Ni Aznar podía llegar a más ni la UCAM y los prelados que la apoyan a menos
Pues sí señores. Ahí donde le ven, a don José María Aznar le han hecho catedrático extraordinario de la Universidad Católica de Murcia. Es más, la fundación FAES, fundada a mayor gloria del ex-presidente de gobierno, ha colaborado con la UCAM para crear la Cátedra de Ética, Política y Humanidades. Y todo ello ha recibido la bendición del cardenal Cañizares.
Si todo cesaropapismo es un error, el chalaneo eclesio-político de Murcia empieza a ser un híbrido entre lo ridículo y lo repugnante. Al menos a mí me repugna ver que desde las instituciones católicas se premia a un señor y a un partido que no movió un puñetero dedo para impedir que en este país el aborto fuera el pan nuestro de cada día durante los ocho años en que gobernó. A mí me da vergüenza y asco que a quien trajo la píldora abortiva a España se le haga catedrático extraordinario de una universidad católica. Y me produce espasmos de indignación el comprobar cómo se crea una cátedra de ética, política y humanidades fruto del maridaje adúltero entre dicha universidad y una fundación que se define a sí misma como un Think tank político que busca promover los valores del humanismo occidental (lo de cristiano quedaría mal, claro).
Esto me recuerda no poco a lo ocurrido con la concesión del honoris causa a Obama por parte de la Universidad de Notre Dame. Obviamente Aznar no es tan pro-abortista como el actual presidente norteamericano, pero todavía no ha salido de sus labios un lamento por los centenares de miles de inocentes que murieron sin poder nacer durante su gobierno al frente de España. Aznar es de esos peperos que se rasgan las vestiduras ante la futura ley del aborto a la vez que dicen que la actual es adecuada, a pesar de que con la misma tenemos más de cien mil abortos al año. Recuerdo a los lectores que en junio de este mismo año el ex presidente afirmó que pese a que no le gusta la vigente ley del aborto, la respetó durante su mandato porque es una norma de consenso que mantiene la interrupción voluntaria del embarazo “como un delito, con alguna excepción” y no como un derecho. Que vaya y le cuente eso al más de medio millón de víctimas de su consenso.
Lo normal, lo lógico, lo decente, lo católico es que una universidad católica no premiara a un señor que dice y que hace esas cosas. Y la dignidad propia de los príncipes de la Iglesia debería impedir a un cardenal bendecir con una misa semejante aberración. Si los santos inocentes murieron mientras el Niño Jesús y su Madre eran puestos a salvos por San José, no es posible que el sacrificio eucarístico sirva para sellar la colaboración bastarda entre una universidad católica y los cómplices del holocausto del aborto. Que no se extrañen si hay católicos que creen que tal cosa es una profanación de lo más sagrado. Que no se extrañen si hay católicos que dicen ¡Basta Ya! a este nuevo acto de compadreo con los nuevos mercaderes del templo, esos que ahora, a cambio de dinero y de prestigio social y político, obtienen la sanción eclesial a su indignidad.
Luis Fernando Pérez