotros padezca por homicida o ladrón” (1 P 4,15); son palabras que valen también ahora contra este tipo de resistencia. La verdadera resistencia cristiana que pide Pedro sólo tiene lugar cuando el Estado exige la negación de Dios y de sus mandamientos, cuando exige el mal, en cuyo caso el bien es siempre un mandamiento ".
"De todo esto se sigue una última consecuencia. La fe cristiana ha destruido el mito del Estado divinizado, el mito del Estado paraíso y de la sociedad sin dominación ni poder. En su lugar ha implantado el realismo de la razón. Ello no significa, sin embargo, que la fe haya traído un realismo carente de valores: el de la estadística y la pura física social. El verdadero realismo del hombre se encuentra el humanismo, y en el humanismo se encuentra Dios. En la verdadera razón humana se halla la moral, que se alimenta de los mandamientos de Dios. Esta moral no es un asunto privado; tiene valor y resonancia pública. No puede existir una buena política sin el bien que se concreta en el ser y el actuar. Lo que la Iglesia perseguida prescribió a los cristianos como núcleo central de su ethos político debe constituir también la esencia de una actividad política cristiana: sólo donde el bien se realiza y se reconoce como bien puede prosperar igualmente una buena convivencia entre los hombres. El gozne sobre el que gira una acción política responsable debe ser el hacer valer en la vida pública el plano moral, el plano de los mandamientos de Dios ".
"Si hacemos así, entonces también podremos, tras el paso de los tiempos de angustia, comprender, como dirigidas a nosotros personalmente, estas palabras del Evangelio: “No se turbe vuestro corazón” (Jn. 14,1). “Porque por el poder de Dios estáis custodiados mediante la fe para vuestra salvación...”.
Cristianismo y política
Joseph Ratzinger.
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Mesori, como muy bien indica el Blogger,
está muy desacertado en algunas de las cosas que escribe. El Santo Padre Benedicto XVI, nos da la claves para ser un buen político y un buen cristiano.
Han existido muchisimos y famosos políticos cristianos.
Sigamos su ejemplo.
Lo cierto es que en España, cuando los ha habido, los Césares han sido muchos más celosos en la guardia de la fe que la propia Iglesia. Claro, que al fin y al cabo a ellos les donó Dios la espada.
Si la lectura del Evangelio es lo que yo creo, no tengo dudas de que volverán los reinos cristianos como antaño, regidos con vara de hierro. No digamos ya si nos creemos las tropocientas profecías que dicen cosas parecidas, particularmente de España.
Decía Spengler que al final es un pequeño grupo de hombres el que salva una civilización. Curiosamente a Jose Antonio le gustaba mucho esa idea y por eso nunca estuvo preocupado de hacer muchos militantes ni de tener diputados. Algo de razón acabó teniendo.
"Levantaré mi trono sobre las ruinas del imperio de Satanás" El Corazón de Jesús a sta Margarita María.
Cristo reinará.
Sinceramente, una sociedad se puede destruir desde el Estado, pero no construirla. Para que esta sociedad se regenere hacen falta santos y mártires. Siempre ha sido así, así nació la Cristiandad. Para cuando se convirtió constantino ya eran cristianos gran parte de sus súbditos: soldados, mercaderes, fmailias...Claro q la conversión del emperador tb era necesaria para que el cristianismo llegara a todas las gentes. También eso llegará. Lo que toca es evangelizar, cada uno en su lugar, sin cansarse nunca, confiando en Dios. Y conocer la doctrina social católica. Y la Quas Primas. y el CIC:
675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "Misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el Cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).
Cor Iesu Sacratissimum, adveniat regnum tuum!
esto no lo arregla ningún partido, ni siquiera -y lo digo con toda intención- ni siquiera los que no tienen representación parlamentaria, que son los únicos decentes.
un saludo a todos
Mensaje del Papa Benedicto XVI a los políticos católicos en el que les recuerda no perder de vista su identidad cristiana.
El Papa recuerda a los políticos católicos su identidad cristiana
Y les pide su compromiso a favor de los valores universales
Benedicto XVI considera que la Iglesia católica tiene en estos momentos el desafío de hacer que los políticos católicos tomen conciencia de su identidad cristiana.
Fue uno de los argumentos que el pontífice afrontó este sábado al recibir en audiencia al tercer grupo de obispos polacos que concluían su quinquenal visita «ad limina apostolorum» al Papa y a sus colaboradores de la Curia romana.
Recordando las enseñanzas del Concilio Vaticano II en la constitución «Gaudium et spes», el pontífice comenzó pidiendo que «quienes son o pueden llegar a ser capaces de ejercer este arte tan difícil y tan noble que es la política, deben prepararse para ella y ejercitarla con olvido del propio interés y de toda ganancia venal».
«Luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresión --exigió el Papa a los políticos católicos--, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos».
Para realizar esta tarea, siguió explicando en su discurso, «los políticos cristianos no pueden quedarse sin la ayuda de de la Iglesia».
«Se trata, de manera particular, de ayudarles a tomar conciencia de su identidad cristiana y de los valores morales universales que se fundamentan en la naturaleza del hombre, de manera que, en virtud de una recta conciencia, se comprometan a aplicarlos a los ordenamientos civiles, de cara a la edificación de una convivencia que respete al hombre en todas sus dimensiones».
Según el Papa, no hay que olvidar nunca que «es de suma importancia, sobre todo allí donde existe una sociedad pluralística, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia y distinguir netamente entre la acción que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a título personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunión con sus pastores».
La política honesta es necesaria como salvaguarda de la democracia y los políticos que son cristianos, deben actuar siempre de acuerdo con su conciencia cristiana.
Ahora, que los cristianos estemos también inclinados hacia la debilidad no debe hacernos renunciar a participar como tales cristianos en los puestos directivos de la sociedad como la política, no podemos renunciar a ello, es más es nuestra obligación hacer lo posible por llevar los principios cristianos también a la política. Porque si no estamos nosotros, estarán los anti-cristianos en esos puestos. Porque si existen políticos católicos que puedan tener debilidades, ¿van a ser peores para la sociedad que los políticos anti-cristianos?, no, lo peor para la sociedad es un político anti-cristiano, que haga de su acción de gobernar el misión destruir de forma premeditada la presencia de la religión. Un político cristiano incoherente nos puede avergonzar, incluso ser un mal ejemplo, pero aún así será menos dañino que un político anti-cristiano. Sucede en la misma Iglesia, que existan sacerdotes que se puedan comportar de forma reprobable y ser mal ejemplo, no cambia el hecho de que la labor del sacerdocio sea imprescindible.
No tenemos porque renunciar a nada, ni a la formación profunda, ni a los grupos de oración, ni al apostolado más básico.... ni a intentar influir en política. Porque como católicos no nos limitamos a convencer a las personas individualmente de que hay ciertas cosas que la ley permite y que no debemos hacer, sino que queremos que tales leyes inmorales sean cambiadas, el aborto por ejemplo. Y para cambiarlas tenemos que influir en la política, ¿como? también sin renunciar a nada, con presiones directas a los políticos que promueven estas leyes, con personas católicas que estén en los partidos y presionen desde dentro de estos para cambiarlos y ¿porque no?, con partido católicos, que defiendan claramente los principios católicos.
La situación de hoy en día es que a pesar de que la sociedad se declara mayoritariamente católica, nos gobiernan o políticos abiertamente anti-cristianos como el nuestro actual o políticos "neutrales" que quieren parecer en todo caso progres, como Aznar y ahora Rajoy. Los católicos hemos hecho dejadez de la política y esta dejadez la han ocupado otros, los anti-cristianos o los neutros-progres. España era un país con unos valores cristianos enraízados y se ha convertido en un lugar dominado por el relativismo práctico, por el trabajo de los políticos que los mismos católicos hemos elegido. Ya dijo Alfonso Guerra que a España no la iba a reconocer ni la madre que la parió, y así ha sido.
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No se puede servir a Dios y al Mundo sin traicionar a uno o a otro
Por mucho que se quiera: Los intereses de Dios son diferentes a los intereses del Mundo.
Este nuestro limitado Mundo de oscuridad y de muerte donde el hombre aún mora sometido a sus pasiones, fue concebido para suplantar al infinito Espacio de Luz y de Vida donde Dios mora libre de nuestras pasiones.
Creo que es un error latente en muchos comentarios: el fundamentalismo democrático. El pensar que el único régimen legítimo es la democracia. NO. La democracia no es más que un mecanismo. No se mide por la calidad de su funcionamiento, sino por la calidad de lo que produzca. Y si produce aborto, eutanasia, prostitución, desacralización, materialismo, hedonismo y todas esas malas hierbas, NO SIRVE, y punto. Y entonces, lo que hay que ir pensando no es cómo participar de esa máquina, sino en su sustitución por otra mejor.
La gente tiende a comparar la democracia perfecta con la monarquía corrupta o con la aristocracia corrupta, y eso cuando la podredumbre de la democracia misma les salpica en la cara. Viven entre estiércol pero se niegan a cambiar de casa.
Bah! Si hay que pedir, si hay que luchar por algo, que sea algo grande. El Antiguo Régimen, que era mucho más perfecto que "esto" que tenemos. Porque en el origen de los males de occidente está la entronización del hombre, que en la práctica se traduce en que los gobernantes no admiten nada por encima de ellos: ninguna regla, ningún límite, ningún poder. Y yo lo que quiero es que haya un poder espiritual y moral que los políticos no puedan ignorar.
Quedan muy lejos los tiempos en que los príncipes enviaban emisarios que alcanzando a Santo Tomás en los caminos le planteaban cuestiones morales y solicitaban su discernimiento. Pero, como digo, si hay que pedir, si hay que luchar por algo grande, que es lo único por lo que vale la pena, que sea por tirar a la basura este sistema. ¿Iluso? Puede ¿Y los que creen todavía en la democracia no lo son?
Las democracias comienzan a degenerar en el mismo instante en que se establecen. Y logro de las democracias occidentales han sido dos guerras mundiales en un sólo siglo. No está mal. Y lo que ha sobrevenido desde 1945, que es una auténtica catástrofe espiritual. En realidad, la democracia es un sistema parásito, que funciona únicamente en tanto en cuanto están vigentes los antiguos valores. Pero objetivo de la democracia es la supresión de esos valores. Es un régimen contradictorio. Cuando un político elegido por sufragio jura o promete su cargo, ¿qué sentido tiene? Un juramento o promesa tiene sentido sólo y cuándo están vigentes los valores pre-democráticos, que atribuían un valor a una promesa. Tan podrido está esto que ya no nos indigna que los asuntos públicos estén en manos de perjuros, de mentirosos, de ladrones cuando no de asesinos.
¡Y todavía se defiende a la democracia! Bah!
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El caso es que estamos en el mundo, y Dios ha querido que no sólo nos ocupemos de salvarnos nosotros, sino que trabajemos para que otros de nuestros hermanos también se salven y para que en la sociedad no gobierne la injusticia. Cuanto intentamos influir en política servimos a Dios en este mundo terrenal, no servimos al mundo, son los que gobiernan sin tener en cuenta la existencia de Dios, los que sirven al mundo y traicionan a Dios. Hoy se dan muchos casos de políticos nominalmente católicos en distintos grados y partidos que en la práctica gobiernan como si Dios no existiera, aunque vayan a misa y comulguen, éstos sí traicionan a Dios y sirven al mundo.
Estamos de momento, en este mundo terrenal, y en este y preciso mundo y en su sociedad, es donde los cristianos tenemos que luchar y dar la cara y ejemplo; incluido el mundo de la política.
Estar de brazos cruzados, no soluciona NADA.
Saludos.
En esa línea, me han hecho pensar las afirmaciones de Marcial. ¿Hasta que punto debe el cristiano participar en un régimen que no reconoce ninguna autoridad ni legislación más alta que la suya propia, que ha entronizado al hombre en oposición a Dios y pisotea sañudamente el Derecho Natural como terreno para construir el bien común? ¿Es posible contribuir a regenerar todavía el sistema o éste se cae ya a pedazos y lo que hay que hacer es salvar lo salvable y empezar de nuevo en otros Montecassinos?
El tiempo que nos toca vivirJosé Luis Restán09/02/2010
El sugestivo artículo de Massimo Borghesi sobre el filósofo Augusto del Noce, publicado la semana pasada en Páginas Digital, me parece de especial utilidad para iluminar el actual momento español y la encrucijada del mundo católico. Ciertamente, la tentación de padecer la historia en lugar de vivirla es hoy quizás más fuerte que nunca. Unos porque cultivan el ademán de la mera resistencia frente a un mundo, una cultura y una política crecientemente hoscos para el catolicismo en España. Otros porque siguen buscando la disolución cultural del cristianismo como única salida.
Son tentaciones que los últimos seis años de Zapatero se han disparado en España hasta niveles insospechados, y que marcan una cierta hipertensión del cuerpo católico más allá de los discursos episcopales. Y es que no faltan quienes dan el salto (quizás el triple salto) de la resistencia frente al proyecto cultural de Zapatero a la impugnación sin fisuras del mundo moderno, como enemigo acérrimo del cristianismo del que sólo podemos defendernos con mayor o menor fortuna. Las consecuencias espirituales, culturales e incluso sicológicas de esta mirada no son pequeñas: una dosis sobreabundante de amargura, una tendencia a los juicios sumarísimos (incluso dentro de la propia comunidad católica) y una incapacidad letal para el diálogo misionero.
Borghesi subraya la originalidad de Del Noce al señalar que "lo moderno no es el resultado necesario del ateísmo... La filosofía que niega a Dios marca una dirección de lo moderno, pero no la única. La identificación entre modernidad y ateísmo es el error que comparten las dos posiciones contrarias del laicismo y el tradicionalismo católico". Ésta es una indicación lúcida y saludable que necesita como el agua el catolicismo español en este momento, para no despilfarrar estérilmente sus menguadas energías y para afrontar con paso alegre la misión que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI le están urgiendo.
Dice Borghesi que la obra de Del Noce modificó de modo genial el escenario historiográfico que se esconde tras la comprensión habitual de la modernidad, situando a los católicos con pleno derecho dentro de la modernidad y de la vida política democrática. Es algo que coincide plenamente con los planteamientos del cardenal Angelo Scola en su libro Una nueva laicidad, pero más aún, ésta es una constante en el pensamiento desarrollado por Benedicto XVI en su magisterio. Recordemos como punto firme el discurso a la Curia de diciembre de 2005, en cierto modo un verdadero discurso programático de su pontificado.
El Papa reconoce el cortocircuito que experimentó la relación de la Iglesia con la edad moderna a partir del caso Galileo, situación que se agravó en extremo durante la fase radical de la Revolución Francesa. "El enfrentamiento de la fe de la Iglesia con un liberalismo radical y también con unas ciencias naturales que pretendían abarcar con sus conocimientos toda la realidad hasta sus confines, proponiéndose tercamente hacer superflua la "hipótesis Dios", había provocado en el siglo XIX, bajo Pío IX, por parte de la Iglesia, ásperas y radicales condenas de ese espíritu de la edad moderna. Así pues, aparentemente no había ningún ámbito abierto a un entendimiento positivo y fructuoso, y también eran drásticos los rechazos por parte de los que se sentían representantes de la edad moderna".
Con extraordinaria delicadeza, Benedicto XVI despliega los pasos de esa historia dramática y señala que la revolución americana ofreció un modelo de Estado moderno diverso del que fomentaban las tendencias radicales surgidas en la segunda fase de la Revolución Francesa, mientras que las ciencias naturales comenzaban a reflexionar sobre su propio límite, aceptando que, aunque realizaban cosas grandiosas, no era capaces de comprender la totalidad de la realidad. De este modo, por un lado se abrió un espacio para la presencia de la fe en el estado moderno (algo propiciado también por el desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia y por el protagonismo de los católicos en la política europea tras la Segunda Guerra Mundial) y por otro las ciencias abrieron de nuevo las puertas a Dios, al reconocer que el método naturalista no puede abarcar la totalidad de lo real.
Esta nueva situación, mucho más matizada que la de principios del XIX, es el contexto en que el Vaticano II trata de determinar de un modo nuevo la relación entre Iglesia y tiempo moderno, centrada en tres círculos de preguntas: la relación de la fe con las ciencias modernas, la relación de la Iglesia con el Estado democrático y la cuestión de la libertad religiosa. En estas tres esferas existe una línea de pensamiento moderno (que en algunos países y momentos puede ser y ha sido predominante) que cierra rígidamente sus puertas al cristianismo, más aún, que busca su marginación social cuando no su abatimiento total. Pero también existe "otra modernidad" que los católicos deben atisbar y valorar, y en la que deben aprender a echar raíces sin nostalgias, con plena libertad y decisión.
De hecho, es fácil reconocer que la autonomía de las ciencias, la democracia y la libertad religiosa tienen sus raíces filosóficas y existenciales en la tradición cristiana. En este sentido, "para ser modernos" los católicos sólo tienen que ser ellos mismos, nutriéndose de su propia fuente (el Evangelio y la Tradición) y elaborando una propuesta histórica encarnada en el tiempo presente. Esto no tiene nada que ver con el angelismo de pensar que desaparecerán las tensiones y todo será pura armonía entre la experiencia cristiana y las culturas del momento. Eso nunca ha sucedido, ni siquiera en los tiempos de la cristiandad medieval, mucho menos en una época que no ha superado ni el racionalismo infantil ni los delirios del 68. Como advertía Benedicto XVI a la Curia, no podemos pretender abolir la contradicción del Evangelio con respecto a los peligros y los errores del hombre en cada época, y el arduo diálogo ente la fe y la razón se debe desarrollar "con gran apertura mental pero también con una gran claridad en el discernimiento de los espíritus".
Pero esta época no está irremisiblemente marcada con el sello de la hostilidad a la fe, ni nos condena a priori a las catacumbas. Es el campo que nos toca arar y sembrar con paciencia y amor, con la mirada ancha y confiada que nos enseñan los santos, los maestros y los mártires de los siglos que nos preceden. Nos tocará sufrir pero también gozar, y sobre todo construir. ¿Quién dijo que cualquier tiempo pasado fue mejor?
Ciertamente que no: No se puede servir a Dios y al Mundo sin traicionar a uno o a otro.
Este mundo es demasiado heterogéneo y promiscuo en pueblos, razas, religiones; Amén de otros mil y tantos divergentes intereses para que el político pueda atender a todos en igualdad de derechos y obligaciones.
La esperiencia constatada a través de los tiempos me da la razón.
Una cosa es que por mal menor en "derecho dinástico" a un individuo X se le imponga esta carga; Y otra cosa es el político de oficio y beneficio.
Hoy, y por lo que observo menos que ayer, al político de turno le importa un pimiento el juicio de la historia.
Que el mundo sea variado no cambia que en este mundo se pueda y deba servir a Dios, porque servir a Dios beneficia a todos, porque Dios lo es de todos humanos de todas las razas y creencias.
Más si lo hace un político católico, un político católico tiene el derecho como mínimo a proponer su visión de la sociedad de la misma manera que lo hacen otras formas de pensar. La excusa de que no se pueden imponer a los demás los dogmas de la religión católica en la vida pública choca con el concepto de la misma democracia tal y como está planteada, porque si otras formas de pensar tienen el derecho a proponer sus ideas y llevarlas a al práctica ¿porque las cristianas, no?
La historia nos dice que el occidente cristiano se gobernó por los valores cristianos hasta la revolución francesa, y no nos fue tan mal teniendo en cuenta desde dónde veníamos. Y desde la revolución francesa no ha sido todo un camino de rosas.
Al político de turno le importa un pimiento el juicio de la historia., es cierto, eso es lo que tenemos que cambiar, y poner a políticos a los que sí les importe el juicio de sus actos más allá de la influencia que puedan tener en las encuestas, hacen falta políticos que piensen y actúen como católicos aunque luego se puedan equivocar y tener debilidades humanas. Si renunciamos a esto, estaremos siempre en manos del otro tipo de políticos, y aunque sea verdad que es necesaria la "conversión personal", desde los puestos de la política se puede hacer mucho bien o mucho mal, por eso los laicistas tienen tanto interés en controlar la educación y los medios de comunicación.
Los poderosos del mundo están co-ordinados por la Masonería, en sus diferentes variantes. Tienen una religión, la Religión del Hombre. Su filosofía es la iluminista : siguen a Kant, Hegel, Rousseau, Marx, etc. Han conseguido armar ciertas superestructuras (ONU, CEE, etc.) con las que pretenden llegar a constituir en un futuro cercano un Gobierno Mundial democrático.
Con diferencias de estilos, de clientela y de discursos, todas las democracias, la comunista, la liberal o la socialdemócrata, salen de este clisé.
¿Que tiene que hacer un católico metido en ese baile satánico?
Y es satánico porque la democracia, mal que les pese a tanto católico democrático, es esencialmente anticristiana. Si bien formalmente sería sólo un "mecanismo", como afirma Marcial, no obstante detrás de ese mecanismo están los grandes grupos de poder multinacionales y los agentes de la Revolución Anticristiana, cuya irrupción en la historia aconteció con la Rev. Francesa.
Por eso la DC fracasó; metiéndose donde se metió, no podía terminar sino como terminó : desfigurándose al principio y disolviéndose finalmente.
Un ejemplo, para expresarme mejor : Si alguien quiere ir a América, ¿se metería en un barco que va al Medio Oriente? Pues no, porque el barco va a llegar a su destino por más "infiltrados" que se le cuelen.
Y el barco de la Democracia navega hacia el Anticristo. Ya ha abordado la Barca de Pedro y la ha llenado de piratas, y la quiere hacer hundir. Pero no lo consigue por las promesas de su Fundador y por la asistencia del Epíritu.
Y no nos engañemos con los discursos de los Papas, aparentemente favorables a la democracia. Miremos con atención y veremos que sólo aprueban una democracia que en la realidad no existe.
Luis Fernado, como siempre, te felicito. No puedo añadir nada, más que estoy 100% de acuerdo.
MAGISTRAL!!
Punto y aparte:
"la desacralización es el mayor mal de la Iglesia, de el vienen todos los demás.."
Un abrazo.
La gran mayoría habla de la falta de Fe de Messori, lo que me parece una falta de respeto hacia el, pero quiero que me nombren un partido político católico de verdad en una democracia moderna.En USA la mayoría católica es demócrata y son todos abortistas.
Además un partido político católico o autotitulado cristiano lo único que lograría es hacer responsable a la Iglesia de su accionar consiguiendo con ello confundir a los feligreses, cómo tantísimos ejemplos hay en el mundo.
Yo hablo por mi personal experiencia. Y aquí cuando y cómo: En bandeja de planta se me presentara -mejor diría yo de oro o platino- entrar en la política. Algo así como si el propio Demnio fuera. Y allí que éste a punto casi me convence la sutileza de su tentación. Pues lo que entonces parecía la ilusión de una elucubración: Hoy día está ya casi consumado.
Así que contra lo que se me proponía y antes de que me comprometiera: Oí una serena voz como la de alguien; quien desde un lejano lugar me llegaba. Y que así me dijo:
-Te quejas porque te oprimen; si tú oprimes a otros: ¿No serás tú igual ellos?
-Tú te quejas porque te somenten por la espada y el fusil; Y tú pretendes someter a otros con armas mayores: ¿acaso no serás tú peor que ellos?
-Si entras ahí no saldrás nunca jamás.- me dijo.
-Yo quiero hacer ley nueva.- Mas si puedo y no puedo: qué debo de hacer?- Repliqué yo furioso contra aquel quien así me confundía.
Y no entré en aquella politica; Y la voz me ofreció otra.
MH. Quizás no hayas entendido que: "El fin se justifica en sus medios en tanto y cuánto; y cómo el fin esté justificado".
Leí el libro de Messori, porqué creo, y vale la pena leerlo.
somos muchos LOS que compartimos ese dolor: la castración política del pueblo católico. Y aquí hay mucho de puritanismo moralista-burgués: la política es una actividad sucia y pecaminosa; comodidad y pereza: "Ande yo caliente y ríase la gente"; fatalismo y decepción pelagianos: es imposible luchar contra los tiempos, etc.
Pero, con todas las piedras que tiremos sobre nuestro tejado, resiste un nutrido grupo de gente maja e inquieta. Que tienen que sufrir el menosprecio del mundo -como todos los hijos de la Luz- pero, además, y lo más doloroso, el desprecio del mismo pueblo católico, empezando por la jerarquía y los medios de comunicación afines. APESTADOS POR LOS APESTADOS.
Ha habido muchos Papas y Principes que fueron malos católicos, y grandes gobernantes, y que contribuyeron a fortalecer la Cristiandad, y viceversa, santurrones que hubieran estado mejor en un monasterio que en un trono.
La DC fue un intento más de aplicar la eterea doctrina social de la Iglesia, según su interpretación más extendida; es decir, una socialdemocracia con escapulario.
El problema es que acabaron por perder el escapulario por el camino, y por ser intercambiables con cualquier socialdemocracia moderada.
No solo le pasó a la DC italiana, también a la alemana, al PNV, a la DC chilena... todos sin excepción son partidos socialdemocratas que han olvidado cualquier cristianismo de origen.
Y sí hay una manera de fomentar la religiosidad desde el poder, y es haciendo justo lo contrario que la DC. Es hacer lo que hace la derecha en el único país desarrollado que es religioso (USA): enfrentarse al núcleo mismo de las tontadas progres, no identificarse con ellos.
Es aprovechar que la izquierda tiene el odio a la religión entre sus fundamentos irrenunciables, y conseguir que entre los que no son de izquierdas pueda producirse el fenómeno contrario.
Hay que copiar a USA, o emigrar allí, no queda otra.
Dices: " la Iglesia no tiene porqué formar políticos, ni partidos ni nada de eso, debe formar hombres, es decir, cristianos, porque solo uno es realmente hombre cuando encuentra a Cristo, lo demás vendrá añadido".
Es cierto la Iglesia tiene que formar hombres completos y lo demás vendrá añadido. Pero estos hombres formados luego proyectarán su formación en todos los ámbitos de la vida, la familia, su trabajo.... y también en la política, cuando voten y cuando actúen activamente en política. No existe un precepto que impida a un católico actuar directamente en política como tal y que al mismo tiempo arrastre sus principios cuando lo hace. Al revés de hecho se pide a los políticos que se declaran católicos que actúen como tales católicos y se les reprocha su incoherencia cuando votan a favor de leyes que van contra los principios católicos.
"quiero que me nombren un partido político católico de verdad en una democracia moderna"
La democracia cristiana fue un intento de partido católico integrado en la democracia, lo que ocurre es que éstas han ido perdiendo su parte de "cristiana" por el camino para ir "adaptándose a los tiempos" y ahora defienden lo mismo que defendían los progresistas cuando se formaron, porque los progresistas han "progresado" aún más. La DC no sólo existió en Italia, también en Alemania, Holanda, hispanoamérica.... Lo que hay que hacer es recuperar los valores que defendió al principio la DC.
"Además un partido político católico o autotitulado cristiano lo único que lograría es hacer responsable a la Iglesia de su accionar consiguiendo con ello confundir a los feligreses, cómo tantísimos ejemplos hay en el mundo".
¿Se cree que la DC de Italia, la peor considerada, hizo responsable a la Iglesia de sus errores?... no lo creo, la Iglesia universal se guarda muy bien de mantener su imagen de independencia en todo el mundo.
Existe un prejuicio contra un posible "partido católico", pero por otra parte deseamos que políticos católicos estén en el poder, lo que es lógico, como colectivo queremos a unos políticos que actúen según nuestra forma de pensar. Por ejemplo, se prefiere a Mayor Oreja que a Zapatero. Ahora, que queramos que un político como Mayor Oreja esté en el poder mejor que otros es una cuestión de táctica, el medio por el que este político llegue a un puesto de responsabilidad puede ser válido, estar dentro de un partido y actuar dentro de este partido. Pero si se admite que preferimos un político católico a otros, tenemos que admitir que existan otros medios para conseguir que un político católico llegue al poder, otro medio puede ser un o unos partidos que se declaran católicos. Además la cuestión no es tan extraña, el mismo PP se autodefinia como humanista cristiano y creo que en 2005 o 2006 borró esta definición de su programa.
Un partido llamado católico comprometería a la Iglesia si fuese el "partido oficial" de la Iglesia y eso nunca va a ocurrir, la Iglesia siempre reconocerá incluso lo bueno que pueda haber en partidos en principio contrarios a la Iglesia, por ejemplo José Bono hasta ahora. Un partido autodefinido católico NO está diciendo que representa a la Iglesia, ni a la totalidad de los católicos, sólo dice que defiende en política los principios innegociables cristianos, del mismo modo que se lo pedimos a los políticos que de forma individual se autodefienen católicos.
Además, existe una razón para proponer unos partidos que lleven en su programas (además de otras cosas) los principios católicos, «el que en este momento no estén bien defendidos», es más están siendo atacados, por los anti-cristianos y por la pasividad de los neutro-progres. La táctica de que hombres cristianos bien formados actúen desde dentro de los partidos grandes no parece que sea suficiente para contener a los contra-valores anticristianos. Y como al fin y al cabo se trata de "tácticas" y estas son opinables, ¿porqué no va ser tan válido luchar desde un autodefinodo partido católico como hacerlo a través de unos políticos católicos dentro de los partidos ya existentes?.
Otra alternativa es no hacer nada "activo" en política como católicos y solo protestar cuando seamos atacados, con el aborto, los crucifijos, la enseñanza....etc. Y en todo caso depositar un voto cada cuatro años a las opciones predominantes actuales, una marcadamente anti-cristiana y la otra pasiva con el anti-cristianismo, mientras coquetea con el progresismo, eso sí con políticos autollamados católicos dentro de ellas pero que no influyen en sus programas "progresistas" de forma sustancial, más allá de algunos buenos "gestos". No digo que un partido católico sea la única alternativa, digo que es un táctica tan válida como cualquier otra para llevar los valores cristianos a la política, más cuando vemos que las cosas no están yendo bien a la defensa de estos valores, al revés están retrocediendo, algo hay que hacer !.
La vida de un católico es siempre lucha, desde el ámbito en que le toque estar. No hay opción a la comodidad o al abatimiento.
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